Chereads / La Leyenda del Scire: Spin-off - Los años que vivimos / Chapter 4 - Capítulo 3 – «¿Quién eres?»  

Chapter 4 - Capítulo 3 – «¿Quién eres?»  

Remia, Ajax, Escuela Secundaria de Ajax - 15 de Mayo - Año 512

 

Con un papel colgando de su mano, su mochila sostenida solamente con un tirador pasando por su hombro y el colegio entero volteando ante su aparición. Así fue como Rhys Windsor volvió a clases una semana luego de haber sido suspendido por pelear. Cuando llegó a la puerta de su salón de clases lo esperaba su tío, Archie, recostado en la pared. Al parecer le iba a dar la bienvenida.

 —Has vuelto, Rhys Windsor... Y al parecer mejor que nunca —dijo su tío, entre risas.

 —Me has hecho una hermosa bienvenida, Archie, no tenías que esmerarte tanto —bromeó Rhys, pasando a su lado. En el movimiento alzó la mano en la cual tenía su papel frente al rostro de su tío—. Las disculpas... Tómalas.

 —¿Por qué yo? —preguntó Archie, mirándolo confundido.

 —¿Qué? —Rhys lo miró de regreso.

 —Debes entregárselas tú, a tu compañero... Para eso estoy aquí de hecho, vamos, pasa al salón, tu clase ya comenzó —respondió Archie, abriéndole la puerta mientras sostenía una mirada sobre su sobrino, con una sonrisa en su rostro.

 —Con que esas tenemos Archie. —Rhys sonrió también.

Todo eso parecía una pesadilla, iba a hacer el ridículo frente a su clase si le daba las disculpas a Louis con todos sus compañeros presentes.

 —Políticas de la institución, Rhys —respondió Archie, alzando sus brazos al su sobrino pasar frente a él.

 Rhys entró al salón de clases y el profesor paró lo que estaba diciendo, todo quedó en silencio cuando lo vieron llegar, miró al fondo y vio a Jake y David con grandes sonrisas en sus rostros. Maldita sea, acababa de recordar que él les había dicho lo de las disculpas, no iba a poder zafarse de las burlas de ellos luego de eso.

 —Buenos días profesor... ¿Puedo pasar? —preguntó Rhys, apoyado en la puerta. Su tío se paró detrás de él.

 —Claro que puedes, Rhys... De hecho, pasa... Todos tenemos que hablar de algo —permitió Archie, cerrando la puerta al pasar él.

Rhys caminó hasta su lugar. Lara ya estaba ahí. Ella le sonrió cuando él pasó a su lado, él alzó su mano saludándola de paso. Se sentó y suspiró. Vaya, ahora Archie lo obligaría a darse la vuelta y darle las disculpas a Louis.

 —Primero que nada quiero pedirle disculpas al profesor Richard por interrumpir su clase... Pero el tema del que voy a hablar aquí hoy con ustedes es algo importante que hemos dejado pasar por una semana... Aun así, primero que nada... Rhys Windsor, pasa al frente —señaló, alzando su mano. Rhys obedeció y caminó hasta pararse a su lado, todas las miradas, hacía varios minutos estaban clavadas en él—. Gracias Rhys... Louis Tyson, tú también —ordenó, señalando a Louis. Él hizo lo mismo y se paró del lado contrario. A diferencia de Rhys, quien miraba al frente sin problemas, enfrentando a la clase. Louis se encontraba cabizbajo—. Creo que todos deben recordar el incidente ocurrido con estos dos alumnos el lunes pasado, donde ellos, utilizando la violencia, tuvieron un pequeño conflicto que terminó con uno de los dos en la enfermería y con otro suspendido, ¿No es asi? —preguntó y toda la clase asintió en silencio—. Bien, desde ya les digo; no admitimos ningún tipo de violencia dentro de la institución, al ser este el primer episodio de este tipo que tenemos decidí no ser tan severo ante las consecuencias causadas, pero esto no volverá a ser así de nuevo... La próxima vez que algo así suceda, todos los involucrados serán expulsados definitivamente de la institución —remarcó, con autoridad. Rhys lo miró sorprendido, extrañamente su tío se había puesto serio, jamás lo había visto así. Por suerte él había sido el primero en hacer algo así, de la que se salvó—. Rhys... Creo que tienes algo que darle a tu compañero, ¿Cierto? —preguntó, al voltear hacia Rhys.

