El teléfono de Jason sonó de forma insistente, su vibración interrumpiendo el flujo de pensamientos. Miró la pantalla y gruñó al ver el nombre de su hermano mayor, Yong Xiting. Llevaban cuatro meses sin dirigirse la palabra. Jason había dejado Suryavanti para evitar una guerra familiar con Yong. Precisamente volvía a llamar en este momento crítico cuando sus empresas estaban recibiendo un ataque brutal de la opinión pública. Con desgana y una sensación de inevitabilidad, descolgó el teléfono.
—Hola hermanito. Padre está contento contigo. Las acciones del Grupo Xiting se están hundiendo debido a tu mala cabeza. ¿Cómo has podido poner a una puta al mando? —La voz de Yong era fría, con un tono de satisfacción apenas disimulado.
—Hola, Yong. Siempre es un placer oírte. Lo que haga con mis empresas es asunto mío. Amelia no es una puta y no está al mando de ninguna empresa del Grupo Xiting. Me pregunto cómo ha podido salir tanta mierda tan rápido. No hace ni dos horas que anuncié su llegada a mis empresas —respondió Jason, su voz gélida.
—Da igual, padre quiere que la destituyas y dejes el Grupo Xiting —replicó Yong con desdén.
—Si padre desea eso, que me destituya. No voy a hacerle eso a Amelia. Necesito formarla para convertirla en una buena esposa.
—Encima planeas casarte con una fulana. Sé razonable, Jason. Esa mujer es una furcia —Yong escupió las palabras con desprecio.
—Esa furcia es mi novia y la protegida de Inmaculada Montalbán. Vuelve a insultarla e iniciarás una guerra comercial —la paciencia de Jason se agotaba, su voz firme y amenazante.
—¿La protegida de Inmaculada Montalbán? —Yong hizo una pausa, sorprendido, su tono de voz cambiando ligeramente—. Eso es imposible.
—Entra a sus redes sociales. Si esto está orquestado por ti, esta vez has ido muy lejos. —Jason apenas podía contener su furia. La velocidad y la precisión de los ataques en las redes eran demasiado para ser casualidad. Incluso con un infiltrado, era demasiado rápido.
—Hermano, no digas tonterías. Yo me he enterado de esa mujer por las redes sociales. Repúdiala y dimite —la voz de Yong se endureció antes de colgar, dejando a Jason con la palabra en la boca.
Jason permaneció inmóvil, con el teléfono aún en la mano, procesando la conversación. Las palabras de Yong resonaban en su mente, mezclándose con su propia frustración e ira. La amenaza hacia Amelia no era algo que pudiera tomar a la ligera. Sentía el peso de la situación y la necesidad de proteger no solo sus negocios, sino también a la mujer que amaba.
No había terminado de asimilar la llamada de su hermano cuando Isabel llamó a la puerta, su presencia siempre tranquila pero ahora cargada de urgencia.
—Señor Xiting, ¿puedo pasar? —su voz firme pero respetuosa.
—Pasa. ¿Qué has averiguado? —preguntó Jason, su impaciencia evidente mientras se esforzaba por contener la tensión acumulada.
Isabel cerró la puerta tras de sí y se acercó al escritorio de Jason, un aire de preocupación en su expresión.
—El ruido ha salido de Suryavanti. Aunque no hemos podido precisar más. Varios periodistas de su país recibieron la información y fueron los responsables de lanzarla a las redes. Estamos tratando de averiguar las fuentes de esa información, pero considero que para acallar esto debemos dar una rueda de prensa.
Jason asintió, su mente trabajando rápidamente para evaluar la situación. —Contacta con los medios y diles que es posible que demos una rueda de prensa o emitamos un comunicado a la una.
Isabel asintió con determinación. —Enseguida, señor. Me encargaré de que todo esté preparado —dijo antes de salir del despacho, dejándolo en silencio con sus pensamientos.
Jason se recostó en su silla, sus dedos tamborileando sobre la mesa. La situación estaba escalando rápidamente y necesitaba controlar la narrativa antes de que causara más daño. Cada segundo contaba y la presión era inmensa, pero estaba decidido a proteger a Amelia y a sus empresas, sin importar el costo.
