Amanecer rió al ver cuán incómodos se sentían Cenit y el bebé Zade el uno con el otro. El bebé se retorcía su pequeño cuerpo en los brazos de Cenit, sintiéndose incómodo y miraba a Amanecer, como si le pidiera que lo llevara con ella, mientras que el alfa parecía estar bajo presión.
—Nunca he sostenido a un niño, mucho menos a un bebé —dijo Cenit en su defensa y Amanecer tomó a Zade de sus brazos cuando el pequeñín comenzó a llorar.
—Llegarás a hacerlo —la alentó Amanecer y le dio un beso en la mejilla. Cenit, de hecho, intentó sostener a Zade.
—Sí —Cenit miró a su hijo impotente, el pequeño dejó de llorar en el momento en que Amanecer lo tomó en sus brazos.
Y fue entonces cuando Yara entró a la habitación y les dijo que el alfa de la manada Luz de Luna había venido a ver a Amanecer.
—Iré a verlo —dijo Amanecer y Cenit parecía esperar eso.
—¿Quieres que vaya contigo?