El salón era vasto, lo suficientemente espacioso como para acomodar cómodamente a cuarenta personas alrededor de una mesa central. Aunque la luz era tenue, una sola bombilla colgaba del techo, arrojando un resplandor blanco que apenas alcanzaba a iluminar los rostros en la mesa.— ¿Estás segura de que puedes manejarlo? — La voz, aunque no muy alta, resonó con una ligera aspereza y desinterés en la sala. —Una anciana, con el rostro casi completamente arrugado y los ojos cerrados, se sentaba con dignidad. Su cabello estaba recogido descuidadamente en un moño, una señal de su enfoque práctico y sin pretensiones. Durante años, había sido una consejera leal y cautelosa del tercer líder de la aldea, aportando su perspectiva objetiva y sabia.— No me malinterpretes, Tsunade, pero creo que deberías reconsiderarlo. — La voz de la anciana se volvió más firme, como un golpe seco. —Con los puños apretados sobre la mesa, arrugando aún más su semblante, la anciana expresó su preocupación.— ¡Konoha está en crisis! No solo por este asunto, sino por otros factores. — Hizo gestos vagos, limitados por su movilidad. — Akatsuki está en contra de Konoha. Es solo cuestión de tiempo antes de que nos ataquen cuando estemos desprevenidos.El segundo anciano a su lado, el segundo asesor, asintió una vez antes de acomodarse los anteojos con delicadeza. Aunque aparentaba ser más tolerante que su colega, estaba claramente en desacuerdo con la Hokage.— Debemos actuar sin demora. — Declaró él. — Abrir investigaciones, determinar si las aldeas vecinas han experimentado situaciones similares. Y una vez estemos seguros de que esto afecta únicamente a Konoha, debemos reforzar la seguridad. No podemos permitir que vengan a por el legado del cuarto Hokage.— Y eso no es todo. — Continuó la anciana, indicando con un gesto a las demás personas presentes en la reunión. — Otros clanes también se han visto afectados. Esto ha alterado su rutina diaria, y ahora muchos con información limitada en los clanes están al tanto de la situación. Debemos actuar antes de que se enteren del caos que reina fuera de nuestras fronteras.El resto de personas en la sala, en su mayoría Chunin y Jōnin de alto rango, observaban a la rubia que lideraba la reunión. Permanecía inmóvil, con los codos apoyados en la mesa y los dedos entrelazados, mientras su mentón descansaba sobre ellos.Sus ojos estaban fijos en los documentos frente a ella. Todo eran informes y testimonios de los acontecimientos. Facturas, daños a la propiedad, lesiones físicas y autorizaciones para investigaciones.Tsunade frunció ligeramente el ceño al revisarlos. Se esforzó por no hacerlo de manera demasiado evidente, consciente de que sus asesores no tardarían en comentar al respecto. Prefería mil veces enfrentarse a la montaña de papeleo que tenía delante que tolerar sus críticas.Esta reunión oficial ofrecía un espacio para discutir sin interrupciones ni preocupaciones. Ahora que el peligro había pasado, podían deliberar libremente sobre cómo abordar el problema. Sin embargo, la principal desventaja estaba clara desde el principio: nadie, ni siquiera los líderes de clan, tenía idea de lo que pudo haber causado el suceso.— El olor a sangre llegó de repente, extendiéndose por toda la villa. — Informó la mujer Inuzuka, líder de su clan, cuyo agudo sentido del olfato era inigualable incluso entre los suyos. Todos confiaban en sus palabras. —— Nos fue imposible detectar alguna anomalía. — Testificó Hiashi, jefe del clan Hyuga, con una serenidad propia de una roca. — No pudimos ver la raíz de las invocaciones. Y dado que las personas no eran detectables, podemos asumir que ya estaban muertas cuando fueron invocadas.Las perspectivas de los clanes Yamanaka y Nara tampoco ofrecían esperanzas. Los Yamanaka no pudieron detectar ningún estado anormal en la aldea, mientras que los Nara no encontraron sospechosos en las afueras.Los Nara, conocidos por su inclinación hacia la vida tranquila y la observación de la naturaleza, eran considerados el clan menos belicoso de la aldea. Tsunade los admiraba por su inteligencia y capacidad analítica, aunque en lo más profundo de su ser los consideraba más astutos que pacíficos.— No cambiaré mi decisión. — Declaró Tsunade, provocando una sorpresa evidente entre los ninjas reunidos en la mesa. —Levantó la mirada para encontrarse con la mirada de sus asesores. — Contacté a Jiraiya para que me ayude con este problema. — Continuó. — Dependerá de su respuesta si informo o no a la aldea de la Arena al respecto.