—Hola —sus ojos se iluminaron en cuanto encontraron a Marissa. Flint se hizo a un lado y le hizo un gesto para que entrara.
Ignorando a todas las demás personas en la sala, Rafael se dirigió directamente a ella y le entregó el ramo.
Sosteniendo el pesado ramo Marissa estaba a punto de agradecer cuando él se inclinó para besarle la mejilla, —Por el bien de los niños —susurró con un guiño y luego habló un poco más alto:
— Por cierto, te ves hermosa.
Marissa sintió un mareo en el fondo de su estómago. Esa era la misma sensación que solía experimentar cuando él visitaba a Valerie.
Él asintió con suavidad a Sophie y a Flint y luego dirigió su atención a los niños que ahora se habían levantado de sus sillas pequeñas.
Las niñas lo miraban con ojos llenos de asombro, mientras que el niño hacía todo lo posible por no parecer muy impresionado.
Marissa notó que Rafael se quedó inmóvil por un momento. Tragó fuerte y luego se volvió hacia Marissa, quizás pidiendo silenciosamente su ayuda.