El despertador de Oreki Houtarou sonó con insistencia, rompiendo la quietud de su habitación. Con un suspiro, Oreki abrió lentamente los ojos y se encontró con su característico cabello alborotado en el espejo. Se levantó con su habitual parsimonia, con la mente apenas despertándose mientras se preparaba para enfrentar un nuevo día en su nueva escuela.
Al acercarse a la mesa cerca de la ventana, donde un gato gris lo saludó con un ronroneo, Oreki notó algo fuera de lugar: una carta blanca con un sello familiar de tinta roja. La tomó y leyó las palabras familiares de su hermana mayor, quien había asistido a la misma academia años atrás.
"Querido Houtarou,
Felicitaciones por tu aceptación en la Academia Kōdo Ikusei. Estoy segura de que brillarás con tu propio estilo allí, al igual que lo hiciste en nuestra escuela anterior. Este es un nuevo capítulo en tu vida. Aprovecha al máximo esta oportunidad.
Con cariño,
Tomoe"
Oreki guardó la carta con cuidado, dejando que las palabras de su hermana resonaran en su mente. Aunque su enfoque siempre había sido conservar la energía y evitar el esfuerzo innecesario, la carta lo recordó de las expectativas que otros tenían de él y la oportunidad que tenía frente a él en la Academia Kōdo Ikusei.
Después de desayunar en la cocina, donde preparó su café y saludó al gato una vez más, Oreki se dirigió a la parada de autobús. Mientras esperaba, observó el bullicio de los estudiantes que se dirigían a sus propios destinos, cada uno con su propio propósito y expectativas para el día.
El autobús llegó puntualmente y Oreki subió, encontrando un asiento cerca de la ventana. Se acomodó y dejó que el movimiento suave del vehículo lo relajara mientras contemplaba el paisaje urbano que pasaba frente a él.
En una de las paradas siguientes, una señora mayor subió al autobús con paso decidido y buscó un asiento disponible. Oreki, notando su presencia pero prefiriendo no involucrarse, cerró los ojos y se hizo el dormido. No era que no sintiera empatía por la situación de la señora, pero tenía una política personal de evitar interacciones innecesarias.
Después de un rato, una estudiante desconocida se acercó y tocó suavemente el hombro de Oreki. Tenía el cabello castaño claro recogido en una coleta baja y una sonrisa amable en el rostro. "Perdón por molestarte", dijo en voz baja, "¿podrías cederle tu asiento a esta señora mayor?"
Oreki abrió los ojos lentamente y miró a la chica con una expresión de leve sorpresa. Ella tenía una presencia serena y su cabello recogido destacaba su rostro suave y delicado. Asintió después de un breve momento de evaluación y se puso de pie para cederle el asiento a la señora mayor. "Por supuesto", respondió con un tono serio pero cortés.
La chica agradeció con una sonrisa cálida y ayudó a la señora a sentarse cómodamente. Mientras el autobús continuaba su recorrido, la chica se presentó como Kushida Kikyou con un entusiasmo inquebrantable, compartiendo detalles animados sobre la academia, los compañeros y las expectativas para el año escolar.
Durante su conversación, Oreki notó un leve cambio en la expresión de Kushida. Siguiendo su mirada, vio a una joven que acababa de subir al autobús. Era una chica de cabello oscuro que caía en delicados mechones alrededor de su rostro sereno. Sus ojos, de un tono avellana profundo, parecían observar el mundo con una calma inexpugnable, como si fueran capaces de descifrar los secretos más profundos del alma humana.
Aunque Oreki quedó momentáneamente fascinado por la elegancia natural de la chica, pronto desvió la mirada. Decidió bajarse del autobús en la siguiente parada, dejando atrás la animada conversación de Kushida y la presencia tranquila de la chica de ojos avellana, sumergiéndose en sus pensamientos mientras caminaba hacia la academia.
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El sol de la mañana bañaba el campus de la Academia Kōdo Ikusei con una luz cálida y dorada mientras Oreki Houtarou bajaba del autobús. Ajustó su mochila sobre el hombro y observó el bullicio de estudiantes que se dirigían hacia el edificio principal. A poca distancia, cerca de la entrada, un grupo de estudiantes se congregaba alrededor de dos figuras que destacaban entre la multitud.
Entre ellos, un chico de cabello castaño y ojos profundos observaba el entorno con una calma casi imperturbable. Su expresión era serena pero vigilante, como si estuviera siempre un paso adelante en la evaluación de su entorno. Vestía el uniforme de la academia con una pulcritud casi impecable, que contrastaba con la naturalidad de su postura relajada.