— ¡Indignante! ¿Sabes lo bochornoso que será ese pedido? — Increpó la anciana, mostrando su desacuerdo con vehemencia. —Tsunade luchó por mantener la calma, sintiendo un tic en su ceja que amenazaba con delatar su frustración.— No sabemos quién está involucrado ni cuál es su objetivo. — Susurró la asesora con un tono áspero. — Si Jiraiya no tiene éxito, ¿pondrás a la aldea en vergüenza? En momentos como este, debemos dejar de lado las relaciones de paz.— ¿Y se puede saber por qué estás tan obsesionada con 'la dignidad de la aldea'? — Preguntó Tsunade, arqueando una ceja. —La reacción de su asesora, encogiéndose en su asiento, le hizo sentir un ligero malestar. No era por el hecho de tener principios, sino porque sabía que esa reacción fuera de lugar revelaba el miedo interno que sus asesores estaban experimentando. Había algo que temían, algo que no le habían contado.Aquella anciana que solía sostener las riendas de la aldea a través de Tsunade, ahora parecía un ratón acorralado. Allí estaba, bajo el foco de atención de todos. Tsunade sabía que, si se negaba a responder una pregunta tan sugerente, la reunión se prolongaría innecesariamente.Se acomodó en su asiento, ignorando las miradas que recibía, incluyendo la de Shizune, cuyos ojos estaban fijos en su espalda.— ¿Qué es lo que tanto buscas? — Inquirió Tsunade. —— Solo quiero asegurar nuestra posición como aldea oculta. Eso es todo. — Respondió la anciana con firmeza. —— Yo no lo veo así. — Refutó Tsunade. — Por algo mantenemos una buena relación con la aldea de la Arena. ¿Existe alguna otra razón por la que no debería pedir ayuda?Koharu, la anciana del consejo, mantuvo su silencio como una estatua. Era como una presa acorralada por un depredador más grande. No tenía escapatoria, pero tampoco quería revelar demasiado en una reunión de tal magnitud.Quizás consideraba inapropiado intervenir, conocida su aversión a la indecencia. Pero, muy posiblemente, el principal motivo era Tsunade.Hubo un breve enfrentamiento de miradas, con Homura, el segundo anciano, intercambiando miradas con ambas. Él era un tercero en discordia, consciente de que no serviría de nada intervenir y solo añadiría más problemas. El conflicto entre ambas mujeres era una vieja historia, un problema que se gestó desde el momento en que Tsunade asumió el cargo de Hokage.Como aquella vez que fue reprendida por descansar su brazo en el espaldar del mueble y respondió con simpleza a Koharu:— Estoy cómoda así. No hay problema si ustedes son los únicos que me ven de esta manera. — Koharu dejó escapar un suspiro resignado. — Escucha, Tsunade. Habrá obstáculos si acudes en busca de ayuda a nuestra aliada. — Advirtió Koharu. —— ¿Y cuál es ese "obstáculo"?— Están por todas partes. — Reveló Koharu, mientras su compañero del consejo cerraba los ojos, consciente de esta verdad. — No estoy en contra de que Jiraiya vaya e investigue. Sería de gran ayuda si ningún ninja sale de la aldea. Sin embargo, Tsunade...Tsunade se mordió el labio, prestando atención a cada palabra de Koharu. Sus preocupaciones siempre estaban fundamentadas y siempre había soluciones a las que podía recurrir, pero la anciana nunca ocultaba la verdad.— Hemos estado ignorando solicitudes de ayuda de las aldeas vecinas. Por razones comprensibles. — Aclaró Koharu al notar el ceño fruncido de Tsunade. Sus ojos inquirían sobre estas solicitudes. — Eran sobre desapariciones y otros asuntos, pero nunca les prestamos atención. Esas aldeas son pequeñas y no tienen recursos para pagar.— ¿Por qué nunca me informaron de esto?— Hay asuntos más urgentes a los que prestar atención. — Intervino Homura, el segundo anciano del consejo. — No siempre podemos complacer a todos. Somos una aldea oculta con prioridades. Al principio, enviamos algunos Chunin en respuesta a sus insistencias, pero cesamos cuando nos dimos cuenta de que solo nos traían demandas innecesarias.— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces? — Preguntó Tsunade mientras hojeaba los documentos sobre la mesa. —Tanto Shizune como los demás Chunin presentes en la reunión hicieron lo mismo. Se suponía que todo lo que decían los ancianos ya estaba documentado y, posteriormente, ignorado.