Con las manos apoyadas en los hombros de Namida, Mirai le daba un reconfortante masaje mientras la niña respiraba el aire fresco del exterior. Había calculado que el sol se ocultaría en menos de una hora, pero algo la hizo voltearse hacia el refugio.Un sobresalto la alertó: dos de los niños que había dejado dentro salían precipitadamente.Uno de ellos era Tsubaki, trotando algo alejada del refugio de piedra. Sin embargo, a pocos metros de ella, su compañero cayó de rodillas en la arena, tosiendo repetidamente, con el sonido de la saliva acumulándose en su garganta.Mirai reaccionó al instante.— ¡Metal-kun! ¡Tsubaki-chan!Los demás niños se asomaron desde el interior del refugio al escuchar su llamado, conscientes de que no debían salir todos al mismo tiempo. Mirai tomó a Namida suavemente por los hombros y comenzó a dirigirse hacia los dos que estaban afuera.Con paso ansioso pero firme, se acercó a los niños. El que parecía tener más problemas era el joven Lee, mientras Tsubaki se agachaba a su lado. Mirai llegó hasta ellos, sintiendo la responsabilidad pesar sobre sus hombros mientras se preparaba para actuar.— ¡¿Qué le pasa a Metal-kun?!— N-No lo sé. Noté que parecía ansioso, y justo cuando iba a preguntarle, se levantó sin decir una palabra...— ¡Metal-kun!El grito de Namida resonó en los oídos de Mirai, quien comprendió la gravedad de la situación. Metal tosió con fuerza, casi agotando sus últimas energías. Aun así, su cuerpo seguía expulsando saliva, aunque sus pulmones estuvieran exhaustos.Mirai soltó suavemente los hombros de Namida y se arrodilló junto a Metal.— Metal-kun, ¿cómo te sientes? — Le preguntó en un tono calmado, sin querer abrumarlo más en su estado actual. — ¿Tienes dolor de cabeza? ¿Fiebre? ¿Molestias estomacales o mareos?— Gh...Metal soltó un sonido ahogado al tratar de recuperar el aliento, negando con la cabeza en respuesta. Su cabello se movió al ritmo de sus movimientos.Mirai no se sintió satisfecha con la respuesta vaga, pero tampoco quería abrumarlo con más preguntas.— No es nada. — Dijo él con voz débil, tratando de minimizar la situación. —Mirai se quedó sin palabras, pero fue Tsubaki quien intervino.— Eso no es cierto. Es evidente que algo te está sucediendo. — Le dijo con firmeza, a pesar de su pequeña estatura. — Metal-kun, si sientes alguna molestia física, debes informárselo de inmediato a Mirai-san. Ella es responsable de nuestro cuidado, pero nosotros también somos responsables de comunicarle nuestro estado.— No es nada... — Insistió Metal. —— Mientes. — Replicó la espadachín. Metal gruñó en respuesta, y Tsubaki se inclinó hacia él. — ¡Metal-kun!— ¡¡No es nada...!! ¡¡No me pasa nada!!El grito de Metal resonó en la atmósfera, dejando a todos los presentes perplejos, especialmente a las tres chicas que lo acompañaban.— Yo... juro que no me pasa nada. — Murmuró él, con los brazos cruzados mientras permanecía arrodillado. Sus palabras salían entrecortadas, como si luchara por pronunciarlas. — Soy un hombre. Un hombre que ha jurado ser fuerte y valiente. A mí... no me pasa nada.— Metal-kun...Las tres chicas quedaron estupefactas, paralizadas por la angustia que se desbordaba ante ellas.Pronto, el sonido de sollozos apenas audibles resonó en el aire, rompiendo el silencio con su dolor. El cabello del joven caía sobre su rostro inclinado, como un velo que ocultaba la tormenta emocional que lo azotaba.Una gota de sangre brotaba de su nariz, mientras su cuerpo se estremecía y las lágrimas caían en la arena. Para Metal, mostrar tal vulnerabilidad era una vergüenza, algo que había intentado dejar atrás hace tiempo.Los sollozos se intensificaron, transformándose en un lamento silencioso pero desgarrador. Mirai finalmente salió de su estupor, sintiendo el frío en sus dedos entumecidos, pero incapaz de moverse mientras observaba la desolación en el rostro del joven Lee.¿Qué había pasado desapercibido? A lo largo de este trayecto, había evitado decir algo que pudiera llevarlos a esto. Incluso los había llevado al bosque para que se liberaran de sus lágrimas. Pero, ¿esto?¿Qué había llevado a Metal a este punto?— No estoy seguro de poder cumplir con tus expectativas, Mirai-san. — La voz de Metal temblaba, y un nuevo sollozo lo interrumpió. — No sé si pueda sobrevivir una semana más en este lugar. Es imposible.— ¿Qué...? ¿Qué estás diciendo, Metal-kun? — Mirai despertó de su aturdimiento. — Eres un Ninja formidable. Vamos a superar todo esto juntos.— ¡Eso es...! — Metal elevó la voz, pero la bajó al instante. — Eso es imposible. No soy la persona adecuada para hacerlo.La sorpresa se reflejó en el rostro de las chicas.