La llave que habia encontrado Mirian tenia el mismo diseño que la puerta, era de bronce, y tenia el dibujo del árbol tallada en ella.
-Vamos Mirian, abrámosla para que veamos que hay en ella. - Dijo Lay adelantándose.
Ella corrio de inmediato, se encontraba feliz de cierta forma, algo extraño para mi verla así, pero era mucho mejor al trato que tenia hacia mi, o mejor dicho hacia todos.
-Will, ¿que hiciste para que Mirian tuviera un cambio tan drástico?
El se acerco a mi y puso su mano sobre mi hombro como un padre orgulloso.
-Le hice entender que ahora tu eres nuestro señor, créeme no le agrado mucho la idea, pero en su negación, me dijo que te habia prometido comportarse bien contigo si tu nos rescatabas, en parte hijo, te convertiste en su héroe, rescatando a este viejo costal de huesos.
Las bonitas palabras que Will me dedicaba esbozaron un sonrisa en mi boca.
-Ahora entiendo, antes de ir con ellas Will, honestamente que piensas de nuestra situación.
-Como dices tú, esta del carajo.
No pude evitar reírme, risa a la que se sumo Will.
-Creo que no lo pudiste decir mejor Will, pero hablando enserio, si te tuviera que preguntar en este momento mis posibilidades de convertirme en Justicar, ¿Cuál crees que serían.
-Casi nulas, diría que 10.000 a 1.
Esperaba una respuesta mucho peor, pero habia un escenario en el que me veía lográndolo.
-Entonces tendré que esforzarme para sacar es uno, Will. Puedes volver entrenarme en dos días, pero sin los golpes de la masa, hasta volver de nuestra batalla.
-Si, creemos esa posibilidad Gran, me parece perfecto, mañana quiero que asistas al entrenamiento de ellos, ya que eres su Sir deberías estar presente desde ahora, y deseo pedirte un favor, Gran.
Mire a Will intrigado.
-Pide lo que quieras viejo cascarrabias. - Dije alegremente.
-Pues te tomare la palabra, si realmente lo logras, si te vuelves Justicar, as a Roy un Lord, con tierras, y un pueblo para que pueda manejar, cuando crezca más obviamente.
-¿Solo eso?, tenlo por seguro, que sucederá Will, también restableceré el honor que perdiste como regalo.
Roja me grito desde el pasillo avisándome que habian logrado abrirla.
Me fui, a ver el asunto de la puerta, dejando a Will solo, pensativo, sonriendo a la nada.
Como dijeron la puerta estaba abierta, pero apenas, Helen impidió que la abrieran en su totalidad, diciendo que yo debería ser el primero en entrar, acto que considere innecesario, pero le di las gracias igualmente a mi querida novia.
Me agache para acariciar la cabeza de Mirian.
-Bien hecho, continua así.
-Por su puesto que si, no deberías menospreciarme, Señor Gran.
Al menos ahora si se parecía más a la vieja Mirian que conocía, porque estaba seguro que me decía Señor para molestarme.
Abrí la puerta, y me emocione con su contenido, incluso soltaba uno que otro grito de emoción ante el gran conocimiento que tenia entre mis manos.
Tenia frente a mi una pequeña biblioteca, llena de armarios con libros, lo primero que hice, fue abrir una de las vitrinas para ver si los libros estaban intactos, y pese a este nido de humedad que era la mansión casi todos los libros del lugar estaban en buen estado.
Habia libros de un montón de cosas, cocina, medicina, historia, nobleza, cuentos, teorías de autores, incluso habian malditos pergaminos romanos.
Tome los cuatro que habia, y no podía ni siquiera emitir algún sonido de lo asombrado que estaba, el pergamino que tenia en mi mano, habia sido escrito por el mismísimo Aníbal Barca, el estratega militar cartaginés más grande de la historia.
El pergamino estaba escrito en latín, lo que no me permitía saber en su totalidad su contenido al menos que me dedicara a estudiarlo, pero relataba la batalla de Geronio y las estrategias que ocupo para tomar la ciudad.
Pero los otros pergaminos, eran tan importante como este, eran pergaminos escritos por antiguos generales romanos como: Lucio Cornelio Sila Félix, Cayo Marius y Escipión el Africano el general que derroto a Aníbal Barca.
-¿Gran te encuentras bien?. - Pregunto Lay.
-¿Bien?, estoy mucho mejor que eso, Lay, acabamos encontrar un tesoro, que puede que nos guie a liberar Irlanda.
En este momento sabia que tenia una sonrisa maquiavélica en el rostro, si llegara aprender de estos maestros muertos, sin duda podría causar grandes estragos en este país.
Mi sonrisa se habia contagiado a alguien más, Lay sin tener que haberle dicho más, habia entendido en que estaba pensando, o tal vez era por nuestro vinculo, no me importaba, pero en este momento me sentía prácticamente invencible con esta información.