 Esa mirada que llegó hacia él de parte de su tío significaba que era el momento de presentar sus disculpas a Louis. Archie dio dos pasos hacia atrás y desapareció la distancia que había entre ellos. Rhys y Louis quedaron cara a cara. Louis tenía el ojo morado. Vaya, Rhys no creía haberle pegado tan fuerte, se sorprendió de sí mismo. 

 —Así es, director —asintió Rhys, alcanzándole el papel a Louis—. Lo siento por golpearte, Louis... Prometo que la próxima vez no lo haré de nuevo y recurriré al dialogo para cesar nuestras diferencias —añadió, con una sonrisa.

Eso no había sido una disculpa, había sido una amenaza, Louis se dio cuenta al momento en el cual abrió el papel y leyó lo que Rhys había escrito en él.

 «La próxima vez no la contarás».

 —¿Y bien, Tyson? —preguntó Archie, tocando su hombro.

Louis se había quedado paralizado, sin saber qué responder... Esa sonrisa tan tranquila pero a la vez tan intimidante viniendo de parte de Rhys le heló la sangre.

 —Emm... Sí, acepto tus disculpas, Rhys Windsor... Y opino lo mismo que tú —dijo, entre silencios.

Casi se perdía en sus palabras, la mirada de Rhys ante la última frase fue un aviso: «Mas te vale», eso era lo que él le había dejado en claro con sólo afinar sus ojos.

 —Bien, pueden volver a sus lugares —autorizó Archie y ambos le hicieron caso—. Todo por hoy, dejo que sigan con su clase, también espero les haya quedado en claro lo que dije hoy... No pretendo volver a hablar con ustedes de nuevo... Adiós. —Tras esa última amenaza abandonó el salón.

 Todo volvió a la normalidad en unos minutos. La clase siguió su curso y con el correr del día nadie más habló de ese suceso. Rhys agradeció que nadie dijera nada sobre sus disculpas... Aunque al parecer, otro problema había aparecido. Su vida no tenía un solo momento de paz.

 

Horas después...

 

 —Te digo que no, Jake... Por favor, ¿Crees que te mentiría con algo asi? —Rhys siguió negándose ante la, ya irritante, insistencia de Jake.

 —¿Seguro que no estás saliendo con ella? Rhys, hay pruebas, los vieron juntos... Toda la semana se habló de eso —Jake continuó.

 La situación radicaba en un rumor. Como todo lo que lo rodeaba desde que había entrado a la secundaria. Según el rumor, Lara y él estaban saliendo. Al parecer alguien los había visto una semana atrás cuando ellos salieron de la cafetería luego de haber estudiado toda la noche.

 A Rhys no le sorprendió, de hecho, se lo veía venir, pero lo que menos le cuadraba era la idea de que Lara no le hubiera dicho nada sobre lo sucedido. En el correr de la semana ellos habían hablado mucho, Lara lo había puesto al día con los temas tratados en clase, ella era la encargada de enviarle las tareas. A veces, a causa de eso se enredaban en una conversación que duraba horas y horas. Esa fue su semana. Sintió como se había hecho íntimo con ella con esa relación algo inaudita, pero en ningún momento tocó el tema de lo que él sentía por ella ni nada por el estilo, y ella tampoco tocó el tema de ese rumor que corría por el colegio. Por eso le parecía extraño.

—A ver, Jake... Dejemos las cosas claras... Sí, tuvimos una salida la semana pasada y hablamos diariamente, pero no es nada parecido a lo que tú y todos los demás creen, solamente es una manera de relacionarnos como compañeros de clase, la ayudé con el examen de la semana pasada y ella me informa sobre lo sucedido en clase en agradecimiento... Nada más, por Sun... Todos están locos —Rhys bufó, molestó.

Era una situación insoportable. Una cosa era que lo relacionaran con cualquier tipo de chica con la cual no le molestaba tanto, ya que no eran personas con las cuales podría llegar a tener cercanía, pero Lara estaba en su clase, se sentaba a su lado, y para colmo ya los habían visto juntos afuera de colegio, todo eso se multiplicaba por cien... No iba a ser capaz de dejarlo pasar asi como asi.

—Bien, te creo... Pero creo que deberías hablar con Lara, ella no ha hablado con nadie en toda la semana a causa de esto, ni siquiera con Ashley, al parecer ella se lo creyó y está molesta —explicó Jake.

