La habitación parecía un borrón cuando los ojos de Marissa parpadearon al abrirse, su mirada ajustándose a la brillante luz del salón.
Sentía el agua fresca en sus mejillas que alguien debió haber rociado para devolverla a la conciencia. La cara preocupada de Sophie entró en su campo de visión.
—Marissa, ¿estás bien? —preguntó Sophie, y Marissa pudo sentir alivio y preocupación en su voz. Parpadeó, mirando alrededor, y vio a Joseph cerca.
A cierta distancia, Valerie estaba de pie pero sus ojos no estaban en Marissa. Marissa siguió la mirada de su hermana mayor y encontró al hombre de pie en la esquina de la habitación.
Él había cambiado… transformado, aún capaz de capturar su atención. Esta vez su presencia era más abrumadora. Se veía diferente, su cabello hasta los hombros, su rostro rudo y su constitución más fuerte y definida lo hacían inconfundiblemente más impresionante.