Yendo rápidamente en el caballo, Elionar se sentía muy abrumado, no sabía qué hacer, de pronto, escuchó el estallido de un cañón, su instinto lo hizo apartarse del lugar en donde se estaba, por suerte, la bala no le dio, siguió adelante y más balas de cañón le eran disparadas.
Mientras más avanzaba más tropas lo seguían, soldados, arqueros y magos estaban detrás de él, repentinamente él dobló hacia una calle un poco angosta, al hacerlo las tropas no tardaron en hacer lo mismo, al hacerlo un gran estallido violeta fue dirigido a las tropas, haciendo que algunos salieran por los aires y otros salieron heridos por chocar con los escombros, ese ataque era el hechizo de ataque de Denius.
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— chicos, escuchen, mañana en la tarde iré al castillo de los kord helm, habrá una junta de reyes y yo tendré que ir — les dijo Elionar a los jinetes.
— Oh, está bien, pero, ¿por qué nos das aviso?, ¿no se supone que esas reuniones son privadas? — preguntó Denius.
—Sí, son privadas, pero desde la muerte de mi padre he tenido malos presentimientos, y quería contar con su ayuda por si algo llegase a pasar — respondió Elionar nervioso.
— Ya veo, entiendo, pero dinos, ¿a qué te refieres exactamente con confiar con nosotros? — exclamó Denius.
— n-no quiero sonar muy extremista, pero, en caso de que los reyes están en mi contra y quieren dañarme o algo parecido, quiero que me estén esperando cerca del castillo, tal vez por alguna casa cerca de ahí, pero intentan no llamar la atención, es prevención, solo eso — le respondió.
Todos miraron a Elionar por un instante y luego se miraron entre sí.
— y b-bueno, ¿q-qué dicen? — preguntó Elionar mirando hacia abajo.
— claro… está bien, como lo ordene majestad— afirmó cómicamente Denius.
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Al esparcirse un poco la nube de polvo, Elionar vio a Denius encima de una de las casas y también vio a Zenith y Lidius a su costado.
— bueno, al parecer tenías razón— dijo Denius.
Al instante él notó que algo no estaba bien, Elionar se veía muy exaltado y sus ojos estaban muy rojos, parecía que acababa de haber hecho un gran llanto.
— Dinos, ¿qué pasó?—preguntó.
Antes de que Elionar pudiese hablar, una flecha iba directo hacia él a gran velocidad, Zenith alcanzó a detenerla con un hechizo de parálisis, pero al instante decenas de flechas se veían en lo alto del cielo.
— ¡No tenemos tiempo!, ¡hay que irnos!—exclamó Denius.
Al oírlo, Zenith y Lidius se subieron a uno de los caballos de las tropas que los estaban siguiendo.
Apenas empezaron a correr los caballos, las flechas cayeron, fueron pasando de callejón en callejón, intentando perder a las tropas, saltando puestos y esquivando a una que otra persona.
De pronto llegaron a una calle muy ancha que estaba llena de mercaderes y de compradores, tuvieron que bajarse de sus caballos para evitar llamar la atención, se pusieron las capuchas e intentaron perderse entre la gente.
Zenith, que iba hasta atrás, le dijo a Denius.
— Están cerca— dijo entre dientes.
— Lo sé, cállate y no voltees hacia atrás, podrían descubrirnos.
Intentaron dispersar un poco para llamar menos la atención, Elionar estaba volteando a ver a su alrededor para ver que nadie lo descubriera, pero chocó de frente con un soldado de las tropas.
— d-discúlpeme— dijo Elionar apresurado mientras se cubría con la capucha.
—¡Oye, ten más cuidado, escoria, que no ves que este uniforme vale más que tu vida! — le gritó el soldado.
La vos del soldado llamó la atención de la gente del alrededor, también de otros soldados de las tropas que los estaban buscando, Denius se dio cuenta de que era Elionar así que fue a ayudarlo.
— discúlpenos, señor, no volverá a pasar— le respondió Denius nervioso y con la cabeza abajo.
Los soldados de la tropa que los estaban buscando fueron hacia ellos pasando por la multitud.
Denius los vio acercándose
— si nos disculpa…— le dijo al soldado mientras se iba con Elionar agarrado del brazo.
—ey ey— dijo el soldado teniéndolo del brazo. — no tan rápido.
Los otros soldados estaban cada vez más serca
—Disculpe, señor, tenemos prisa— exclamó denius mientras intentaba zafarse del brazo.
Zenith y Elionar también se percataron que unos soldados se dirigían a ellos, así que arrojaron monedas serca de ellos para que personas que pasaban los rodearan intentando agarrarlas.
Denius vio que los soldados estaban distraídos, así que se liberó bruscamente del soldado que lo estaba deteniendo para irse.
— vámonos— les alertó a Zenith y a Lidius.
Los soldados se percataron de ellos y vieron que eran a los que buscaban.
—¡Detengan a los cuatro de capucha que se dirigen al callejón! — gritó uno de ellos.
Al instante unos soldados que estaban cerca se dirigieron hacia ellos entre toda la multitud, así que corrieron hacia adentro del callejón.
Al llegar los soldados al callejón sin salida donde habían entrado los jinetes ya no estaban y solo se vio a uno de ellos subir con magia de aire hacia el techo de una de las casas.
Mientras los jinetes iban corriendo por encima de las casas, otros soldados los iban siguiendo desde abajo, las casas eran altas y había muchos callejones sin salida, así que lograron perderlos.
Se detuvieron a descansar en una casa pequeña, al parecer Denius conocía a alguien que podría ayudar a curar la herida de Elionar.
—gracias por ayudarnos Maliah— dijo Denius jadeando.
— sí, está bien, pero, me debes otra—respondió Meliah.
— je, claro— afirmó Denius.
—y dime, por qué es que vienen tan cansados y heridos tú y tus amigos— le preguntó meliah.
Denius sabía que no le podía decir por qué es que estaban así
— solo fue otra misión más— le respondió.
Tras haber recuperado el aliento y haber vendado la herida de Elionar ellos se alistaron y se dispusieron a irse del hogar de Meliah.
— Muchas gracias Meliah, de nuevo, te debo otra— le dijo Denius.
—Si quieres, recompensarme con que me visites más seguido, está bien— le respondió.
— Está bien.
— mu-muchas gracias por la ayuda amiga se Denius— dijo Elionar nervioso.
— Sé, de nada, llámame Meliah— respondió cariñosamente.
Después de eso, con magia de aire subieron por los techos y se fueron rápidamente.