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Chapter 76 - 076. Tejiendo el futuro

Amelia comprendió la complejidad de la situación. Mei no solo veía a Lucía como una posible amenaza a su posición, sino también como alguien que podría alterar la dinámica que había establecido con Amelia. La tensión en el ambiente era palpable, pero Amelia sabía que debía manejar este momento con delicadeza y empatía.

—Mei, no quiero que te sientas desplazada —dijo Amelia, su tono era suave pero lleno de determinación—. Tú eres irremplazable para mí. Lo que te estoy pidiendo es que ayudes a Lucía a encontrar su camino, no a reemplazarte. Eres la mejor en lo que haces, y nadie puede quitarte eso. Pero Lucía... ella necesita una oportunidad, una forma de reconstruir su vida. No te estoy pidiendo que la entrenes para que sea mejor que tú, sino para que tenga una posibilidad de sobrevivir, de encontrar un propósito.

Mei bajó la mirada, procesando las palabras de Amelia. Sabía que su amiga tenía razón, y la idea de ayudar a Lucía, alguien tan importante para Amelia, comenzó a desarmar su resistencia interna. Además, había una parte de Mei que quería ver a Lucía salir del pozo de desesperación en el que se encontraba, aunque eso significara compartir su conocimiento.

—Está bien, Amelia —respondió Mei finalmente, levantando la vista para encontrarse con los ojos de su amiga—. Le enseñaré lo que necesita saber. Pero quiero que entiendas que esto no es solo sobre aprender a hackear. Es una responsabilidad enorme, y Lucía tendrá que estar preparada para ello.

Lucía, que había estado observando la interacción con una mezcla de esperanza y temor, sintió que una chispa de esperanza se encendía dentro de ella. La promesa de Amelia y la disposición de Mei a enseñarle eran más de lo que había esperado. Con un nudo en la garganta, miró a Mei con gratitud.

—Haré todo lo que esté en mi poder para estar a la altura —dijo Lucía, su voz era firme a pesar de la emoción que la embargaba—. No sé cómo agradeceros esto.

Amelia sonrió, aliviada de que la tensión comenzara a disiparse. Sabía que aún había un largo camino por recorrer, pero este era un primer paso importante. Mientras miraba a Lucía y Mei, sintió que estaban construyendo algo nuevo, algo que podía ser más fuerte que los desafíos que enfrentaban.

Jason, que había permanecido en silencio, observando la interacción entre las tres mujeres, intervino con una voz serena, pero cargada de un propósito claro.

—Lucía, esta es una oportunidad para ti, y confío en que sabrás aprovecharla. Tendrás todo el apoyo que necesites, pero también se espera de ti que te esfuerces al máximo. No va a ser fácil, pero creo que eres capaz de hacerlo.

Las palabras de Jason parecieron asentar aún más la resolución en Lucía. Amelia lo miró con gratitud, sabiendo que su apoyo también era crucial en este proceso.

Mei, después de un breve silencio, asintió con determinación.

—Empezaremos tan pronto como estés lista, Lucía —dijo Mei, su tono era más suave, casi afectuoso—. Pero entiende que te exigiré mucho. No será un camino fácil. Además, exijo total obediencia. Por estúpida que te parezca mi petición y aunque sea algo denigrante.

Lucía tragó saliva, sintiendo una mezcla de alivio y aprehensión. Sabía que Mei no era una persona fácil de complacer y que sus demandas serían exigentes. Sin embargo, la perspectiva de tener una segunda oportunidad, de aprender algo que pudiera darle un nuevo propósito, era suficiente para que aceptara el desafío.

—Lo entiendo, Mei. Estoy lista —respondió Lucía, con más confianza que antes, aunque un destello de temor cruzó por sus ojos. Ya había sufrido a manos de personas que habían abusado de su poder, y la advertencia de Mei despertó en ella una aprensión que intentó ocultar.

Amelia, percibiendo el temor de Lucía, le dirigió una mirada de apoyo, como para asegurarle que no estaría sola en este proceso. La atmósfera en la habitación, que había estado tensa y cargada de incertidumbre, comenzó a relajarse. La conversación se había desviado hacia un terreno más constructivo, y las cuatro mujeres sentadas frente a Amelia, Jason y Mei comenzaron a sentirse un poco más esperanzadas sobre lo que el futuro les podría deparar.

Amelia se volvió hacia las otras tres mujeres, notando la mezcla de emociones en sus rostros: temor, esperanza, y una creciente determinación. Sabía que debía aprovechar este momento para abordar una pregunta que estaba en el aire.