— Han pasado ya cinco días. — Anunció Koharu, manteniendo su rostro erguido para enfatizar la seriedad del asunto. — Si acudimos en busca de ayuda a nuestra aldea aliada, no solo pareceremos hipócritas, sino que también nos expondremos al repudio. No hay tiempo para corregir este problema; lo primordial es proteger a nuestra aldea.— Permítanme ver si comprendo correctamente lo que está diciendo, Koharu-sama. — Interrumpió un joven Chunin, seleccionado especialmente por el consejo por su habilidad en la documentación. Levantó la mano en señal de respeto. — ¿Quiere decir que, al pedir ayuda a nuestra aldea aliada, revelaremos que no hemos socorrido a las aldeas necesitadas?La anciana asintió una vez.— Si buscamos ayuda, primero debemos enmendar nuestros errores. Pero el tiempo apremia. — Agregó Homura, poniendo fin a la discusión. —Un silencio pesado llenó la sala. Las perspectivas de ambos ancianos no carecían por completo de validez ni eran egoístas. Desde un punto de vista objetivo, la situación parecía inútil en términos prácticos. Sin embargo, había una lógica en su enfoque. Konoha estaba en la mira de Akatsuki debido a Naruto, el recipiente del Zorro Demonio. Tsunade había trabajado arduamente para forjar alianzas con otras aldeas, por pequeñas que fueran, en un esfuerzo por fortalecer la defensa de Konoha.Pero, así como existían aldeas agradecidas y justas, también había otras hipócritas, cuya lealtad se basaba únicamente en la obtención de cierto poder a través de acuerdos no escritos. Esta era la realidad en el caso actual.Algunas de estas aldeas más pequeñas formaban parte del país del Fuego, mientras que otras apenas se consideraban un país independiente, aunque mantenían alianzas con el país elemental.Un ejemplo era el país de las Escaleras, cuyos materiales de construcción y mano de obra eran principalmente contratados por el país del Fuego. Estos casos eran los más desarrollados y sólidos.Sin embargo, también había tratos que parecían carecer de sentido, similares al caso actual: una aldea solicitaba ayuda de cualquier tipo, acudía a la aldea oculta para negociar un acuerdo y, finalmente, se concretaba. Pero, invariablemente, terminaba de la misma manera. Cuando se trataba de una aldea pequeña o de un país sin poder, siempre encontraban la manera de torcer la ley a su favor.Algunas aldeas no tenían los recursos para pagar y ofrecían sus productos de exportación como compensación. Sin embargo, estos tratos solían cancelarse abruptamente cuando los líderes de esas aldeas o países se negaban a cumplir con su parte del acuerdo después de haber obtenido lo que querían.Otros casos, más penosos, pero lamentablemente más realistas, eran aquellos en los que las aldeas no tenían ningún poder sobre Konoha o ni siquiera estaban cercanas a ella. Solicitaban ayuda y, cuando esta era ofrecida, de alguna manera u otra, Konoha acababa comprometida de manera desfavorable con terceros. En casos como estos, Konoha se convertía en el chivo expiatorio.Tsunade descartó varios casos por las mismas razones, pero de todas formas le sorprendió que el consejo le ocultara este en particular.Solo había una razón por la que le habrían ocultado esa información.— ¿Quién fue el remitente?— Fue uno de los hombres que sirve al líder de esa aldea. — Respondió Koharu a Tsunade. — El destinatario no eras tú, por eso no te informamos. — ¡¿Y por qué una aldea que necesita de Konoha no contacta directamente a la Hokage?!— Este caso es muy especial. No puedo dejarlo en tus manos. — Dijo la anciana. Esta vez, suavizó su tono como si así pudiera calmar el temperamento de la rubia. — El tercer Hokage dejó muchos casos sin resolver, y tú los has cumplido con éxito. Pero lamentablemente, este no es uno de ellos.La atmósfera se volvió tensa. La Hokage mordía su labio para contener su enfado, mientras los dos ancianos parecían ajenos a los motivos de su irritación. Todos bajaron la mirada, como si prefirieran recapitular lo discutido en lugar de enfrentarse a la incomodidad del momento.La tensión en la sala disminuyó cuando la Hokage anunció el fin de la reunión. Todos entendieron claramente sus responsabilidades: vigilar sus clanes y documentar cualquier cosa inusual. Sería Tsunade quien asignaría las tareas correspondientes a cada uno.Cuando la Hokage se levantó de su asiento, los presentes aprovecharon para exhalar el aire retenido.