—Mierda... ¿Ahora tengo que cargar con el enojo de Ash también? Esto no puede estar pasando. —La frustración que venía acumulando toda la semana estaba por explotar con todo lo nuevo que se le estaba haciendo saber. Quiso golpear la pared, pero se calmó y tomó asiento—. ¿Has visto a Lara? Primero voy a hablar con ella, todo lo demás es secundario.

—No... Pero últimamente pasa tiempo en la azotea... Ahí no va nadie.

«Vaya, mi lugar», pensó Rhys.

—Bien, la voy a buscar, nos vemos luego. —Rhys se puso de pie y salió corriendo del lugar.

—Nos vemos luego, Rhys.

 

Minutos más tarde...

 

 —Ey, estabas aquí... Te estuve buscando por el colegio. —Apenas llegó a la terraza Rhys vio la figura de Lara recostada en la barandilla. Ella escuchó su voz y le sonrió.

 —¿Qué haces aquí? Nadie viene nunca —respondió Lara, dándose la vuelta.

 —Nadie vino esta semana en realidad, pero yo era un muy esporádico visitante de este lugar... Era el único lugar en el colegio en el cual podía estar solo sin que nadie supiera dónde estaba, pero al parecer lo descubriste también —dijo Rhys, caminando hacia ella. Al llegar se paró a su lado y se recostó en la barandilla—. Vaya, extrañaba esta sensación —añadió, cerrando sus ojos mientras que la brisa que soplaba lentamente por la altura golpeaba su rostro.

 Lara no respondió, ella apreció su rostro de perfil. Notó como su comisura se elevó y su cabello volaba hacia atrás. Él no la había visto, pero ella estaba sonriendo en ese momento. Rhys era tan distinto, realmente podía llegar a pensar que sólo él era capaz de comprenderla. Pero dentro de ese pensamiento se escondía un poco de desconfianza, no con él, mucho menos con su actitud, más bien con ella, actuaba extraño cuando él entraba en la ecuación, hasta el punto de sentirse más extrovertida que nunca. No era su carisma, ni su arrogancia, ni nada de lo que lo caracterizaba; era su sensibilidad, ese pequeño sentimiento que lo rodeaba de humanidad, que lo traía hacia su lado, generándole interés, y haciéndola sentirse confundida. 

 —¿Te has enterado? —preguntó, rompiendo el silencio.

Rhys abrió sus ojos y giró su rostro, la miro unos segundos, como analizándola, luego volteo hacia delante de nuevo y en su rostro se dibujó una media sonrisa.

 —Es casi imposible no hacerlo —respondió, con gracia.

 —¿Y qué piensas?

 —Que es una estupidez... Intento no darle demasiado interés, se olvidarán de esto en el correr de los días... Así como se olvidan de todo.

A Lara le sorprendió que él se viera tan tranquilo ante la situación. Ella no se encontraba enojada, no se encontraba irritada, solamente se encontraba confundida, nada más. Le confundía pensar que algunas personas asumían algo de ella sin conocerla, le confundía el hecho de que no se sintiera ofendida por el rumor que circulaba. Le confundía pensar que quizás, no era un simple rumor, le confundía pensar en Rhys. Le confundía sentirse extraña a junto él.

 En el correr de la semana habló mucho con él. Conoció algunos detalles de su vida que se supone él jamás había contado a nadie además de su familia, se dio cuenta de que por encima de lo que al principio pensó de Rhys, ese interés se estaba comenzando a elevar más allá de sólo querer conocerlo, ahora quería conocer lo que él pensaba de ella, lo que él sentía en torno a lo que venía sucediendo entre ellos desde hacía ya una semana.

 Todavía el sentimiento que él dejó salir ante ella se encontraba en su cabeza. Aquel que él le hizo saber en esa charla que tuvieron en la cafetería, ellos no se conocían y por eso podían ser objetivos el uno con el otro, pero esa idea se estaba desvaneciendo, y empezaba la siguiente etapa, aquella en la cual debía decidir en torno a lo que sabía de él... Pero no podía hacerlo, porque si él se estaba mostrando de una manera distinta a la cual se mostraba frente a los demás con ella, entonces significaba que ella no iba a tomar el camino que todos tomaban con él... Eso exponía que no iba a conocer al verdadero Rhys, o que quizás, ella era la única que conocía al verdadero Rhys... Su más grande confusión.