Junto a él, una chica de cabello negro con un degradado cyan y ojos avellana emanaba una determinación palpable. Su mirada era penetrante y su postura firme, reflejando una confianza que parecía estar arraigada en una profunda seguridad en sí misma. Llevaba el uniforme de la academia con elegancia, su presencia dominaba sutilmente el espacio que ocupaba.
Oreki, intrigado por la escena, observó discretamente mientras pasaba. Notó que varios estudiantes no podían evitar mirar a la pareja con curiosidad, murmurando entre ellos sobre su presencia notable en la academia.
Justo cuando Oreki estaba a punto de seguir su camino, una voz familiar lo sacó de sus pensamientos.
"Oye, ¿qué tanto estabas mirando?"
Oreki se giró para encontrarse con la chica de cabello negro con degradado cyan que había estado sentada cerca de él en el autobús. Tenía una expresión seria pero directa, como si estuviera acostumbrada a hacer preguntas directas.
"Oh, no estaba mirando realmente", respondió Oreki con calma, evaluando brevemente a la chica que ahora tenía frente a él.
La chica lo miró con curiosidad, como si no estuviera completamente convencida de su respuesta. "Parecías bastante concentrado", comentó, arqueando ligeramente una ceja.
Oreki se encogió de hombros, manteniendo su tono tranquilo. "Supongo que me parecieron interesantes. La academia es un lugar lleno de personas interesantes, después de todo."
La chica asintió lentamente, considerando sus palabras. No parecía tener prisa por presentarse, en cambio, dejó que un silencio cómodo se extendiera entre ellos antes de romperlo.
"Bueno, nos veremos en clase entonces," dijo finalmente, con un gesto de cabeza hacia el grupo de estudiantes donde aún permanecía en silencio.
Oreki asintió en respuesta, observando cómo la chica de cabello negro se alejaba con paso decidido hacia el grupo de estudiantes. Decidió seguir su camino hacia la academia, reflexionando sobre su primer encuentro con dos personas que, inevitablemente, jugarían un papel importante en su vida en la Academia Kōdo Ikusei.
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El sol de la mañana bañaba el campus de la Academia Kōdo Ikusei con una luz cálida y dorada mientras Oreki Houtarou seguía su camino hacia el edificio principal. La brisa jugaba con las hojas de los árboles cercanos, creando una atmósfera tranquila y serena en el campus. Oreki se sentía como un observador silencioso dentro de este mundo nuevo, donde cada detalle parecía tener su propio significado oculto.
A medida que se acercaba al imponente edificio principal de la academia, una voz conocida lo llamó desde atrás. Oreki se giró y vio a Kushida Kikyou, la misma chica con quien había compartido un breve momento en el autobús esa misma mañana. Ella tenía una sonrisa brillante en el rostro y parecía genuinamente contenta de verlo.
"¡Hola de nuevo!" saludó Kushida con entusiasmo. "Me di cuenta de que no te pregunté tu nombre antes. ¿Cómo te llamas?"
"Soy Oreki Houtarou", respondió él con calma, devolviendo su sonrisa con un gesto de cabeza cortés.
"¡Un placer, Oreki-kun!" exclamó Kushida, extendiendo la mano para un apretón. "¿Te importaría si caminamos juntos hacia clases? Me encantaría saber más sobre ti y cómo te sientes acerca de empezar en la Academia Kōdo Ikusei."
Oreki consideró la oferta por un momento. Aunque no era particularmente aficionado a las interacciones sociales extensas, Kushida parecía genuinamente interesada y amigable. Asintió finalmente, aceptando la compañía de Kushida mientras comenzaban a caminar juntos hacia el edificio.
Durante el breve trayecto, Kushida continuó haciendo preguntas con un entusiasmo contagioso. Quería saber sobre la asignación de clase de Oreki, sus intereses académicos y si tenía alguna meta específica para el año escolar. Oreki respondió con su típica honestidad y brevedad, aunque encontró que la compañía de Kushida no era tan incómoda como había anticipado inicialmente.
A medida que se adentraban más en la academia, Oreki notó cómo los estudiantes se saludaban entre sí con familiaridad y entusiasmo. Algunos grupos parecían más unidos que otros, con vínculos ya establecidos desde antes de su llegada. Se preguntó brevemente cómo sería encontrar su propio lugar en este entorno dinámico y competitivo.
Finalmente, llegaron a las aulas designadas . Kushida señaló hacia las puertas con una sonrisa. "Aquí estamos. Espero que podamos seguir charlando durante el año. ¡Tienes que contarme más sobre ti y tus pensamientos!"