— ¡Estás diciendo tonterías! — Intervino Tsubaki. Esta vez, se arrodilló junto a él, con una mirada severa en sus ojos rosa fucsia. — ¡Eres un Lee! ¡Eres el mejor usuario de Taijutsu de nuestra generación! ¿Cómo puedes decir eso?— Por favor, Tsubaki-san, no me obligues a decirlo. — Murmuró el pelinegro. —El silencio de Tsubaki hizo que Metal levantara a medias la mirada, con ojos caídos y el rostro enrojecido por las lágrimas anteriores, observando con atención distraída a la espadachín del País del Hierro.— No he cambiado nada desde la última vez que luché con mi padre. No pude esquivar ninguna de sus patadas, puñetazos o incluso las armas que solía usar. Siempre terminaba en el suelo, suplicándole que se detuviera.Un gemido se escapó de la boca de Metal mientras arrastraba las palabras. Era como si su garganta se cerrara al recordar aquellos momentos.Ante esto, Mirai se sintió atrapada entre la espada y la pared. No podía simplemente ofrecer consuelo vacío. En ese momento, ella también estaba lidiando con un duelo apresurado.Su madre, el maestro que consideraba como un padre y su hermano mayor habían sido arrebatados de ella. Y, sobre todas las cosas, aún tenía que cumplir con sus responsabilidades. Había reprimido su dolor con engaños y falsas esperanzas.No había tenido tiempo para llorar. Y ahora, parecía ser el momento en que todo ese dolor le era devuelto como un golpe de realidad.— Mi padre solía contarme. — Comenzó el menor de los Lee, con el desánimo palpable en su tono. — que cuando tenía mi edad, era absolutamente talentoso. No importaba quién o cuántos estuvieran frente a él; siempre terminaba victorioso. Todo para proteger a los seres que más quería.Las tres chicas escuchaban el relato en silencio. A sus espaldas, el resto del escuadrón se asomaba con una evidente pena que era incapaz de consolar.El moco y la sangre salían libremente de la nariz de Metal, al igual que las lágrimas pegajosas de sus ojos inexpresivos.— Sin Ninjutsu, sin nada, era capaz de proteger a sus compañeros; así era mi padre.En su corto relato, Mirai pudo verse por un instante en la posición de Metal cuando tenía su edad. Era cierto. Siempre sucede cuando uno es un Genin, las comparaciones de ambas generaciones comienzan a resurgir, incluso inconscientemente por parte del hijo.Mirai lo había sufrido muchas veces, incluso en los últimos momentos.— Su nombre fue muy conocido. El apellido trascendió, y siempre fui conocido por ser el hijo de un buen Ninja. — El temblor en la voz de Metal era cada vez más insistente. —Él veía sus propias manos, siendo incapaz de decidir por sí mismo su propio destino.— Es por eso que tengo miedo. — Concluyó finalmente. — Tengo miedo de saber por qué Konoha está bien; Tengo mucho miedo de encontrarme con un enemigo que fue difícil para mi padre, y que éste termine matándome; y tengo bastante miedo de morir por ser un Lee...Las tres mujeres estaban boquiabiertas, incapaces de moverse o decir algo. Habían sido testigos de las palabras que se evitaban decir, y de las que Namida había mencionado hace apenas media hora. Pero de las tres, Mirai era la más preocupada. Pues era ella quien tenía más contexto sobre por qué debía ser extremadamente cuidadosa con estos niños. Estaba congelada, con los ojos bien abiertos y tan pálida como un fantasma.Tsubaki, ignorando por completo a la Sarutobi, habló con nerviosismo a su compañero.— Metal-kun, ¿No estarás exagerando? ¿No? — Aunque su tono era sereno, Tsubaki dejaba traslucir su nerviosismo. — Es decir... hasta ahora no ha ocurrido nada grave. Nadie sabe de nosotros. Por lo tanto, nada puede atacarnos.— ¿Cómo puedes estar tan segura? — La interrupción del chico la dejó desconcertada. — Tú... eres una espadachín del país del hierro, Tsubaki-san. ¿No es eso algo muy específico?La castaña de ojos grandes se levantó de un salto. La perturbación estaba claramente presente en sus ojos.— ¿A dónde quieres llegar?— He escuchado que tus habilidades son muy únicas. También he visto tus combates en el examen. — Explicó vagamente Metal. — Si alguien se percata, y llega a esa conclusión... ¿Qué te pasaría?Al escuchar esto, Mirai quebró el cascarón de la ignorancia y abrió sus ojos extremadamente anchos, levantando su semblante. Pero ya era demasiado tarde.Tsubaki escuchaba ciegamente lo que el Lee le decía, mientras que Namida lucía más pálida y sus piernas comenzaban a temblar.Mirai solo pudo limitarse a escuchar.— Nos van a matar. Cuando descubran que somos del futuro, nos van a matar. Nos despedazarán sin darnos tiempo a pestañear. — Metal abría sus ojos, pronunciando sus palabras en un tono casi inaudible. — Todos aquí somos presa fácil para los Ninjas más despiadados de este lugar. Mi padre me dijo que en el pasado, los Ninjas eran aún más crueles que los que conocemos. Aquí no tendrán piedad con nosotros.