Bob finalmente despertó y sintió su cuerpo completamente adolorido como si hubiera estado durmiendo durante semanas. Se dio cuenta de que había adelgazado considerablemente en el estómago, lo mismo ocurría con sus delgados brazos y piernas, y con algo de esfuerzo se levantó del suelo.
"¿Dónde estoy?", fue su primer pensamiento.
El escenario donde se encontraba parecía sacado de otro mundo. Estaba dentro de algo que recordaba a un enorme y viejo castillo, rodeado por altos muros. Sin embargo, no veía a nadie a su alrededor y pensó que si había alguien, debían estar en otros lugares lejanos.
Entonces comenzó a recorrer varios pasillos, abriendo todas las puertas que encontraba. Todas eran puertas de madera gruesa lo suficientemente pesadas como para que Bob tuviera que usar ambas manos para abrirlas. Recorrió todo el lugar pero no encontró a nadie.
Decidió dirigirse al patio del castillo y todo lo que pudo ver fue una montaña de esqueletos esparcidos por todas partes en el suelo, probablemente los que habitaban allí.
Las murallas que se erguían frente a él, hechas de piedra, alcanzaban más de cinco metros de altura, pero había escaleras de piedra que facilitaban el acceso a ellas. Sin dudarlo, se dirigió hacia esas escaleras hasta llegar a la cima. Desde lo alto de la muralla, logró contemplar todo el escenario que se abría ante él en el exterior. Era una inmensidad de desierto y a lo lejos podía ver árboles, en realidad un bosque que parecía esconder secretos oscuros.
Miró a su derecha desde la muralla y vio que había una enorme puerta semiabierta. Aunque no vio nada que pudiera representar algún peligro, tuvo la corazonada de que esa puerta necesitaba ser cerrada.
Bajó inmediatamente para hacerlo, pero no tenía suficiente fuerza porque además de ser inmensa, la puerta del muro era muy pesada. Decidió abandonar la idea, después de todo, podría ser solo una impresión suya ya que no había visto nada que significara una amenaza.
Al pasar la mano por su rostro para secar el sudor del esfuerzo que hizo al intentar abrir la puerta, sintió algo diferente en su cuerpo, ya que nunca había usado un collar, y mucho menos con un colgante tan extraño.
"Pero, ¿qué es esto? No recuerdo haber recibido ningún regalo extraño de esta manera", dijo mientras comenzaba a analizarlo cuidadosamente. Era un cubo gris del tamaño de un huevo de gallina que no tenía ninguna costura, y al sostenerlo firmemente en su mano, sintió que se calentaba.
Y como si eso no fuera lo suficientemente extraño, el cubo comenzó a hablar con él:
"¡Hola! Soy la esencia del conocimiento y te ofreceré una alternativa que puede cambiar tu vida o la manera en que ves las cosas".
El susto de Bob fue tan grande que arrancó aquel collar y lo lanzó lejos. Aun así, todavía podía escuchar esa voz que de alguna manera intentaba atraerlo.
"¡Eh Bob! No tengas miedo. No te haré daño. Todo lo que quiero es darte nuevas oportunidades y opciones que pueden hacerte un héroe más completo. Conocimiento, fuerza o inteligencia, entre estos tres, elige lo que prefieras".
Bob se acercó al collar y reflexionó sobre lo que estaba escuchando. ¿Era verdad o alguien le estaba gastando una broma? Pero, ¿quién? Estaba solo en ese lugar desconocido, donde la única evidencia de que hubiera algún ser vivo eran las pilas de esqueletos esparcidos por todo el patio.
Aún desconfiado, decidió investigar si realmente era una oportunidad para mejorar como héroe.
"Pero antes que nada, pasarás por una prueba que te hará elegir lo que es mejor para ti".
"¿Prueba? ¿Acaso alguien va a traerme lápiz y cuaderno para estudiar? No, lo que te sucederá es una prueba única, un evento que exigirá tu máximo esfuerzo para tu supervivencia, y solo entonces sabrás lo que tendrás que elegir".
"¿Y cuándo será esto?", preguntó Bob, temeroso de la respuesta.
"Exactamente en 5 minutos comenzará la primera fase, así que te aconsejo que te prepares".
"Pero, ¿qué va a suceder exactamente?"
La voz que venía del cubo de metal se calló y Bob ya no escuchaba su voz.
Después de volver a ponerse el collar alrededor de su cuello, decidió subir las escaleras y mirar por encima de los muros que rodeaban ese lugar. A lo lejos, notó algo moviéndose que parecía haber salido de ese denso bosque. Y se acercaba rápidamente.
No necesitaba ser bueno en cálculos para darse cuenta de que esa sería su prueba. Entrecerró los ojos para identificar mejor la figura que seguía acercándose hacia él.
Era algo que nunca había visto: una criatura que se movía como una persona apresurada, con brazos largos terminados en garras afiladas. Sus piernas también recordaban a las de un lagarto y, dado que la figura también tenía una gran cola, solo podía ser una criatura similar a un lagarto. Lo más extraño era que no solo llevaba pequeñas piezas de ropa en su cuerpo delgado, sino que también llevaba una espada y un escudo.
"¿Cómo me va a enseñar algo esta bestia?"
Al darse cuenta de que el elegido para la prueba tenía un razonamiento lento, el cubo decidió advertirle.
"Te aconsejo que te armes".
Sobresaltado por la voz repentina en su cuello, Bob preguntó nuevamente: "¿Pero qué quieres decir con eso?"
Y el cubo volvió a su silencio.
"¿Armarme? ¿Armarme con qué?" se preguntó Bob mientras observaba a su alrededor.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que en esa montaña de esqueletos había espadas y escudos sobre ellos.