Oreki asintió, agradeciendo la conversación amistosa ,mientras se despedían para ir a sus dichas aulas. El sonido de la campana resonó en el pasillo, marcando el comienzo oficial de su jornada académica en la Academia Kōdo Ikusei.
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Cuando Oreki estaba a punto de entrar al aula, reflexionaba sobre el interés que Kushida había mostrado por sus pensamientos en el . Aunque inicialmente había encontrado su curiosidad un tanto intrigante, esas dudas se disiparon cuando notó algo inusual al ingresar al salón de clases.
Ya desde fuera había observado varias cámaras de seguridad dispersas por el campus, lo cual no le había sorprendido demasiado considerando la reputación de la Academia Kōdo Ikusei como una de las mejores instituciones educativas de Japón. Sin embargo, al entrar al aula de la Clase B, notó que había más cámaras de las que había visto afuera.
Las cámaras estaban estratégicamente colocadas en las esquinas del aula, observando silenciosamente a los estudiantes desde diferentes ángulos. Oreki frunció el ceño ligeramente, comenzando a sentir una incomodidad creciente. Aunque entendía la necesidad de seguridad en un entorno académico de alto nivel, la cantidad de cámaras parecía un tanto excesiva para un salón de clases.
Mientras buscaba su asiento designado, Oreki observó cómo los otros estudiantes parecían acostumbrados a la presencia de las cámaras, actuando con normalidad como si no notaran su vigilancia constante. Sin embargo, él no podía evitar preguntarse sobre el propósito exacto de tantas cámaras y quién estaría monitoreándolas.
Tomó asiento en un rincón del salón, alejado de las cámaras tanto como fuera posible, aunque era consciente de que probablemente ninguna esquina del aula estaría fuera de su alcance visual. El inicio del año escolar había comenzado con una nota intrigante, y Oreki sabía que tendría que mantener los ojos y oídos abiertos para descubrir más sobre los secretos que la Academia guardaba.
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Oreki Houtarou se encontraba sentado en el salón de clases, observando con curiosidad a sus nuevos compañeros. La atmósfera estaba llena de murmullos de estudiantes que se conocían entre sí, algunos intercambiando risas mientras otros revisaban sus teléfonos o libros de texto con concentración.
Entre la multitud, una figura en particular captó la atención de Oreki. En el centro de un grupo de compañeras, se encontraba una joven cuya presencia parecía irradiar una energía única. Su cabello rubio caía en cascadas suaves sobre sus hombros, resplandeciendo bajo la luz del aula. Los mechones dorados parecían capturar destellos del sol que entraba por la ventana, creando una aureola de luz alrededor de su rostro.
Los ojos de la joven eran de un azul zafiro profundo, brillando con una mezcla de serenidad y vivacidad mientras conversaba animadamente con sus amigas. Su sonrisa era cálida y acogedora, atrayendo a quienes la rodeaban como si fuera un faro en medio del bullicio del primer día de clases. No solo era su belleza la que destacaba, sino también su aura de confianza y elegancia natural.
Oreki observó con fascinación cómo la joven, sin esfuerzo aparente, lograba mantener la atención de sus compañeras. Cada gesto suyo parecía cuidadosamente calculado para transmitir amabilidad y calidez, asegurando que todos se sintieran incluidos en la conversación. Era evidente que poseía una habilidad innata para la comunicación y la interacción social, habilidades que Oreki admiraba en silencio desde su posición más reservada.
A medida que la observaba, Oreki notó cómo otras personas en el aula también parecían ser atraídas hacia ella, algunos lanzando miradas furtivas de admiración mientras otros buscaban excusas para acercarse y entablar una conversación. La joven, por su parte, respondía con una gracia y una calidez que parecían genuinas y sin esfuerzo.
Decidiendo que ya había observado lo suficiente por el momento, Oreki apartó la mirada y comenzó a considerar cómo podría encontrar su propio lugar en el entorno social de la clase. Aunque no sentía la necesidad urgente de integrarse de inmediato, sabía que eventualmente tendría que interactuar con sus compañeros, incluida la enigmática figura que había captado su atención desde el primer momento.
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En ese momento Houtarou se recostó sobre sus brazos,viendo el tiempo pasar
Oreki observaba a sus nuevos compañeros mientras se acomodaba en su asiento. De repente, la chica de cabello rubio cereza, a quien había notado antes, se levantó y atrajo la atención de todos.
"Chicos, ¿pueden darme su atención?" Su voz era clara y segura. Tras unos segundos de silencio, la mayoría respondió al unísono, "¡Sí!"