—Hay una última cosa que me gustaría saber. —La voz de Amelia era firme, pero cálida—. ¿Estáis dispuestas a seguirme a Suryavanti?

Las cuatro mujeres intercambiaron miradas, la pregunta colgando en el aire como un peso. Durante la mañana, habían sido instruidas sobre Suryavanti, un país que no era ni el mejor ni el peor para una mujer. Sin embargo, todas sabían que su pasado les había sido arrebatado, incluyendo sus familias y amigos. ¿Qué más tenían que perder?

Belén fue la primera en hablar, su voz cargada de resignación.

—¿Tenemos otra opción? —preguntó, aunque la respuesta parecía evidente.

Lourdes, que había estado escuchando en silencio, decidió intervenir, rompiendo el silencio con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—Siempre la hay —dijo Lourdes, con un tono que mezclaba pragmatismo y comprensión—. La salida de Amelia es una opción, la salida de Lucía es otra. Podéis esperar a tener suerte o podéis elegir ser vendidas a una red de trata. Para nosotras, la salida que ofrece Amelia nos ahorra trabajo y no os arrastra a ser propiedad de un hombre.

El silencio que siguió a las palabras de Lourdes fue denso, lleno de la realidad cruda que todas sabían era cierta. Las mujeres, en su mayoría, habían perdido casi todo lo que tenían y sabían que las opciones eran limitadas.

Irene, siempre la más analítica, se inclinó ligeramente hacia adelante, su mirada fija en Amelia.

—Si decidimos seguirte a Suryavanti... ¿Qué garantías tenemos? —preguntó con una mezcla de desafío y vulnerabilidad—. No queremos saltar de un infierno a otro.

Amelia tomó un momento antes de responder, queriendo elegir cuidadosamente sus palabras.

—No puedo prometer que será fácil —admitió Amelia, su voz sincera—. Pero puedo prometeros que lucharé para que tengáis una vida digna. No estaréis solas en esto. Suryavanti es un lugar donde podemos empezar de nuevo, pero el éxito dependerá de lo que todas estemos dispuestas a dar.

Elisa, que había estado en silencio, finalmente habló, su voz suave pero decidida.

—No tenemos nada que perder. Yo estoy dispuesta a intentarlo.

Belén asintió, aunque su expresión reflejaba su inquietud.

—Entonces, que así sea. Contad conmigo.

Lucía, aún procesando todo, miró a Amelia y luego a las otras mujeres. Finalmente, respiró hondo y asintió, aceptando el desafío.

—Yo también estoy dentro.

Irene fue la última en dar su respuesta, pero cuando lo hizo, lo hizo con la misma determinación que la caracterizaba.

—Está bien, Amelia. Vamos contigo.

Amelia sintió un alivio que no había anticipado. Sabía que el camino adelante sería arduo, pero en ese momento, comprendió que no lo recorrería sola. Las mujeres que tenía frente a ella, aunque quebradas y vulnerables, también eran fuertes y valientes, dispuestas a enfrentar lo que viniera.

Jason, que había permanecido en silencio durante la mayor parte de la conversación, decidió intervenir en ese momento. Su voz, profunda y serena, rompió el silencio que se había formado tras las decisiones tomadas.

—¿Cómo las vas a utilizar? —preguntó, su mirada fija en Amelia—. ¿Has pensado cómo puedes aprovechar sus habilidades o encajarlas en tus planes?

Amelia sintió un leve escalofrío recorrer su espalda. Hasta ese momento, se había centrado en la urgencia del presente: sacar a estas mujeres del pozo en el que se encontraban y ofrecerles una nueva oportunidad. Pero ahora que Jason lo mencionaba, la realidad se hacía más evidente. Solo tenía un puesto claro en mente: la dirección de "Energreen Solutions", un papel que Irene, con su formación en administración de empresas, podría asumir. Pero más allá de eso, sus pensamientos estaban nublados.

Pensó en Lucía. Había considerado la idea de convertirla en una hacker, una experta en la manipulación de la información digital. Pero al mirar a Mei, sabía que ya contaba con alguien que cumplía ese rol con excelencia. ¿Realmente necesitaba otra persona en ese ámbito? ¿Cuánto trabajo habría para dos? Y Elisa, con su formación en arte y comunicación, ¿cómo podría encajar en su visión? ¿Y Belén, con su formación en psicología, qué papel podría desempeñar?

De repente, una idea comenzó a formarse en su mente, como si los conceptos dispersos que giraban en su cabeza se unieran en un solo hilo conductor. Al pensar en las habilidades individuales de Lucía, Elisa y Belén, una posibilidad empezó a tomar forma: ¿y si creaban una empresa que se especializara en controlar y moldear la opinión pública? Vivían en una era en la que la información y la percepción eran tan valiosas como cualquier otro recurso. Manipular la narrativa podría ser un arma poderosa, especialmente en los mercados de alto nivel en los que planeaba operar.