— La reunión concluye aquí. Entreguen a Shizune los documentos relevantes para todo lo relacionado con habilidades espacio-temporales. — Anunció Tsunade, con un leve ceño fruncido dirigido hacia los ancianos a su lado, quienes evitaban su mirada. —Un gruñido apenas perceptible escapó de los labios de la Hokage.— Estaré ocupada por unos minutos. Asegúrense de tener todo listo para cuando regrese.Su declaración resonó en la sala, marcando el final de la reunión. Los ninjas se levantaron de sus asientos y realizaron una reverencia antes de retirarse.Solo la Hokage y parte del consejo permanecieron en la sala, sumidos en el silencio que se apoderó de ellos con el paso de los minutos.Sentados como dos estatuas de mármol talladas a mano, los ancianos permanecían en el fondo de la sala de reuniones, imperturbables. La mujer, con las manos cruzadas en su regazo, respiraba con una calma meticulosamente controlada, como si temiera que cualquier ruptura en la aparente tranquilidad del entorno los delatara.Frente a ellos, Tsunade se mantenía de pie, con las manos entrelazadas detrás de la espalda y una expresión de frustración marcada en su rostro. Buscaba desesperadamente algún indicio de culpa en los ancianos, alguna fisura en su fachada impasible que pudiera utilizar en su contra.Pero cada vez que creía haber encontrado algo, se encontraba con una pared impenetrable. Los ancianos eran tan impenetrables como Danzo mismo: narcisistas y falsamente sabios, aferrados a una creencia caducada en su propia infalibilidad.— No creo que merezcamos esa mirada tuya, Tsunade. — Fue Homura quien rompió el silencio, cruzando los brazos con gesto desafiante. —Tsunade apretó los puños, esperando alguna explicación razonable que pudiera justificar la situación, algún malentendido que pudiera desvanecer la tensión en el ambiente. Pero Koharu simplemente negó con la cabeza, rechazando cualquier posibilidad de disculpa o explicación.— Si la carta estaba dirigida a nosotros, ni siquiera tú, como Hokage, tienes el poder de obligarnos a revelar su contenido. — Declaró el anciano con firmeza. — Si el Tercer Hokage no dejó ninguna indicación sobre ese asunto en sus documentos, entonces no era algo que el siguiente Hokage estuviera destinado a abordar.— ¿Y por qué ustedes pueden saberlo? ¿Qué tanto saben? — Inquirió Tsunade con creciente frustración. —— Lo suficiente como para advertirte por última vez: no te entrometas en nuestros asuntos. — Replicó el anciano con serenidad. —La respuesta del anciano provocó una reacción instintiva en Tsunade, que abrió los ojos como platos. ¿Qué secreto tan importante guardaban esos ancianos que los llevaba a rechazar la ayuda de la aldea de la Arena? Tsunade comprendió que no podía simplemente dejar pasar el asunto. Necesitaba saber quiénes estaban involucrados y qué estaban ocultando.Pero la cuestión era más profunda de lo que parecía, y Tsunade se dio cuenta de que no podría descubrir la verdad solo con su propia insistencia.— Les ruego que reconsideren su posición. — Suplicó, aunque su tono sonaba más agresivo de lo que pretendía. — ¿Qué están esperando? ¿Que suframos un ataque sorpresa? ¿O que Akatsuki finalmente capture a Naruto?Los ancianos no respondieron de manera explosiva ante la demanda de Tsunade. Sin embargo, algo pareció resonar en sus mentes mientras Tsunade se giraba brevemente para acariciarse el puente de la nariz.La tensión en la habitación era palpable mientras Tsunade reflexionaba sobre cómo abordar la situación. Había planeado varias estrategias formales para obtener la respuesta que necesitaba, pero todas ellas terminaban en confrontaciones poco elegantes. Decidió descartar esos planes y confiar en su instinto en el momento.Suspirando resignada, Tsunade cruzó los brazos, buscando un poco de comodidad en medio de la incomodidad de la situación. Aunque estaban solos, sabía que su informalidad no era del agrado de los dos ancianos.— No estoy siempre en desacuerdo con ustedes. — Comenzó Tsunade, tratando de establecer un terreno común. — Podría fácilmente pasar por alto sus consejos y tomar decisiones por el bien de la aldea según mi criterio. Pero he seguido todas sus indicaciones. He aprobado leyes, he implementado nuevas medidas, incluso he estado de acuerdo con ustedes en ciertos asuntos relacionados con Naruto. Y saben que no siempre actúo de esa manera.Por primera vez desde que comenzó la conversación, los ancianos parecieron interesados en lo que Tsunade tenía que decir. La observaron con atención, como si estuvieran evaluando sus palabras. Tsunade percibió esto como un punto de apoyo. Tal vez estaban ocultando el secreto para ponerla a prueba, pero ella no iba a ser manipulada por nadie.No cedería ante un secreto tan insignificante.