— Estás mintiendo... estás mintiendo. — Murmuró temblorosamente la chica del suéter naranja. — ¡Lo que estás diciendo... no puede ser verdad!El Lee soltó una risita en respuesta, dejando a las chicas confundidas.— Es comprensible que lo pienses así... pero solo es cuestión de tiempo.Se giró, aún de rodillas. Quería mirar a Namida a los ojos, a pesar de su lamentable estado. La desesperación lo abrumaba y no estaba dispuesto a mantenerse en silencio.— ¿Qué crees que pasará si usas tu habilidad tan a la ligera? — Insistió Metal, ignorando el llamado de Mirai. —Namida apretaba los puños frente a su pecho, perturbada y sin poder apartar la mirada.— Shikadai también... él es un Chunin. — La mención del nombre hizo estremecerse a Mirai. — Aunque no quiera, su obligación es actuar con cierta autoridad. Será muy arriesgado si alguien ve su sombra...El recuerdo de la muerte de su maestro llegó disparado a la mente de Mirai. Él, recostado a los pies de un árbol, con un hueco en el pecho, encomendándole a Mirai lo más importante que tenía en el mundo.Y junto a él, las palabras de Tanaka-san resonaron.Mirai se sintió abrumada por un remolino de recuerdos y pensamientos que la separaban del mundo actual, el lugar donde más la necesitaban.— También están Wasabi y Enko. — Añadió Metal, llevándose instintivamente las manos a la cabeza. Mirai se sintió aún más desorientada, sin encontrar palabras para responder ante la complejidad de la situación. —Mirai esperaba despertar de su sombrío pensamiento y encontrarse en un mundo diferente. Sin embargo, al abrir los ojos y encontrarse en la misma realidad, la desesperación se intensificaba.— Boruto... Mitsuki... Sarada... — Los nombres resonaban en los oídos de Mirai, recordándole la vulnerabilidad de todos ellos ante los más poderosos. — Incluso... Mirai observó cómo Metal se estremecía ligeramente ante ese pensamiento. Cuando levantó la mirada hacia ella, su expresión llena de miedo y angustia la llenó de pánico.Ahora, solo podían mirarse mutuamente, conscientes de la gravedad de la situación.Las rosas embellecían el jardín real de un extremo al otro, cumpliendo su promesa de ser un verdadero paraíso floral.El Jardín Real, como su nombre lo indicaba, era un lugar de ensueño. No había un solo rincón que no estuviera rebosante de flores, organizadas en grupos según su color y especie. Las margaritas, favoritas del primer rey, se destacaban entre todas.Bajo un techo transparente, tan claro y luminoso como las gemas más preciosas del continente, el jardín se extendía majestuoso. Las enredaderas se trenzaban en las rejillas que rodeaban el área, ofreciendo una exhibición de flores de todo tipo.Incluso desde los techos colgaban especies florales, cuidadas con esmero tres veces al día, según les había informado el ninja de Trozani que les había mostrado el palacio. Según las palabras del rey Saturo: "Las que se mantienen en alto, son aquellas que visualizan la belleza y los conflictos, y nos cautivan desde el techo con su esplendor. Debemos agradecerles por soportar tales vistas, cuidándolas con esmero para que se sientan satisfechas de ser tan bellas".Después de recorrer el jardín de punta a punta, se sentaron a descansar en los escalones que ofrecían una vista privilegiada del exuberante paisaje.Naruto se recostó despreocupadamente en uno de los pilares, utilizando sus brazos como almohada. Frunció el ceño, consciente de que la reunión de Kakashi-sensei con ese hombre llevaba ya varias horas sin concluir.Con evidente cansancio, Naruto se quejó en voz alta, provocando una mirada desaprobatoria de Sakura, quien lo desafiaba a que continuara con su inmadurez.— Estoy exhausto... — Murmuró, alargando las palabras. — ¿Cuánto más van a tardarse esos dos?— El tiempo que sea necesario. — Respondió Sakura con determinación, sentada en los escalones. — Saturo-sama parecía decidido a contarle todo a Kakashi-sensei. Es nuestra mejor oportunidad para obtener respuestas.— Hm.A su lado, Sai observaba a Naruto de reojo al escuchar su queja. Mientras tanto, el más pálido preparaba posibles ataques en uno de sus lienzos, buscando pasar el tiempo.Un silencio fresco se apoderó del ambiente. La brisa entraba suavemente a través del enrejado que rodeaba el jardín, llevando consigo el delicioso aroma de las flores, del cual Sakura disfrutó brevemente.— Hablando de eso... — Sai, rompiendo el silencio, atrajo la atención de sus compañeros sin apartar la vista de su lienzo. — No puedo evitar preguntarme sobre las habilidades de este lugar. El rey mencionó que existen. Me pregunto cuáles son y si están relacionadas con la importancia del rey.Naruto y Sakura se pusieron en alerta al escuchar sus palabras.