Antes de salir del prostíbulo Madam Felia nos detuvo.
-¿Su charla fue fructífera queridos?
-Supongo que más de lo que creía que sería Madam Felia... Se que ya he pedido disculpa, creo que a muchas personas últimamente, pero enserio Madam Felia siguió arrepentido por mi tontería del otro día
Madam Felia me agarró las manos y se las puso sobre su pecho en el lado de su corazón.
-No más disculpas querido, no son necesarias, además no ocasiono ningún problema. - dijo con una muy adorable y dulce sonrisa en el rostro de Madam Felia.
-Usted es muy amable, pero Iris y Luisa ya me dijeron que por mi culpa afecte la cantidad de clientes que suelen tener.
Me sentía algo incómodo por dónde estaban ubicadas mis manos, además tampoco ayudaba a que Felia se parezca a mi madre, sumado a que la Madam me miraba casi con deseo.
-Cariño descuida, si tanto te sientes mal por lo sucedido, págamelo algún día con un favor, cuando lo necesite.
Retire mis manos de su pecho.
-Por su puesto Madam Felia, le debo una para compensar mi idiotez.
Extrañamente por alguna razón pese a mi incomodidad me sentía algo atraído por las dulces palabras de Felia, hasta que me dio un fuerte puntazo en la marca de la mano que me saco del extraño trance de las dulces palabras de Felia, dolor punzante que ella noto, en el acto tomo mi mano, la examinó con mucho cuidado, luego miro a Lay, me daba la extraña sensación que sabía justo lo que había sucedido con el milagroso resurgir de Lay.
-Gran... ¿Cariño que hiciste?... Perdón no debo meterme en tus decisiones.
Ella rompió un pedazo de tela de su vestido que se veía algo caro, luego envolvió mi mano con ese pedazo.
-Es mejor que nadie vea tu secreto Gran... Lay me alegro bastante por tu bienestar.
-Gracias Madam Felia.
Era obvio que Madam Felia sabía, o al menos se hacía una idea de lo que sucedía, ¿pero como?
-Gran nos vamos.
-Si Lay... Dije sin mirarla, mi atención seguía en madam Felia.
-Nos vemos entonces, queridos, no olvides ese favor Gran siempre y cuando aún te sientas en deuda por lo que hiciste, y cuando quieran siempre serán bien recibidos a la casa del placer queridos.
-Si por supuesto Madam Felia, tenga un buen día. - Dije muy extrañado.
Lay también se despidió a su manera.
Una vez salimos, Lay me llevo a pie fuera de la ciudad, dijo que quería ir a un lugar más tranquilo, fuimos a una pequeña pradera cerca donde solía bañarme en el río, aunque había pasado por ahí nunca me había parado a admirar el paisaje.
-Vamos siéntate Gran, aquí a mi lado. Yo simplemente hice lo que me pidió.
-Ahora dime ¿Qué hiciste Gran?, ya me queda muy en claro que tuve que haber muerto, dime la verdad.
Mire a Lay, supuse que quería hablar de esto.
-No creo que se bueno decirte, dejémoslo que tiene que ver con algo parecido a lo del chica del bosque.
-No, hablo enserio Gran, merezco saber la verdad.
-La verdad es complicada Lay.
Ella tomo un suspiro, luego se agarro los pies que tenia desnudos, ni siquiera me habia dado cuenta en que momento se habia sacado el calzado.
-Gran no me siento yo, sigo confundida, mi mente no reacciona como suelo hacerlo, tengo una enorme dependencia a estar contigo, aunque ya era algo que tenia, pero ahora siento ese mismo sentimiento como si explotara, siento que debo protegerte a toda costa, ya no tengo mucho de las cargas de mis traumas aunque están ahí, aunque, eso es bueno, pero este cambio en mi es difícil de aceptar... no entiendo nada, creo que tiene que ver con la manera en que sobrevivir, por eso te pido, necesito la verdad.
Nunca habia visto a Lay tan vulnerable como ahora, estoy segura que si no lloraba era porque se aguantaba las ganas. Siento que todo lo que siente Lay es mi culpa... no, era mi culpa.
-Recuerdas a la mujer que nos ataco cuando me tenían preso en el carro, Lay.
-Si como no recordar eso, si no es por ti hubiera muerto.
-Me creerias que la mujer que nos ataco no es humana.
-Después de ver como te curaron esa vez en el bosque, claro que si.
Me levante del suelo, a la vez me retire el paño que Felia ocupo para tapar mi mano.
-Para poder explicarte ¿crees en Dios, Lay?
Ella se rio, pero casi era una risa de odio.
-Si existiera uno no creo que hubiera permitido que me violaran sin parar.
Dolió bastante escuchar eso de la boca de mi querida Lay, no pudo evitar botar aire de mi boca.
-Lay... esa mujer que nos ataco por lo visto es la Diosa de la guerra y del amor, Morrigan o Morrigu como lo conocen los lugareños.
Me acerque a ella, y me puse en cuclillas frente a ella, le extendí mi mano mostrándole la cicatriz en forma de cuervo.