— ¿Qué esperan lograr con este silencio? — Preguntó Tsunade, suavizando su tono. — No tengo intenciones de divulgarlo a nadie más. Solo quiero entender por qué guardan este secreto, para poder encontrar más soluciones.Los ancianos intercambiaron miradas ante la pregunta de Tsunade. ¿Estaban comenzando a ver las cosas desde su perspectiva? Eso era lo que ella esperaba. Ya no quería seguir intentando extraer información de ellos. En lo más profundo de su ser, Tsunade llegó a considerar que su actitud actual era una forma de venganza.¿Cuántas veces había pedido Tsunade tiempo para resolver problemas, solo para que estos dos ancianos corrieran a informar a Danzo sobre sus asuntos? Era algo inaudito para ella. Su lado adulto no estaba dispuesto a aceptar esa realidad, pero entendía que era parte de este interrogatorio.— Tsunade... — Comenzó la anciana, con la mirada baja mientras organizaba sus pensamientos. —La rubia dejó de lado sus propios pensamientos y se centró en la anciana. Era la primera vez en mucho tiempo que Tsunade veía esos ojos, y eso despertó su curiosidad.— Si este incidente hubiera ocurrido en otro lugar y nosotros hubiéramos sido los que brindamos ayuda, no estaríamos en esta situación. — Declaró la anciana con un lamento audible. — Pero los habitantes de esa aldea saben que estamos al tanto de su existencia, y ellos a su vez están al tanto de la nuestra. Incluso si solicitan ayuda a otras aldeas, siempre tendrán sus ojos puestos en nosotros.— ¿Y de qué aldea se trata? — Inquirió Tsunade, interesada. —— Es una aldea no registrada, oculta en los bosques del País del Fuego. — Finalmente habló Homura. Mantenía los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo. — Prefieren permanecer en el anonimato debido a que poseen habilidades de sellado muy similares a las del clan Uzumaki.La revelación dejó a Tsunade estupefacta, una gota de sudor descendió por su frente mientras procesaba la información. El clan Uzumaki había sido prácticamente exterminado, con solo unos pocos supervivientes dispersos. Sin embargo, aquellos que quedaban poseían habilidades únicas, como lo demostraba Naruto con su extraordinario chakra, incluso sin contar con el Nueve Colas.¿Era posible que existieran personas capaces de igualar las legendarias habilidades de sellado del clan Uzumaki?— No son perseguidos con tanto fervor porque fueron relegados y olvidados por la aldea. — Continuó la anciana con tono sombrío. — Hiruzen... no tomó medidas en su contra. Muchos de otras aldeas se unieron a ellos y fundaron la suya propia, escondida en un cráter en lo más profundo del bosque.— Pero Hiruzen siempre estuvo al tanto de ellos. — Agregó Homura. — Siempre vigilaba de cerca, y honestamente, creo que temía a uno en particular.— ¿Sarutobi-sensei? — Tsunade apenas pudo articular su sorpresa. — ¿Qué tan peligrosa debe ser esa persona para que el Tercero le tema?— No tenemos información precisa al respecto. Solo sabemos cuándo se emitió la orden de no perseguirlos, y por qué se les considera peligrosos. — Koharu apretó los puños sobre su regazo, arrugando ligeramente su vestido. — La carta que recibimos... mencionaba la desaparición de muchos de sus mejores hombres, y sospechaban de nosotros. Nos instaban a ayudarles a descubrir la razón de esto, si estábamos seguros de no ser responsables.— ¿Y cuál fue nuestra respuesta? — Indagó Tsunade, intrigada. —— No respondimos. — Reveló el anciano. — Quemamos la carta en cuanto recordamos que eran expertos en técnicas espacio-temporales.Con la mención de esa habilidad, los ojos de Tsunade se abrieron desmesuradamente, revelando su sorpresa ante la revelación.— ¿Acabas de insinuar... — Apuntó con su dedo tembloroso hacia el anciano del consejo. — Que se especializan en técnicas de espacio-tiempo? ¿Es eso lo que estás diciendo?— ¿Hm? — Él la miró con calma. — Por supuesto. Pensé que había quedado claro cuando mencionamos su similitud con los Uzumaki.