"Muchas gracias", continuó ella con una sonrisa. "Me llamo Ichinose Honami. Estoy muy agradecida de tener tan maravillosos compañeros de clase. Espero que podamos llevarnos bien y, si tienen algún problema, no duden en decírmelo. Haré todo lo posible para ayudarles."
Los compañeros de clase reaccionaron con entusiasmo, como si estuvieran recibiendo las palabras de un ángel.
"¡Claro, Ichinose-san, puedes contar con nosotros!"
"¡Es verdad, Ichinose-san!"
"Aunque no sea de gran ayuda, haré lo que pueda."
Ichinose volvió a hablar, "Chicos, para demostrar que somos la mejor clase, cuando venga el maestro mostremos respeto y atención, así sabrá cuánto vale nuestra clase..."
Justo cuando estaba terminando, la puerta se abrió de repente y entró una mujer de unos treinta años, masajeándose la frente con evidente malestar.
"Aaaahh~ No debí haber bebido ayer... aaahh~"
La mujer tambaleó hasta el podio y antes de que Ichinose pudiera terminar su discurso, se levantó rápidamente para ayudarla.
"¿Te encuentras bien, sensei?" preguntó Ichinose con preocupación en sus ojos.
La maestra, con los ojos entrecerrados, extendió los brazos para abrazarla. "Aaaaww~ eres tan linda. Estoy segura de que serás muy popular."
Ichinose, algo sorprendida, correspondió el abrazo. "Bueno~ Bueno~ ya estoy bien. Puedes regresar, Honami-chan~"
Mientras Ichinose regresaba a su asiento, notó las miradas de sus compañeros y un leve sonrojo apareció en su rostro. De camino, vio a un chico aparentemente dormido sobre sus brazos. 'Acabamos de hablar sobre mostrar nuestro compromiso con la maestra y ¿ya se durmió???' pensó mientras se sentaba.
La maestra, ahora frente a la clase, parecía recuperar algo de compostura. "Buenos días, clase. Soy su profesora, Hoshinomiya Chie. Empezaremos con una introducción importante."
Ella señaló debajo de cada escritorio. "Todos tienen un dispositivo debajo de su escritorio. No es un teléfono común y corriente, es multiusos y también lo pueden usar como tarjeta para comprar cualquier cosa que necesites, Dentro de lo ético."
Los estudiantes, curiosos, sacaron los dispositivos y los examinaron. La profesora continuó, "Este dispositivo es esencial para su vida diaria aquí en la academia. Tiene varias funciones importantes. Además de servir como un teléfono, también funciona como una tarjeta de identificación y de acceso, les permite realizar compras en el campus, ver su saldo de puntos y sus transacciones, y localizar diferentes instalaciones dentro del campus."
Un murmullo de asombro recorrió la clase mientras los estudiantes encendían sus dispositivos y comenzaban a explorar las aplicaciones.
"Si tienen dudas, averígüenlo por ustedes mismos", añadió la profesora con una sonrisa despreocupada, sorprendiendo a todos por su actitud relajada.
De repente, un chico de cabello violeta levantó la mano. "Sensei, ¿puede explicarnos más sobre las reglas de la escuela?"
La profesora lo miró con una ceja levantada. "¿Tan desesperado por saber las reglas? No vas a ser popular entre las chicas si sigues así."
La clase estalló en risas, pero Ichinose, demostrando su liderazgo, levantó la mano y preguntó con curiosidad, "Sensei, creo que es importante conocer más sobre la escuela para poder adaptarnos mejor. ¿Podría darnos una explicación más detallada?"
La profesora suspiró ligeramente, pero con una sonrisa, dijo, "Está bien, está bien. Escuchen bien, porque solo lo diré una vez. Las relaciones están prohibidas. Pero si realmente quieren salir con alguien, vengan a verme y yo los ayudaré... mientras no los vean, je." Su tono despreocupado dejó a todos sorprendidos nuevamente.
"Bueno, eso es todo. Si tienen alguna duda..." Antes de que pudiera terminar, varios estudiantes levantaron la mano.
"¡Nadie! Bueno, me tengo que ir. ¡Buena suerte!" Y con eso, se marchó rápidamente del aula, dejando a los estudiantes boquiabiertos.
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Después de la inusual y despreocupada explicación de la profesora sobre el dispositivo y las relaciones en la escuela, la clase quedó en un breve silencio antes de que los murmullos y las risas comenzaran a llenar el aire. Algunos estudiantes intercambiaron miradas cómplices mientras otros se giraban para presentarse entre ellos.
Ichinose, curiosa por conocer al chico que había estado dormido, se levantó de su asiento con gracia y se dirigió hacia el escritorio vacío donde esté había estado recostado. Al llegar, notó que ya no estaba allí, lo que la hizo suspirar para sí misma.
