Chereads / Las Mentiras De Kathe / Chapter 30 - Capítulo 29

Chapter 30 - Capítulo 29

La casa de Rafael se encontraba a las afueras del pueblo vecino, definitivamente lucía como la casa de un estudiante, era pequeña y no había muchos muebles, o al menos eso se podía apreciar desde afuera.

—Aun no puedo creer que Darío me envió de niñera —protestó Kaori a mis espaldas.

—Cállate, alguien nos podría escuchar —dije enojada en un susurro.

—¿Quien nos va a escuchar?, se nota que por aquí no hay ni un alma, la casa esta más sola que madre soltera con baja autoestima —se quejó Kaori en voz alta.

—Eres un imbécil —lo insultó Marceline rodando los ojos.

—Si, eres un imbécil insoportable, ya entiendo por que tu novia te dejó —habló Darío a través de mi teléfono.

Logré convencer a Darío de dejarnos venir, pero no todo son buenas noticias, obligó a Kaori a que viniera con nosotras, y no conforme con eso exigió que lo mantuviéramos al tanto en una llamada todo el tiempo que estuviéramos en la casa de Rafael. Ésta mañana Darío salió del hospital y los padres de Darío y Marceline regresaron a trabajar, lo que quería decir que Marceline era libre de nuevo, ahora mismo Darío se encontraba en casa con Pedro su guardaespaldas y Paula la agradable señora que se había encargado de alimentar a Marceline mientras sus padres no estaban.

—Estas tocando puntos sensibles, Caruso —susurró Kaori con los dientes apretados, ahí había algo que de verdad le dolía.

—Ya dejen de pelear, necesitamos entrar en esa maldita casa y averiguar si Rafael es el asesino de Kathe —les hice callar exasperada.

Kaori se me adelantó, y situándose frente a la puerta de la casa sacó unas pequeñas herramientas de su bolsillo trasero, se puso la linterna en la boca y comenzó a introducir las ganzúas en la cerradura como un experto, quien diría que luciendo tan elegante y civilizado sabría abrir puertas con ganzúas.

Segundos después el sonido de la puerta abriéndose nos puso a todos en guardia, no sabíamos que era lo que encontraríamos adentro. Para nuestra sorpresa el lugar estaba más limpio de lo que una casa de un estudiante universitario debería estar. El piso no tenía ni una pizca de polvo, la cocina se encontraba limpia y no parecía que nadie hubiese comido ahí en mucho tiempo, la sala tenía el único sillón en su lugar junto con sus cojines bien acomodados y las puertas de los pocos cuartos estaban cerradas.

—¿Soy la única a la que le parece raro que todo esté tan bien ordenado? —pregunté en voz baja.

—¿Todo está limpio? —preguntó Darío al otro lado del teléfono.

—Si, no parece para nada que un estudiante viva aquí —le aseguró Marceline caminando hacia una puerta junto a la sala.

—Kaori, ¿a que huele? —Darío preguntó dejándome confundida. ¿Para que quería saber a que huele el lugar?, no es como que se pueda oler la sangre después de tantos días, ¿oh si?

—Tranquilo, no huele a lejía ni a nada que pueda darnos pistas de que limpiaron el lugar para que ningún forense encuentre evidencia biológica —exclamó Kaori haciendo que se me pusiera la piel de gallina.

Muchos asesinos suelen usar productos químicos que dejan olores fuertes para limpiar las escenas del crimen, ya que Kathe no parece haber sido asesinada en la hacienda de Erick, la escena del crimen puede estar en cualquier lugar, y me imagino que el asesino debió limpiar muy bien el lugar para no levantar sospechas.

Sin avisarnos, Marceline abrió la puerta a la que se había acercado, fue el movimiento más lento de la historia, y solo creó mas suspenso en un lugar que ya de por si era macabro.

—Es una habitación, también esta ordenada y limpia —mencionó mi amiga casi enojada por su descubrimiento.