— No me refería a eso. — Tsunade levantó la mano en señal de alto, mientras su mente trabajaba a toda velocidad. — Si ellos son tan hábiles... y ustedes quemaron la carta... ¿Podrían ser ellos los responsables de lo ocurrido en Konoha? ¿Podrían haber invocado a esa gente?El silencio de los ancianos fue la respuesta que necesitaba Tsunade. No hubo necesidad de violencia o amenazas. La verdad estaba ante ella, desnuda y cruda.Petrificada y confundida, Tsunade se dejó caer sobre la enorme mesa de reuniones. Nadie la reprendió por hacerlo.Con una mezcla de ansiedad y asombro, la rubia clavó su mirada en los ancianos que yacían en el sillón, esperando sus próximos movimientos.— ¿Ustedes creen que enviaron a esas personas muertas como advertencia? — Preguntó Tsunade, buscando confirmación. —— Es bastante probable. — Koharu asintió con solemnidad. — Hace cinco días que ignoramos sus pedidos insistentes, y luego ocurre esto. Es claro que es una amenaza.— ...— Y si solicitas ayuda a la aldea de la Arena... — Agregó Homura. — Posiblemente se enteren de nuestras sospechas hacia ellos. Pensarán que buscamos ayuda para enfrentarnos a ellos, y eso podría desencadenar una guerra innecesaria.Ahora todo estaba claro para Tsunade.Ellos habían usado el pretexto del prestigio y el orgullo para ocultar la verdad. A pesar de sus diferencias, esos ancianos compartían el deseo de evitar la guerra y proteger a Konoha de la desgracia.Sin embargo, se encontraban en un dilema junto con la Hokage.¿Cuál sería la mejor opción para Konoha?Solo quedaba esperar a Jiraiya, sí. Sin embargo, incluso si no lograban obtener información, Tsunade seguiría adelante y solicitaría ayuda a la aldea de la Arena. Necesitaban expandir la búsqueda de información, pero ahora parecía que ya no era necesario, considerando lo que los ancianos habían revelado.Ayudar a la misteriosa aldea podría llevarlos al fondo de este enigma. Sin embargo, Tsunade no estaba dispuesta a someterse ante una aldea que actuaba solo porque Konoha no cumplió sus demandas.Esta situación le encendió una alarma roja. ¿Por qué habían contactado exclusivamente a Konoha? Algo debió de haber prometido el Tercero. Pero la respuesta no tardó en llegar.Si las aldeas aliadas o las grandes naciones descubrían que el Tercero había permitido escapar y crear una aldea, llena de personas peligrosas, seguramente habría problemas. Habían perdonado a Orochimaru debido a su poder, pero ¿Qué se esperaría de una aldea oculta, desconocida para todos?— Tenemos que tomar una decisión. — Habló la anciana. La tensión previa se había disipado. —— Tsunade, esta será la única vez que te suplique por tu atención. Pero por favor, no busques ayuda en la aldea de la Arena. — Suplicó la anciana, con un tono que denotaba preocupación genuina. —— Necesito su ayuda de todas formas. — Respondió la rubia, sin ánimos de confrontación. — Naruto es la persona que resguarda al Nueve Colas. Todo lo relacionado con su protección... Gaara será el primero en saberlo. Él está dispuesto a proteger a Naruto.— Imposible... eso nos llevará al borde del abismo. — Intervino Homura, mientras Koharu dejaba escapar un suspiro resignado. — ¿Qué haremos si cumplen su amenaza?— ¿Y qué haremos si no buscamos ayuda en la Arena? — Contraatacó Tsunade, cambiando el rumbo de la conversación. Se cruzó de brazos, mostrando su determinación. — Estaría de acuerdo con ustedes si tuviéramos otra opción. Pero si no avisamos, ¿qué alternativa tenemos? Nos atacarán de todos modos.— Eso...— Tienes razón...— ¿Realmente no hemos considerado todas las posibilidades? — Comentó Tsunade con desánimo. —Chistó para sí misma. ¿Tanto temor les inspiraba esa persona? ¿Hasta el punto de nublar su juicio? No siempre era Tsunade la más sensata. En ocasiones, los ancianos tenían razón, pero ella seguía siendo terca. Sin embargo, esta vez...No eran más que dos ancianos atrapados en la incertidumbre, ansiosos por ejercer un control que ya no les correspondía.— La mejor solución para esto... — Una idea comenzó a tomar forma en la mente de Tsunade. Capturó la atención de los asesores, hablando en voz baja mientras elaboraba su plan. — Es crear una carnada, una que pueda defenderse. No voy a dejar pasar esta oportunidad de hablar con Gaara.— ¿Una carnada? — Preguntó uno de los ancianos, intrigado. —— Exactamente. — Confirmó Tsunade con un gesto de cabeza. — Enviaremos un equipo fuerte para responder a los pedidos de ayuda, mientras otro equipo informará a Gaara sobre la situación. Además, debemos considerar lo sucedido con Asuma. Necesitamos apoyo, porque según los informes del escuadrón, los miembros de Akatsuki no tardarán en ir tras Naruto.