Liu Fen dio dos bocados y se deshizo en elogios por el pescado estofado que tenía delante.
—Qiao Mei, también te he visto cocinar este plato antes. ¿Por qué no me queda tan delicioso cuando lo hago yo misma? Es muy extraño. ¿Tienes alguna receta secreta que puedas enseñarme? —preguntó Liu Fen mientras devoraba la comida.
—Jajaja, no tengo ninguna receta secreta. Debe ser porque la Segunda Tía Política compró pescado muy fresco. Todo es gracias a la Segunda Tía Política —dijo Qiao Mei.
—Mira eso, ¡es como si tuvieras la boca llena de miel! ¡Qué simpática! Xia He, deberías aprender de ella. Si fueras tan capaz como Qiao Mei, ¿cómo podría no quererte tu suegra? —Liu Fen miró a Xia He y la criticó.
—¿Yo? No voy a regresar —Xia He miró a Liu Fen sin expresión.
Cuando Liu Fen escuchó esto, inmediatamente dejó sus palillos y miró a Xia He. —¿Crees que eso está bien? ¿Cómo puede una mujer no quedarse en casa? ¿Realmente quieres vivir tu vida sola?
