En las noches de Konoha, reina la quietud forzada por la ignorancia y alimentada por el miedo. Las noches en Konoha eran un privilegio reservado para aquellos civiles ajenos al fragor de la batalla, una oportunidad para sumergirse en el sueño reparador.Quizás para algunos eran noches hermosas, donde hombres y mujeres podían cerrar los ojos y dejarse llevar por los sueños nocturnos. Pero para otros, la paz era solo una ilusión efímera, y cerrar los ojos suponía enfrentarse a sus propios demonios.Esta noche, tan fría como la anterior, estaba envuelta en un silencio casi palpable, que resultaba inquietante. Las miradas acusadoras, cargadas de terror, se clavaban en la mente como flechas lanzadas desde un arco destructivo.Niños, mujeres y animales observaban con la esperanza de encontrar consuelo. Los escombros podrían haber caído sobre ellos, aplastando sus cuerpos y reduciéndolos a la nada; las costillas podrían haber quedado al descubierto mientras los pilares de concreto se desmoronaban sobre lo que antes eran seres inocentes. Esas miradas siempre se quedarían grabadas en la memoria de quienes sobrevivieron a la tragedia de Konoha.Sobrevivir era un logro, hacerlo junto a amigos era una bendición, pero abandonar a aquellos que no podían moverse solo servía para aumentar el peso de la culpa y el horror.En los rincones más oscuros de los pequeños departamentos y las calles más olvidadas de Konoha, el aire frío se mezclaba con el temor, envolviendo a las criaturas que habitaban allí en una atmósfera de desesperanza.Entre las paredes de aquel modesto hogar, que no solo actuaban como defensa contra intrusos, sino también como testigos silenciosos de las historias que se contaban en susurros apenas audibles, tres figuras se encontraban reunidas alrededor de una única vela sobre la mesa de madera.En la tenue luz, las miradas de los presentes se cruzaban, revelando una complicidad que había sido forjada en discusiones mantenidas en susurros durante las horas en que los niños dormían.Pero más allá de todo lo que pasaba por las mentes de los dos ANBU y la genin, una figura permanecía en las sombras, apenas visible más allá de la tenue luz que proyectaba la vela.Desde su posición, solo podía distinguir la espalda de la más joven del grupo, a quien conocía lo suficiente como para llamarla "amiga". Las sombras apenas le permitían vislumbrar la figura de Sumire, cuya espalda se erguía como un muro que obstaculizaba su intento de observar.Himawari, con su pequeño cuerpo casi fusionado con la pared que le servía de escudo, apenas se atrevía a asomar la cabeza, consciente de que cualquier movimiento en falso podría delatar su presencia. Sabía, gracias a las enseñanzas de sus padres, que ningún ninja debía ser subestimado, incluso si parecía no prestar atención.A pesar de su discreción, Himawari se daba cuenta de que, incluso alguien tan increíblemente formidable como su padre, podría ser derrotado por alguien con la suerte de ella. Vivir o morir, comprendía, no dependía solo del entrenamiento o el linaje, sino también de la fortuna.Cuando su padre tenía la edad de Himawari, era considerado poco más que un don nadie. Desde el momento de su nacimiento, era visto como un estorbo por el mundo. Sin embargo, fue su determinación y su deseo de proteger a sus amigos lo que finalmente le ganó el respeto de toda la comunidad shinobi.Pero al final, en el crepúsculo de un día tormentoso, su padre, el hijo del Cuarto Hokage y descendiente del linaje Uzumaki, fue derrotado en el campo de batalla.Himawari se acurrucó en su escondite, conteniendo un jadeo mientras tragaba saliva. Sus dedos temblaban al rozar apenas la pared.— Ya no tenemos opción. —Escuchó a Ro, el ANBU, susurrar, con la clara intención de no despertar a los niños en la habitación contigua. — Es nuestra única salida, no hay alternativa.— ¿Ah sí? ¿Y qué sugieres que hagamos para lograrlo? — Respondió la mujer ANBU, también en un susurro. — No podemos esperar nada de este lugar. La Hokage ya ha tomado su decisión; no debemos perder más tiempo en discusiones.