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Chapter 123 - Malos presagios

Espero que te encuentre por ahí muchacho... me acerque a una fuente que contenía sangre de cordero, me hice las marcas de mis tres grandes mentores, mis guías más grandes, Dagda, Morrigan y Lugh,

Tome mi brazalete, para colocármelo.

-Gran te voy trituran parte por parte, por lo que le hiciste a mi querida Fress.

El adorno de madera en señal de protección que estaba unido al brazal con cuerda, se cayo, rompiéndose los brazos al caer, el mismo adorno que me habia hecho Fress años atrás.

Yo me quede mirando al pequeño monigote de madera, lo recogí para dejarlo encima de de mis cosas, suspiraba lo que más podía para concentrarme, en la batalla y mi venganza.

-Te juro que te abriré la garganta... no solo tenias que destruir a mi esposa Gran, le lavaste la mente a Helen, me hiciste discutir con esa malcriada, cuando deberíamos unirnos contra ti.

Me vi en el reflejo iracundo, pero yo veía mucho más allá, veía a Gran con una sonrisa en el rostro que quería sacar de cuajo.

Golpee el vidrio con mi mano desnuda haciendo añicos el espejos, la sangre se derramaba de mi mano por las heridas que me acaba de provocar, pero no las tome en cuenta.

-¿Interrumpo algo Finley?

Vinlad, uno de nuestros mejores guerreros habia entrado a mi carpa, su habilidad era muy buena, era toda una promesa, pero aun estaba verde, solo nos quedaba confiar en los dioses para que sacara todo su potencial en la batalla por venir.

-¿Estás listo Vinlad, para la guerra cruel?

-Estoy listo Finley, para recuperar lo que es nuestro, para mi esto no es una guerra, es lo que se nos debe por ser pisoteados por tantos años por seres más inhumanos que los demonios.

-Que lengua tan afilada Vinlad, eso me prende.

Ladia habia entrado a la carpa, ella era una excelente asesina, habia sido instruida por el Duke Argus, pero con el tiempo se distanciaron porque la hija Ladia le cortaron la lengua y luego la mataron por decir cosas que habia escuchado de la boca de Argus, ahora Ladia nos ayudaba a nosotros, en venganza, pese a que sabe que estábamos recibiendo ayuda de ese hombre.

-Ladia, no es el momento para esto, pronto tendremos que matar ingleses, no podemos subestimar a esas mierdas, si no cometeremos el mismo error que ellos con nosotros.

-Grandes palabras, pero te equivocas Vinlad, el mejor momento es este, nunca sabes si regresarnos con vida del campo de batalla. - Dije intentando relajarme un poco.

Tome mis hachas me las puse en la cintura, me acerque a Vinlad, le baje los pantalones cosa que alego.

-Todo tuyo Ladia, dale al muchacho un buen recuerdo.

-Gracias Finley, me gusta la comida a la cama.

Esa mujer me habia hecho reír, algo no muy difícil normalmente, pero desde que vi como dejaron al amor de mi vida, reír era algo que me costaba hacer últimamente.

Pese a las protestas de Vinlad al salir de la carpa, se escuchaban muy bien cogiendo los dos.

Me dirigí donde teníamos las empalizadas por si teníamos un ataque nocturno de los ingles, saludaba a todo el que me encontraba de camino, quería hacerlo para recordar a los que no volvieran con vida, ese era mi mayor miedo de todo esto, pero el odio me podía más, ya llevábamos mucho tiempo bajo la bota de los sucios Ingleses, era hora de morderles el tobillo y cortarles la pierna, además Gran, en este momento él, era lo que más quería cortar.

Como me esperaba, Kling, un viejo noruego que habia sido exiliado hace muchos años, estaba mirando el horizonte, era el unico hombre que tenia más experiencia que yo en todo el campamento, fue alguien de temer que incluso logro enfrentarse a Sir Arthur de tú a tú, pero los años no habian sido benevolentes con el, pero aun quedaba algo de filo en esos colmillos.

-¿Como estas Finley?

-Como siempre, ¿Cómo sabes que soy yo sin siquiera mirarme viejo lobo de mar?

-Haces tanto ruido al caminar como un oso fornicando Finley.

Kling volteo a verme con su único ojo de color verde, ya que el otro estaba ciego por una vieja herida de guerra, provocada por un joven que se convertiría en proeza con el tiempo.

La barba desaliñada que tenia le llegaba hasta el pecho, tan gris como su largo cabello.

-Los hombres del Duke ya se apostaron por el bosque son 300 hombres, como pidió les dimos vestimentas típicas nuestras para que pasen desapercibidos.

