—Será mejor que hoy no salgan de casa —fue lo primero que Darío dijo cuando entramos en el auto, el estacionamiento de la escuela estaba vacío ya que todo mundo estaba en clases, Pedrito estaba al volante y Darío miraba a todas partes con la paranoia a tope.
—Primero que nada, buenos días —dije sonriéndole para que supiera que no estaba afectada para nada con lo que le había ocurrido a Rafael.
—¿Qué fue lo que le pasó exactamente a Rafael? —preguntó mi amiga en cuanto entró al auto después de mi. No cabía duda de que eran hermanos, ninguno de los dos saludaba antes de hacer preguntas o dar ordenes.
—Kaori está en la escena investigando, solo sé que la madrugada de hoy alguien reportó un coche en llamas a las afueras del pueblo, cuando subieron el número de placa del auto al sistema para buscar al dueño Kaori lo detectó gracias a que estábamos buscando todo lo relacionado a Santana —soltó Darío sonando como un policía por completo.
—¿Lleva mucho tiempo en el lugar donde quemaron el auto? —no sabía a donde quería llegar con esa pregunta, pero quería saber cuanta información tendría ahora mismo, necesitaba saber si habían sobrevivido alguna prueba que lo vinculara con la muerte de Kathe.
—Casi se acaba de ir, estaba un poco indispuesto esta mañana, pero creo que hará un buen trabajo —¿a que se refería Darío con que se encontraba un poco indispuesto?
—¿Indispuesto?
—Tenía resaca, el idiota se la pasó tomando anoche, el alcohol es su amigo desde que regresaron de la hacienda de los Mausan, ¿ustedes saben algo? —Marceline y yo nos miramos sabiendo exactamente lo que había sucedido.
Esa noche después de que Ana se encerrara en su habitación como adolescente enojada porque no la dejan salir, llamé a Marceline para contarle todo el chisme, tenía que desahogarme con alguien. Le conté que Ana estaba embarazada y lo que había sucedido con Kaori cuando me llevó hasta la puerta de la mi casa. Marceline había llegado a la misma conclusión que yo, Kaori era el sospechoso número uno hablando del padre de mi futuro o futura sobrinoa.
—Problemas maritales, pero no creo que debamos contártelo nosotras —dijo Marceline después de meditarlo por un segundo—, pregúntaselo a Kaori tu mismo.
—Me cansé de preguntárselo anoche, él no me dirá una palabra, ¿que sucedió en la hacienda? —no servía de nada seguir ocultándole lo sucedido a Darío, después de todo terminaría enterándose de todo.
—Solo diré que él y mi hermana se conocen a la perfección, y esa noche se encontraron, Ana terminó echándolo de la puerta de mi casa después de que Kaori fuese un reverendo imbécil con ella.
—Ya decía yo que era muy extraño que quisiera venir hasta un pueblo en el medio de la nada solo porque me dispararon —confesó Darío riendo entre dientes.
—¿A que te refieres, él vino porque sabía que Ana estaba aquí? —¿todo lo sucedido con Kaori y Ana no había sido una coincidencia?
—Conozco a Kaori, solo me habría hecho una videollamada para asegurarse de que estaba vivo, desde que llegó sabía que tenía dobles intenciones viniendo hasta aquí, no sabía que todo era por Ana —desde luego lo que pasaba entre Kaori y mi hermana era complicado como en muchas relaciones.
—Pagaría por saber que fue lo que sucedió entre esos dos —murmuré justo en el momento en que Pedro el guardaespaldas estacionaba el auto frente a la casa de Marceline y Darío.
Entramos todos en la casa y fuimos a la sala. Paula no parecía estar en la cocina, todo estaba en silencio.
El silencio fue interrumpido por un teléfono sonando.
—¿Kaori, que fue lo que le sucedió a Rafael? —silencio por parte de Darío después de lanzar aquella pregunta, me había convertido en una persona que odiaba por completo los silencios de suspenso, la paciencia se podía ir al demonio.
—No lo creo, si no hay pruebas de que se llevaran algo, lo que dicen solo es para acabar el trabajo rápido e irse a casa —dijo Darío mirándome fijamente, ¿por qué me estaba viendo tan fijamente?, sus ojos navegaban en mi rostro, como si buscara algo—. Averigua todo lo que puedas y regresa, no hagas estupideces o le diré a Ana sobre tu enferma obsesión por ella, después de todo ya nos tenemos la suficiente confianza como para hablar plenamente, dormir en su habitación creó lazos fuertes.