Kaori y yo nos acercamos hasta donde estaba Marceline, y como ella dijo, aquella habitación no tenía ni una mota de polvo o desperfecto alguno, parecía que acababan de hacerle una limpieza profunda al lugar.

Adelantándose a nosotras, Kaori entró en la habitación y caminó hasta el closet en la pared, cubriendo su mano con la manga de su suéter abrió una puerta, y eso solo nos generó más confusión.

El closet estaba vacío, no había ni un gancho para colgar la ropa, era como si estuviéramos viendo una casa en renta.

—¿Estas segura de que te dieron la dirección correcta? —preguntó Kaori rascándose la cabeza mientras abría otros cajones y puertas en el closet.

—Si, ¿por qué me darían una dirección equivocada?, parecía que ellos también estaban preocupados por Rafael cuando les dije que no había podido hablar con él en un tiempo.

—¿Y si Rafael limpió todo el lugar y se largó?, la verdad no me sorprendería que entrara en pánico después de dispararle a un policía —Marceline parecía estar pensando en todas las posibilidades, estaba muy concentrada y miraba hacia todas partes buscando algo que le diera una pista.

—¿Le da miedo dispararle a un policía, pero no le da miedo asesinar a una chica y después intentar ligar con su amiga?, eso no tiene sentido para mi —dije haciéndome un nudo la cabeza.

—Tal vez vio que tenía una cuerda en el cuello y decidió irse antes de que lo atraparan —Kaori trató de darle sentido a lo que veía cerrando todas la puertas y cajones que había abierto en el closet.

—Ahora solo podemos sacar conclusiones, será mejor que salgan de ahí, estoy seguro de que no encontrarán nada —ordenó Darío desde mi teléfono.

Al final le hicimos caso, salimos de ahí de la misma manera en la que entramos, con un par de ganzúas haciendo el trabajo sucio para no ser atrapados.

Cuando llegamos a la casa de Darío y Marceline, Paula ya nos tenía la cena lista, la noble señora pensaba que habíamos ido a pedirle permiso a mis padres para quedarme a dormir con Marceline, lo que por supuesto era mentira, había salido de casa con el permiso de mis padres para quedarme con Marceline, por supuesto que había tenido una platica de mas de una hora con ellos para que me dejaran, que le dispararan a Darío no los hacia sentirse seguros sobre mi relación con los Caruso.

La mesa estaba tan silenciosa como un cementerio, nadie dijo nada, Pedro el guardaespaldas de Darío parecía estar en su ambiente ideal, Kaori lucía desesperado por decir algo, Marceline nos analizaba a todos en la mesa y Darío daba la impresión de estar vigilando a Kaori para que no dijese nada, yo traté de centrarme en la comida para no sentirme incomoda con el ambiente que se había creado.

—Deberíamos hackear a la policía para ver si Rafael tiene antecedentes —explotó Kaori, aquellas repentinas palabras le ganaron una mirada asesina de parte de Darío.

El imbécil amigo de mi novio había olvidado que Pedro estaba en la misma mesa, además de que Paula se había ido a la cocina y podría regresar en cualquier momento para acompañarnos a cenar.

Todos excepto Kaori miramos con los ojos muy abiertos a Pedro esperando alguna reacción, la reacción de su parte nunca llegó, el seguía como pez en el agua comiendo de lo mas pacíficamente.

—No se preocupen por Pedrito, él no dirá ni una palabra, ¿verdad Pedrito? —dijo Kaori siendo un completo idiota de nuevo—. No me sorprendería descubrir que es mudo.

Para la mala suerte de Kaori el guardaespaldas de Darío dejó de comer, nos miró a todos y sin previó aviso abrió la boca.

Estaba segura de que iba a decir algo.

—Claro que no lo hará —volvió a hablar Kaori impidiendo que Pedrito brillara como la estrella deslumbrante que estaba segura que era.

—No hackearemos la base de datos de la policía, es ilegal —se negó Marceline interrumpiendo en medio de la cena mas extraña en la historia de mi vida.

