La universidad de Hanaoka era un hervidero de actividad con la llegada de la primavera. Los estudiantes se dispersaban por los jardines, disfrutando del cálido sol y de los cerezos en flor. Entre ellos, Hiroki caminaba con su libro favorito bajo el brazo, perdido en sus pensamientos sobre poesía y prosa. No muy lejos, Yuki ajustaba su telescopio en el campo de observación, con la mirada fija en el cielo azul, soñando con galaxias lejanas.
Era un día como cualquier otro hasta que el destino decidió entrelazar sus caminos. Un pequeño botón de cereza, arrastrado por el viento, aterrizó en la página abierta del libro de Hiroki. Al levantar la vista, sus ojos se encontraron con los de Yuki, quien se acercaba con una sonrisa tímida y una pregunta sobre estrellas que cambiaría el curso de sus vidas para siempre.
Yuki, con una curiosidad que brillaba en sus ojos como las estrellas que tanto amaba, se acercó a Hiroki y le preguntó:
"¿Crees que, al igual que las estrellas, las personas están destinadas a encontrarse, sin importar la distancia que las separe?"
Hiroki, sorprendido por la profundidad de la pregunta, se toma un momento para reflexionar antes de responder:
"Creo que sí. Como las estrellas que forman constelaciones, las personas también se atraen y crean conexiones. A veces, esas conexiones son tan fuertes que ni la distancia ni el tiempo pueden romperlas."
Ahora yo te hago la misma pregunta a ti, le dice Hiroki a Yuki, mientras lo miraba a los ojos."¿Crees que, al igual que las estrellas, las personas están destinadas a encontrarse, sin importar la distancia que las separe?"
Yuki lo queda viendo con una mirada llena de emoción y le responde.
Yo también creo que si, es una idea que resuena con la noción del destino y la conexión entre seres o entidades, como si hubiera un hilo invisible que los une a través del tiempo y el espacio.
Continuará...