Hubert estaba sentado en el coche y no pudo evitar mirar las fotos en su teléfono. Eran las pinturas de Amelia. Una de ellas se llamaba Un parque de atracciones en el cielo. El personaje principal era una niña pequeña sosteniendo la mano de un adulto. La Señorita Nube Blanca la estaba saludando, y el travieso Hermano Arcoíris la llamaba para jugar con el tobogán. El sol era una enorme rueda de la fortuna, y había algunos helados derretidos colgando de ella... En esta pintura, todo estaba muy claro. Solo la persona cuya mano sostenía la niña era una sombra blanca que era incompatible con todo lo demás. Esto era lo único que Hubert no entendía en todas las pinturas. Amelia no explicó en detalle.
Hubert publicó estas pinturas en su cuenta de redes sociales y la elogió generosamente: «Esta es una pequeña artista con un mundo espiritual espléndido».