— ¡¿Qué estás insinuando, Hinoko?! — El susurro escandalizado pareció enfriar aún más el ambiente. —Desde ese momento, Himawari no pudo escuchar más. Se sintió abrumada por la desesperación y la impotencia. La reunión, que pretendía ser discreta, estaba comenzando a escapárseles de las manos. La pequeña Uzumaki ya no podía soportar estar sumida en la oscuridad de la incertidumbre. Hace apenas una semana, las cosas eran difíciles, pero al menos eran diferentes.Himawari deslizó sus dedos por el muro, como un último contacto con la reunión que se desarrollaba en un rincón del departamento. Con cautela para no hacer ruido, se dirigió hacia la parte más amplia del lugar: la única habitación.Dentro, sus amigos estaban dispersos por el suelo, cubiertos con cobijas y almohadas. Sin camas, esta era la única forma de dormir bajo un techo cálido.Se detuvo, permitiendo que sus pies se colocaran uno al lado del otro. Como un cuerpo sin alma, sus ojos se quedaron fríamente mirando hacia la nada.Contemplar esta escena, vivir esta vida, comenzar así. Simplemente, estaban descansando a expensas de la muerte de otros.Muchos de sus amigos nunca lograron graduarse de la academia. Otros esperaron a Himawari, que nunca llegó, y sin saberlo, fueron salvados a diferencia de los compañeros con los que compartieron salón en muchas ocasiones.¿Qué significaba ser un ninja? Ahora se cuestionaba eso.La imagen de la espalda de su padre, ondeando la capa del Hokage, se grabó claramente en su mente mientras formulaba aquel pensamiento.¿De qué servía ser un ninja si al final algo siempre saldría mal?— Creo que considerar esa posibilidad también podría ser una buena opción.Por el corto pasillo del departamento, pudo escuchar la voz suave de la genin de cabello violeta. Himawari miró por encima de su hombro, como si pudiera ver la reunión a través de las paredes.Los ronquidos y quejidos de sus amigos, atrapados en pesadillas, llenaron el espacio mientras Sumire aclaraba las cosas en la mesa.El silencio que siguió fue prueba del desacuerdo entre los dos anbu.— Todo es una opción ahora. — Dijo Sumire. — No sabemos cuántos sobrevivieron allá afuera. Pero nosotros debemos hacer nuestra parte mientras ellos hacen su trabajo.Los pies de Himawari se movieron con cuidado. Se agachó en el mismo lugar donde antes había estado, y se concentró para no perderse ningún detalle de la conversación.Abrió los ojos, atenta a visualizarlo todo en su mente. Había captado información que había despertado su interés.— ¡Habrá graves problemas si los de esta Konoha sospechan de nosotros! — Hinoko apenas pudo contener su grito susurrado, apretando la garganta. — El viejo Shikamaru no querría eso.— No lo entiendes, Hinoko. — La mujer cruzó los brazos mientras Ro continuaba. — No sabemos cuánto tiempo tomará. Además, tú y yo sabemos el peligro que hay allá afuera.— ...Himawari se sumó al silencio frío y ominoso que llenaba el departamento. Un calor se acumuló en los lados de su cabeza hasta la nuca. La espera fue breve, pero las palabras de Ro parecían tardar años en llegar a sus oídos.Finalmente, la voz del anbu regresó, más sosegada que antes.— Nuestros compañeros que hayan sobrevivido están en peligro allí. Si algo les sucede, no nos quedará otra opción que recurrir de alguna forma a Konoha. No importa si descubren sobre nosotros o no: Esta paz es temporal. Es solo cuestión de tiempo antes de que esto llegue a oídos de la Hokage.— Eso lo sé. — Hinoko le reprochó en un murmullo. —— ¡Entonces, ¿por qué te opones?!— Ustedes dos...La intervención de Sumire no calmó las protestas.— ¡Hinoko!— Yo no soy como él. — La voz de la mujer anbu sonaba más suelta ahora, liberando las palabras que antes había contenido. — Ese viejo... Si hubiera confiado en nosotros, podríamos haber evitado todo esto. No cometeré el error de entorpecer las cosas solo para que Konoha actúe a su favor sin saberlo. Ellos no entienden...El tono de Hinoko parecía suplicante, una desviación de su actitud habitual, como si estuviera buscando comprensión.El silencio que siguió le dio tiempo para reflexionar. Aunque ninguno de los presentes podía ver sus pensamientos, ella pensaba en los niños que habían sido invocados fuera de Konoha.— Si actuamos ahora... — Comenzó, encogiéndose en su asiento, y mirando al vacío con gesto preocupado. — Los niños que están con nosotros... ¿Quién los protegerá?— ...— ...— Apenas saben sostener un kunai. — Agregó, notando la falta de respuesta de sus compañeros. — Estaremos ausentes la mayor parte del tiempo, sin saber qué les podría suceder. ¿Es seguro dejarlos solos por tanto tiempo?Himawari percibió un suspiro profundo. Era de Ro, quien entendía los sentimientos de su compañera pero estaba decidido a no ser egoísta con personas que desconocían el peligro inminente.