Jason miró su teléfono, contemplando la estrategia para mitigar la crisis. La salida más obvia pasaba por decir que Amelia estaba solo en prácticas y que no tomaría ninguna decisión sin su supervisión. Sin embargo, la verdadera preocupación radicaba en si la falsa vida montada por las empresas de la señora Montalbán podría resistir una investigación periodística. Sin perder más tiempo, marcó el número de Inmaculada.
—Hola, Jason. ¿A quién de tu familia hay que matar? —dijo Inmaculada con su tono característico de humor negro.
—Apostaría por mi hermano, pero no te llamo por eso exactamente. ¿Qué tan fuerte es la falsa vida de Amelia? ¿Aguantará una investigación periodística? —Jason fue directo al grano, su voz reflejando la urgencia de la situación.
Al otro lado de la línea, el silencio duró unos segundos, llenos de reflexión.
—Hay una forma, pero se podría desmoronar una parte. Podemos hacer que todos los conocidos de Roberto lo recuerden como Amelia, pero eso haría que sus padres también lo hicieran. Su currículum es cierto, pero era hombre entonces —respondió Inmaculada, su voz mostrando una mezcla de preocupación y resolución.
—¿Y no podemos restringir los afectados a una zona geográfica? Podría solo revelar lo de Harvard en la entrevista —propuso Jason, buscando una solución más contenida.
—Es posible, pero necesitaré sangre de Amelia y tu ayuda. El poder necesario para eso es muy grande. ¿En mi mansión a las seis? —Inmaculada explicó el plan con claridad, aunque era evidente que no sería sencillo.
—Me parece correcto, pero no quiero levantar sospechas en Amelia sobre nuestro secreto —dijo Jason, consciente de lo delicado de la situación.
—Tranquilo, la invitaremos a visitar a sus compañeras. Creo que hizo amistad con Lucía —sugirió Inmaculada, ya pensando en cómo manejar la situación con discreción.
—Perfecto. Nos vemos esta noche —confirmó Jason, sintiendo un leve alivio al tener un plan en marcha.
—Hasta esta noche —respondió Inmaculada antes de colgar.
Jason dejó el teléfono a un lado, su mente ya planeando los siguientes pasos. Mandó un mensaje a Isabel indicando que harían una rueda de prensa a la una y se preparó para lo que sería una tarde crucial en la defensa de Amelia y sus empresas.
La mañana avanzaba rápidamente y la tensión en el aire era palpable. Amelia, Jason e Isabel se preparaban en una sala privada antes de la rueda de prensa. Amelia estaba visiblemente nerviosa, su mente dando vueltas sobre lo que podría suceder.
—Recuerda mantener la calma y hablar con claridad —le dijo Jason, apretando suavemente su mano—. Estamos juntos en esto.
Amelia asintió, tratando de reunir toda la fuerza y confianza que pudiera. Isabel ajustó su traje y revisó sus notas una última vez antes de salir a la sala de prensa de la empresa de Jason, donde un grupo de periodistas y varios directivos tanto de las empresas de Jason como del Grupo Xiting ya se encontraba esperando. La tensión en el aire era palpable.
Las luces brillaban intensamente y el murmullo de las conversaciones cesó cuando los tres tomaron sus asientos frente a los micrófonos. Jason comenzó, su voz firme y autoritaria.
—Gracias a todos por venir. Hoy quiero abordar los rumores y falsedades que han estado circulando sobre mi persona y sobre Amelia Antúnez. Es lamentable que se utilicen tácticas tan bajas para desacreditar a una persona con tanto potencial.
Los periodistas se adelantaron, ansiosos por comenzar con las preguntas. El primero en hablar fue un periodista de un importante medio local, su tono incisivo y directo.
—Señor Xiting, ¿qué tiene que decir sobre las fotos comprometedoras que han surgido en las redes sociales? ¿Cómo puede estar seguro de la integridad de la señorita Antúnez?
Jason no se inmutó. —Esas fotos son falsas y han sido manipuladas con mala intención. Amelia Antúnez es una profesional con un excelente historial académico y ético. Cualquier insinuación sobre su integridad es completamente infundada y será tratada legalmente.