— ¿La importancia del rey?— Seguramente se refiere a si el rey es habilidoso en ese aspecto — aclaró Sakura la duda del rubio. — Así como el Hokage es el ninja más poderoso de la aldea. Seguramente el cargo de rey tenga alguna similitud.— Vaya... no había pensado en eso. — Se maravilló Naruto. —— Puedo responder esa pregunta.Un tercero que había estado vigilando en silencio se separó y se acercó a los ninjas de Konoha.El propietario de la voz era un ninja de Trozani, uno de los pocos que quedaban, encargado de la custodia y guía de los ninjas de Konoha. El ninja, de unos veintitrés años, se les acercó con una sonrisa en el rostro, aparentemente emocionado por hablar con ninjas del exterior, completamente ajenos a su ciudad.— Sería un placer. — Sakura lo invitó a hablar. — ¿Cómo son las habilidades aquí? Escuchamos que tienen mucho que ver con el sellado o las invocaciones.— Bueno, eso tiene un comienzo. — comenzó el ninja de Trozani. — Somos pacifistas, y nuestras habilidades están más relacionadas con la naturaleza. Nuestra energía se fusiona con el aire, y el arte de invocar o sellar no es más que un medio para comunicarnos y proteger.Naruto frunció el ceño, reflexionando desde su asiento.— ¿Qué significa eso? No entiendo del todo.— ¿No usan chakra? — La pregunta de Sai atrajo la atención de Naruto, quien, aún con los ojos cerrados, levantó ambas cejas. — Lo siento, pero eso es lo que entendí de tus palabras...El otro ninja soltó una leve risa en respuesta.— No estás del todo equivocado. — Le respondió. Esto despertó la curiosidad de los compañeros de Sai. — Verás, lo que practicamos es una especie de arte de la meditación. No lo utilizamos para la lucha, sino para encontrar la paz espiritual en nosotros mismos. Al unirnos con la naturaleza, somos capaces de sentir y comprender todo. Es por eso que aquí no hay tantos conflictos.— Entonces... — Murmuró el rubio sin mucho interés. — ustedes no tienen habilidades especiales.— Sí las tenemos. — Aclaró el ninja en un tono sereno. — Nuestras habilidades no son muy diferentes de las que conocen ustedes. Lo que nos diferencia es que no usamos el chakra para atacar, sino para preservar. Tenemos nuestro propio taijutsu, así como algunas técnicas de sellado.— ¿Y el rey? — Agregó Sai. — ¿Es especialmente hábil en esas artes?El pálido reafirmó su curiosidad. Estaba ansioso por conocer el nivel de habilidad del rey en esa ciudad.Era una ciudad oculta, ajena al mundo que él conocía y estaba explorando. Le parecía extremadamente curioso cómo se medía el poder aquí y con qué criterios.El ninja de Trozani no tomó la curiosidad de Naruto como un insulto, sino como un elogio. Así que, con calma, infló su pecho mientras hablaba.— La sabiduría es muy valorada una vez que se adquiere. — Dijo con solemnidad. — El rey es muy sabio y tiene un profundo entendimiento, no solo de la naturaleza en sí, sino de cada ser vivo que habita estas tierras y más allá. Permanece al margen de los conflictos y siempre mantiene una perspectiva objetiva. Esa es la razón por la cual el rey es tan importante.— ¿Sabiduría? — Repitió Sai, casi en un susurro. — Si eso es un punto fuerte aquí, ¿significa que es muy poderoso?— ¡Eso suena bastante tonto! — Exclamó Naruto interrumpiendo. Se movió inquieto y se recostó nuevamente con los brazos detrás de la cabeza. — Puedes ser muy sabio y todo eso, pero sin chakra no puedes hacer nada. Dime, ¿cómo se supone que tu rey enfrentaría un ataque enemigo? ¿Con una charla entre flores y té?Sakura resopló y le lanzó a Naruto una mirada que clamaba por su silencio. Por supuesto, si el rubio la hubiera notado, definitivamente se habría callado. Aunque no la estaba mirando.— Lo siento mucho. Me disculpo sinceramente. Espero que pueda comprenderlo, él es... alguien muy peculiar. — Se disculpó Sakura nerviosa, levantándose para hacerle una reverencia al ninja de Trozani. —Sin embargo, este último simplemente mostró las palmas de las manos en un gesto tranquilizador.— No tienes por qué disculparte. Puedo entender su molestia. — Le aseguró. — Ustedes vienen de fuera y no hay forma de verificar lo que he dicho. Es normal que no me crean.— Pero aún así... — Tartamudeó Sakura.— El ninja hizo un gesto de negación con la cabeza y se dio la vuelta sobre sus talones.— ¡No te preocupes! Hablo en serio. Incluso yo no estoy completamente convencido de los rumores que circulan sobre el rey.Sai abrió ligeramente los ojos, interesado.— ¿Rumores? — Preguntó. —El ninja de Trozani lo miró con seriedad, ofreciéndole una expresión empática como si estuviera en su lugar.