—¡Pequeña paloma! —exclamó.
—¡Pequeña paloma! —repitió.
—¿Era un término cariñoso? —se preguntó.
George Donovan no daba esas vibas asquerosas como Alaric. Tampoco tenía esos ojos sucios y espeluznantes como Dorian Maxwell.
En su habitación de motel, intentó llamar a Lisa y Liam de nuevo, pero como siempre, no respondieron.
—¿Qué pasa? Espero que estén a salvo de Dorian —apartó su teléfono y trató de no recordar el incidente de hoy en la clínica.
—¿Realmente me siguió?
—¿Le parezco hermosa?
Caminó despacio hasta el pequeño espejo y se miró en él. No había nada especial en ese rostro.
Parecía desnutrida, con ojeras todavía evidentes en su cara. Su cabello era corto y deseaba haberlo dejado crecer un poco más. Hace un año lo había dejado crecer hasta los hombros, pero Valerie lo cortó de nuevo porque estaba enojada.