 —¿Te hacen incomodar? —preguntó él, bajándola de la nube de pensamientos en la se encontraba. Ella le lanzó una rápida mirada buscando que repitiera su pregunta, no la había entendido en su totalidad—. Digo, porque si te incomoda puedo hacer que se acabe rápidamente, a mí no me afecta que me involucre, pero a ti quizás sí, por eso necesito que me digas lo que sientes en base al rumor que circula sobre nosotros —aclaró sus ideas.

 —No lo sé, solamente me hace sentir extraña ser el centro de atención.

 —Te acostumbrarás, cuando los dejas pasar comienzas a darle otro significado —dijo Rhys, entre risas.

 —¿Dejarlos pasar? —preguntó ella, confundida.

 Él se quedó en silencio, pensando, no respondió su pregunta.

 —Lara... ¿Puedo hacerte una pregunta? —Ante esta cuestión él se dio la vuelta y buscó sus ojos, ella no pudo evitar sentirse algo nerviosa frente al abrupto cambio de actitud de Rhys. Asintió en silencio y él sonrió—. ¿Quieres ser mi amiga? —preguntó, ampliando esa sonrisa.

Asi que era eso.

 —¿Qué? ¿Por qué de la nada? —preguntó ella, con un inmenso asombro reflejado en su rostro.

 —No es de la nada, eres genuina Lara, pudiste escucharme sin juzgarme... Fuiste capaz de hacerme pensar mucho sobre mí, me comprendiste mejor que nadie... No sé si sientes lo mismo, no sé si te diste cuenta de lo que eres capaz en mi... Pero yo sí me di cuenta, y por eso quiero compartir tiempo contigo... Sea como sea.

 Significó mucho todo lo que dijo. Nunca se sintió tan atrapado en una situación como en ese momento, tuvo que guardar sus manos en sus bolsillos porque estas temblaban. Con su mirada baja y su voz algo perdida, sentía como lo abrumaba la presencia de Lara, y aunque era necesario, quizás dejar salir sus sentimientos de esa manera fue un error. Ella no había respondido nada.

 «Compartir tiempo contigo». ¿Qué significaba eso? No sabía de qué manera tomarse su propuesta, porque sí, ser amigos podía perfectamente entrar en esa frase, iban a compartir tiempo de todas maneras. Pero esa forma de decirlo, esa sonrisa, ese gesto, su mirada, era mucho más que solamente una forma de llamarla amiga, hizo latir su corazón rápidamente, la dejó en una encrucijada.

 —¿Quién eres? —preguntó ella, riendo.

Rhys la miró confundido. ¿Qué había sido esa reacción? Esperaba de todo menos eso.

 —¿Eh?

 —El príncipe de Remia jamás diría algo asi... Jamás le pediría a alguien más que fuera su amigo, ¿No es asi?

 —Algo así, o así lo era, al menos hasta que tú apareciste... Dije que confiaba en ti, dijiste que siempre podría hacerlo, ¿Eso sigue en pie?

 —Claro que lo hace... Seguirá en pie hasta que tú decidas lo contrario.

 —¿Por qué yo? Eres tú la que acepta algo así, yo sólo te doy mi confianza.

 —Por eso, hasta que tú decidas no confiar más en mí eso seguirá en pie.

 —Ya veo... Pero todavía sigues sin responder mi pregunta... ¿Quieres ser mi amiga? —preguntó Rhys, otra vez. Pero esta vez estiró su mano.

Lara primero miró su rostro y después bajó la mirada hasta su mano, él estaba haciendo el mismo gesto que cuando le pidió que tomara su mano en el Distrito Neon... No sabía lo que significaba eso en su cabeza, pero si aquella vez se preocupó por ella, esta vez no podía ser nada malo. Quizás no sabía en lo que se metía, quizás no era necesario, hasta quizás, estaba cometiendo un error... O no.

Así que ser su amiga, ¿No era nada malo, verdad? Esa pregunta sólo sería respondida con el tiempo. Y frente a esta aceptación, la tomó... No iba a ignorar sus deseos tampoco.

—Sí... Quiero ser tu amiga, Rhys Windsor.

 

Semanas después...

 

Remia, Ajax, Residencia Windsor - 8 de Junio - Año 512

 

 Con el comienzo de verano a la vuelta de la esquina y el período de exámenes trimestrales, la cabeza de Rhys se encontraba en una espiral de agobio. Por eso estaba tan tranquilo de por fin poder tomarse un descanso. Un fin de semana sin estudiar no venía nada mal, no tenía examen el lunes, podía respirar al fin.