Yo sabía que se refería a la noche en que su casa se incendio cuando dijo lo de dormir en la habitación de Ana, pero no sabía que Kaori estaba obsesionado con mi hermana, y al parecer Kaori no quería que ella se enterara, eso era nuevo. Darío estaba tratando de hacer enojar a Kaori, se veía que disfrutaba burlarse de su amigo, la sonrisa torcida que mostraba unos cuantos blancos dientes y sus ojos de diablillo lo decían todo, esa actitud traviesa lo hacían ver mas joven de lo que era.
Colgó el teléfono y se sentó en un sofá. Se veía que estaba relajado. ¿Por que estaba tan relajado?, acababan de asesinar a Rafael prendiéndole fuego y él parecía estar sentado en la orilla del mar viendo las olas aproximarse a él con deleite.
—¿Que dijo Kaori?
—La policía dice que fue un asalto que salió mal, la verdad no lo creo, Kaori dijo que el auto había explotado y que se encontraron mas restos de ropa de la que podría vestir la víctima en el momento de la explosión en la escena, lo que indica que estaba huyendo del pueblo y alguien lo asesino antes de que lo hiciera.
Me dejé caer junto a Darío y traté de asimilar todo lo que había dicho.
¿Por qué asesinarían a Rafael?, el que se fuera del pueblo no le afectaba a nadie, la otra parte involucrada en el asesinato de Kathe, a esa parte le convendría que Rafael se fuera del pueblo para que no hablara. ¿Había un tercero involucrado queriendo acabar con los asesinos de Kathe?, Fabiola y el padre de Kathe eran una opción, pero no los creía capaces de asesinar a Rafael
¿Y si él solo se hubiera suicidado para acabar con la culpa?, eso no tenía sentido, no necesitas llevarte todas tus cosas a la orilla de un pueblo y luego encender fuego en tu auto para eso. ¿Que diablos estaba sucediendo?
—Nada tiene sentido, se estaba yendo del pueblo, si yo fuese el cómplice de Rafael lo hubiese dejado ir para que no hablase de lo ocurrido —dije mirando a Marceline que se acababa de sentar en el sofá frente a nosotros.
—No se trata de si habla o no —dijo Pedrito mientras pelaba una mandarina en el sillón de una sola plaza—, no puedes dejar a tu jefe cuando quieras, él es el que decide cuando no te necesita, y si ya le haz causado muchos problemas se deshace de ti, así de fácil es cuando tienes poder sobre una persona y lo utilizas.
—¿De donde sacaron tus padres a Pedrito? —le susurré a Darío sin quitarle la mirada al grandullón que pelaba una mandarina para comérsela.
—Eso tiene mas sentido que un asalto que terminó en asesinato, quien sea la persona que controlaba a Rafael se enojó, probablemente porque sabía que nosotros habíamos descubierto que Rafael estaba detrás de la muerte de Kathe, pero ¿como fue que se dio cuenta?
—Eres un chico listo, me agradas —volvió a hablar Pedrito sonriente desde el otro lado de la sala con un gajo de mandarina entre los labios.
—¡Tú! —resonó el grito de Kaori a través de la sala. ¿Como había entrado sin hacer ruido?
—Ya llegó la reina del drama —resopló Darío dándose la vuelta lentamente para mirar a su amigo, quien se notaba enojado.
—¡¿Cuando carajos dormiste con Ana?!, ¡te juro que sentirás la furia Yakuza de primera mano! —volvió a gritar Kaori desde la puerta de la sala.
—¿Por qué eso sonó tan sexual? —la pregunta era seria, ninguna frase como esa debía tener aquella connotación sexual.
—Primero, no dormí con ella, dormí en su habitación cuando no estaba, ahora, toma asiento amigo mio, luego hablaremos de mi cuñada, ahora tenemos cosas mas importantes que hacer —Darío se levantó y fue hasta Kaori quien seguía enojado.
—¡No, no me toques! —gritó Kaori cuando mi chico lo quiso tomar del brazo para guiarlo a un sillón. Parecían dos niños pequeños peleando.
—¡Por Dios, sientate, esto es importante! —ahora fue Darío quien gritó, Kaori había acabado con su paciencia.
—¡Tu me provocaste! —Kaori le reclamó.
Aun enojado, pero notablemente más calmado después de la declaración de Darío, Kaori por fin se calló y se sentó junto a Marceline.
Darío inhaló fuerte para después dejar ir el aire lentamente y regresó a mi lado.
—¿Qué piensas de lo que viste ahí?