Otra periodista levantó la mano, su expresión mostraba escepticismo y una pizca de malicia.
—Señorita Antúnez, ¿cómo responde a las acusaciones de haber usado métodos deshonestos para ascender en la empresa?
Amelia tomó aire, sintiendo el apoyo de Jason e Isabel a su lado. —Esas acusaciones son totalmente falsas. He trabajado arduamente para llegar a donde estoy y estoy aquí para aprender y contribuir positivamente a las empresas del señor Xiting. No he utilizado métodos deshonestos en ningún momento. El señor Xiting, después de ver mis calificaciones en Harvard, decidió darme su confianza para aprender.
Un murmullo se levantó entre los periodistas, pero otro rápidamente tomó la palabra, su voz llena de duda y crítica.
—Señor Xiting, ¿por qué decidió colocar a alguien con tan poca experiencia en una posición tan alta? ¿No teme que esto afecte la confianza de los inversores?
Jason sonrió con calma, como si hubiera anticipado la pregunta. —Confío plenamente en Amelia y en sus capacidades. Todos los grandes líderes comenzaron en algún punto, y veo en ella un gran potencial. Además, su formación no será inmediata; estará bajo la supervisión directa mía y de mi equipo de confianza, incluida Isabel Ferrer. La decisión de integrarla a nuestra empresa no es precipitada ni sin fundamento.
La presión en la sala se intensificó cuando un periodista de un medio sensacionalista lanzó una pregunta provocadora, buscando un titular escandaloso.
—Señor Xiting, ¿entonces no es cierto que la señorita Antúnez está en ese puesto solo por ser su amante? En el Instagram de la señorita Antúnez se les puede ver muy acaramelados en una playa privada de Cancún.
Jason no titubeó. —Es cierto en parte. En secreto llevo dos años saliendo con Amelia. Hasta hace poco no he podido pedir permiso a su tutora para formalizar nuestra relación, pero en realidad le he dado esta oportunidad para demostrar lo aprendido en la universidad. ¿Acaso considera que una estudiante de honor en la prestigiosa universidad de Harvard es una mala apuesta para el futuro de una empresa?
Los murmullos de aprobación y desaprobación recorrieron la sala. En especial, unos ojos destellaron con un odio atroz y rompieron el bolígrafo que sostenían. Entonces, otro periodista de un medio de investigación hizo una pregunta buscando las cosquillas a Jason Xiting.
—¿Es cierto que la señorita Antúnez es solo una fachada para ocultar otras actividades más cuestionables dentro de sus empresas?
La sala quedó en silencio por un momento. Jason, con un destello de furia en sus ojos, respondió con frialdad. —Esa es una acusación infundada y difamatoria. No toleraré tales insinuaciones sin pruebas. Nuestras operaciones son transparentes y legales, y cualquier intento de difamar a mi empresa o a mis empleados será enfrentado con todas las acciones legales necesarias.
Amelia sintió un nudo en el estómago, pero la firmeza y protección en la voz de Jason la llenaron de una renovada confianza. Isabel tomó la palabra para reforzar el mensaje.
—Hemos identificado que estos ataques provienen de intereses externos con la intención de desestabilizar nuestras operaciones. Ya estamos tomando las medidas necesarias para encontrar a los responsables y asegurarnos de que enfrenten las consecuencias legales correspondientes.
Los periodistas continuaron haciendo preguntas, algunas razonables, otras claramente diseñadas para provocar. Uno de ellos, con una sonrisa de suficiencia, preguntó:
—Señorita Antúnez, ¿cómo puede asegurar a los inversores que no repetirá los errores que llevaron a estas acusaciones? ¿Qué experiencia real tiene para manejar una empresa de esta envergadura?
Amelia, sintiendo el apoyo de Jason e Isabel, respondió con firmeza. —Estoy aquí para aprender y demostrar mi valía. No subestimo los desafíos que tengo por delante, pero estoy comprometida a trabajar arduamente bajo la guía del señor Xiting y su equipo. Mi objetivo es contribuir de manera significativa al éxito de estas empresas.