— Sí, hasta el día de hoy me parecen exagerados. Pero debido a mi posición, no me queda más remedio que considerarlos.— ¿Qué tipo de rumores? ¿Son cosas malas sobre el rey? — Inquirió Sakura. —El hombre negó con la cabeza.— Yo las consideraría más como leyendas, especialmente en lo que respecta al primer rey. — El Ninja de Trozani levantó su dedo índice. — Los ancianos cuentan que el primer rey era aún más poderoso que el actual. Se dice que, gracias a él, algunas aves y otros animales pueden entrar y salir libremente de la barrera, que es conocida por ser muy difícil de traspasar.En el fondo, Naruto se burló de sus palabras.— Bueno, esa barrera tan poderosa que mencionas, la cruzamos sin dificultad. — Le respondió. — Fue un paseo. ¿No será que te están contando historias falsas?— Ah, ¿Sí? — El otro hombre levantó ambas cejas. — ¿Cómo lograron cruzar la barrera?Sakura, que estaba frente al Ninja de Trozani, se rascó la nuca en señal de incomodidad, tratando de ocultar su nerviosismo.— Nosotros... cruzamos junto con la mercancía de un comerciante.Hubo una pausa de unos segundos, mientras el hombre procesaba lo que había escuchado. Cuando finalmente lo entendió, estalló en carcajadas.Su risa no duró mucho.— ¡Son muy astutos ustedes!— ¿En serio...? Je... — Sakura se sintió avergonzada. —— Bien, eso tiene una respuesta simple. — Les dijo el ninja de Trozani. — Como máximo, solo se permite la entrada de dos mercaderes en Trozani. Esas personas han pactado con el rey y pueden cruzar la barrera junto con los objetos incluidos en el pacto. Es una especie de garantía de que cumplirán su palabra de no revelar nuestra existencia. Ustedes iban dentro del carrito, que es un objeto válido para cruzar.— Eso es increíble. — Alabó Sakura. La brillantez de esta habilidad desconocida aumentó su curiosidad, y se acercó un poco más al hombre. — ¿De qué trata exactamente ese pacto?— ¿Uh? Es un tema bastante extenso... — El hombre se rascaba la nuca, sintiéndose algo incómodo. — ¿Por qué quieres saberlo?— Bueno...Sakura detuvo sus intentos. No sabía si revelar más información era apropiado o no. Desconocía lo que se discutía tras las puertas del gran comedor y no quería divulgar información que Konoha había marcado como clasificada. El ambiente se volvió un poco tenso, y aunque no entendía completamente la razón, el Ninja de Trozani observaba a cada adolescente, esperando alguna respuesta.— Nuestra aldea fue atacada recientemente. — Habló el rubio. Sus brazos ahora cruzados frente a su pecho, y con la mirada puesta en el jardín real. El tono de su voz era calmo, pero severo. — Tu rey parecía saber algo de lo que nos ocurrió. Queremos estar seguros de que no fue alguien de aquí el responsable.— Naruto. — Sai le susurró, más por consuelo que como un llamado de atención. —Sakura, en cambio, lo miraba por encima del hombro, pues no estaba equivocado.— ...El hombre de Trozani inspeccionó las expresiones de los más jóvenes y rápidamente llegó a una conclusión.— Ustedes... No creen que Saturo-sama tuvo algo que ver en eso, ¿verdad?Tuvo como respuesta un frío silencio. El hecho de que todos evitaran su mirada, y que Naruto solo lo mirara de reojo, fue suficiente para él. No estaba enojado, estaba más preocupado por los pensamientos erróneos que algunos aliados estaban teniendo a su alrededor.— Eso no es posible. ¡Es imposible! — Negó el hombre de Trozani, visiblemente preocupado por el malentendido. — Saturo-sama es el rey de Trozani. Solo la persona más tranquila y calmada puede tener el puesto. ¡Él nunca guardaría algún sentimiento maligno en su corazón!— ...Conforme el hombre trataba de explicarse, los adolescentes arrugaban la cara como única respuesta. Estaban indispuestos a replicarle o a responderle. Apenas sabían algo de lo que era Trozani como para estar opinando.Al no obtener respuesta favorable a su defensa, el hombre suspiró con pesadez. Le resultaba indigno hacer tal cosa frente a unos invitados de honor, por lo que se lamentó en lo más profundo de su alma.Dirigió miradas a cada adolescente antes de retirarse del jardín real.Sakura ahogó unas palabras. Era evidente que no quería problemas, y para él también era evidente que ella no pretendía ofenderlo o lastimarlo de alguna forma.Así que, antes de que ella pudiera articular algo, él habló con serenidad y calma.— Voy a ver cómo van las cosas en la reunión de Saturo-sama. — Dijo el hombre. — Sé que él no es responsable de esto. Pero tampoco puedo irme contra ustedes. Necesitan respuestas, y yo iré a ver cómo van las cosas.— ¿Estará bien hacerlo? ¿Ir a irrumpir así sin más?