Amelia se sentía nerviosa mientras el coche se acercaba al imponente edificio del Grupo Xiting. La estructura moderna y elegante destacaba en el centro financiero de la ciudad, con su fachada de vidrio y acero reflejando el sol de la mañana. Jason le apretó suavemente la mano, como si quisiera transmitirle calma y seguridad.
—Bienvenida a tu primer día en el Grupo Xiting —dijo Jason con una sonrisa.
El coche se detuvo frente a la entrada principal y un guardia de seguridad abrió la puerta para ellos. Amelia salió primero, seguida de Jason. Inmediatamente, el personal del edificio los saludó con respeto y profesionalismo. El lobby era impresionante, con suelos de mármol pulido y una decoración minimalista que exudaba elegancia y poder. Plantas decorativas y obras de arte moderno adornaban el espacio, y el murmullo de las conversaciones de negocios llenaba el ambiente.
Un recepcionista se acercó rápidamente. —Buenos días, señor Xiting, señorita —dijo con una inclinación de cabeza.
—Buenos días, Thomas. Esta es Amelia, estará trabajando conmigo. Asegúrate de que tenga todo lo que necesite —ordenó Jason con firmeza, pero con una sonrisa.
—Por supuesto, señor Xiting. Bienvenida, señorita —dijo Thomas, dirigiendo una cálida sonrisa a Amelia.
Jason la guió hacia los ascensores y pulsó el botón para el último piso. Mientras esperaban, Amelia no pudo evitar sentirse impresionada por la eficiencia y el respeto con que todos trataban a Jason. Una vez dentro del ascensor, Jason apretó suavemente su mano otra vez.
—No tienes de qué preocuparte. Santiago Rivas es uno de mis hombres más confiables. Te mostraré su despacho y te lo presentaré. Él te ayudará a adaptarte —dijo Jason, sus palabras calmando ligeramente la ansiedad de Amelia.
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron para revelar un espacioso pasillo que conducía a una serie de oficinas ejecutivas. Jason la condujo hasta una puerta marcada con una placa que decía "Santiago Rivas, Director Ejecutivo".
Jason llamó suavemente y abrió la puerta. Santiago se levantó de su escritorio y se acercó a recibirlos. Era un hombre alto y musculoso, con un aire de confianza y autoridad que emanaba de él. Su cabello castaño claro y sus ojos marrones irradiaban una calidez que ponía a los demás a gusto.
—Santiago, te presento a Amelia. Estará trabajando conmigo y quiero que se sienta bienvenida y apoyada —dijo Jason.
—Encantado de conocerte, Amelia. Bienvenida al Grupo Xiting —dijo Santiago, extendiendo la mano con una sonrisa.
Amelia estrechó su mano, notando la firmeza y calidez de su apretón. —Gracias, encantada de conocerte también, Santiago —respondió, intentando ocultar su nerviosismo.
—Santiago te mostrará las áreas clave del edificio y te presentará a las personas importantes. Luego, puedes acompañarme mientras atiendo algunos asuntos urgentes —dijo Jason, dándole una última mirada de aliento antes de dejarla con Santiago.
Santiago comenzó el recorrido por el edificio, señalando las diferentes áreas y explicando sus funciones. El piso ejecutivo era un hervidero de actividad, con empleados y directivos moviéndose con una precisión casi militar. Amelia conoció a varios directores de departamentos, todos los cuales la recibieron con cortesía y profesionalismo.
—Este es el corazón del Grupo Xiting. Aquí es donde se toman las decisiones más importantes —dijo Santiago mientras caminaban por una amplia sala de reuniones equipada con la última tecnología.
En medio del recorrido, Santiago la presentó a Carla Martínez, la directora de finanzas. —Carla, esta es Amelia. Estará trabajando con nosotros por un tiempo —dijo Santiago con un tono que dejaba claro que no veía a Amelia como alguien permanente.
Carla sonrió educadamente, pero su saludo fue breve y algo distante. —Encantada, Amelia. Espero que disfrutes tu estancia aquí —dijo antes de volver rápidamente a su trabajo.