— ¡Es un verdadero enredo! — Exclamó la anciana, lamentándose. —Con un entrecejo fruncido, Homura reflexionó por un momento antes de dirigirse a Tsunade con curiosidad.— ¿Qué tienes en mente? Al considerarlo más detenidamente, tu idea no parece mala en absoluto. — Comentó. — Proteger al Nueve Colas es esencial, pero tampoco podemos dejar a la aldea desprotegida. ¿Cómo planeas abordar el pedido de ayuda y la misión de la aldea al mismo tiempo?La Hokage se levantó de su asiento improvisado, lista para poner en marcha su plan.— Si lo planteamos de esa manera, entonces el voto decisivo sería el mío. — Anunció Tsunade con autoridad, lo que provocó que los ancianos se hundieran un poco más en sus asientos. — Desconocemos si Akatsuki enviará a otro par de miembros por Naruto. Por lo tanto, debemos alejarlo de Konoha por el momento.— ¿No estarás pensando...?Con los dos ancianos estupefactos en el sillón, Tsunade se dirigió hacia la puerta del salón. Al abrirla, se encontró con Shizune esperándola afuera.La joven había entregado todos los documentos a los departamentos correspondientes y estaba lista para acompañar a su maestra.Aprovechando la oportunidad mientras los ancianos estaban atónitos, Tsunade confirmó sus sospechas con sus palabras.— Enviaré a Naruto a la aldea que nos pide ayuda. — Declaró, dándoles la espalda. — Ya he decidido qué equipo irá a la aldea de la Arena. Con Naruto lejos de la aldea y distrayendo a los posibles atacantes, el otro equipo no solo podrá cumplir su misión, sino también informar a Gaara personalmente sobre lo sucedido.— ¿A qué te refieres con "distraerse"? — Preguntó Homura. —— ¿Qué estás tramando, Tsunade? Íbamos tan bien... — Agregó el otro anciano, visiblemente preocupado. —Tsunade fulminó el aire con la mirada. Había estado reflexionando sobre esto desde el funeral, pero sabía que no podía proteger a esos jóvenes para siempre. Eran ninjas, y debían enfrentar los desafíos que les deparaba el mundo real.Pero... si existiera la posibilidad de enviarlos en una misión... tal vez, solo tal vez, podrían encontrar lo que están buscando.Sin embargo, no estaba completamente segura de ello. La muerte de Asuma aún era demasiado reciente. Sus alumnos todavía estaban lidiando con la pérdida.— ¿Tsunade-sama?Con el llamado de Shizune, Tsunade volvió a la realidad y continuó caminando, dejando atrás a los dos ancianos en la sala de reuniones.— Reúne al equipo Ino-Shika-Chou en mi oficina. — Ordenó. — Después, ve a buscar urgentemente al equipo Kakashi.— ¡¿Eh?! — Exclamó Shizune, casi perdiendo el equilibrio. — ¿Va a enviar a Naruto-kun a la aldea de la Arena?— No seas ingenua. — Tsunade le respondió con calma. — Naruto es el objetivo de Akatsuki. Si lo enviamos a la Arena, es muy probable que se encuentre con ellos.— Entonces... — Shizune igualó el paso, caminando al lado de Tsunade. — Si el equipo Kakashi no va a la aldea de la Arena... ¿El equipo Ino-Shika-Chou irá solo?— No. Con Yamato será suficiente. — Tsunade continuó dando órdenes mientras avanzaban por el pasillo. — Akatsuki les advirtió que volverían. Gracias a Jiraiya y al secuestro de Gaara, sabemos que tardan de tres días a una semana en extraer al Biju completo. Así que no es probable que se crucen con Akatsuki en el camino hacia la Arena. Pero tenemos que ser cuidadosos, en el caso que estén un paso más adelante que nosotros.— Entiendo... — Murmuró Shizune. —El intercambio de palabras cesó mientras Tsunade continuaba caminando con determinación. Había tomado sus decisiones y esta vez aseguraría que nadie más muriera.Sería más cautelosa.