 Jake lo había llamado esa mañana con una propuesta sobre una salida en la noche, para festejar el cumpleaños de Ashley. Él aceptó ya que, además de no tener nada más que hacer, al parecer iban a invitar a Lara, ya que por lo que Jake le había contado, y lo que él ciertamente divisaba cada vez que se juntaban los cuatro en la cafetería del colegio, ella se había hecho muy amiga de Ashley en el correr de las tres semanas desde que había llegado a Remia.

 «Amiga». Vaya palabra que rondaba en su cabeza desde ese día. Después de que Lara aceptara ser su amiga todo pasó demasiado rápido, más que nada entre sus amigos. Él la incluyó en el grupo, para la molestia de Ashley, que luego de conocer más en profundidad a Lara, se difuminó, y ella se terminó volviendo más amiga que él. Era de esperarse, en realidad Ashley no estaba enojada con Lara, estaba enojada con él, por supuestamente no haberle contado sobre su amorío con Lara, todo en consecuencia a esos rumores que aparecieron luego de su noche de estudios.

 Aun así, más allá de las actitudes de Ashley, y de la indiferencia de Jake. Él veía en Lara cierta comodidad con ellos, y no sabía por qué, ya que ella no había hablado demasiado con ellos tanto como habló con él. Obviamente tomaba en cuenta los primeros días cuando Lara la invitó a la fiesta de Jake y tuvieron ese primer encuentro. Pero no era nada, porque luego de ese suceso pasó lo de la pelea, y luego de su suspensión, y esa semana que Lara estuvo sin hablar con nadie debido a los rumores que crearon sobre ellos. Ante todo eso, lo único que podía preguntarse era: ¿Cuándo pasó? ¿Cuándo fue el momento en el que ella encontró esa comodidad?

 «Supongo que fue cuando viniste a hablar conmigo ese día luego de haber vuelto... Fue lo primero que hiciste, ¿No? Ese día pensé: "Rhys sólo confía en dos personas en este lugar; Jake y Ashley, y viendo su actitud, ellos no pueden ser malos chicos", y luego sólo lo confirmé cuando empecé a pasar más tiempo con ustedes... Luego todo sucedió naturalmente, pero no voy a negar que fuiste de gran ayuda para que diera ese primer paso, chico bonito».

 La respuesta de ella luego de que él le preguntara por qué, y cómo, se había acoplado a su pequeño grupo de amigos tan rápido ciertamente le dio mucha satisfacción. Él no se consideraba capaz de incluir a alguien en su vida social de esa manera, normalmente las personas sólo llegaban a él, y sin hacer nada, sólo actuando como siempre, ellas se iban o se quedaban en base a su conveniencia. Algo que no pasó con Lara, algo que, a su vez, le hizo recordar el inicio de su amistad con Jake y Ashley, ya que, al igual que con Lara... Tampoco pasó con ellos.

 «Entonces estamos hechos todos para cual», pensó al sacar esa conclusión, y se sintió internamente agradecido de no haber actuado como un cretino con ellos al inicio, con los tres. Porque realmente apreciaba tener, dejando de lado su propia persona, amigos tan confiables. Alguien como Jake, o alguien como Ashley... Y desde ese momento... Alguien como Lara.

 —Rhys... Ven, hay algo de lo que debemos hablar.

Apenas escuchó la voz de su padre sintió una mano apoyarse en su hombro. Él se encontraba a sus espaldas.

 —¿Papá? ¿Qué sucede? —preguntó, confundido. Cuando se dio la vuelta vio a su madre parada al lado de su padre también.

 —Te quiero en mi oficina ya mismo —ordenó. No dejó tiempo a nada que solamente abandonó la sala al instante.

 —¿Qué le pasa? —Rhys le preguntó a su madre.

Ella estaba igual de confundida que él, sólo alzó sus hombros en señal de desconocimiento.

—Me dijo que quiere hablar a solas contigo —dijo ella—. Ve tranquilo, yo estaré aquí —agregó, dándole cierta seguridad con una dulce sonrisa.

—Bien, iré... Gracias mamá.

 

Minutos después...

 

 —Dije que quería verte rápido, ¿Por qué tardaste? —Rygal demandó una respuesta inmediata cuando vio a su hijo entrar a su oficina.

 —Sigo sin comprender muy bien lo que pasa, me tomaste desprevenido —respondió Rhys, tomando asiento frente al escritorio de su padre—. Mamá me dijo que querías hablar conmigo en soledad, sólo nosotros.