—¿Desde cuando los adolescentes son tan aburridos? —exclamó Kaori mirando a Marceline con una ceja elevada haciendo evidente su desaprobación—. Cuando nosotros teníamos su edad entrabamos en la base de datos de la NASA solo para ver si existían los OVNIS, nos vestíamos con botargas de Plaza Sésamo para crear disturbios, que nos arrestaran y luego organizar apuestas dentro de las celdas sobre que botarga ganaría una pelea cuerpo a cuerpo.

Marceline y yo nos miramos la una a la otra, ¿de verdad habían hecho todas esas ridiculeces?

—Vamos Darío, cuentales sobre la vez que te ligaste a una policía mientras yo entraba a sacar a Lucius de la cárcel gracias a que el imbécil del policía se había dormido en su hora de guardia —Kaori miró a mi novio con una sonrisa estúpida en el rostro, sabía perfectamente lo que acababa de hacer.

—No vamos a hackear la base de datos de la policía, Kaori —dije evadiendo por completo la trampa de Kaori, lo que no es en tu año no es en tu daño, sabias palabras de mi madre.

—Si el señor Ishiyama lo hace no tendrían que preocuparse por ser atrapados —se escuchó decir al otro lado de la mesa, Pedro estaba hablando.

Nuestras miradas volaron hasta el guardaespaldas que se encontraba aun comiendo, la paz que irradiaba era lo que toda persona debería tener en sus vidas, y después de escucharlo hablar nos dábamos cuenta de que su voz era tan suave y baja como una canción de cuna, era muy diferente a lo que te imaginarias si solo te basaras en su apariencia.

—Eh escuchado hablar de él y podría apostarles que es el mejor de todo el continente —siguió hablando el guardaespaldas de Darío haciendo crecer el ego de Kaori.

—Vaya, no creí que mi reputación llegara tan lejos, ¿debería usar lentes de sol cuando salga a la calle?

—Deberías usar chaleco antibalas, el lugar en donde escuché tu nombre y vi tu foto no es para nada seguro —alegó Pedro aun comiendo tranquilamente.

Darío se rio por lo bajo y yo solo pude tragar saliva, ¿de verdad era tan peligroso Kaori?, tal vez si parecía el cabecilla de alguna organización ilegal asiática por los tatuajes y la perforación, pero no creo que Darío se arriesgaría a traer a un delincuente a su casa donde dormía su hermana menor.

—Dejé ese mundo hace mucho tiempo, debieron informartelo en el lugar en el que escuchaste de mi —Kaori sonaba enojado, arrastró las palabras y fue cortante, ahora ya no parecía divertido con la situación.

—Casi apostaría a que dejaste todo por esa chica no hace mucho tiempo —dijo Darío.

—¿Entonces puedo hackear la base de datos de la policía o no? —Kaori cambió de tema bruscamente.

Si era tan bueno como decían no tenía por que tener miedo de que lo atraparan.

—Si no te atrapan, por mi esta bien —dije restándole importancia al asunto con un movimiento de hombros, porqué era verdad, si no le atrapaban por mi estaba mas que bien.

—¿No puedes pedirle a alguno de tus amigos policía que investiguen a Rafael? —le preguntó Marceline a Darío.

—No, me harán un montón de preguntas sobre las razones por las que quiero los antecedentes de un universitario, no habrá manera de mentirles como para no parecer sospechoso, y si le sumamos que probablemente Rafael tiene conexiones con gente importante, eso marcaría una diana mas grande en mi espalda si le pregunto a la persona equivocada, y es difícil saber quien es la persona equivocada.

—Esta bien, hackea lo que quieras —dijo Marceline rindiéndose como yo lo hice.

—¿Y que dice mi amigo?, ¿puedo hackear a tus compañeritos? —preguntó Kaori a Darío con voz cantarina.