Amelia observaba todo con atención, tratando de absorber tanta información como fuera posible. Sentía una creciente inseguridad, como si la estuvieran tratando como una simple becaria en lugar de la futura esposa de Jason. El señor Xiting no mencionó en ningún momento su relación con ella al presentarla a Santiago, lo que aumentó su sensación de ser una extraña en este mundo corporativo. Cada vez que Santiago la presentaba, su tono era educado pero impersonal, haciendo que Amelia se sintiera como una figura pasajera.
Finalmente, Santiago la condujo de vuelta al despacho de Jason, donde él ya estaba atendiendo una serie de reuniones y llamadas importantes. Jason la invitó a sentarse en una silla a un lado de su escritorio, permitiéndole observar de cerca cómo manejaba los asuntos urgentes.
Amelia se sentó y observó a Jason con creciente admiración. Su habilidad para tomar decisiones rápidas y efectivas, su confianza y su dominio sobre cada situación eran impresionantes. Cada movimiento y palabra de Jason demostraban su control absoluto sobre el negocio y su capacidad para liderar. Sentía una mezcla de respeto y fascinación que la abrumaba. Verlo trabajar de manera tan eficiente y segura la hacía sentirse más pequeña, pero también despertaba en ella una sensación inesperada de excitación.
Cada vez que Jason hablaba con los directivos o revisaba documentos, Amelia no podía evitar observar sus gestos seguros, la firmeza de su voz, y cómo su presencia llenaba la sala. Sentía un torbellino de emociones: inseguridad, admiración, y una atracción física que no había anticipado. Sus pensamientos se volvían confusos mientras trataba de enfocarse en aprender y absorber todo lo que sucedía a su alrededor.
Cuando la última reunión de la mañana terminó, Jason se volvió hacia Amelia con una sonrisa.
—Vamos al edificio de mis empresas personales. Es hora de que conozcas a Isabel Ferrer y al equipo que te ayudará a manejar mis negocios —dijo, levantándose y guiándola nuevamente hacia los ascensores.
Amelia asintió, sintiendo una mezcla de alivio y emoción. Sabía que el verdadero trabajo estaba por comenzar, pero estaba lista para enfrentarlo con determinación y coraje. Mientras caminaban hacia la salida, no pudo evitar sentir una chispa de emoción por lo que estaba por venir. Sabía que la jornada sería larga y desafiante, pero también llena de oportunidades para demostrar su valía y aprender al lado de Jason.
Jason y Amelia salieron del edificio del Grupo Xiting y caminaron unos pocos minutos hasta llegar al edificio de las empresas personales de Jason. La estructura era igual de imponente, aunque con un diseño más moderno y vanguardista. El exterior del edificio estaba cubierto de paneles de vidrio tintado que reflejaban el cielo, dándole un aire de elegancia y sofisticación.
—Bienvenida a mi imperio personal —dijo Jason con una sonrisa mientras entraban al edificio.
El lobby del edificio era impresionante, con techos altos, paredes de mármol blanco y una recepción central adornada con plantas exóticas y una fuente minimalista que emitía un suave murmullo de agua. La iluminación cálida y los muebles modernos creaban un ambiente acogedor pero profesional. Amelia no podía evitar sentirse un poco intimidada por la magnitud del lugar.
Jason se acercó al mostrador de recepción y saludó a la recepcionista, una mujer joven y eficiente llamada Laura.
—Buenos días, señor Xiting —dijo Laura con una sonrisa profesional—. ¿Necesitan algo en particular hoy?
—Buenos días, Laura. Este es Amelia. Estará trabajando conmigo. Asegúrate de que tenga acceso a todas las áreas necesarias —dijo Jason con firmeza, pero con una sonrisa amigable.
—Por supuesto, señor Xiting. Bienvenida, Amelia —dijo Laura, dirigiendo una cálida sonrisa a Amelia.
Jason tomó de nuevo la mano de Amelia y la guió hacia los ascensores. Subieron hasta el último piso, donde se encontraba su despacho y las oficinas principales de sus empresas personales. Al salir del ascensor, Amelia quedó impresionada por la decoración moderna y elegante. El pasillo estaba adornado con obras de arte contemporáneo y plantas en macetas de diseño. La luz natural inundaba el espacio gracias a los grandes ventanales que ofrecían una vista panorámica de la ciudad.