 —Asi es... ¿Qué está sucediendo contigo, Rhys? —Rygal preguntó

 —Emm, ¿A qué viene esa pregunta? ¿Lo dices porque me veo cansado o algo últimamente? Lo siento por eso, no estoy tan alerta porque estoy en período de exámenes, me gusta tomarme las cosas en serio y estoy estudiando muy arduamente —explicó Rhys, todavía, sin saber la verdadera razón por la cual lo hacía. Su padre estaba actuando extraño.

 —No, no son tus estudios, eso no me preocupa, de hecho... Ni siquiera te preocupa a ti, ¿No es asi?

 —No del todo, sé perfectamente que puedo aprobar con facilidad —respondió Rhys, ligeramente alzando sus hombros.

 —Lara Harch —dijo su padre.

Ante esto Rhys alzó su mirada y lo miró confundido. ¿Cómo sabía sobre eso? 

 —¿Qué? —preguntó, anonadado.

 —¿Creíste que no iba a saber eso? ¿De qué me tratas, Rhys? Yo lo sé todo, tu relación con ella, como la conociste, lo que ha pasado estas semanas... Todo, no me subestimes, quizás creas que no le doy importancia o que le quito atención a lo que les pasa, pero no es así, cuando se trata de ustedes, mis hijos... Siempre estoy alerta.

 —Papá... Creo que puedo explicart... —no pudo terminar.

 —No, no — Rygal lo interrumpió, alzando su dedo con autoridad—. No es necesario que me expliques nada... Veamos... ¿Recuerdas la charla que tuvimos hace algunos años? En la cual yo dejaba en claro lo que quería para ti y lo que tú tenías que hacer para cumplir con esas expectativas.

 —Sí, claro que la recuerdo.

 «Como para no hacerlo», pensó Rhys. Esa era la charla que lo atormentaba desde hacía tanto tiempo. Esa charla donde su padre dejó en claro que no quería que él fuera una decepción.

 —Soy alguien a quien no le gusta que le mientan, Rhys, ni que me desobedezcan, o engañen, no tengo paciencia ni tiempo para lidiar con esas cosas, no te voy a mentir... Me conoces poco, casi ni hablamos, casi ni nos vemos, pero más allá de eso, casi nunca tenemos charlas de este tipo... La última fue esa, y fue hace tres años... Pero sigo siendo tu padre, sigo siendo alguien que te conoce a la perfección, alguien que desea que triunfes, más allá de todo... Sabía que esto te iba a suceder, le sucede a todos a tu edad, sabía que te ibas a enamorar... Y también sabía lo que algo asi iba a conllevar para ti... No me molesta que te enamores, Rhys, no me molesta lo que quieras hacer de tu vida, pero no puedo permitir que te desvíes de tu camino, porque todavía estás bajo mi cargo, bajo mi ala... No has salido al mundo, no sabes lo que hay allá afuera, todavía no eres quien crees que eres... Y en base a todo esto, sólo tengo una pregunta para ti; ¿Todavía quieres ser el rey?

 La única persona que siempre lo dejaba contra las cuerdas era su padre. Su padre, sus preguntas, sus órdenes, sus actitudes... Pero más que nada, su mirada, esa mirada de plata, fría e intensa, no lo dejaba escapar, y eso, eso era lo único que lo volvía débil. Ante su padre, no era capaz de sentirse superior. Por eso se paralizó ante su pregunta. Fuera lo que fuera que respondiera, no sabía cómo reaccionaría Rygal, lo conocía poco y nada, ¿Cómo iba a pretender averiguar lo que él quería escuchar? No sabía qué hacer.

 —Emm... Es que... Digo... —titubeó. Tragó saliva varias veces, sintió el sudor frío recorrerle la nuca, su padre no cambiaba su gesto. No podía, así no podía responder.

 —No tendrás una respuesta si lo pides de esa manera, Rygal.

Esas palabras se escucharon como la sonata de una ángel y lo salvaron del lugar en el que se encontraba. Cuando se dio la vuelta vio a su madre parada en la puerta. Ella, de nuevo, su salvadora.

 —Clio... ¿En serio? ¿No te dije que quería hablar con él a solas? Por esta misma razón, porque sabía que te ibas a involucrar y no lo dejarías decir lo que realmente quiere... Por primera vez en su vida déjalo que dé su opinión de la situación sin que estés a su lado —respondió Rygal, alzando su mirada hasta su esposa.

