Los rumores se esparcieron por el pueblo y llegaron a oídos de Qiao Zhuang muy rápidamente. La versión que Qiao Zhuang escuchó era aún más ridícula. La historia decía que Qiao Zhuang había amenazado a Qiao Yu a ir de casa en casa a pedir comida y aun cuando ella conseguía la comida, él todavía la maltrataba. Tan pronto como salió esta historia, Zhao Liang llevó un grupo de milicianos a la casa de Qiao Zhuang para buscarlo.
—¡Está Qiao Zhuang aquí! —gritó Zhao Liang desde la puerta.
—¡Quién es! ¡Qué pasa! —Qiao Zhuang salió de la casa, y aunque vio que Zhao Liang había traído tantos milicianos, no tenía miedo en absoluto. Después de todo, había sido un abusador en este pueblo durante la mayor parte de su vida y todos sabían de lo que era capaz.
—¿Sabes de los rumores que circulan en el pueblo últimamente? —Zhao Liang no se anduvo con rodeos y fue directo al grano.
—¿En el pueblo? ¿Qué dijo la gente? —Qiao Zhuang parecía confundido.