Elisa, con su talento para la comunicación visual y artística, podría encargarse de crear campañas que captaran la atención del público y reforzaran las marcas bajo el paraguas de Luminis Luxuria Group. Su creatividad sería crucial para construir una imagen sólida y atractiva. Belén, con su comprensión de la psicología humana, podría proporcionar un análisis profundo de cómo influir en la percepción pública, diseñando estrategias que tocara las fibras emocionales adecuadas en los consumidores. Lucía, con su potencial en el mundo digital, podría desarrollar las herramientas necesarias para asegurar que esas campañas se dispersaran con eficacia, controlando el flujo de información y maximizando su impacto en las plataformas correctas.

El plan comenzaba a tomar forma en su mente, y cuanto más lo pensaba, más sentido tenía. No solo se trataba de aprovechar las habilidades individuales de cada una, sino de unirlas en un esfuerzo común que pudiera tener un impacto real y duradero en el mundo que estaban construyendo.

Amelia levantó la vista hacia Jason, sus ojos brillaban con una renovada determinación.

—Creo que podemos hacer algo grande, Jason —dijo, sus palabras llenas de convicción—. Estoy pensando en crear una empresa que se enfoque en la gestión de la opinión pública, en cómo se perciben nuestras marcas y cómo podemos influir en el mercado. Elisa puede liderar la parte creativa, diseñando las campañas visuales y de comunicación. Belén, con su formación en psicología, puede ayudarnos a entender cómo influir en la percepción pública y crear estrategias efectivas. Y Lucía... ella puede desarrollar las herramientas digitales para asegurarnos de que nuestras campañas tengan el impacto necesario en los lugares correctos.

Jason asintió, sus labios formaron una leve sonrisa. Podía ver cómo la mente de Amelia estaba trabajando a toda máquina, cómo estaba empezando a encontrar su camino en este nuevo desafío.

—Parece una buena idea, Amelia. Un enfoque integral para manejar la percepción y la información puede ser una herramienta poderosa en el mundo actual —comentó, su tono reflejaba tanto aprobación como expectativa—. Pero asegúrate de que todas estén preparadas para asumir esos roles. Será un gran reto.

Amelia miró a las tres mujeres, todas la observaban con una mezcla de asombro y esperanza. Sabía que estaban listas para intentarlo, aunque no sería fácil.

—Sé que no será sencillo, y sé que necesitaréis aprender y adaptaros rápidamente —dijo Amelia, dirigiéndose a Lucía, Elisa y Belén—. Pero confío en que podéis hacerlo. Juntas, podemos construir algo que realmente marque la diferencia. 

Las tres mujeres asintieron, aunque había un destello de nerviosismo en sus ojos. Sabían que estaban a punto de embarcarse en un camino incierto, pero el hecho de que Amelia creyera en ellas les daba la fuerza que necesitaban.

La sala, que había estado sumida en la incertidumbre, comenzó a llenarse de un nuevo aire de posibilidad. La tensión disminuía, reemplazada por una sensación de propósito compartido. Amelia sabía que quedaba mucho por hacer, pero al menos ahora tenía una dirección clara. Y lo más importante, no estaba sola.

Sin embargo, mientras las ideas comenzaban a tomar forma en su mente, Amelia no pudo evitar notar la inquietud en los ojos de Irene. Había pensado en cómo ocupar a las cuatro mujeres, pero al llegar a Irene, sintió una ligera vacilación. Era crucial encontrar el papel adecuado para cada una de ellas, y aunque Irene parecía tener una posición clara, Amelia quería estar segura de que sería la mejor opción para su amiga.

Irene, sintiendo la incertidumbre en el aire, no pudo contener más sus pensamientos. La pregunta que había estado guardando se escapó de sus labios, cargada de un temor que apenas lograba ocultar.

—¿Y yo? —preguntó, su voz era un susurro tembloroso, lleno de dudas y ansiedad. Sus piernas se movían ligeramente, delatando el nerviosismo que intentaba controlar.

Amelia la miró con empatía, entendiendo la inseguridad que Irene estaba sintiendo en ese momento. Se tomó un momento antes de responder, queriendo asegurarse de que sus palabras transmitieran la confianza que Irene necesitaba.

