—¿Asesino? ¿Policía?
Marissa estaba confundida.
Geena y Valerie presenciaban el drama, desplegándose ante sus ojos. Al igual que Marissa, también estaban desconcertadas sobre lo que estaba ocurriendo.
Valerie pasó su lengua por los labios secos y susurró a Marissa:
—Mar. ¿Crees que Rafael está mentalmente capacitado para siquiera vivir aquí?
Marissa lanzó una mirada de advertencia a su hermana y se acercó a Rafael, quien estaba saliendo de las manos de esos guardias de seguridad.
—¡Rafael! ¡Cariño! —en el momento en que tocó su piel, él se quedó quieto. La mirada salvaje en su rostro lentamente desapareció y en su lugar quedó una gentileza que solo reservaba para ella.
—N-necesitas llamar a la policía, cariño —repitió. Marissa asintió y decidió dar un salto de fe.
Quería confiar en su esposo.
—Está bien. Lo haré. Pero no la ataques de nuevo, cariño —Se alzó sobre sus puntas de pies y besó su mejilla. Una vez bajo control, había dolor evidente en sus ojos verdes.