El secretario de Defensa miró hacia Mallory y luego al presidente.
—aunque si consideramos las cosas, tenemos una posible solución para esta situación. El Proyecto Centinela.
Los rostros de varios de los asesores del presidente se iluminaron de inmediato. Centinela, la armadura del Que tanto se habló días atrás. Una súper armadura desarrollada en secreto para contrarrestar la amenaza de los superhumanos más poderosos.
En teoría podría darle pelea e incluso matar a homelander, según tenían entendido.
había sido un proyecto en desarrollo desde hacía años, aunque estaba paralizado por el poco avance tecno-mecánico clave para el traje.
Como una misión importante, un equipo negro de la CIA había logrado robar tecnología avanzada de México. el equipo de "los chicos" había sido el responsable de lograr extraer lo necesario para llevar el proyecto centinela al límite.
La tecnología robada junto con la existente se había perfeccionado en laboratorios secretos en las entrañas del Pentágono, logrando la culminación de años en estudios y pruebas. Sin embargo, el traje aún tenía un problema crítico.
—¿El Proyecto Centinela está listo? —preguntó el presidente, con una chispa de esperanza en los ojos.
El secretario de Defensa asintió lentamente, pero luego hizo una pausa.
—Está cerca de estar listo, pero no del todo. La tecnología es impecable, y en teoría, la armadura puede contrarrestar a un super del calibre de Homelander. Incluso tiene la capacidad de proyectar rayos de antimateria y ejercer una fuerza de hasta diez toneladas. La clave está en la energía de la antimateria, lo suficientemente destructiva como para destruir la defensa más resistente que pueda presentar el mundo. Pero el problema está en el piloto, el cual aún no lo tenemos. Para operar la armadura, necesitamos a alguien que esté dispuesto a sacrificar su vida, literalmente. su cuerpo tiene que fusionarse con la máquina para una sincronía perfecta entre la armadura y la persona. Sin mencionar, la sobrecarga cognitiva que experimentaría la persona sería suficiente como para provocar un derrame cerebral a largo plazo. Incluso con la incorporación de una IA para aligerar la carga, sigue siendo una cuestión de sacrificio. Si el señor Suárez hubiera aceptado nuestra propuesta, probablemente su genio le permitiría crear una nueva solución más factible en el que el piloto no sufriera a causa de portar la armadura. Pero el muy maldito está con yokaju, son socios.
La sala se sumió en un incómodo silencio. Todos entendían las implicaciones de esas palabras. Incluso intentaron secuestrar en algún momento a Suárez, pero ya entendieron qué tal opción era prácticamente imposible.
El piloto que operara el Proyecto Centinela tendría que integrarse a la armadura de manera tan íntima que ya no sería completamente humano. Sería un arma viviente, con su cerebro y sistema nervioso conectado directamente a la máquina, sin posibilidad de revertir el proceso. Estaban por crear un cyborg.
—¿Tenemos algún candidato? —preguntó el presidente, aunque ya conocía la respuesta.
El secretario de Defensa negó con la cabeza.
—No, señor. Y ese es el problema. No todos los candidatos son suficientemente fuertes como para someterse al procedimiento, incluso si están dispuestos a sacrificarse. Necesitamos un súper humano con habilidades mentales excepcionales. Ya sea telépata, telequinético, con habilidades regenerativas o tecnopaticas. Una persona normal moriría en cuestiones de segundos, un humano mejorado temporalmente solo lo soportaría durante un periodo de tiempo muy corto. Solo un súper hombre con las cualidades mencionadas puede soportar la armadura.
El presidente se hundió en su silla. La esperanza que había sentido momentos antes se desvanecía rápidamente.
—Así que básicamente, no tenemos ninguna opción adecuada, una solución inmediata—concluyó con amargura.
Mallory, que había permanecido en silencio hasta ese momento, intervino.
—Señor presidente, tal vez no tengamos el Centinela listo, pero hay otras formas de ganar tiempo. Mi equipo, "Los chicos", podemos encargarnos de las relaciones diplomáticas con Yokaju. Necesitamos convencerlo de que entre en el país y coopere con nosotros. Al menos, si podemos ganarlo como aliado temporal, podríamos usar su presencia para controlar a Homelander.