Pase casi todo el día en la biblioteca, por suerte no solamente los libros estaban intactos, la pieza entera casi lo estaba, habia un unico librero que se estaba pudriendo, entonces lo saque todos los libros de ahí, para que no siguieran empeorando su estado.
Me sentía como un niño en navidad, tenia tanto conocimiento a mi alrededor, en este momento yo estaba sacando algo que habia dejado dormido por mucho tiempo, mi ansia por el pasado, y la búsqueda del conocimiento.
Helen se quedo todo este rato conmigo viéndome en silencio, mientras yo de vez en cuando encontraba algún que otro libro interesante y me dejaba llevar.
-Gran pareces un niño, ¿tanto te gustan estos libros?
Obviamente, como Hel no conocía mi historia, era obvio que le costara asimilar todo esto.
-Si, todos estos libros son conocimientos de gente que falleció, personas que dejaron un legado, de lo que creían que eran las cosas en su época, hay mucho conocimiento encerrados en todas estas historias... Mira por ejemplo.
Me moví para tomar uno de los libros que habia dejado en el escritorio.
-El escritor, o escritora, se dejo como anónimo, pero mira todo el conocimientos que dejo sobre herbología.
Helen comenzó a leer el libro, y se fue perdiendo un poco en el, tal vez, no era el mismo sentimiento que yo sentí por todo lo que habia encontrado, pero era información que como curandera a ella le podría servir.
-Gran me dejarías quedarme con este libro.
Me acerque a ella besándola.
-Por su puesto querida.
Mi estomago crujió de hambre, todo el tiempo que habia pasado aqui se me habia olvidado comer.
-Yo también tengo hambre, Gran, quédate acá, te traeré algo de comer, no quiero quitarte tu entretención.
-Te adoro cariño, gracias por todo, en serio atesoro lo que haces por mi.
Helen me arrebato un beso, cosa que disfrute, ella era muy dulce conmigo, sin dejar ser la persona estricta que suele ser.
-Lo sé, solo no lo olvides.
Lay habia visto todo la situación con Helen.
-Disculpen no quise interrumpirlos, venia a ver como estaban, llevan mucho tiempo aqui.
-No te preocupes, por lo visto mi novio es un devorador de libros, así que me imagino que seguirá perdido en estos rincones por un tiempo más, ya vuelvo.
Helen se fue buscarme algo para comer, mientras yo seguía ordenando un poco el lugar.
-No se lo as dicho, me refiero a la parte que eres erudito.
-Supongo que no Lay, de hecho hace tiempo que no agarraba un libro.
Le tire un libro a Lay al azar.
-Intenta leerlo.
Lay se puso algo nerviosa, abrió el libro.
-Los...Los señoras, no... Los señores antiguos... Aquel...día...hace muchos años...6 reyes... entraron en guerro.... no en guerra, por su avaricia de poder...
-Muy bien Lay, as mejorado mucho, mira ya hasta puedes leer.
-Es vergonzoso, leo como un niño, y aun me cuesta Gran. - Dijo Lay frotándose el cuello.
-Lay hace meses ni sabias leer, lo haces bien, que no te de vergüenza, te aseguro que en poco tiempo podrás leer sin problemas.
-Supongo que tengo un buen maestro.
-Uno muy bueno Lay. - Dije dándome airecitos.
Lay se acerco a mi, arrebatándome uno de los libros que tenia en la mano.
-Dime Gran que estas ocultando, cuando le dijiste esas palabras a Helen, habia algo que no me convenció, te estas forzando a quererla, ¿no es así?
Me senté en la única silla que habia frente a un escritorio.
-No si quiero a Hel, la quiero mucho, no sabes cuanto...
-¿Pero?
No pude evitar suspirar.
-Odio que puedas ver a través de mi, y otras veces lo considero un encanto Lay, quiero amarla, pero no lo logro, no he podido evitar pensar, que Hero estaría tan emocionado como yo en esta habitación, soy una mala persona, ¿no es así?
Lay cerro la puerta y se apoyo en el escritorio frente a mi y me tomo las manos, de hecho se puso a jugar un poco con ellas.
-No Gran, estoy seguro que no lo eres, eres alguien dolido, que no a superado una perdida, pero creo que es un avance que la quieras, tal vez, si sigues ese camino hasta que logres amarla.
Lay me acariciaba la marca que portaba en la palma de mi mano.
-Puede que tengas razón Lay.
-Hoy no dormiré contigo, los escuche hablar cuando estaba arreglando esa pieza, diviértete, tengan un momento feliz los dos, yo estare bien.
-Gracias, te quiero Lay. - Dije mientras le bese la mano.
-Yo también te quiero Gran, y deseo que seas feliz.
-Lo mismo digo, creo que deberías darle una oportunidad a Roja.
Lay se sonrojo en el acto, ella se fue un poco hacia atrás quedando sentada en el escritorio, cuando eso sucedió el cajón, cayo de bruces contra el suelo, revelando en su contenido unas cartas.
Lo más extraño que la carta que estaba más arriba de todas tenia el sello real de la corona.