— Y tú, Hinoko. — Continuó él. Esta vez, su tono calmado atrajo la mirada de la mujer anbu. — ¿Estás dispuesta a llevar a millones de niños a la ruina?Hinoko contuvo un jadeo, casi golpeando la mesa con sus manos si no fuera por el rápido gesto de Sumire, quien puso su brazo en el pecho de la mujer como señal de detenerse.Sumire estaba preocupada. Su mirada se dirigió directamente al hombre que hablaba.Himawari se acurrucó aún más en su escondite.— ¡Serás...! ¡Yo nunca dije eso! — Se defendió Hinoko. –— En cierta manera, eso es lo que estás insinuando. — Replicó Ro. — Mientras nos quedemos de brazos cruzados, estaremos bien. Pero una vez que el peligro llegue y lo sepamos, será demasiado tarde para proteger a Konoha.— Eso...— Tú lo sabes, Hinoko. — Le recordó Ro, con pesar en su tono. — Yo también. Tú y yo, por orden de Shikamaru-san, tenemos que ayudar a Sumire-chan a estar bajo el foco. Se lo prometiste a Shikamaru-san.Sumire buscó explicaciones con la mirada, estaba paralizada. En este momento, no podía hacer más que escuchar, con una expresión de asombro.— La prioridad ahora es proteger a Konoha. — La voz de Ro se dispersó como el vapor por el departamento, en contraste con el silencio que Hinoko había desaprovechado. — Sigamos con la discusión. Si hubo una reunión de los altos mandos, entonces el tiempo corre.— Ah, sí, eso es lo mejor... — Sumire se unió al tono calmado. Con una mueca que intentaba reflejar seriedad y tranquilidad, se dirigió a la mujer que mordía su labio inferior. — ¿No es así? Continuemos...En el lugar, no hubo más palabras que Himawari pudiera distinguir como audibles o como raíces de información. Se quedó en blanco, con la mirada fija en el suelo y su flequillo oscureciendo su rostro.— Hay más sobrevivientes... Pero darán sus vidas allá afuera para que nosotros estemos bien.Con esa idea repitiéndose en su cabeza, Himawari se levantó lentamente de su escondite. La posibilidad de que su hermano estuviera vivo era un poco alta, considerando lo importante que era él por ser el hijo del Hokage.Sabía muy bien que ella no había sido salvada por sus habilidades excepcionales con el papel y las tijeras.Los murmullos a sus espaldas se iban desvaneciendo, formando parte ahora de una realidad bastante ajena. Himawari no podía lidiar con ese pensamiento, con esa realidad.Había perdido a sus padres, y lo último que quería era perder a su hermano. Quizás estuviera vivo, pero su destino ya estaba sellado, y tal vez nunca volverían a verse.Abriéndose paso entre los bultos bajo las sábanas, Himawari encontró un rincón propio donde dormir en la habitación.Ni siquiera dormir era una opción reconfortante para ella.En su mente, aparecieron los recuerdos de su hermano. Recordaba todas esas veces en las que, de pequeño, Boruto se negaba a dormir en una cama sin cobijas o en un futón sin las almohadas que él prefería.Pero Boruto había cambiado ante sus ojos desde que se convirtió en Ninja. Ya no era tan exigente sobre dónde dormir, ya que en las misiones a menudo tenían que acostarse al aire libre. Tampoco se quejaba tanto de la comida, pues entendía la importancia de estar bien alimentado en una misión larga.Sin embargo, ahora se preguntaba sobre eso.¿Qué tan buena sería la vida de Ninja de su hermano, sabiendo que tal vez nunca volvería a casa?En la penumbra de su mente, el agua lo envolvía hasta donde la vista no alcanzaba. Flotaba en la oscuridad, con el agua cristalina cubriéndole los oídos.La meditación había sido, alguna vez, su vía de escape del mundo, una forma de poner a prueba sus sentidos en momentos de peligro. Esta sensación de flotar, en silencio y apartado del mundo, era tan familiar para Sasuke como el sonido de la sangre de sus enemigos goteando en el suelo.Se dejó llevar más profundamente hacia el fondo oscuro cuando abrió lentamente los ojos.Manteniendo su calma, sin sentir rastro alguno de inquietud, Sasuke conservó su rostro sereno, frío, imperturbable. Como si cada noche, al dormirse, descendiera a las profundidades de los ríos de su subconsciente.Sus extremidades flotaban, siguiendo la corriente tranquila del fondo, y el peso de su cuerpo se hacía sentir con el paso de los segundos. El sonido de burbujas en el agua, junto con los sonidos naturales del entorno y el brillo del sol sobre la superficie del agua, eran las únicas cosas que Sasuke podía percibir.Había experimentado momentos como este muchas veces. Ya fuera durante sus entrenamientos con Orochimaru o en sesiones de práctica en solitario, Sasuke siempre encontraba confort en la