La propuesta parecía interesante, de hecho, prestaron atención para entender cuál era la idea de mallory.
—¿Y cómo planeas hacer eso? —preguntó uno de los asesores, con escepticismo en su voz.
Mallory lo miró con frialdad.
—Yocaju no confía en el gobierno, pero tal vez confíe en alguien más. Alguien más cercano a él que el mismo Suárez, alguien que pueda hablarle en términos que entienda. Mi equipo ha enfrentado a los superhumanos antes, y sabemos cómo manejarlos. Si logramos contactar con agencias Federal de asuntos internacionales, específicamente Mónica Sánchez, y la convencemos de prestarnos un poco de su ayuda, tendremos a yocaju de nuestro lado. No digo que sea fácil, de hecho será lo más complicado que haremos, pero no tenemos muchas opciones.
El presidente miró a Mallory durante unos momentos, evaluando sus palabras.
Todo el mundo estaba al tanto de la relación entre yocaju y la señora Sánchez. No estaba confirmado pero tampoco necesitaba serlo. El mundo entero comprendía que esa mujer era la que movía el corazón del héroe mexicano, de hecho, muchos entendían la preferencia de Yocaju hacia la agencia Federal de asuntos internacionales. Todo era por ella. Sabía que era una apuesta arriesgada, convencerla para que yokaju lograra cooperar con ellos, pero también sabía que era la mejor idea que tenían en ese momento.
—Hazlo —dijo finalmente—. Contacta con la señora Sánchez y convéncela de que coopere con nosotros. Maldita sea, si tienes que ofrecerle compuestos V para hacer más jugosa la propuesta, hazlo por favor. Necesitamos una red de seguridad para esta nación lo antes posible hasta que encontremos un candidato para el traje centinela.
Pero que quede claro: esto es temporal. No podemos permitir que Homelander o Yokaju piensen que tienen el control de este país.
Mallory asintió.
—Lo entiendo, señor presidente. Haré hasta lo imposible para resolver esta situación.
Tras las palabras de mallory,
Uno de los principales asesores de comunicación, un hombre delgado con gafas y una expresión siempre alerta, se inclinó hacia adelante.
—Señor presidente, hay otro asunto que no podemos ignorar: el público. No podemos permitir que la gente sepa lo que realmente está sucediendo. Si la noticia de la muerte de Edgar sale a la luz, junto con las amenazas de Homelander, estaremos lidiando con un pánico generalizado.
Las palabras del asesor con relaciones públicas fueron válidas. El público, especialmente el suyo, no debía enterarse de lo sucedido. Porque de lo contrario, los disturbios y la anarquía arrazaría con los estados en cuestión de minutos. Lo último que querían era enviar al ejército las calles para controlar la situación.
—Es verdad —admitió el presidente—. Necesitamos mantener esto en secreto por el momento. Al menos hasta que tengamos una solución viable.
El asesor de comunicaciones asintió.
—Podemos manejar las noticias por ahora. Controlar lo que se filtra a la prensa. Pero esto no durará mucho tiempo. Eventualmente, alguien va a empezar a hacer preguntas.
El presidente suspiró.
—Solo necesitamos ganar tiempo. Si podemos manejar la situación con Yokaju, entonces tal vez podamos mantener el control de homelander por el momento.
El secretario de Defensa volvió a intervenir.
—¿Y qué pasa si Homelander decide actuar antes de que estemos listos? No podemos confiar en que va a esperar pacientemente a que solucionemos esto.
El presidente se quedó en silencio por un momento, antes de mirar a todos los presentes.
—Si Homelander ataca... entonces tendremos que hacer lo que sea necesario. Y eso incluye el uso de la fuerza nuclear. Si el Proyecto Centinela no está listo, tendremos que buscar otras opciones, aunque desastrosas. Pero no nos vamos a rendir, no permitiremos que un loco genocida destruya este hermoso país.
Los presentes asintieron, aunque sabían que la tarea que tenían por delante era monumental.
Mallory por su parte, sacó su teléfono celular, llamando a su equipo. Ellos tenían mucho trabajo que hacer.