— No te preocupes por eso. — El hombre le sonrió. — Saturo-sama es muy amable y comprensivo. No dudará en responderme sin castigo.El ninja de Trozani se perdió de vista al cruzar las inmensas puertas de cristal.El silencio dominó el lugar una vez que el hombre se fue. Sakura, la única que estaba de pie, no pudo evitar sentirse mal por ello, dejando caer sus hombros con pena.— No te preocupes por él, no tienes por qué. — Le dijo Naruto. Se había acomodado nuevamente con los brazos como almohada. — No sabemos si es ese viejo o no. Pero sea como sea, la respuesta tiene que estar en este lugar.— Pero lo hemos ofendido. — Respondió tristemente la Haruno. — Si dijeran algo así de Tsunade-sama...— Déjalo estar. — Pidió el rubio, ahogando sus palabras en un bostezo. — Va a anochecer... ya era hora de que alguien fuera a ver cómo están las cosas con Kakashi-sensei.— ...El sonido del pergamino de bocetos de Sai resonó suavemente en el hermoso silencio del jardín real.El apuesto joven miró a la pelirrosa sin expresión alguna, aunque ella percibió en su gesto un intento de comprensión.Sakura dejó que sus pulmones expulsaran el aire, fresco como el aroma de las flores ya dormidas.— Tal vez tengan razón. Cuanto antes obtengamos una respuesta, mejor.— ¡Así se habla!— ...El mundo comenzaba a adormecerse conforme el sol se ocultaba en el horizonte. Las flores se cerraban, acogiendo la noche entre sus pétalos.El clima estaba fresco, y gracias a que el palacio se alzaba en lo más alto de la ciudad, estaba bastante apartado de la civilización. El sonido en el lugar era escaso, y resultaba reconfortante escuchar los susurros de la vida natural.El aroma a tierra impregnaba el aire, y no resultaba desagradable. El silencio tranquilo trajo consigo el doloroso recuerdo del día anterior para el equipo Kakashi.El día agitado, el día en que perdieron a su Sensei.Muchos lloraban su partida mientras ellos estaban en misión. Porque, aunque la pérdida de algunos doliera, las misiones nunca se detenían.Rechazar una misión significaba ignorar a quienes necesitaban ayuda. La Hokage lo sabía mejor que nadie.A pesar del dolor reciente por la partida de Asuma-sensei, debían despertar y enfrentar la realidad de frente. Si se perdían en los recuerdos de alguien que ya no estaba, podrían poner en peligro la vida de otros.Estaban aquí para evitar que eso volviera a ocurrir.— Me pregunto qué estará haciendo Shikamaru en este momento. — Reflexionó el Ninja Rubio mientras su equipo se encontraba perdido en el jardín real. — No permitiré que alguien más salga lastimado... Lo prometí.De repente, un fuerte alarido rompió la tranquila atmósfera del jardín, sacudiendo todo el palacio.El equipo Kakashi se puso en alerta de inmediato, aguzando el oído para identificar la dirección del sonido. Sakura, con las cejas fruncidas, miraba fijamente la puerta de cristal.— Eso fue un grito. — Comentó Sai. —Naruto se levantó de un salto.— ¡¿Dónde?! ¡¿De dónde viene?! — Preguntó con urgencia. —Sakura se quedó paralizada, con la mirada clavada en la gran puerta de cristal. Sus cejas se fruncieron aún más al imaginar quién podría estar detrás de ese grito.En los pasillos, a través de la gran puerta de cristal, resonaban los ecos de más de un grito. El más cercano provenía del área del gran comedor.El crujir de la arena activó sus sentidos, sacándola rápidamente del torbellino emocional con Metal. Mirai, recién salida del luto, se encontraba ahora en un estado de alerta, con sus habilidades ninja en pleno funcionamiento pero aún desorientada de alguna manera.Sus ojos se mantenían fijos en el hombre que había aparecido de la nada, con cabello tan azul como el mar y una presencia intimidante que dejaba a todos en el equipo en guardia. La Chunin Sarutobi no apartaba la mirada de él, frunciendo el ceño con determinación.— ¿Quién es ese...? No lo reconozco. No parece ser de ninguna aldea ninja.La presencia del hombre en su área segura era preocupante. ¿Cómo había dado con ellos? ¿Qué hacía allí?Con el ceño fruncido, el hombre examinaba lo poco que el equipo de Mirai había logrado armar como refugio. La mayoría de sus compañeros aún estaban dentro, observando con alarma la visita inesperada.Mirai estaba perpleja. Con cuidado de no llamar la atención del extraño, tomó firmemente a Tsubaki y Namida de las muñecas, ambas visiblemente asustadas y paralizadas.— Vayan... pónganse detrás... detrás de mí.Su intento de sonar calmada fracasó, pero aún así, las niñas retrocedieron arrastrándose.Mirai estaba petrificada. Sudaba frío y arrastraba los pies mientras se acercaba a Metal.El niño estaba frente a ella, mirando hacia el hombre. Solo al ver su figura inmóvil, Mirai supo que también estaba aturdido por la situación.A medida que se colocaba frente a Metal, posicionándose como un escudo para los tres detrás de ella, Mirai examinaba al hombre que estaba a varios metros de distancia.El hombre no parecía preocupado, sino más bien desconcertado por encontrarlos en medio del desierto.Mirai notó el objeto que llevaba en la mano, asomándose bajo la manga de su ropa. Reconoció esa arma; había enfrentado a alguien que la usaba una vez. Era una barra, o más bien, una daga.