La primavera traía consigo no solo el despertar de las flores de cerezo, sino también el florecer de sentimientos ocultos. En la Universidad de Hanaoka, conocida por su amplio campus adornado con árboles de cerezo, dos estudiantes se cruzaban a menudo en el camino de regreso a sus dormitorios. Hiroki, estudiante de literatura con un amor por los clásicos y una curiosidad insaciable, y Yuki, un apasionado de la astronomía con ojos que reflejaban las estrellas que tanto admiraba, compartían más que asignaturas; compartían un vínculo que iba más allá de la amistad.
Un día, mientras la brisa primaveral jugaba con los pétalos de cerezo, Hiroki encontró un pequeño botón de cereza caído en el suelo. Lo recogió, pensando en dárselo a Yuki como un simple regalo. Sin embargo, al entregárselo, sus manos se rozaron, y algo cambió. El botón de cereza no era solo un símbolo de la estación, sino el inicio de una historia de amor que desafiaría las normas y los prejuicios, una historia donde el amor florecería con la misma belleza y efímera intensidad que las flores que los rodeaban.