—Fue mas raro de lo que imaginaba que sería, la policía parecía nerviosa, como si no quisieran por ningún motivo que alguien viera el auto en cenizas, es normal mantener a los curiosos fuera de la escena de un crimen para que no contaminen, pero los policías que estaban ahí rompían cámaras y teléfonos si te sorprendían tomando fotos o vídeos, el cadáver del pobre fulano estaba casi incinerado, como si hubiese ardido por horas, lo extraño es que estaba estacionado al lado de la carretera y no había marcas de llantas en el pavimento, no parecía que hubiese tenido un accidente, el auto solo estaba quemado, mas bien parecía que alguien lo había llevado hasta ahí para prenderle fuego —Kaori habló con seriedad mientras miraba a la nada, como si pudiera ver la escena a la perfección, después de una pequeña pausa siguió hablando.
—Encontraron restos de una maleta en la cajuela del auto, la policía dijo que lo habían asaltado porque el cierre de la maleta estaba desecho, al parecer no saben que un incendio puede quemar una cremallera tanto como para que la maleta se abra —Kaori rodó los ojos—. No encontraron mucho, solo la maleta y un cuerpo quemado hasta los huesos, los forenses se lo llevaron junto con el auto, no han determinado que generó el incendio, pero estoy seguro de que dirán que los ladrones lo hicieron para borrar los rastros del crimen que cometieron, porque van a decir que lo asesinaron en el calor del atraco y después lo asaron como pollo al carbón.
Kaori no había dudado ni un poco en bromear con la muerte de Rafael, en cambio a mi se me revolvía el estomago, había sido parte de los últimos días de su vida, me había llegado a gustar antes de que Darío apareciera y me robara el aire con una mirada. Descubrir que Rafael estaba ligado al asesinato de Kathe me dolía, había confiado en él, y yo solo era la manera de asegurarse de que no supiéramos nada sobre el asesinato de mi amiga, toda esta situación me tenía asqueada del mundo en el que vivía.
—Quiero irme a casa —articulé en voz baja mirándome las manos.
—¿Estas bien? —Darío tomó mis manos para que no siguiera rascándome las palmas de las manos como comúnmente lo hacía cuando estaba incomoda y ansiosa en algún lugar.
—Solo quiero ir a casa, estoy cansada de todo esto.
—Esta bien yo te llevo —Darío se levantó del sillón y tomó mi mochila del suelo con su único brazo funcional por el momento.
—Yo los acompaño —saltó Kaori del sillón.
—No, tu te quedas aquí, que vayas solo hará que Ana te odie mas por no darle espacio —el entusiasmo de Kaori se fue al caño tan rápido como Darío terminó de hablar.
—No te preocupes, hablaré con Ana para que los dos puedan conversar con calma, creo que lo necesitan —le prometí dirigiéndome a la puerta principal—, y recuerda no ser un imbécil la próxima vez que se vean, si no yo me encargaré de que no la veas otra vez, importará un carajo si eres un Yakuza o de las malditas fuerzas especiales Rusas, ¿entendiste?
Kaori me miró con los ojos muy abiertos y la espalda bien recta parado como un soldado que acaba de ingresar al ejercito. El chico merecía saber que no me quedaría de brazos cruzados si le hacía algo a mi hermana que pudiera lastimarla de cualquier forma.
—Nos vemos mañana, Marceline —me despedí de mi amiga y salí por la puerta con la cabeza en alto, pero aun así aturdida por lo que había sucedido con Rafael.
Darío caminaba detrás de mi en silencio, con la mirada solo podía buscar el auto en el que habíamos llegado, mi búsqueda no tuvo éxito porque no estaba por ningún lado, en cambio había una Jeep gigante negra con los vidrios tintados y luciendo imponente frente a la casa de Marceline y Darío, ¿ha donde se había ido el auto de Darío?
—¡Maldita delincuencia! —renegué a todo pulmón cruzándome de brazos—, ya no hay respeto por nada, dejas cinco minutos tu auto en la calle y se lo roban en menos de lo que canta un gallo.
Me di la vuelta esperando ver la cara de ira de Darío, pero no había ofensa alguna, en general no había Darío, estaba justo detrás de mi y ahora ya no. Di una vuelta completa para buscar a Darío y lo encontré frente al Jeep mirándome con una sonrisa en la cara, ¿acaso quiere que lo ayude a robar aquel vehículo en un ataque de rabia después de ver que le habían robado su auto?, ¿acaso eso significaba la sonrisa en su rostro?
—Creo que deberíamos hacer una denuncia —dije sacando mi teléfono para hacer dicha llamada.
—Preciosa, no es necesario —Darío abrió la puerta de lujoso auto negro aun con una sonrisa en el rostro—, tuvimos que hacer un ligero cambio con respecto a los autos para aumentar la seguridad, sube, te lo explicaré en el camino.