— ¿Quién eres tú?Mirai sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando escuchó sus propias palabras en voz alta.¿Por qué tenía tanto miedo?Las piernas le temblaban y sus brazos se negaban a responder. No podía alcanzar su arma...El hombre, notándola de reojo, arqueó una ceja. Cuando se volteó completamente hacia ella, Mirai se dio cuenta de que él no mostraba ni una pizca de preocupación. Estaba tranquilo, como si el miedo fuera algo común para él.Mirai no podía ver a los que se escondían en el refugio, pero sabía que la mayoría estaba alerta ante los movimientos del hombre.— Namida no está bien, y Tsubaki-chan dejó su katana en el refugio. — Se dijo a sí misma, apretando los dientes bajo la presión. — Metal-kun está aún peor. Ninguno de ellos puede luchar, y no están cerca de los demás para escapar...— Debo protegerlos a los tres si tengo que luchar.Un movimiento del hombre hizo que Mirai se estremeciera. Como única reacción, llevó su puño delante de su rostro. Ninguna de sus cuchillas estaba en él, su cuerpo no le respondía.— ¿Qué me pasa? ¿Por qué tengo tanto miedo...?— Hm.El hombre, llevando una mano a su barbilla, parecía haber llegado a alguna conclusión, ya que la expresión amarga había desaparecido.— ¿Viajeros? Hmm... — Se preguntó. — No parece que hayan tenido suerte con el clima, ¿verdad?Como era de esperar, ninguno de los niños le respondió.— Qué groseros. — masculló él en voz baja, sin intención de ser escuchado. —El momento se prolongaba desde la perspectiva de la Chunin. El hombre continuaba examinando y hablando consigo mismo. La amenaza anterior aún persistía, pero el desagrado en la expresión del enemigo había desaparecido.Era como si se hubiera confundido de objetivo.— En fin.El individuo de cabello azul se volteó en dirección contraria. Mirai apretó los labios, decidida a no perderse ni un solo movimiento.El hombre armado estaba absorto en sus propios pensamientos. Por lo tanto, Mirai no se precipitó, sabiendo que podría empeorar la situación.Si él creía que eran viajeros, era mejor así. Evitarían un conflicto mayor.No esperaba encontrarse con una persona del pasado en medio del desierto. Y apostaba a que la otra persona tampoco esperaba toparse con ninjas del futuro en esas circunstancias.— ¿Uh?El hombre de cabello azul detuvo su paso.Su atención se posó en el suelo, donde partículas de arena flotaban en dirección opuesta. Si se fijaba lo suficiente, podría ver cómo se formaba una pequeña capa de arena en el aire, a la altura de sus tobillos.— ¡Eso es...!Mirai exclamó en su mente. Hizo lo mismo, centrando su atención en sus pies.La tormenta de arena podría llegar incluso antes de lo previsto.— Qué mala suerte. — lamentó el hombre. — Será mejor que me vaya antes de que las cosas empeoren.— ¡...!El individuo retomó su paso, ignorando las miradas que le dirigían.Mirai sentía el latir acelerado de los corazones de todos. El hombre se movía con lentitud y aún no había salido de la zona de refugio, lo que no la hacía sentir segura del todo.El corazón de Mirai latía con fuerza, resonando en su garganta. Cada pulso retumbaba en sus venas, mientras tragaba saliva con dificultad, sintiendo su boca más seca que nunca.De repente, un fuerte estruendo los sacó a todos de su ensimismamiento. Y no fue para bien.El hombre de cabello azul también parecía sorprendido, observando al suelo mientras se preguntaba por qué temblaba la arena bajo sus pies.Los genin detrás de Mirai jadeaban con miedo. Ella se giró para protegerlos, sin apartar la mirada del enemigo ni de los demás que observaban desde el refugio.— ¿Un terremoto? ¿Por qué justo ahora...?— Demonios... ¿Qué pasa ahora? — Se quejó el otro hombre. — Este día ha sido una completa mierda.El temblor duró apenas unos segundos antes de detenerse bruscamente.Mirai se reajustó para enfrentar al posible enemigo, recordando los consejos del Sexto y moderando su mirada. Ser demasiado activa y llamativa podría ser perjudicial en el anonimato.En ese momento, no estaba sola. Lo mejor era evitar un conflicto, pero permanecer alerta ante cualquier posible ataque.— ¿Qué le sucede ahora? — Se preguntó ella, frustrada por la actitud indiferente del hombre armado. — ¿Por qué se detuvo? ¿Qué está esperando que ocurra?