```Cuando Marissa despertó ya pasaban de las diez. Rara vez dormía tan tarde, pero hoy parecía ser la excepción.
Su mano buscó instintivamente a su lado, solo para encontrar un espacio vacío.
—¡Rafael! —Tomando una bocanada de aire, se levantó, mirando alrededor.
¿Dónde estaba Rafael?
Ajustándose las solapas de su camisón, se deslizó fuera de la cama frotándose los ojos. Mientras se estiraba, notó que la puerta de la galería de su habitación estaba entreabierta.
Con curiosidad, se acercó descalza, asomándose por la apertura. Allí, en el pulido suelo de madera, Rafael se mantenía en posición de plancha, sobre una sola maldita mano.
Solo vestía un par de pantalones cortos sueltos; gotas de sudor se formaban en su desnuda espalda. Su cuerpo era tan sólido que Marissa quería salir y sentir la dureza con sus manos.