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Chapter 110 - Reprimenda

Tanto Willfest como Helen estuvieron retándome por lo que hice, por lo imprudente que fui al acercarme a un grupo de desconocidos que estaban luchando entre ellos y ayudar, al menos esa era la versión que le habia contado a Helen, ella me retaba a cada rato que podía, pero lo peor vino de Will, cuando Helen se retiro, él me comenzó a soltármela larga y tendida, de lo peligroso que eran esas criaturas, de la suerte que corrí junto con Lay por llegar vivos, estuvo jediéndome por horas.

-¿Sabes?, derrote a dos, uno con ayuda de Lay, y otro solo, tendrán una fuerza sobre humana, pero no saben como pelear, si los enfrentas solos son fáciles de manejar.

-Mataste a dos... eso no esta mal, dime ¿Cómo lo lograste? - dijo con un tono de orgullo, pero poco le duro el orgullo.

-Que digo, no, esta mal, menos quedarte solo sin Lay, lo peor fue que hiciste todo para defender a una inmunda elfa.

Iba a protestar por la manera que trato a Velaria, pero caí en algo.

-Un momento Will, yo no te conté nada de que ayude a defender a una elfa... ¿fue Lay?

-Por su puesto que me lo conto mi hija, estaba más preocupada por ti como nunca la vi, Gran, ¿ahora dime que fue ese estruendo que se escucho?

Preferí omitir la parte en la que podía ocupar el mayus como ellos, aunque decir ocupar, seria mucho apenas lo utilizo y casi me mato o pierdo la pierna, que aun dolía.

-Ni idea Will, también lo escuche, pero no me quede a ver, simplemente salí corriendo cuando me persiguieron. - Mentí.

Definitivamente Will no se trago mi respuesta, pero no insistió con el tema.

-¿Qué te sucedió en la pierna? - Pregunto Will molesto.

-Se me prendió fuego y luego caí por un barranco, pero estará bien mañana, podre entrenar sin problemas, ahora si no te molesta, iré a que Helen me siga retando.

-Te lo mereces por imbécil... una cosa más Gran, no debería meterme, es su relación, pero déjame darte este consejo, no debes resolver las cosas a golpes con ella, no esta bien.

-¿De que hablas Will?

-Cuando me mandaste a llamar por la carta que encontraste... bueno, Helen tenia tú mano marcada en su rostro, me sorprendió que después de eso, la pasara bien en la noche, eso también me lleva a decir, cabron tengo una hija, vuelve hacer un show como ese, y por mucho que seas mi señor te la corto.

-Primero que nada, ¿enserio crees que soy capaz de levantarle la mano a Hel?... sabes mejor no contestes, no fui yo el que la golpeo, fue tu hija, Lay lo que lo hizo. Segundo, pense que se me ocurriría algo, pero no, lamento el espectáculo de anoche.

-¿Por qué Lay golpeo a Helen? - pregunto Will sorprendido?

-Eso se lo preguntas tú, ahora con tú permiso Will.

Deje a Will solo en el estudio, iba a ver a Helen que me esperaba afuera aprovechando aun el un buen día, pero me detuve en el living donde Lay y Roja estaban intentando ordenar y limpiar, pero el ambiente estaba algo tenso, Lay evitaba mirar a Roja, pero cuando ella no la veía la miraba y Roja hacia exactamente lo mismo con Lay.

-Sea lo que sea que paso entre ustedes deberían hablarlo, parece como que hubieron matada a alguien con lo tenso que esta el ambiente.

-No paso nada, y creo que ya quedo claro todo. - Dijo Roja amargadamente.

Mire a Lay, ella estaba triste incluso tenia la mirada baja.

-¿Roja me acompañas?

Ella dejo un tablón que habia sacado del piso que estaba podrido a un lado.

-Si por supuesto Gran.

Le guiñe un ojo a Lay, con Amelia salimos un rato al extenso y enorme patio, le dije a Helen que me esperara un poco, a lo que no puso buena cara, pero creo que era porque aun seguía molesta de que me haya ido solo contra gente que pudo haberme hecho daño.

Nos pusimos a caminar por los terrenos mientras conversábamos de tonterías, quería ponerla de mejor humor antes de hablar directamente de lo que sea que allá sucedido con Lay, entonces de vez en cuando hacia un mal chiste, y ella terminaba riéndose, eso me recordó nuevamente a Rury.

-Gran... estoy segura que tú debes saber, pero ¿Qué es lo que le hicieron a Lay?, ella no era así antes.

Por ningun motivo podía contarla la verdad Amelia, si lo hiciera Lay se enfadaría conmigo, y no quería eso.

-¿Como era ella?, me gustaría saber eso.