soledad. Cuando despertaba en un entorno así, se sentía orgulloso de haber alcanzado un cierto nivel de tranquilidad en medio del bullicio del mundo.Sin embargo, sabía que este momento de paz no duraría mucho. Pronto sería interrumpido, ya fuera porque Kabuto tocara a la puerta o porque su cuerpo detectara una amenaza externa. Este era otro ejemplo de la madurez que había alcanzado, en contraste con los servidores de Orochimaru.A lo largo de sus encuentros con los seguidores del Sannin, apenas había encontrado a algunos. Excluyendo la primera vez que abandonó Konoha y estuvo en los escondites de Orochimaru, sus enfrentamientos con ellos eran escasos. Y cuando sucedían, pocos eran capaces de enfrentar una pelea que ellos mismos habían provocado.Podían transcurrir apenas unos minutos, y Sasuke ya habría derrotado a sus oponentes sin mayor esfuerzo. Resultaba decepcionante que individuos aparentemente capaces de razonar por sí mismos no se dieran cuenta de que eran simplemente personajes secundarios en la vida de otros. Para Sasuke, él era mucho más poderoso que ellos. Infinitamente más fuerte.¿Por qué los demás no podían comprender que estaban a años luz de su nivel de fortaleza?Quizás si el mundo fuera menos ingenuo y más sombrío, las personas podrían percibir las desgracias ajenas. Experimentar de primera mano cómo el odio corroe y transforma a los individuos en seres más resistentes.Sasuke detestaba vivir en un mundo así. Prefería sumergirse en las aguas, donde podía pensar con calma o simplemente dejar su mente en blanco, mientras el tiempo avanzaba y él se volvía aún más formidable.En la vida de Sasuke, lo único que importaba era una cosa: volverse cada vez más poderoso.— La fuerza es el anhelo más profundo de los débiles.Una voz suave y susurrante resonó en las profundidades de su mente. Sasuke, consciente de su control sobre sus pensamientos, giró la cabeza hacia la izquierda con calma. No era la primera vez que un recuerdo se filtraba en su estado meditativo.Los ojos ónix del Uchiha permanecían impasibles, aunque no estaban carentes de atención. No se alarmó, sabiendo lo seguro que estaba en su propia mente. Sin mover un músculo, observó cómo una figura comenzaba a tomar forma a partir de partículas en el agua.Inicialmente, las partículas eran diminutas y brillantes, casi parecían reflejos en el agua. Sin embargo, a medida que se movían con la corriente, la forma se volvía más definida ante los ojos inexpresivos de Sasuke.Aunque la figura aún estaba borrosa, destacaba entre la oscuridad del fondo. Curiosamente, un destello de color revivió fragmentos de un pasado que había creído olvidado.En lugar de enfrentarse a los recuerdos, Sasuke decidió examinar detenidamente la figura cristalina. El rojo de su vestimenta se ondulaba con el movimiento del agua, distorsionando ligeramente su forma.— Pero.. ¿Qué es lo que más Anhelan los fuertes? — La voz se aclaró en sus oídos. — Aunque el tono era más adulto, aún resonaba con familiaridad en la mente de Sasuke, atravesando los recuerdos nublados.Las palabras se desvanecieron en su mente apenas habían entrado por sus oídos.La figura cristalina se disipaba en el agua, su rosa y rojo desvaneciéndose lentamente, mientras la persona apenas parecía darse cuenta de la presencia del Uchiha.Con las burbujas acumulándose a su alrededor, Sasuke se mantuvo inmóvil cuando las manos femeninas se aproximaron a su rostro. Aunque sentía calma, era una calma vacía, como si estuviera acostumbrado al trato distante de los demás.Unas manos suaves acariciaron sus mejillas. Aunque estaba sumergido en el agua, podía sentir el delicado contacto de dedos magullados. El roce le adormecía, sumiéndolo en la borrosidad del desvanecimiento.Cuando sus ojos Ónix se cerraron y su cabello se agitó bajo las ondas, algo de la figura cristalina se aclaró frente a un resplandor cegador.Los labios suaves y claros de la mujer desconocida se movieron como en una despedida al joven Vengador, quien estaba a punto de despertar en el mundo real.Antes de que cerrara completamente los ojos, la mujer desconocida detuvo su intento amistoso de comunicación inaudible. Las únicas palabras que Sasuke logró escuchar resonaron en el agua.