—Este es mi despacho principal —dijo Jason, abriendo una puerta de cristal esmerilado para revelar una amplia oficina con muebles de diseño italiano, una gran mesa de madera oscura y una estantería llena de libros y documentos. El espacio estaba decorado con un equilibrio perfecto entre elegancia y funcionalidad.
—Tu despacho está justo al lado —continuó, señalando una puerta contigua—. Ven, te lo mostraré.
Amelia lo siguió hasta su nueva oficina. Era más pequeña que la de Jason, pero igualmente elegante. Tenía una mesa de trabajo moderna, una cómoda silla ergonómica y una estantería con espacio suficiente para sus cosas. Un gran ventanal ofrecía una vista impresionante de la ciudad, y una pequeña planta en la esquina daba un toque de frescura al ambiente.
—Espero que te sientas cómoda aquí —dijo Jason, observando su reacción.
—Es... increíble. Gracias, Jason —respondió Amelia, tratando de ocultar su nerviosismo.
—Tómate un momento para familiarizarte con el espacio. Luego te llevaré a conocer a Isabel Ferrer. Ella es mi mano derecha aquí y será fundamental en tu formación —dijo Jason antes de salir de la oficina, dejándola sola por un momento.
Amelia se sentó en su nueva silla y miró alrededor, tratando de asimilar todo. El escritorio estaba limpio y organizado, con un ordenador y una agenda abierta, lista para ser utilizada. Tomó un respiro profundo, sabiendo que este era el comienzo de una nueva etapa en su vida.
Unos minutos después, Jason regresó y la invitó a seguirlo. Recorrieron los pasillos del piso, pasando por oficinas y salas de reuniones donde los empleados trabajaban diligentemente. El ambiente era serio pero dinámico, lleno de energía y propósito.
Finalmente, llegaron a una oficina con una puerta de cristal que llevaba una placa que decía "Isabel Ferrer, Directora General". Jason llamó suavemente y abrió la puerta. Isabel Ferrer se levantó de su escritorio y se acercó a recibirlos. Era una mujer de 40 años, con un porte elegante y seguro. Su cabello oscuro estaba recogido en un moño impecable, y sus ojos verdes brillaban con inteligencia y determinación.
—Isabel, te presento a Amelia. Ella estará trabajando con nosotros —dijo Jason.— Debe ser tratada como si fuera yo mismo.
Amalia se estremeció al escuchar esa última frase.
—Encantada de conocerte, Amelia. Bienvenida al equipo —dijo Isabel con una sonrisa cálida, estrechando la mano de Amelia.
—Gracias, Isabel. Estoy deseando aprender de todos ustedes —respondió Amelia, sintiéndose un poco más relajada.
—Vamos a mi despacho, así podemos hablar con más tranquilidad —dijo Isabel, guiándolos hacia un área de asientos en su oficina.
La oficina de Isabel era espaciosa y luminosa, con una decoración minimalista pero elegante. Los muebles de líneas limpias y los colores neutros creaban un ambiente de profesionalismo y calma. Isabel se sentó en una silla de cuero blanco y los invitó a hacer lo mismo.
—Amelia, mi rol aquí es asegurarme de que todas las operaciones se realicen sin problemas y de manera eficiente. Jason me ha pedido que te ayude a conocer los negocios y a integrarte en nuestro equipo —comenzó Isabel, su tono era profesional pero amable.
—Tu formación incluirá conocer cada uno de nuestros departamentos, entender nuestras estrategias y participar en las reuniones clave. Queremos que te sientas segura y preparada para asumir responsabilidades —continuó.
Amelia asintió, sintiéndose un poco abrumada pero también emocionada por la oportunidad. Isabel proyectaba una confianza y competencia que Amelia esperaba poder emular algún día.
—Gracias, Isabel. Aprecio mucho tu ayuda. Quiero aprender todo lo que pueda y ser un activo valioso para el equipo —dijo Amelia con determinación.