El interior era tan lujoso como el imponente auto por fuera, desde dentro podías ver por completo hacia afuera y las calles parecían pequeñas.
—¿Cuando hicieron el cambio?, ni tu ni Pedrito salieron de la casa desde que llegamos, ¿Kaori lo hizo cuando llegó?, no me lo puedo imaginar aguantando su enojo para cambiar los autos antes de entrar en la casa.
—Kaori y yo no trabajamos solos —Darío sostenía con una mano el volante y de vez en cuando miraba por el retrovisor, parecía estar más al tanto de sus espaldas que del camino que estaba justo frente a nosotros.
Siguiendo la mirada de Darío me di la vuelta para ver hacia atrás, un auto negro nos seguía, y podía jurar que ese era Pedrito, si no fuese así Darío no estaría tan calmado. Apreciaba que estuviera cuidándonos tanto, después de todo nadie pudo hacer lo mismo por Kathe, ese era un pensamiento que me espantaba el sueño, pude haber hecho algo para que no saliera de la hacienda, puede haberla acompañado hasta su casa para que no se fuera sola, incluso pude haberle llamado y exigirle que continuara la llamada hasta que llegase sana y salva a su casa. Pero todas esas ideas de como mantener protegida a Kathe ahora no servían de nada, ella estaba muerta y el culpable estaba vagando por el pueblo sembrando el caos.
—¿Todo bien? —me preguntó Darío quitando la vista del retrovisor por un momento.
—Si, solo estaba pensando en que hubiese sido bueno que Kathe encontrara a alguien que la cuidara tanto como tu me cuidas a mi y a Marceline —Darío me miró con lastima, no de la que te animaba a abofetear a la gente, de la que decía "quiero abrazarte muy fuerte y nunca soltarte".
—No es solo eso, hay algo más detrás de esos tristes ojos —Darío lo sabía, sabía que había algo más además de estar triste por el trágico final de mi amiga cuando nadie la cuidaba.
—Pude haber impedido que la asesinaran, yo estaba en esa fiesta, pude haberla acompañado a casa y asegurarme de que estaría bien, pero no lo hice, me quedé a vigilar al imbécil de mi ex novio porque algo dentro de mi me decía que me estaba siendo infiel, no sabes como me arrepiento de prestar atención a alguien que no valía la pena —las ultimas palabras eran poco comprensibles, las lágrimas y los mocos me complicaban el hablar, y el aire no era el suficiente para permitirme decir lo que había estado guardándome por tanto tiempo.
—No es tu culpa, una chica no debería sentirse insegura yendo a casa por la noche, tu no tienes la culpa de tener fuera de tus pensamientos la idea de que tu amiga no llegaría a casa, esta mal que la sociedad piense que la víctima tiene la culpa por caminar por la calle como un ser humano común y corriente, esa es la razón por la que aun estamos infestados de monstruos y psicópatas a los que nunca se les responsabiliza de sus actos —las palabras de Darío estaban llenas de verdad, pero mi corazón seguía lleno de rencor y culpa, y eso no cambiaría hasta que el asesino fuese juzgado y encarcelado de por vida.
—Aun así siento que yo pude haberlo evitado, dejarla ir sola nunca debió ser una opción para ella —de repente nos estábamos deteniendo frente a un parque que parecía estar desierto.
—Estamos haciendo una pequeña parada, solo tomará unos minutos —habló Darío teniendo un teléfono extraño en la mano, parecía que con el se comunicaba con Pedrito en el auto que no seguía.
—Alexis, quiero que escuches con atención lo que te voy a decir —Darío estaba poniendo toda su atención en mi, me miraba firmemente a los ojos—. Si tu hubieses ido con Kathe hasta su casa probablemente también estuvieras muerta.
Un escalofríos recorrió mi espalda solo de imaginar aquella escena, dos chicas muertas en medio de la calle, mis padres y mi hermana hundidos en la tristeza de perderme, el estomago se me hacía un nudo solo de pensar en los tres llorando alrededor de un féretro, de la misma manera en que los padres de Kathe habían llorado la perdida de su única hija.
—Kathe fue asesinada por alguien que la odiaba profundamente, no fue un accidente, quien lo hizo estaba decidido a acabar con ella esa noche, si tu hubieras estado ahí no hubiera cambiado mucho su plan, eres una chica delgada y no le habría importado quitarte de en medio para cumplir su cometido —mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas, ahora comprendía que probablemente mis esfuerzos por salvar a mi amiga esa noche hubiesen sido en vano.