Otro periodista, visiblemente escéptico, lanzó una pregunta cargada de veneno: —Señor Xiting, ¿no teme que su relación personal con la señorita Antúnez comprometa su objetividad en la toma de decisiones empresariales?
Jason, manteniendo su calma, respondió: —Mi relación con Amelia no afecta mi objetividad. Todas las decisiones empresariales se toman con la máxima profesionalidad y con el objetivo de beneficiar a la empresa. La inclusión de Amelia en el equipo es una decisión basada en su potencial y capacidad, no en nuestra relación personal.
Finalmente, tras más de una hora de preguntas y respuestas, Jason decidió dar por concluida la rueda de prensa.
—Gracias a todos por venir. Confío en que, con el tiempo, se darán cuenta de la verdad y se retractarán de las difamaciones que han circulado. Buenas tardes.
Con esas palabras, se levantaron y abandonaron la sala, dejando atrás el bullicio de los periodistas. Amelia se sintió agotada, pero también aliviada. Habían dado el primer paso para enfrentar la tormenta de rumores y ataques. Sabía que no sería fácil, pero con el apoyo de Jason e Isabel, estaba decidida a superar cualquier obstáculo.
Mientras caminaban hacia un restaurante cercano para almorzar, Jason se detuvo y la miró con una sonrisa.
—Lo hiciste muy bien, Amelia. Estoy orgulloso de ti.
Amelia sonrió, sintiendo una cálida oleada de gratitud y determinación. —Gracias, Jason. Haré todo lo posible para no defraudarte.
—Y no lo harás —dijo Isabel, asintiendo con aprobación—. Esto es solo el comienzo, y estás demostrando que tienes lo necesario para enfrentarlo.
Se dirigieron al restaurante donde habían reservado una mesa privada. La atmósfera era tranquila, una bienvenida diferencia del caos de la rueda de prensa.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Jason mientras se sentaban.
—Todavía un poco abrumada, pero también aliviada de haber enfrentado a la prensa. No puedo creer la cantidad de mentiras que pueden inventar —respondió Amelia, tomando un sorbo de agua.
—Es desafortunadamente parte del mundo en el que vivimos. Pero lo manejaste bien. Mantuviste la calma y respondiste con claridad. Eso es lo importante —dijo Jason con una sonrisa tranquilizadora.
Amelia lo miró a los ojos, sintiendo una conexión profunda. —Gracias, Jason. No sé qué haría sin tu apoyo y el de Isabel.
—Estamos aquí para ayudarte, Amelia. Y te estás mostrando fuerte y decidida. No dejes que estas adversidades te desanimen. Cada desafío es una oportunidad para demostrar tu valía —dijo Jason, tomando su mano y apretándola suavemente.
El almuerzo transcurrió con una conversación más ligera, lo que ayudó a Amelia a relajarse. Sabía que aún quedaban muchos obstáculos por superar, pero estaba decidida a enfrentar cada uno con la misma determinación y coraje que había mostrado hasta ahora.
Mientras disfrutaban de los postres, Jason comentó: —Esta tarde tenemos una cita en la mansión de Inmaculada a las seis. Necesitan hacerte una analítica de sangre, y después podrás ver a tu amiga Lucía. Si las cosas se alargan, quizás cenemos allí.
—Me parece bien. Hace tiempo que no veo a Lucía, será bueno ponernos al día —respondió Amelia, sintiéndose un poco más animada ante la perspectiva.
Después del almuerzo, regresaron a la oficina, preparados para seguir adelante con sus responsabilidades. Amelia sabía que la jornada aún no había terminado y que debía mantenerse enfocada y fuerte. Con Jason a su lado, sentía que podía enfrentar cualquier cosa.
Al llegar de nuevo al edificio, Jason la miró con una expresión seria pero afectuosa.
—Recuerda, Amelia, esto es solo el comienzo. Confío en ti. Vamos a demostrarle a todos que están equivocados.
—Lo haré, Jason. No voy a defraudarte —respondió Amelia con firmeza.
Con renovada determinación, Amelia se dirigió a su despacho, lista para continuar su formación y demostrar su valía en el desafiante mundo de los negocios.