Qiao Mei había pensado también detenidamente en esto, pero realmente no se atrevía a decírselo a Xia Zhe.
Ella usualmente podía salirse con la suya en asuntos menores halagándolo. Sin embargo, este asunto amenazaba su vida y la vida de los bebés en su vientre. Si Xia Zhe se enteraba de ello, la situación probablemente sería similar a lo que Xia Fang había descrito.
—Toc, toc, toc.
Los tres se volvieron hacia la puerta al unísono. Xia He se levantó para abrir la puerta. A esta hora, debería ser Qian'e quien venía de visita.
—Ya llegaste. Entra rápido —dijo Xia He.
Qian'e se quedó parada en la puerta con cautela. Sin el permiso de Xia Fang, no se atrevía a entrar en la casa.
En aquellos años, había hecho muchas cosas malas con tal de enamorar a Xia Zhe. Incluso venía a visitar a Xia Fang todo el tiempo y sin vergüenza lo hizo por más de un mes. Siempre se había sentido mal por esto.
—Entra y siéntate —dijo Xia Fang con una sonrisa.