—Hackeate la cola si quieres, solo no me metas en problemas a mi o a ellas —hasta ahora la respuesta mas agresiva que había obtenido de Darío hacia alguien que no fuese el asesino de Kathe. Brutal.

—Muy bien, entonces me iré a trabajar —dijo satisfecho Kaori llevando su plato al lavatrastes y yéndose a la habitación de Darío.

—¿Tan rápido terminó de comer tu amigo? —le preguntó Paula a Darío con tristeza en su rostro y un plato de comida en sus manos cuando regresó de la cocina.

—Si, esta un poco deprimido porque lo dejó la novia, no te preocupes Paula.

—¡No me dejó, estamos tomándonos un tiempo! —gritó Kaori desde la otra habitación, el hombre tenía un oído agudo o las paredes eran muy delgadas.

***

La mañana del viernes Marceline y yo fuimos a la escuela, la clase de historia a primera hora solo abrió mi apetito, y a la hora del almuerzo Erick y Sofía solo hicieron que no pudiera comerme mi sándwich como Dios manda.

—Escuchamos lo que le sucedió a tu hermano —graznó Sofía dirigiéndose a mi amiga—, solo queríamos hacerte saber que cuentas con nosotros para cualquier cosa.

Era la cosa más falsa que había oído en años, y eso que mi difunta amiga me había mentido una incontable cantidad de veces, y no es que la odie por eso, simplemente había vivido con mentiras por un tiempo y lo que Sofía profesaba no podría tragármelo en un millón de años.

No pude disimular la risa, por lo que tuve que optar por ocultarla con una mueca de pena que parecía mas como si intentara no llorar, esperaba que nadie me estuviera prestando atención.

—Por supuesto, puedes contar con nosotros para lo que sea —habló Erick.

Por sus miradas, definitivamente me habían visto hacer la mueca más extraña de la vida.

—Si es así, necesito que nos ayuden con algo.

Marceline me tomó completamente por sorpresa, no sabía a lo que se refería con que necesitaba de su ayuda.

—Claro, si esta en nuestras manos te ayudaremos —ahora Erick estaba metiéndose en algo que ni siquiera yo sabía que era.

—Necesito que le preguntes a Fernando de donde conoce a Rafael Santana, él estuvo en tu fiesta la noche en que asesinaron a Kathe, es necesario que grabes la conversación —el plan de Marceline era un gran plan, descabellado, pero un gran plan, justo como me gustaban.

Erick se sentó enfrente de nosotras rápidamente, casi como si estuviera a punto de amenazarnos, y Sofía lo siguió sin saber lo que pasaba.

—Esta bien, pero quiero que sepan que solo lo haré porque siento que se lo debo a Kathe, ella siempre fue buena conmigo y yo solo fui un imbécil, no se merecía que la tratara como la traté —la confesión de Erick me hizo entender muchas cosas, pero sobre todo, me di cuenta de que probablemente Kathe murió por no querer dejar de lado lo que fuese que tenía con Erick.

—Bien, ¿será posible que hables con tu hermano hoy por la tarde?

Erick asintió, no ponía resistencia a la petición de Marceline, definitivamente quería ayudar, o al menos eso era lo que aparentaba.

Los murmullos de las mesas a nuestro alrededor se intensificaron llamando mi atención y la de mis acompañantes, algo sucedía y yo aun no sabía que era.

—No puedo creer que un profesor sea tan descarado como para coquetear con una estudiante cuando todos los miran —escuché decir a alguien en una de las otras mesas.

Instintivamente comencé a buscar la fuente de las criticas, y la encontré.

El profesor Estrada hablaba con Amanda, una chica un año menor que nosotros, los dos parecían muy cómodos hablando y riendo como si fuesen dos amigos que estaban coqueteando entre si, si los hubiese visto en un lugar diferente a la escuela y no los conociera diría que es evidente que se atraían el uno al otro, pero estábamos en la escuela, y aquí los chismes son el postre mas delicioso de la sociedad en la que los adolescente conviven.