—Esa es la actitud correcta. Estoy segura de que harás un excelente trabajo. Trabajaremos juntas y nos aseguraremos de que tengas todo el apoyo que necesitas —dijo Isabel con una sonrisa de aprobación.
Jason observó la interacción con una sonrisa satisfecha. —Sabía que estarían bien juntas. Isabel, confío en ti para guiar a Amelia en este proceso. Amelia, aprende todo lo que puedas y no dudes en preguntar. Estoy seguro de que harás un gran trabajo —dijo, levantándose para darles espacio.
Amelia se quedó con Isabel, sintiendo que estaba dando los primeros pasos hacia una nueva etapa desafiante pero prometedora en su vida profesional. Isabel la observó por un momento antes de hablar, evaluando su expresión y actitud.
—Bien, Amelia. Antes, el Señor Xiting me ha explicado vuestra relación, y conociendo su cultura, entiendo la importancia de tu formación. En estos momentos, hay una parte de la empresa que te está vetada. No insistas en conocer de dónde vienen ciertos números —dijo Isabel, su voz firme pero no agresiva.
Amelia asintió lentamente, sintiendo el peso de las palabras de Isabel. —Lo entiendo. Mi posición con Jason no es oficial y, hasta ese momento, él debe tener ciertos secretos para mí. Quiere también conocer cómo soy en los negocios y si esa parte fuera deficiente, nuestra relación se rompería —respondió, tratando de mantener la calma.
Isabel la miró con una mezcla de aprobación y precaución. —Efectivamente. Aunque no te estoy juzgando por ello. Si algo tengo claro es que el Señor Xiting no es un mujeriego y no se deja seducir por ninguna mujer. He estado mirando tu currículum mientras llegabais. Unas calificaciones excelentes en el Instituto y en Harvard, dominas inglés, español y francés, cuentas con la protección de la Señora Montalbán y has impresionado al Señor Xiting. No te puedo considerar una mosquita muerta, aunque sea la impresión que transmites —dijo Isabel con una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora.
Amelia se sintió un poco más cómoda al escuchar eso. —Gracias. Me siento bastante sobrepasada por todo esto. Quizás por eso mi aspecto de mosquita muerta. Cuando la Señora Montalbán me presentó al Señor Xiting, nunca esperé terminar aquí. Esperaba conseguir algún puesto bajo en las empresas de Inmaculada cuando terminara mis estudios, pero jamás tener de golpe toda la responsabilidad de algo tan grande —confesó, sus manos jugueteando nerviosamente con un bolígrafo sobre la mesa.
Isabel asintió, comprensiva. —Tranquila, no eres responsable de nada mientras no te pongas cabezota. Todas tus acciones serán vigiladas por mí. El Señor Xiting me ha dado permiso para castigarte físicamente si haces algo mal. Entre tú y yo, no voy a azotarte en el culo ni hacer que te des cabezazos contra el suelo por mucho que sea su cultura. Estamos en Hesperia, no en Suryavanti. Solo te pido que cualquier duda me la consultes y si piensas que algo puede salir mal, me lo consultes —dijo, su tono volviéndose más amable y protectora.
Amelia sintió un alivio palpable al escuchar esto. —Muchas gracias. Espero ser una buena alumna y no defraudarte —dijo con sinceridad, sus ojos reflejando la determinación de aprender y adaptarse.
Isabel sonrió, pero su mirada se volvió seria. —Olvídate de no defraudarme a mí. No defraudes al Señor Xiting. Incluso siendo la protegida de la Señora Montalbán, no creo que tu vida valiera mucho si lo defraudas —advirtió, sus palabras cargadas de un peso que Amelia no pudo ignorar.
Amelia la miró, sintiendo una punzada de miedo. —¿A qué te refieres? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Isabel negó con la cabeza, suavizando su expresión. —Nada. Tú no lo defraudes —respondió con un tono más ligero, pero la advertencia estaba clara.
Amelia asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Sabía que tenía mucho que aprender y que no podía permitirse errores graves. La confianza de Jason y la guía de Isabel serían cruciales en este proceso, y estaba decidida a demostrar que era capaz de estar a la altura de las expectativas.