-Era una niña dulce, y tierna, nunca me condiciono por ser pobre, incluso Sir Willfest, nos vio jugando juntas, no me vio con buena cara, pero no hizo nada por separarnos, además hablábamos de hazañas de algunos Sir, eso nos encantaba, tampoco tenia miedo a ensuciarse, lo que era genial porque pasábamos ensuciándonos con barro.

Roja hablaba muy ilusionada con su pasado con Lay, le brillaban los ojos como nunca antes la habia visto, hasta que esa ilusión desapareció de su rostro como si se la hubiesen arrebatado de golpe.

-Pero, ahora es... fría anoche la bese, pense que mi beso fue bien recibido, pero... luego de eso fue hostil conmigo, intento decirme que me quería, pero que no podía estar junto a mí... eso no es justo... nunca es justo... ¿Por qué se me arrebata todo lo que quiero? - Dijo Amelia rompiéndose la voz, pero aun así no lloro.

La abrase, ella lo necesitaba, supongo que Lay, tuvo que haber sido dura con ella... enserio creo que las dos se podrían ayudar mucho, si tan solo Lay pudiera soltar sus cadenas, no yo puedo hacer que las suelte, pero la pregunta es como... tal vez con la ayuda del vinculo que nos dio Morrigan, aunque, no tengo ni idea de como funciona... mira, creo que por primera vez deseo poder conversar con esa Diosa del demonio.

-Amelia, intentare ver que puedo hacer, no puedo decirte que le sucedió, eso no puedo hacerlo, pero te aseguro que le gustas, así que veré como ayudarlas, por el bien de Lay y el tuyo Rury.

-¿Rury?

-Perdóname Roja, estoy algo cansado, simplemente confundí nombres.

Ella me miro con cara de no creerme.

Por un momento pense que hablaba con... estoy hecho un lio desde ese beso que me dio Vel... se sintió raro, se que no era un beso amoroso, si no de reconocimiento, pero habia algo que me trajo paz, y estoy seguro que vi la imagen de alguien en mi mente que nunca habia visto, o sea no conozco más largovivientes que Vel, y los que querían matarme y no se parecía a ninguno.

-Te dejo, mi pareja me espera, y siento su aura asesina a mis espaldas Amelia.

-Ten suerte y gracias, pero creo que seria mejor dejar las cosas así, no molestes a Lay con esto, dejo las cosas claras.

-Ya veremos Roja.

Me fui con una sonrisa en el rastro directo donde Helen.

-Cariño...

Siéntate en el suelo. - expreso Hel malhumorada.

-Pero...

-Que te sientes.

-Como digas cariño mío.

Le hice caso, apenas lo hice agarro mi pierna que aun seguía hinchada, comenzó a masajeármela enojada, de hecho no me habia dicho ninguna palabra en todo el rato.

-Hel que debo hacer para que me perdones.

Ella siguió en silencio, me sentía mal, como si ella supiera las cosas que sucedieron, pero era imposible nadie vio eso.

-Deja de irte solo... como crees que me siento cuando la persona que amo corre directo a los problemas, como si fuera atraído por las hadas igual que Merlin.

-Las cosas no son así... Merlín, el mismo de las leyendas del rey Arturo.

-¿Conoces otro?

-No, es curioso...

Segun lo que aprendí el tomo más antiguo que se encontró de las leyendas artúricas eran unos poemas de alrededor del siglo XII que se encontraron en el Llyfr Du Caerfyddin (Libro Negro de Caermarthen). Pero podrían ser inclusos más antiguos, y parece que si lo son.

Comencé a agarra a Hel de los brazos, donde al inicio se resistió, dándome uno que otro golpe débil, hasta que la abrace y dejo de luchar.

-Vamos, estoy bien, me gustaría prometerte que no hare más este tipo de cosas, pero creo que ambos sabemos que es una mentira, aparte es parte de mi encanto, ¿no?

-Idiota, no sabes lo mucho que me haces sufrir... ven acá.

Estuvimos besándonos por un muy largo rato, mientras estábamos abrazado, el sol se sentía como si nos acariciaba, como una mantita muy caliente.

Hel se detuvo, me ayudo a levantarme y me pidió que la siguiera a una pequeña zonas de arboles frondosos que habian cerca de la mansión.

-Para que me trajiste Hel, aqui... hay un claro en medio de los arboles, es bonito.

-Mira aqui.

Hel soltó su vestido quedando desnuda.

-No creo que podamos seguir haciéndolo dentro de la casa, después de lo ruidoso que fuimos anoche... aunque tienes a sirvientes muy quejones, Gran.

Yo me acerque a ella la bese, y no pude evitar perderme en ella nos vote al suave pasto, Hel me saco el camisón, mientras yo me desabrochaba el pantalón, para coger como dos animales en celo, que se perdían del mundo a su alrededor.