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Chapter 111 - Nuestros futuros hijos

Nos quedamos tendidos en medio del pequeño claro abrazados hasta el atardecer, ni siquiera habíamos comido, y nos estaban buscando, pero preferimos no decir nada, los dos estábamos perdidos los unos con el otro, conversábamos de lo que queríamos hacer juntos olvidando los deberes de cada uno. Ella me decía que agradecía mucho que no la juzgara por el lugar en el que trabajaba a lo que en mi mente salto la pregunta de ¿por que debería hacerlo?

Solo trabajaba como curandera, eso no me iba a molestar, y ¿qué?, hay engendros peores trabajando directo para la corona, incluso algunos de ellos podrían heredarla como Eduardo segundo, algo que pienso evitar a toda costa por Lay, si es que la historia quiere cambiar nuevamente y ponerlo como el nuevo rey.

-¿En que piensas amado mío?

-Curiosamente a parte de ti cariño, en Lay... sobre lo que escuchaste.

Ella me dio un tierno beso en la boca y luego otro en el cuello, uno que hizo que mi compañero que estaba entre mi pierna volviera a la acción, cosa que Hel noto y se rio de ello.

-Déjame descansar ya lo hemos echo dos veces en este rato.

-Tranquila Hel, el tiene vida propia, a demás no creo que en este momento podría hacerlo, me siento agotado.

Ella volvio a besarme el cuello.

-Lo sé... con respecto a Lay, es algo horrible lo que le sucedió, solo espero que quienes lo hayan hecho estén muertos.

-Por desgracia no, están más que vivos, fue el príncipe Eduardo segundo el que lo hizo junto a sus hombres, cuando era apenas un mocoso malcriado... ese hijo de perra, te aseguro que pienso hacer que pague por lo que hizo.

-Ahí vas de nuevo Gran, quieres arrojarte contra la realeza, antes de que te le acerques estarías muerto.

-Me extraña la poca fe que me tienes querida, hasta el momento todo a salido bien.

Ella se puso encima mía agarrándome los brazos, a ella aun se le veía los senos porque tenia el vestido abajo, cosa que obligo a soltar una de mis manos para taparse.

-As tenido éxito apenas Gran, gracias a Dagda as llegado en una sola pieza.

Acaricie su mejilla, ya que, por mucho que estaba molesta me hablaba por su preocupación hacia mi.

-Dagda no Hel, me cuesta reconocerlo, pero gracias a Morrigan estoy sano y salvo.

Ella me examinaba bien el rostro.

-En serio crees en ella, no pensar ver a un Ingles... me refiero a ti volverte un fiel de nuestros dioses.

-Créeme no tuve muchas opciones, pero en este momento solo creo en ella en ninguno más.

Ella dejo caer su cuerpo sobre mi descansando.

-Que curioso... que nombre te gustarían.

-¿Nombre para qué, Hel?

Mis manos se enredaban un poco en el pelo de ella mientras la acariciaba, a ella le daba algo de risa que sucediera eso.

-Para cuando tengamos a nuestros futuros hijos.

La pregunta me pillo desprevenido hasta me puse algo nervioso, cosa en lo que ella se dio cuenta.

-Adorable, pero ya no puedes escapar de mi, Gran.

Ella llevo su mano a su vientre, en señal a que me estado corriendo dentro de ella las veces que lo hemos hecho.

-Idiota... si es niño Ackerman como mi padre y si es niña... ¿por qué no escoges uno tú, Vel?

-Ackerman me gusta, tiene autoridad... siempre me gusto el nombre de un personaje de un libro que leí, Gwenevere.

-Como la esposa del Rey Arturo, me encanta, creo que esta decidido entonces, nuestro primer niño se llamara Ackerman y nuestra primera niña...

-Gwenevere, te amo Gran.

Ella me besaba, a este punto sabíamos muy bien como nos gustaba jugar con nuestras bocas, pero cada vez que me decia te amo, sentía una clavada en el pecho, por mucho que intentaba decirlo nunca me salía un te amo.

-Igualmente cariño.

Me sonaron las tripas por no haber comido, mi estomago ya me estaba reclamando, Hel se rio de mi, y se burlo, pero a los segundos se puso roja porque las tripas de ella crujieron mucho más fuerte que las mías.

-Eso me gusta, que se comilona.

Le di un beso en la frente, nos pusimos nuestras ropas y partimos a la mansión.

Ambos estábamos llenos de hojas en el cuerpo y una que otra ramita en el pelo, cosa que nos delataba de que cosa estuvimos haciendo, de hecho el primero en decir algo fue Roy.

-¿Ustedes dos no pueden estar un segundo sin coger?... mejor no me contesten, solo déjenos dormir esta noche.