— Oyasumí.Se despertó antes de abrir los ojos.El techo sobre él se volvió más claro rápidamente. Las sombras danzaban en su habitación, indicándole a Sasuke su ubicación.Se sentó en su cama, con la mirada inexpresiva dirigida hacia la mesa al lado de la puerta. Estaba en uno de los numerosos escondites de Orochimaru, habiendo escogido esta habitación después de dejar atrás a Kabuto.Se quedó unos momentos en silencio, con los codos apoyados en las rodillas.Los sueños extraños eran una experiencia común para Sasuke desde que tenía siete años. Su familia, la persona a la que deseaba ver muerta... eran los temas recurrentes de sus sueños.Sin embargo, ¿por qué soñar con alguien que él consideraba pasado, algo falso, ya no existente o tal vez nunca existente?La calma del momento se vio interrumpida. Aunque Sasuke intentaba desconectar de ese sueño, su atención regresaba a él cuando la luz de la vela en la mesa hacía que las sombras en la habitación se movieran.Frunció ligeramente el ceño. Aquello fue un recordatorio de una parte de él que creía haber dejado atrás. La imperturbable expresión de Sasuke volvió cuando un recuerdo resurgió de entre el polvo de sus memorias.El rojo y el rosa también estaban presentes. Jóvenes en una vida igualmente tranquila que la de Sasuke, pero más ignorantes; presas de lo que llamaban "paz".Paz...La paz era la ignorancia. La aniquilación de su clan ya no se recordaba como tal, porque "la paz" había caído sobre seres carentes de criterio propio.El parpadeo de la llama de la vela hizo que los ojos de Sasuke se entrecerraran por un instante.Por el ambiente, parecía que aún faltaba mucho para que saliera el sol.El silencio se adueñó de su subconsciente. Sasuke detuvo su autoanálisis y meditación, y su mirada pareció más clara. Ya no mostraba una expresión tan vacía.Las expresiones de Sasuke solían variar poco, con la única diferencia del fruncimiento ocasional de cejas que apenas usaba, o el entrecerrar de los ojos.Sin embargo, su atención en la vela era más que una simple meditación. Parecía contar cuántas veces se movía la llama o cuánta cera goteaba.Si no fuera por esa pequeña vela, seguramente su sueño no habría sido perturbado.Aunque no tenía nada en mente que pudiera darle una pista sobre el significado de sus sueños, se levantó de la cama y se dirigió hacia la mesa, con pasos que resonaban secamente en la habitación cerrada.Se detuvo frente a la mesa, observándola desde arriba con una mirada que parecía juzgar sin esfuerzo la pequeña llama. La vela titilaba como si cuestionara su propia existencia, inclinándose de un lado a otro y oscureciendo el semblante de Sasuke en el proceso.Una forma de media luna se manifestó en los movimientos de la llama, como si estuviera advirtiendo a Sasuke, el último Uchiha, sobre el descontrol que se aproximaba.Pero esa media luna llameante fue extinguida en un abrir y cerrar de ojos.Los dedos índice y pulgar de Sasuke se juntaron en la punta de la vela, y la prueba de la existencia de la llama se desvaneció entre ellos.La oscuridad envolvió la habitación.Mirai inhaló profundamente, llenando sus pulmones con tanto oxígeno como pudo. Cuando se encontró sumida en la oscuridad y sus sentidos comenzaron a despertar, abrió los ojos de par en par, casi como si pudiera escapar de la negrura solo con la fuerza de su mirada.El sudor corría por sus mejillas mientras yacía recostada sobre su espalda, sintiendo la dureza del suelo debajo de ella.Conforme el sonido chispeante del fuego comenzaba a llenar sus oídos, su visión se fue aclarando gradualmente.Las sombras danzantes proyectadas por las llamas dibujaban formas caprichosas en el techo de piedra. Aunque había eco en la habitación, Mirai no pudo levantarse de inmediato, necesitando unos momentos para orientarse mientras permanecía mirando fijamente hacia arriba.Finalmente, se incorporó con rapidez, pero el mundo comenzó a dar vueltas a su alrededor. Con un quejido, entrecerró un ojo y se llevó una mano a la cabeza.— Siento mi cabeza pesada... y ese zumbido no para de molestarme. —Murmuró, mientras el latido pulsante en el lado izquierdo de su cráneo parecía hacerse visible desde fuera. —Tratando de orientarse, giró la cabeza en todas direcciones, buscando alguna pista que pudiera ayudarla. Mirai se encontraba en lo que parecía ser una cueva o un túnel subterráneo, con rocas del tamaño de su cabeza cayendo sobre su cabello, como si intentaran despertarla de su estado de aturdimiento.De repente, notó una tenue luz proveniente de una vela, aunque no podía determinar su origen. Estaba resguardada detrás de un pequeño muro que le proporcionaba algo de sombra.Justo cuando se levantaba apresuradamente para comenzar su búsqueda, una voz profunda y clara la detuvo en seco.