— ¡Así que estás aquí, hombre!Una voz resonó con fuerza, justo detrás de Mirai y los niños.La Sarutobi se quedó paralizada, sus ojos se abrieron al máximo. Alguien había llegado sin previo aviso y ella no lo había notado en absoluto.— ¡Cielos, te hemos estado buscando por todas partes!Mirai giró lentamente hacia la dirección de la voz.El dueño de la voz parecía ser un hombre joven, vestido de manera similar al hombre de cabello azul, pero con el cabello de un tono morado oscuro.Este hombre parecía ser más joven que el primero.— Estaba ocupado con mis propios asuntos, ¡No te entrometas! — Respondió el primer hombre, mientras comenzaba a alejarse. — Estoy bastante molesto como para lidiar contigo en este momento.— ¿Eh?Mientras el primer hombre se alejaba, el segundo dirigió su atención a Mirai con detenimiento. La ninja ocultó su temblor, tragando saliva mientras el segundo hombre se acercaba a su dirección.Cuando estuvo a pocos pasos de distancia, Mirai se adelantó entre los Genin que temblaban en su lugar. Se colocó frente a ellos justo en el momento en que el hombre de cabello oscuro quedó cara a cara con ella.Era más alto que Mirai, con ojos oscuros que igualaban el tono de su cabello. Su expresión mostraba un creciente disgusto al encontrarse con los ojos rojos de Mirai.Aunque ella intentaba ocultar su temor, estaba claramente asustada.— ¿Estaba interrumpiendo algo? — Comenzó él. –— Solo son unos niños. — Respondió su compañero, deteniéndose para observarlo fijamente. El hombre de cabello oscuro examinaba a Mirai con detenimiento. — Vamos, tenemos trabajo que hacer.— Espera un momento.Esas palabras resonaron como una sentencia en los oídos de Mirai.El hombre más alto llevó sus dedos índice y pulgar hasta el mentón de la joven ninja, elevando su mirada con su mano. Mirai se mantenía erguida, lista para proteger a los niños que se escondían detrás de ella con temor palpable.Ella se esforzó por no tragar audiblemente, consciente de que sería una señal de su miedo.El hombre de los ojos oscuros ya había llegado a una conclusión, y Mirai no estaba segura de estar preparada para enfrentarla.— ¡Oye! — El hombre que examinaba a Mirai llamó a su compañero de cabello azul. Los ojos del azabache se dispararon hacia los de Mirai. — ¿Desde cuándo unos simples niños llevan uniformes de Konoha?Su compañero pareció impactado por la duda del hombre de cabello oscuro. Alarmado, se volvió para exigir una explicación, pero antes de que pudiera reaccionar, Mirai lo agarró del brazo, aplicándole una llave y levantándolo sobre su espalda. Sin tiempo para defenderse, el hombre de cabello oscuro fue arrojado en la dirección opuesta del refugio, dejando un rastro de arena a su paso.En cuestión de segundos, Mirai se recompuso tras su ataque, pero sintió algo frío presionando contra su cuello, y un aliento caliente en su oreja.— Tranquilízate, muchacha. Solo estaba resaltando algo curioso. — El enemigo de cabello azul hablaba con un tono áspero y despectivo. — Verás, no te reconocí por esa cosa fea que llevas puesta. Los uniformes de Konoha suelen ser más... llamativos. Pero, ¿el tuyo? Dime una cosa, ¿Realmente eres de Konoha?— ¡...!Mirai contuvo un jadeo, su mente se bloqueó y no podía pensar en su próximo movimiento. Cualquier acción precipitada podría poner en peligro a los niños, e incluso su propia muerte podría llevarlos a un destino fatal.— ¡¿Qué debo hacer, qué debo hacer, qué debo hacer?!— ¡Vamos, responde! — Gruñó el hombre detrás de ella, su agarre en el arma indicaba sus intenciones de lastimarla. —Desde su posición, Mirai observó cómo el hombre que había derribado se levantaba del suelo, sacudiéndose la arena de la ropa y murmurando algo que no pudo escuchar.El mundo se volvía borroso ante sus ojos.— ¿Es este mi fin? — Los tres Genin que protegía estaban inmóviles a su lado. Ninguno se atrevía a intervenir, conscientes del peligro que representaba para Konoha. — ¿Voy a morir aquí?Un ruido repetitivo y tenue se aproximaba rápidamente desde detrás. Antes de que Mirai pudiera reaccionar, algo metálico y puntiagudo pasó justo delante del rostro del enemigo detrás de ella, obligándolo a retroceder.Mirai se llevó la mano al cuello, mientras las exclamaciones de los niños se volvían más audibles.— ¡Mirai-san!— ¡Mirai-san, ¿estás bien?!— ¡Sarada!El último grito la hizo voltearse alarmada hacia el refugio.El hombre, con la mano en la mejilla sangrante, se giró hacia la dirección de donde provenía el Shuriken que lo había herido. Sarada, fuera del refugio, sostenía dos Shuriken en sus manos temblorosas. Los gritos de sus amigos resonaron, instándola a detenerse.Los Uchiha eran conocidos por su habilidad en el manejo de los Shuriken, y Sarada demostraba talento incluso sin el uso de sus ojos.