—¡Parece que alguien está de muy buen humor hoy! —bromeó Delinda cuando vio a Marissa tarareando mientras revisaba los archivos.
En lugar de negarlo, Marissa se pellizcó la nariz. —Porque... quizás... estoy... —guiñó un ojo y empezó a tararear de nuevo.
Era lunes por la mañana y el primer día de trabajo nunca se había sentido tan bien. No podía esperar a ver a Rafael.
Marissa giró su cuerpo hacia su portátil y empezó a observar la pantalla. —¿Dónde está Kate? Su archivo no está aquí, pero la lista aquí muestra que está presente.
—La vi ir a la oficina del señor Sinclair —un trabajador le dijo a Marissa y volvió a su trabajo.
—¿El señor Sinclair la llamó a la oficina? —murmuró Marissa—. ¿Pero por qué?
***
—Señor, le aseguro. No estoy intimidando a nadie ahora. He dejado de hacer comentarios despectivos sobre mis colegas —Pobre Kate pensaba que esta reunión se había convocado por algunas quejas en su contra.