-Me parece perfecto Kling... dime la verdad ¿Cómo crees que ira esto?

-Me duele la cicatriz Finley como un mal presagio, años que el ojo muerto no me causaba dolor, tal vez al fin se me concederá la entrada al Valhalla, después de tanto tiempo, muchacho, pero con respecto a ustedes, creo que ira todo bien, solo ten cuidado con los juegos de los dioses suelen ser caprichosos.

-Estamos de acuerdo en eso Kling, no hay nadie mas caprichoso que los dioses.

Kling extendía su mano intentando agarrar el sol.

-Eso es malo... el lobo se tragara el sol, lloverá en unas horas, será una dura batalla.

Mire al cielo, pero no se veía ni siquiera una sola nube, totalmente despejado con un hermoso cielo azul.

-No veo nubes cercas Kling, no creo que llueva.

-Oh créeme lo hará Finley... a todo esto a noche tuve un sueño, creo que era Odín hablándome, me mostraba a un muchacho amado por los álfar, era como una tormenta iracunda que venia de frente, una tormenta que destrozaba Finley, así que ten cuidado con el hombre de la masca de hierro, en el que el pecho porta los tres círculos unidos por el centro, es como un demonio salido del Muspelheim, aléjate de él y la victoria será tuya.

Me gustaría reírme de este viejo loco, pero de viejo loco, solo tenia lo viejo, he visto como sus locos sueños se han cumplido a la largo de la vida, no me gustaba muchos sus palabras, pero si tenia que evitar al hombre de la mascara de hierro, lo hare para tener la victoria, mientras pueda matar a Gran todo bien para mi.

-Te hare caso Kling, solo me queda decirte muere bien, y que tus dioses te reciban con un festín en el...

-Valhalla, si Finley, eso espero.

Tal vez si tenia algo de loco después de todo.

-Ya confirme los nombre de alguno de los rebeldes que viven en esta ciudad, los que han estado filtrando nuestra información, su Gracia.

Lord irish estaba conversando en la sala del trono de Dublín con el Rey Eduardo que por algún motivo estaba vestido como un simple campesino.

-¿La fuente es confiable Irish?, no quiero errores.

-Si su Gracia, la fuente es esa mujer, la prima de él, señor.

-Esa mocosa siempre me da escalofríos Irsih, pero no negare su utilidad en el tiempo, mi organista tuvo razón en que la trajeramos a este lugar, a sido de mucho ayuda.

Lord Irish estaba feliz como un perro que le iban a dar un premio por su trabajo y esfuerzo.

-Dime los nombres Irish.

-Magnus el herrero, Monic la hija de ese mercader, el mercader Gorzon, y Helen Fress.

-Helen Fress... ¿no es la ramera que sale con nuestro Sir Gran? 

-En efecto, su Gracia, ¿Cómo prosigo?

-Que los atrapen a todos, ejecución publica lo antes posible, los ocuparemos de ejemplo para que nadie más se atreva a ir en nuestra contra y para ello, adelante ogro.

Un caballero, se acercaba a ellos, tenia un rostro de que hace muchos años habia perdido la cordura, habia malicia en su ojos, su sonrisa denotaba maldad.

-Puede ocupar al ogro Lord Irish para esta tarea, el resto lo dejo en sus manos, y no me falles, no quiero más errores como los de Gran.

El ogro se arrodillo frente a su majestad y Lord Irish.

-Solo deme rienda suelta y un par de hombres, Lord Irish, el resto será cumplir sus deseos.

Se veía muy complacido el maldito de Irish por tener alguien como el ogro bajo sus ordenes.

Por el fondo de la sala se acercaba el mayordomo principal de Rey.

-Su Gracia, la organista ya fue bañada como pidió, y esta en su cama esperándole como ordeno su Excelencia.

-Muy bien, Irish, Ogro los dejo, quiero muertos a esos desgraciados de aqui a mañana, después dejen colgando sus cuerpos en la entrada de Dublín para los que todos sepan que les pasa a los traidores de la corona.

Lord Irish como el ogro se despidieron con una reverencia, por suerte nadie noto que yo estaba escuchando toda la conversación oculto tras los pilares.

Pero esto estaba mal, muy mal, debo avisar a Gran que irán por su mujer, el asunto es como salgo de acá sin ser visto, si me muevo ahora me verán.

Estuve por horas esperando que finalmente la sala quedara vacía, para yo poder recién largarme de ahí, así que apenas tuve la oportunidad lo hice.

Sali corriendo asegurándome de que nadie me viera.

-Ratas... mira como corren las ratas. - dijo el ogro, cosa que obviamente yo no pude escuchar.