— ¡¿Por qué eres tan cautelosa?! — El exclamo de Boruto resonó en el aire, captando la atención de todos los presentes. —Hacía ya tres horas desde que habían pisado el primer terreno de la Arena, y el calor implacable ya estaba comenzando a agotarlos. A pesar de haber corrido como auténticos ninjas durante gran parte del camino, se vieron obligados a caminar por orden de Mirai. La razón era evidente para todos: llamarían demasiado la atención si se movían con demasiada velocidad, revelando su identidad como shinobi y atrayendo problemas innecesarios.Por esta misma razón, Mirai también había ordenado que se quitaran las diademas, agradeciendo cualquier alivio que pudieran obtener del calor abrasador del terreno.Sin embargo, Boruto no estaba satisfecho.Hacía ya dos horas que se quejaba del ritmo lento de su marcha; hacía una hora que mencionaba lo incómodo que resultaba llevar las capas adicionales bajo el sol abrasador; y hacía veinte minutos que, a pesar de las advertencias de Sarada para que se detuviera, seguía expresando su descontento de manera casi compulsiva. Su cansancio era palpable, como el de todos los presentes, y dado que no tenía más opción que obedecer las órdenes, su única salida era expresar sus quejas con evidente tristeza y agotamiento.Mientras tanto, Mirai seguía protegiendo la retaguardia del grupo, ocultando una risa nerviosa ante la situación.— Honestamente, Boruto-kun tiene toda la razón. Esta vestimenta me está agotando... — Se quejó ella con una sonrisa forzada. — Con el uniforme, el chaleco y la capa... siento que me estoy cocinando viva.Las capas de los niños eran de un tono casi oscuro, diseñadas para permitir que sus cuerpos respiraran bajo el calor abrasador. Sin embargo, Mirai llevaba una con mangas... bastante largas. Una prenda que cualquier ninja sensible al frío desearía tener en su poder.— Doushu-kun se siente mejor ahora que no tengo que cargar con él en mi espalda. — Pensó. — Pero yo estoy realmente exhausta...Sus pensamientos se centraban en lo mismo. Mirai sentía que estaba al borde del desmayo, y anhelaba caer en un sueño profundo que durara siete días seguidos.Sin embargo, no se permitía distraerse por mucho tiempo, consciente de la posibilidad de una emboscada en cualquier momento. Levantó la barbilla, forzándose a mirar directamente al sol.Quizás, pensó, si permitía que la luz del sol penetrara en sus ojos, podría mantenerse despierta un poco más.Pero hubo alguien que notó su malestar. Era imposible pasar por alto su aparente fatiga. Mirai caminaba con dificultad, llevando consigo las pertenencias de Doushu bajo su túnica para que él pudiera caminar sin peso adicional.Shikadai frunció el ceño desde su lugar, rodeado por los demás equipos, en particular, los de Metal y Doushu.— Oi.El llamado de Shikadai atrajo la atención de Mirai, quien rápidamente intentó ocultar su malestar. Lo miró desde su posición, sintiendo el sudor resbalar por su sien.— ¿Qué llevas en el bolsillo? — Preguntó él. —— ¿Eso? Es solo una brújula... — Respondió Mirai vagamente, dejando a todos sorprendidos, excepto a Shikadai. —Se sorprendió al principio, pero frunció ligeramente el ceño cuando vio la reacción de los demás. Desde hacía un tiempo, había sospechado de ello. Mirai era bastante fácil de descifrar para él.Aunque todos la miraban con estupefacción, Mirai parecía no captar la gravedad de lo que acababa de pasar. No fue hasta que Tsubaki repitió la respuesta que había dado, que la expresión de la Sarutobi cambió drásticamente. El rubor y el sudor desaparecieron de su rostro, dejándola pálida como el papel.— ¡Ay! ¡No! ¡Eso no es lo que quería decir! ¡Quise decir...! Esto... Esto...— Brújula. — Dijo Iwabee de manera mecánica. —— Dijiste "brújula". — Agregó Boruto, con voz igualmente fría. —Detuvieron sus pasos, sorprendidos. Mirai estudiaba las expresiones de los demás, buscando desesperadamente una excusa. Pero cuando sus ojos se posaron en Doushu a su lado, se sintió abrumada por la vergüenza.Él la miraba con la boca entreabierta, una expresión de confusión en su rostro.Ya se lo había advertido antes, pero ahora era una realidad vergonzosa. Era terriblemente mala mintiendo.— Eres muy descarada, Sarutobi... — Se regañó en silencio, manteniendo la compostura frente a los niños. — Descarada, descarada, descarada, descarada...— Descarada. — Repitió el insulto el Nara, con una mirada que parecía atravesarla. — Eres muy descarada.Mirai sintió que se partía en dos. Le resultaba imposible soportar esa mirada.Finalmente, se vio obligada a contarles a los niños toda la verdad. De lo contrario, se convertiría en objeto de burlas y no podría seguir siendo la líder que se suponía que era.Todo el esfuerzo de Mitsuki por animarla se desvaneció con la brisa del desierto.O tal vez... fueron absorbidos por la mirada maquiavélica del Nara con capa.— ¡Mira quién lo Dice!El grito interior de Mirai resonó en los senderos del miedo. Tal vez sus ancestros lo escucharon...