—Irene, tranquila —dijo Amelia con un tono suave y reconfortante, mientras mantenía un contacto visual firme—. Tú eres una de las más fáciles de asignar. Tu formación y habilidades te hacen increíblemente versátil. Puedes quedarte en Hesperia y reemplazarme como directora de "Energreen Solutions", o podrías liderar la sucursal de "Luminis Luxuria Group" aquí, si decido abrir una. Y si estás dispuesta a trasladarte, también podrías dirigir alguna de las empresas en Suryavanti.

Al ver que las palabras de Amelia no parecían calmar completamente a Irene, Amelia añadió con una sonrisa tranquilizadora:

—Cualquiera de estas opciones sería una gran responsabilidad, pero sé que tienes la capacidad para asumir cualquiera de ellas. Y lo más importante, quiero que sepas que no estás sola en esto. Siempre puedes mandarme un mensaje o llamarme para solicitar ayuda.

Irene respiró hondo, procesando lo que Amelia había dicho. Aunque aún sentía cierta inquietud, las palabras de su amiga le proporcionaron el consuelo y la seguridad que necesitaba. Asintió lentamente, comenzando a relajarse un poco más al saber que su destino no solo estaba en sus manos, sino también en las de alguien en quien confiaba profundamente.

—Gracias, Amelia —respondió Irene con un susurro, pero esta vez su voz llevaba una nota de alivio y gratitud—. Estoy lista para lo que decidas. 

Amelia asintió, sintiendo que había dado un paso crucial hacia la consolidación de su equipo. La atmósfera en la sala se cargaba de una energía nueva, una sensación de propósito compartido que palpaba en cada rincón. Mientras sus ojos recorrían los rostros de las mujeres que la rodeaban, se sintió más segura de que, juntas, podrían enfrentar y superar cualquier desafío que el futuro les deparara.

—De momento, las cuatro os quedaréis aquí para ampliar vuestra formación —continuó Amelia, su voz firme y cargada de una promesa implícita—. Pero quiero que quede claro: no os voy a abandonar. Quiero que eso lo tengáis muy presente. Además, me gustaría que, durante este tiempo, comenzaseis a trabajar en cómo esa nueva empresa puede materializarse. Empezad a pensar en los recursos necesarios para controlar las redes, cómo podríamos influir y cambiar tendencias de opinión.

Las palabras de Amelia resonaron con fuerza en la sala. Belén, Irene, Elisa y Lucía intercambiaron miradas cargadas de emoción contenida. La perspectiva de convertirse en piezas clave de una empresa poderosa, en lugar de ser relegadas a meras "mujeres florero", era un destino infinitamente más atractivo. Aunque los conocimientos que habían adquirido hasta ese momento sobre cómo manipular a los hombres no eran del todo inútiles, la idea de aplicar esas habilidades en un contexto más amplio y significativo les llenaba de una renovada esperanza.

Por su parte, Lourdes y Paulina compartieron una mirada de alivio. La responsabilidad de guiar a estas mujeres en su formación había sido una tarea agotadora y demandante, una que les había consumido más tiempo y energía de lo que inicialmente habían anticipado. Ahora, con la dirección más clara y estructurada que Amelia había establecido, podían liberarse de parte de esa carga y centrarse en otros aspectos cruciales de su trabajo.

Con esa cuestión resuelta, Amelia, Jason y Mei se prepararon para regresar a la mansión de Jason. Sabían que les esperaba una tarea monumental, con varios meses de trabajo intenso por delante. El tiempo era un lujo que no podían permitirse malgastar, y ahora, además de las innumerables responsabilidades que ya pesaban sobre sus hombros, se añadía la creación de esta nueva empresa.

Amelia y Mei comenzaron a trazar los primeros esbozos de cómo podría funcionar esa empresa, explorando los detalles técnicos y estratégicos que serían necesarios para hacerla realidad. Amelia sabía que no sería fácil, pero su mente bullía con ideas y soluciones, impulsada por la determinación de no solo sobrevivir, sino de triunfar.

Jason, por su parte, se preparaba para su propia batalla. Sabía que enfrentaría adversarios astutos y peligrosos, aquellos a los que describía despectivamente como "gusanos". Pero estaba decidido a aprender, a fortalecerse y a convertirse en el hombre que Amelia necesitaba para apoyar sus ambiciosos planes.

Mientras el coche avanzaba por la carretera hacia la mansión, los tres compartieron un silencio reflexivo, cada uno perdido en sus propios pensamientos, pero unidos por un propósito común. El camino por delante sería arduo y lleno de desafíos, pero juntos, estaban listos para enfrentarlo. La noche caía lentamente sobre ellos, pero en el horizonte, ya comenzaban a vislumbrar las primeras luces de un nuevo amanecer.