'¿Se sentirá mal? ¿O simplemente prefiere no involucrarse con el grupo?', se preguntó, con una expresión ligeramente preocupada en su rostro. Observó el nombre etiquetado en la parte superior del escritorio: "Oreki Houtarou".
Mientras reflexionaba sobre el paradero de Oreki, una chica de cabello corto hasta los hombros y de tono celeste, se acercó a ella con una mirada de preocupación. "Ichinose-san, ¿te encuentras bien?" preguntó Kobashi.
Ichinose levantó la vista y le respondió con una sonrisa amable, agradeciendo la preocupación de Kobashi. "Claro, gracias por preguntar. Solo me preocupaba si Oreki-kun se sentía bien después de dormir durante la introducción", explicó, intentando no darle demasiada importancia.
Kobashi asintió con comprensión. "Entiendo. Por cierto, soy la vecina de escritorio de Oreki-kun", dijo señalando el asiento junto al de Ichinose. "Si hay algo que quieras saber sobre la escuela o si necesitas algo, no dudes en preguntarme", ofreció amablemente.
"¡Ah, qué bien! Gracias, Kobashi-san", respondió Ichinose con sinceridad, agradecida por la amabilidad y la disposición de su nueva compañera de clase.
Ambas chicas se sonrieron una a la otra antes de regresar a sus respectivos asientos, donde otros estudiantes continuaban conversando y conociéndose entre sí.
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Oreki salió silenciosamente del aula sin que nadie se diera cuenta, pero justo cuando estaba a punto de alejarse llamando a su profesora, la profesora Hoshinomiya se giró hacia él al escuchar su llamado. "¿Qué pasa, Oreki-kun?", preguntó con curiosidad, con una mano mientras sostenía su taza de café.
Oreki, en su típica manera tranquila, formuló una pregunta que había estado rondando en su mente desde el inicio de la clase. "¿Cuántos puntos recibiremos el mes que viene exactamente?", inquirió, mirándola directamente a los ojos.
La profesora, con una expresión momentáneamente desconcertada, abrió los ojos con sorpresa y luego los dejó en blanco. "No puedo decirte eso", respondió con evasión, tratando de mantener su compostura.
Oreki asintió, analizando sus palabras antes de continuar. "Usted dijo que se podía comprar cualquier cosa con los puntos, ¿no es así?", planteó, observando la reacción de la profesora.
"Eso es correcto, pero ciertas cosas están fuera de los límites", explicó Hoshinomiya con una mezcla de precaución y desinterés.
Oreki, ahora intrigado por las implicaciones de las respuestas de la profesora, decidió profundizar un poco más. "¿Cuántos puntos se necesitan para cambiar de clase?", cuestionó, esperando una respuesta más concreta.
La profesora, acostumbrada a responder preguntas de este tipo, comenzó de manera despreocupada. "Para cambiarte a la Clase A se necesitan 20 millones de puntos pri...", pero antes de que pudiera terminar la frase, se tapó la boca con ambas manos, dándose cuenta de su error evidente.
En el rostro de Oreki apareció una leve sonrisa de satisfacción, juntando las puntas de sus dedos mientras asimilaba la información. "Ya veo. Entonces, ¿puedo deducir que hay competencias entre las clases? ¿Solo la Clase A disfruta de los beneficios de graduación? ¿Existen puntos diferentes para estudiantes privados y de clase?", preguntó en rápida sucesión, ahora intrigado por las dinámicas de poder dentro de la escuela.
La profesora, visiblemente descontenta con haber revelado más de lo que pretendía, trató de poner fin a la conversación. "No, olvida todo lo que acabamos de hablar en este instante", dijo con firmeza, esperando que Oreki aceptara sus instrucciones.
Sin embargo, Oreki ya se estaba dando la vuelta para irse, pero antes de alejarse, sacó su celular y lo agitó frente a la profesora. "Profesora, ¿se dio cuenta de que toda esta conversación fue grabada?", dijo con calma, mostrando un atisbo de su astucia oculta.
La profesora Hoshinomiya se quedó impresionada por la forma de deducir las reglas tan rápidamente pero en estado de shock cuando comprendió el error monumental que había cometido. "¡No, mi sueldo!", exclamó, cayendo de rodillas al suelo en dramática desesperación.
Mientras tanto, Oreki se dirigía hacia el gimnasio, donde se suponía que los estudiantes de primer año debían reunirse para la inauguración del primer día de clases, reflexionando sobre la información recién obtenida y anticipando lo que podría significar para su experiencia en la Academia Kōdo Ikusei.