— No hagas ruido. Todos están dormidos. — Le advirtió la voz. Cuando Mirai se volvió para mirar a la persona que hablaba, esta soltó un suspiro pesado. — Siempre tan hiperactiva, ¿verdad?— ... ¿Qué? Yo...Mirai se quedó en silencio, confundida por este encuentro repentino luego de haber sido atacada junto a su equipo. Aunque ansiaba salir corriendo y gritar para buscar a sus compañeros más jóvenes, la anciana que estaba sentada frente a ella, dándole la espalda, la obligó a contener sus preguntas cuando la señaló con la vista aún fija en el fuego que avivaba con ramas cercanas.— Los niños están allí, no parecen estar heridos. Están bien. — Informó la anciana. —— ¿Todos ellos?— Sí...La anciana observó a la joven Chunin por encima del hombro, con unos ojos penetrantes que parecían escudriñar su alma. Por un instante, la mirada intensa hizo titubear a Mirai.— Fuiste la primera en despertar. — Murmuró la anciana en voz baja. Después de sostener la mirada de la chica durante unos segundos, se dio cuenta de la desconfianza que estaba generando. Volvió la atención hacia la fogata. — ¿Qué estás haciendo ahí parada? Ve a verlos y deja de perder el tiempo.Mirai tragó saliva, abriendo los ojos ampliamente mientras se encogía de hombros. Se sentía incómoda ante este encuentro, ignorando las advertencias de su instinto.Una luz de incertidumbre se asomó en sus ojos mientras vacilaba con su primer paso, dividiendo su atención entre la anciana y la dirección hacia donde le habían indicado.Después de algunas miradas más, dejó atrás el temor y avanzó por las sombras del pasillo de piedra. Sus pisadas resonaron fuertemente al correr, llenando el espacio con eco, y forzó la vista para ver mejor cuando reconoció que había llegado al final del pasillo.— ¡¿Shikadai?! ¡Namida-chan!A pesar de llamarlos, no recibió respuesta de ninguno de los niños. Al final del pasillo, encontró una especie de rincón con algunas rocas dispersas. Una estructura de "u" invertida parecía ser la entrada, apenas iluminada por la luz de las llamas, ya que Mirai estaba de pie, proyectando su sombra sobre el lugar.Soltó un suspiro de sorpresa al reconocer uno de los cuerpos tendido en el suelo. Al parpadear, se acercó sin vacilar e inspeccionó al niño que dormía.Metal Lee respiraba pacíficamente, su pecho subiendo y bajando en un ritmo constante. Su rostro mostraba una expresión neutra, ajeno a su situación.La Chunin pasó una mano por el rostro del joven Lee, apartando un mechón de su flequillo.Ese niño que hace poco estaba lleno de preocupaciones, ahora dormía en paz, trayendo un sentido de calma a la mente de Mirai.Al notarlo, ella contempló las siluetas que poco a poco iba identificando.— Todos están durmiendo... — Se dijo a sí misma. — Todos están respirando. ¡Están vivos!Mirai se detuvo por un momento, luego, después de tomar una respiración profunda, se dejó caer, liberando el peso amargo que había estado acumulando en su pecho.Se llevó una mano al corazón, y el sudor que había estado brotando ahora era una evidencia de su angustia pasada.— ¡Qué alivio...! Todos... están bien. — Suspiró, Aliviada, su voz temblorosa mientras cerraba los ojos. — Gracias al cielo... ¿Cómo...?— Los polos se cruzaron. — Escuchó la misma voz detrás de ella. —La anciana estaba sentada en el mismo lugar donde Mirai la había encontrado, tan encorvada que formaba un bulto en su espalda. Con los ojos cerrados, observaba la hoguera infinitamente, permitiendo que el silencio le diera a Mirai un momento de reflexión.— Alguien del "Ahora" intervino contra alguien del "Después". — La anciana continuó, su tono desinteresado. — Tú y ese hombre son de épocas diferentes. A eso lo llamamos "Los polos que se cruzan".El crepitar de la hoguera provocó un leve estremecimiento en Mirai. La miraba con atención, como una presa pendiente de su cazador.El comentario de la anciana fue más como un empujón que como una ayuda para entender. Mirai medio comprendió y tragó saliva mientras intentaba controlar su sudor. Aprovechó el silencio como una oportunidad para reflexionar y echó un último vistazo a los niños antes de centrarse en lo que tenía que decir.Personas del "Ahora". Personas del "Después".¿Qué había sucedido antes de despertar en este lugar?Mirai se levantó lentamente del suelo, con la mirada perdida en el vacío.