—Eso solo me hace sentir peor —dije entre sollozos mientras trataba de limpiarme las lágrimas.
Una cálida mano acunó mi mejilla, Darío me acercó a él y con delicadeza me beso la frente.
—No lo dije para hacerte sentir peor, pensar en que algo te hubiese sucedido aquella noche me vuelve loco, solo quiero que te des cuenta de que a veces el pensar en "¿y si hubiera?" es totalmente erróneo por las manera en que todo sucedió, tu no tenías oportunidad de detener ese asesinato, pero el culpable si la tenía, él es el que debería tener la cabeza inundada de culpa pensando en los "¿y si hubiera?", no tu —las palabras de Darío comenzaban a llenarme de valentía, sabía que como chica no tenía la fuerza para detener un ataque tan violento, pero el asesino si la tenía, él es que debería estar asustado y deseando volver el tiempo atrás, no yo.
—No se que haría sin ti —admití tomando su mano para asegurar su agarre que me brindaba seguridad dentro de todo el caos sucediendo a nuestro alrededor.
—Estoy seguro de que serías tan imprudente como hasta ahora y te meterías en tantos problemas como lo haz hecho desde que te conocí, eso es lo que me llamó la atención de ti, no te das por vencida aun si eso significa un gran riesgo, siempre estas buscando hacer justicia cuando a los demás no les importa una mierda si lo que ocurre es horrible y desagradable —los ojos de Darío me miraban con ternura desde aquellos hermosos marcos de pestañas risadas que hacían más atractivos sus ojos.
El aire en mis pulmones ahora era insuficiente gracias a las palabras y los hermosos ojos de Darío, mi corazón se saldría de mi pecho en cualquier momento y las pirañas que me hacía sentir en el estomago gracias a esa mirada ahora estaban hambrientas.
—Aun tengo una duda —dijo después de unos segundo en silencio mirándonos a los ojos—, ¿quien es el imbécil que te fue infiel?, solo quiero saber que tipo de estupidez se tiene que tener para dejarte ir.
No pude contener la risa por la manera en que Darío se había referido a Daniel y su estupidez.
—Se llama Daniel Guerra, me engañó con mi prima en la fiesta de Erick, de hecho así fue como conocí a Rafael, después de esa noche no quise volver a hablar con él ni con mi prima, no soporto a los que me engañan —Darío asintió con una sonrisa que parecía decirme que estaba orgulloso de mi.
—Me alegra escuchar eso —murmuró mi chico alejándose de mi para encender de nuevo la imponente Jeep negra.
El camino fue corto, haber hablado con Darío me había hecho sentir mejor, incluso podría decir que fue terapéutico decirle a alguien lo que estaba sintiendo pero que no me atrevía a decirle a nadie.
—Siento mucho usarte como pañuelo de lágrimas, esto debe de ser agotador para ti.
—Desearía solo limpiar lágrimas de felicidad, pero si no es posible, seré tu pañuelo de lágrimas todo el tiempo que quieras —la confianza que sentía con Darío nunca la había sentido con alguien que casi acababa de conocer.
—Te quiero —no me importaba si era demasiado pronto para decir aquellas dos palabras, de verdad lo quería y no me avergonzaba decírselo.
—Yo también te quiero —me correspondió Darío con una gran sonrisa.
Entré en casa con el corazón latiendo a mil por hora, muchas cosas habían sucedido y aun no eran ni las 2 de la tarde. Para mi buena suerte, apenas entré en casa mi madre me estaba mirando con cara de pocos amigos, no era normal que llegara tan temprano a casa.
—¿Por qué llegas tan temprano? —me preguntó aun manteniendo la mirada de "miente me y sentirás la furia de la chancla".
—Un profesor no se presentó a la ultima clase, así que decidimos irnos todos a casa —no era extraño que eso sucediera, pero era poco habitual.
—Bueno, ya que estas aquí ¿por qué no vas a ver a tu hermana?, no se a levantado de la cama en todo el día, dice que se siente mal —me pidió mi madre dándome la excusa perfecta para no estar mas en su presencia y que adivinara que me había saltado clases.
Sabía que era exactamente lo que tenía Ana, si no era una célula creciente en su vientre, entonces era la célula estúpida que había hecho acto de presencia el viernes, cualquiera de las dos suponían tratamientos completamente distintos y sospechaba que una de las células provenía de la otra, era tan increíble como un hombre podía poner tu mundo patas arriba, "Hombres necios que acosáis a la mujer" en algún momento había declamado mi comadre Sor Juana Inés de la Cruz por razones obvias.