El profesor y Amanda estaban sentados en una mesa que se encontraba mas alejada de las otras, los dos estaban comiendo y no notaban los murmullos de todos a su alrededor, tal vez de verdad no se habían dado cuenta, o estaban ignorándolos por completo.

—No me sorprendería para nada que esos dos tengan algo —Sofía interrumpió mis pensamientos—, Amanda es bonita, y dicen que al profesor Estrada lo cambiaron de escuela porque salía con una estudiante.

El profesor era guapo y joven, era lógico que cualquier jovencita con las hormonas alborotadas pusiera sus ojos en él, aun así no era de lo más ético ligar con una de tus alumnas a la hora del receso.

—No me interesan los chismes, la gente pueden hacer de su culo un papalote y echarlo a volar —Marceline y su poco interés en la vida social que otros llamaban chisme me hizo centrarme de nuevo en lo que de verdad interesaba, averiguar quien es Rafael Santana y si él asesinó a mi amiga.

***

Estaba a punto de oscurecer, el viento comenzaba a hacerse mas frío al borde de la carretera y los nervios sobre lo que estábamos a punto de hacer no ayudaban a mantener mis piernas firmes.

"Ya estoy adentro, Fernando está aquí, pueden entrar"

El mensaje que esperábamos de Erick dio luz verde para que Marceline y yo entráramos en la hacienda, era el momento de saber quien era Rafael Santana a ojos de Fernando.

—Tengan cuidado, si las cosas se ponen feas salgan de ahí —dijo Román aun en el auto con una computadora en sus piernas.

—Si, no quiero que Darío me deje sin descendencia si algo les sucede a cualquiera de las dos —Kaori llevaba unos audifonos y parecía de los mas relajado sentado en el asiento del copiloto. Román y Kaori hablaban el mismo lenguaje, en cuanto se conocieron comenzar a llevarse muy bien, podría incluso decir que mejor que Darío y Kaori, pero quien soy yo para juzgar las relaciones entre amigos.

—No se preocupen, no sucederá nada, además estamos bien vigiladas —Marceline golpeó suavemente el micrófono que se escondía debajo de su suéter.

Erick había dejado el portón abierto, por lo que no había sido problema ingresar en la propiedad, había un camino de faros que ayudaban a seguir el camino hasta la casa principal, así que no veíamos el problema en ir caminando para que Fernando nos viese llegar.

La ultima vez que había estado caminando hacia la hacienda el recorrido hasta la casa principal había parecido muy corto, y ahora era como si no tuviera fin, tal vez era porque ir por el camino principal como si fuese un día de campo me ponía de los nervios, estábamos al descubierto y en cualquier momento alguien podría aparecer y hacer preguntas. Aunque eso no era lo peor que podía suceder, que Rafael apareciera era lo peor que podía pasar, no sabíamos que tan peligroso era en este momento, era seguro que se sentía amenazado y podría atacarnos, ahora que probablemente sabía que lo habíamos descubierto le sería mas factible asesinarnos a las dos.

Al llegar a la casa todas las luces estaban apagadas adentro, menos unas cuantas que se encontraban en la entrada principal, el recibidor y dos habitaciones justo por encima del recibidor.

Internamente rogaba por que Fernando no estuviera tan loco como lo parecía la ultima vez que lo vimos.

Se suponía que Erick bajaría a "recibirnos", nosotras insistiríamos en hablar con Fernando, Erick nos pediría que nos fuéramos y él terminaría quedándose con su hermano para hacerle todo tipo de pregunta, nosotras solo seríamos un detonante dentro del plan. Tenía los dedos cruzados por que funcionase tan bien como se había planeado todo aquel teatro.

La puerta estaba abierta, justo como Erick había prometido que la dejaría para nosotras.

Las escaleras de madera crujieron llamando nuestra atención. Ese debía ser Fernando. Pero no lo era, nuestro plan nunca contemplo a la persona que bajaba las escaleras.