— Es cierto... nos atacaron y luego perdí el conocimiento. – Repasando en su mente lo sucedido, miró de reojo a la anciana. — ¿Cómo llegamos aquí?Una gota de sudor recorría su frente mientras trataba de aparentar calma al escuchar las palabras de la anciana.Personas del "Después".Teniendo en cuenta lo que esos hombres habían dicho, ahora tres personas mencionaban lo mismo; o al menos, eso hacía que Mirai llegara a esa conclusión."Tú y ese hombre son de tiempos diferentes".— Esta mujer... — Pensó Mirai. — ¿Realmente sabe de lo que está hablando? Su actitud condescendiente da a entender que está al tanto de que no pertenecemos a este lugar.El ceño de la Sarutobi se frunció.¿Qué debería hacer ahora?Un torbellino de emociones se agitaba en su interior, mientras el chisporroteo de la fogata seguía sonando.¿Cuándo fue la última vez que Mirai bajó la guardia? Dadas las circunstancias, era comprensible, pero ¿no se supone que debería ser al revés?Si en lugar de la anciana estuviera un despiadado criminal sin conciencia, ella ya estaría muerta.¿Cómo fue traída hasta aquí, junto con todos los demás?Mirai tragó saliva de nuevo y reunió el valor que su desmayo le había arrebatado para dirigirse a la anciana, aunque un poco vacilante.— ¿Q-Quién es usted? ¿Y cómo nos trajo hasta aquí? — Su voz apenas logró salir, resonando por las paredes de piedra. — ¿Qué fue lo que nos sucedió?— ¿Jo? — La anciana abrió los ojos con un ligero estremecimiento, mirando con extrema extrañeza a la adolescente. — Si ni siquiera tú lo sabes, ¿cómo esperas que te responda?Mirai vaciló sobre sus pies.— Yo... no sé... — Murmuró ella, apretando el pecho de su chaleco Chunin. —La anciana se inclinó hacia adelante, esperando escuchar a la joven de los ojos rojos. Sin embargo, Mirai estaba exhausta.El sudor dejaba marcas en el suelo mientras Mirai observaba el mismo, permitiendo que todas las emociones acumuladas se fueran con el agua salada de su cuerpo.La mujer mayor observaba cómo la joven se llevaba ambas manos a las mejillas, la oscuridad tomando rumbo por sus ojos. Ahora era alguien en blanco, con un objetivo desconocido. Simplemente seguía las órdenes de alguien más...Porque es un ninja de Konoha. Se supone que todos son leales entre sí...Todos...— ¡Ah...!Mirai agarró aire, tomando desprevenida a la anciana. La Sarutobi toqueteó con sus propias manos sus costados, después sus bolsillos. Al no encontrar lo que buscaba, Mirai miró alarmada a la anciana confundida.— ¡¡Mis cosas!! ¡¿Dónde están mis cosas?!— ¿Tus cosas? — Observó la mujer. — ¿Es una capa o algún chaleco?— ¡Hai!La mujer apuntó a sus espaldas. Mirai ya se había puesto a correr hacia el otro extremo del túnel. El lugar en el que había despertado, era exactamente igual al lugar en el que se encontraban los niños. No fue hasta que ella se agachó a rebuscar entre las capas, que se puso a ver su entorno.El túnel subterráneo no tenía un lugar en el cual salir. No hay salida, ¿Cómo pudo esa anciana traerlos hasta aquí?Fue apartando su atención de la anciana de espaldas, y continuó su búsqueda entre sus cosas. Consiguió lo que buscaba: Su vestimenta para el frío.La desdobló, y metió sus manos por los bolsillos del chaleco. Pero el vacío de los mismos fue un tono de alarma para ella.— ¿Dónde...? ¡¿Dónde está?! — Gritó en su mente. — No puede haber desaparecido. ¡No puede!La imagen del rostro de Tanaka-san se grabó en su mente. No podía permitirse perder el pequeño bolso que, para ella, era más valioso que cualquier cosa, incluso más que la brújula que reposaba en uno de los bolsillos de su chaleco amarillo.Perder ese bolso no era una opción. No podía permitirlo.— ¡Discul-Un destello la interrumpió.Aún con la espalda vuelta hacia Mirai, la anciana sostenía algo entre sus dedos. Mirai se contuvo de preguntar, desconcertada por la extraña escena.En los dedos de la mujer, una pequeña esfera brillaba con una luz interna. Era un resplandor hermoso, pero no deslumbrante. Su color blanco, casi tintado de lavanda, tenía un brillo etéreo.Mirai permanecía inmóvil, observando fijamente el pequeño punto brillante que había capturado su atención.Su mirada descendió lentamente hasta que vio lo que la mujer tenía a su lado.Una pequeña bolsa... similar a la que le había dado Tanaka-san.— ¡No dejes que nadie vea lo que hay dentro de esta bolsa! ¡Nadie, bajo ninguna circunstancia!— ¡Eso...!