Me acerque a la oreja de él para susurrarle algo.

-Si dejas de tirar estos comentarios que le incomodan a Hel, te pago una noche con Iris.

-Crees que puedes comprarme así... maldición si puedes, tenemos un trato. - Dijo Roy muy complacidamente

El se estaba retirando, pero se detuvo para decir algo más.

-Dos cosas, hay conejo en la cocina que preparo mi padre para que coman y aseguro que esto es lo ultimo, pero tengan cuidado donde van hacerlo, recuerden que esta Mirian con nosotros, no quiero que mi hermanita tenga que toparse con ustedes dos ya saben...

-Si Roy, te prometo que seremos más cuidadosos.

-¿Qué fue lo que le dijiste que lo puso tan feliz?

-Le dije que si nos dejaba de molestar, le pagaría una noche con Iris.

Hel puso los ojos en blanco.

-Ustedes siempre piensan con el pene, no es así.

Yo simplemente me reí, no quería discutir eso con ella.

Fuimos a la cocina donde curiosamente estaba Lay sentada en una silla mirando el techo, nos miro y nos saludo.

-¿Siguen mal ustedes dos? - le dije a Lay

-Si, no quiere hablarme.

-Fuiste muy dura con ella, que esperas.

-Preferiría hablar de esto en otro momento Gran, cuando estemos solos los dos.

Helen se acerco a Lay.

-Enserio lamento lo que sucedió, te pido disculpas.

Ella tomo un plato, se sirvió algo de conejo con verduras.

-Los dejo solos para que hablen, suerte.

Hel se despidió con un beso, que me saco una sonrisa.

Me acerque al conejo a comerlo tal cual estaba en la bandeja.

-¿Y bien? - dije con comida en la boca.

-Intente hablar con ella, pero es tan terca como una mula.

-Espera eso lo dice la persona que si le dan una orden, solo obedece esa orden sin importar nada.

-Púdrete, Gran.

-Si, lo hare junto contigo Lay.

Puse una silla al lado de ella, la ubique tal de que la comida me quedara cerca.

-¿Qué piensas hacer?, me refiero para poder enfrentar tu trauma.

Lay me miro a los ojos, habia algo de temor en ellos.

-Nada, estoy mejor así, además te tengo a ti para hacerme compañía.

Me limpie la mano, luego le tome la mano a Lay.

-Estare contigo siempre, pero necesitas a alguien que te ame y que la ames, créeme eso te dará felicidad, podrás sentirte libre.

-Así como tú y Hel, perdón, no quise decir eso, yo solo...

Le acaricio la mano a Lay.

-No, tienes razón, aun no puedo amar a Hel, pero lo intento con todo lo que tengo, ella me hace feliz, solo que, ya sabes Hero aun esta ahí en mi corazón.

-¿Qué crees que puedo hacer?

-No soy experto en esto, pero porque no intentas tener sexo con Roja.

-No, ya intento una vez y casi le hago daño, pésima idea.

-Y una chica del prostíbulo que te pueda ayudar Lay.

-¿Explícate, Gran?

-Yo no habia disfrutado de coger hasta que Iris, encontró la forma de que lo disfrutara, créeme que lo disfruto, tal vez podríamos hablar con ella que te oriente y tal vez ver si puedes pasar una noche con ella, así puede ver si puedes superar tu problemas.

-Suena a una pésima idea.

-Si lo se, no se me ocurre otra cosa más Lay, mi opinión es que lo intentes con Roja, si no la opción del burdel no creo que sea tan mala, hablar con Iris o Felia que ellas conocen más del tema.

-Si me voy, me acompañarías... a charlar, me refiero, ver si Felia puede ayudare...

-Por su puesto Lay que te acompañaría, siempre, eso no lo dudes, estoy dispuesto hacer todo por ti, y lo se porque estoy seguro que tú estas dispuesta hacer lo mismo por mi, así que después de la batalla de la pradera, te llevare personalmente con Felia.

Ella me sonrió alegremente y llevo mi mano a su cara donde se apego a ella.

-Gracias Gran... ahora solo me queda arreglar las cosas con Roja, al menos que me hable, no le voy a pedir otra cosa, ella estaba muy enojada en verdad.

Me levante de la silla.

-No la culpes por ello, creo que deberías contarle si hay sentimientos entre ustedes, ella se merece saberlo, tal vez así ella comprenda lo que sufriste.

-Lo intentare... es que cada vez que hablo de ello, siento un vacío enorme dentro mío, uno que siento que me devora, es horrendo tanto mi mente, como mi cuerpo se siente...

-No sigas Lay, te entiendo, no lo recuerdes, solo habla con Amelia, e intenta ser feliz, se te nota en la cara que te gusta.