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El sarcasmo de Shen Fanxing hizo que Shen Qianrou se pusiera pálida mientras se mordía los labios.
—Hermana, estoy diciendo la verdad. Estás realmente hermosa hoy, todo el mundo lo piensa —dijo Shen Qianrou.
Shen Fanxing devolvió una sonrisa llena de burla.
—Fanxing, Qianrou no tiene malas intenciones y dice lo que piensa. En efecto, estás hermosa hoy —intervino Su Heng.
Shen Fanxing levantó su mirada lentamente y le lanzó a Su Heng una mirada helada.
Esa mirada despiadada hizo que el corazón de Su Heng se hundiera.
—Sé si tiene o no malas intenciones. Si tú crees que no... mientras tú estés feliz. No quiero saber si dice lo que piensa. Adelante y confía plenamente en ella. Tú y ella no tienen derecho a juzgar si estoy fea o guapa hoy —respondió Shen Fanxing.
Las palabras de Shen Fanxing no parecían demasiado hirientes, pero estaban llenas de sarcasmo implacable.