— De todas formas, iba a ayudarlos. — La anciana la interrumpió con un tono condescendiente. — Este es mi territorio, no tolero la violencia. Pero esto...Mirai se levantó, sintiéndose un poco desconcertada por las palabras de la anciana. Se acercó lentamente por detrás de ella, tratando de entender lo que estaba pasando.Se detuvo justo detrás de la anciana, mirando por encima de su hombro. Entonces notó la expresión de preocupación en su rostro.Aunque la anciana no la miraba directamente, sabía que Mirai estaba ahí. Sabía que ahora podía hablar sin temor.— Dime algo, jovencita... — La anciana murmuró con la cabeza baja, apretando la esfera brillante en su mano. — Tú y esos niños... No son de aquí, ¿verdad?— ¿Eh?Con una respuesta confusa, la anciana tomó el bolso y se lo ofreció a Mirai, quien estaba paralizada ante la revelación.— La razón por la que te desmayaste fue por el robo de chakra. — La mujer le explicó. — Y los demás se desmayaron debido al impacto de la caída aquí, cuando mis subordinados los rescataron.— ¿Subordinados? — Murmuró Mirai para sí misma, mientras sostenía el bolso entre sus manos. Abrió el bolso con cuidado, observando su contenido con fascinación. — ¿Qué significa todo esto...?Mirai estaba atónita, sin saber cómo responder a la pregunta anterior. Dentro del bolso, encontró las mismas canicas brillantes que la anciana tenía en la mano. Estaba perpleja, sin saber qué pensar.— Cuando les pedí que trajeran sus cosas, mi intención era cuidarlas hasta que despertaran para luego dejarlos ir. — El tono de la anciana era sombrío. — Pero cuando encontraron esto, y sus diademas, supe que no podía simplemente dejarlos ir así.Mirai quedó sin palabras ante las palabras de la anciana. ¿Qué estaba tratando de decirle esa anciana?En sus manos tenía la última orden de un superior, la última voluntad de un compañero antes de que tomaran caminos separados.Mirai había cruzado el desierto con su escuadrón, sin saber con quién se encontrarían. ¿Cómo podría saber si estaba con la persona correcta? Incluso ella misma, tomaría las mismas precauciones que Mirai. Después de todo, no era la única que quería mantenerse con vida.— ¿Usted... será... "La gran anciana"? —Preguntó Mirai, enfrentando el silencio con determinación, a pesar del aire pesado que lo rodeaba. —— ...Aunque el silencio helado se prolongaba, Mirai no se arrepintió de hacer la pregunta. Decidió ignorar el temblor en su cuerpo y concentrarse en asimilar lo que estaba sucediendo.Sostenía en sus manos una voluntad ajena, una que seguramente seguía en pie a favor de Mirai y los demás. El viaje al pasado y ese pergamino no fueron eventos improvisados.Todo estaba planeado. Por lo tanto, resultaba extraño que Tanaka-san no conociera el contenido de la bolsa, considerando que él mismo le había advertido a Mirai que no se la entregara a nadie que no fuera "La gran anciana".— Um. —La mujer emitió un sonido que Mirai interpretó como una afirmación, aunque sonó desinteresado. —"Gran anciana". Meh, tampoco es que sea tan vieja.— Entonces...— Sí, lo soy. — Confirmó la mujer, esta vez con un tono más firme que hizo que un escalofrío recorriera la espalda de la Sarutobi. — Y tú... parece que tienes mucho que contarme, "Gran jovencita".El tono juguetón sonaba fuera de lugar, especialmente considerando que la mujer irradiaba serenidad y melancolía mientras observaba al escuadrón con una mirada casi imperturbable.Aunque la anciana tenía arrugas, no eran excesivas. Dirigió sus ojos hacia la adolescente, quien aún sostenía la bolsa con el contenido desconocido, estupefacta. Los ojos de la mujer eran negros, pero con un brillo casi como un espejo. La edad no le permitía abrirlos por completo, pero aún así logró lanzar una mirada penetrante a la joven.Mirai mantenía las manos sobre su pecho mientras observaba cómo la mujer se movía en su asiento en el suelo. Entre sus pertenencias, la anciana rebuscó hasta que el sonido metálico resonó ligeramente y luego extendió sin entusiasmo una pequeña taza de metal hacia Mirai.La taza estaba acompañada por una pequeña tetera de metal, suspendida por una delgada barra improvisada enganchada en un extremo de la tetera. Mirai abrió la boca, incapaz de encontrar palabras ante el silencio que la anciana le ofrecía.— Bebamos. Eres la primera persona de afuera, que veo después de muchos años. — Invitó la anciana de manera casual. Su paciencia y sabiduría parecían fluir con la sencillez de los viejos tiempos. — Dicen que el té invoca la paz interior y abre el diálogo entre las personas... pero, personalmente, prefiero el café para una buena conversación.Mirai observó cómo la anciana le dedicaba una media sonrisa.— ¿Y tú? ¿No estás de acuerdo?