-De alguna manera que... te juro que ni siquiera entiendo, esta interesado en mi, cuando fui a bañarme al rio, ella, o yo, no se la verdad... Lay estaba desesperado por perderte, solo quería un milagro, por alguna razón llegue a ella y pacte que te salvara a cambio de seguirla, eso es lo que hice y no me arrepiento.
-Entonces ahora obedeces a la cosa que mato a los demás como si fueran meros conejillos de indias... creo que no puedo juzgarla, tal ves tenga las manos tan manchadas como ella, o no tengo idea... Ahh, no puedo ni siquiera pensar como quiero.
-Lay lamento si todo esto está siendo difícil para ti, pero lo volvería hacer, no podía permitir...
-Gran eres un imbécil, acaso me escuchas todo lo que te he dicho... Claro que lo haces, así que ahora debes servir a una diosa que casi desconozco todo por salvarme la vida... En serio te superaste esa vez. Que me ocultas, porque creo que no me as contado todo.
Iba a tocar la mejilla de Lay, pero ella agarró mi mano para ver la cicatriz, con su otra mano siguió delicadamente toda la extensión de la ya curada herida.
-Lay no sé que decirte, pero me sorprende que me leas tan bien, pero no sé que me asusta más, que me creas sin pensar a creer que todo lo que te digo es ridículo o que sepas que no te cuento todo.
Ella llevo mi mano a su mejilla y ella se acurruco en ella.
-Quiero toda la verdad Gran, creo que debo saberlo para comprender.
-Nuestras almas están ligadas, no sé muy bien a qué se refiere, pero tal vez esa sea la razón de que quieras protegerme o servirme como dijiste el otro día, pero no tengo mucha idea, de hecho casi ni se a que accedí con tal de traerte de vuelta a mi, no me importo.
-Fuiste muy egoista Gran, me alegro de ello, pero no me agrada para nada estar bajo el juego de una Diosa que no reconozco.
-El que debe reconocerla soy yo, no tu, el trato solo implicaba que solo yo le debo servir, quiero que simplemente estés a mi lado, mientras veo como regresar mi tiempo, si es que se puede, o si no como ya te dije convertirme en el Justicar para tener una buena vida...
-Me agrada más la segunda idea Gran... prométeme esto si vuelves quiero que me lleves contigo.
Lay me habia sorprendido, nunca me imagine un pedido de ese tipo de parte de ella, pero admito que me encantaba la idea.
-Supongo que Hero se pondrá muy celosa al inicio, pero creo que cuando te conozcas le vas a encantar... si Lay me haría feliz si me acompañas a mi tiempo, pero donde vivo ya no existe los caballeros con espadas, acompañarme implica dejar eso de lado, porque no existe más en el futuro.
Lay dudo un poco.
-Lo superare con el tiempo... supongo y me encantaría conocer a la Hero que tanto me as mencionado.
Ella no dejaba de sorprenderme, estaba dispuesta a dejar todo por lo que habia luchado para acompañarme.
-Hay algo, en mi tiempo existe el esgrima como deporte, es algo muy distinto a lo que se hace acá, y no se mata a nadie, se juega por puntos, no soy experto en el tema, pero puede que te guste eso... creo.
-Entonces lo intentare, si voy a tu tiempo Gran, pero dime como piensas proseguir ahora.
Lay se levanto del piso, me extendió su mano para ayudar a levantarme.
-La batalla de la pradera, aunque tengo que negarme de ir al comienzo, eso me menciono Morrigan, necesito destacar ahí, si lo logro Willfest podrá hacerme caballero, con eso tendré ciertas libertades para averiguar lo que necesito, además tengo que hacerme con el castillo de Leap, si existe alguna manera de volver estoy seguro que debe ser en los alrededores de Leap, y por ultimo... estoy desarrollando un cierto interés en liberar a los Irlandeses de Inglaterra, pero eso es algo en lo que aun pienso.
-Sabes que si haces eso deberás enfrentarte a mi padre, ¿no? Gran.
-Lo se, aunque, me asustaste por un segundo, pense que dirías que tendría que enfrentarte a ti.
Me voltee para ver a Lay, pero no la vi, luego me di cuenta que estaba arrodillada, con la cabeza baja.
-Gran se que tú no eres un señor, ni un caballero, pero aun así, permíteme servirte, no porque nuestras almas estén vinculadas, si no porque deseo hacerlo.
-Lay...
Saque mi daga, luego le di un pequeño golpeteo en cada hombro.
-Lay de Poart, te declaro... por Morrigan, como su sirviente... como cuesta esto... como dije por Morrigan te declaro mi compañera en armas y en descanso, levántate Lay de Poart Venture... si es que quieres portar mi apellido claro esta, puedes levantarte.
Lay se levanto.
-Me encantaría mi señor. - dijo entre risas.
El graznido de un cuervo nos sobresalto, nos estaba observando, volvio a graznar y se alzo al vuelo, lejos de nosotros.
-Creo que Morrigan esta de acuerdo en esto Lay.
-Eso me dio escalofríos Gran.