Clio entró a la oficina cerrando la puerta, y caminó hasta pararse al lado de Rhys. Ese momento que fue casi un santiamén pareció haber durado una eternidad para Rhys. Tan solo el suspenso que ellos plasmaban entre sus silencios lo hacían poner nervioso, ahora no sólo era su padre, sino también su madre, ¿Qué estaba sucediendo?

 —¿Podemos hablar? —preguntó Clio dirigiéndose a Rygal. Su mano seguía apoyada en el respaldo del asiento de Rhys.

 —Lo estamos haciendo... Siéntate si quieres, podemos hablar los tres, ahora que estás aquí ya no tiene sentido que te pida que nos dejes solos —respondió Rygal, señalando un asiento al lado de Rhys.

 —No, gracias —Clio se negó, comenzando a caminar alrededor del escritorio de Rygal—. ¿Puedo sentarme aquí? —preguntó, señalando el asiento de Rygal. Él la miró y esbozó una media sonrisa—. ¿Qué sucede? ¿No le darás el lugar a tu esposa? —insistió, respondiendo a la sonrisa de su esposo.

 —Sí... Claro que lo haré... Siéntate — Rygal accedió, poniéndose de pie.

Clio tomó asiento y se recostó en este, comenzó a jugar girando con la silla mientras soltaba una ligera risa. Rhys la miraba anonadado, no podía creer lo que estaba viendo, su madre estaba actuando muy extraño.

 —Bien —dijo, al parar—. Ahora que ya le quité la tensión a la situación podemos volver al tema principal... ¿De acuerdo? —preguntó, volviendo a su lugar.

Rygal asintió mientras la miraba cruzado de brazos.

 —Antes de que llegaras e hicieras todo eso que estabas haciendo Rhys me iba a responder una pregunta... ¿Y bien, Rhys? —Rygal dirigió su mirada a su hijo otra vez.

La pregunta de su padre se vio envuelta en un nuevo tono de voz más ligero. No era tan demandante como la primera vez, al parecer la presencia de su madre hizo que él cambiara la dirección de la conversación.

 —Rygal, espera... Antes de que te dé respuestas, ¿Por qué mejor no dejamos que él nos explique lo que le está sucediendo? Tal vez si le permitimos aclarar un poco su mente puede llegar a una conclusión más certera —propuso Clio.

 —Clio... No tengo tiempo para ese tipo de... —Rygal quiso negarse.

 —Rygal, por favor, una vez que dejes de lado tu trabajo por un rato no hará nada... Esto es importante, es sobre nuestro hijo, y si crees que el trabajo es más importante que eso déjame decirte que estás muy equivocado —dijo Clio, interrumpiendo a Rygal.

El quedó en silencio y la miró seriamente. Ella sostuvo su mirada en la posición en la cual se encontraba. Rhys pudo notar la tensión entre ellos.

 —Rhys, sal de la oficina por favor, tu madre y yo tenemos que aclarar algunas cosas... Vuelve cuando te llame —ordenó Rygal, señalando la puerta. Rhys lo miró confundido, su padre seguía con la mirada fija en Clio. Pero cuando notó que su hijo no se había movido le lanzó una demandante mirada—. Ahora, Rhys... Por favor.

Era extraño, sonaba intimidante, pero Rhys se percató de que ese «por favor» al final sosegó su demanda.

 —Sí, claro —asintió Rhys poniéndose de pie rápidamente. Caminó hacia la puerta y antes de abrirla volteó hacia sus padres una última vez, ellos no se habían ni movido ni un centímetro de su lugar.

Vaya, lo último que quería es que ellos se pelearan, debía esperar hasta que lo llamaran de nuevo para saber cómo terminaría la situación. Y con ese pensamiento en su cabeza abandonó la oficina, dejando a Rygal y Clio a solas.

 —¿Acaso estabas intentando desautorizarme frente a Rhys? —preguntó Rygal, comenzado a caminar de un lado al otro de la habitación.

Clio, todavía sentada en la silla de su escritorio, seguía todo su movimiento a través de su mirada, con una sonrisa en su rostro.

 —Ya te lo dije una vez, Rygal, y te lo puedo repetir, te dije que si te pasabas con Rhys no me lo pensaría dos veces en ponerle un freno a tus acciones, porque él también es mi hijo, y no me importa todo lo que esperes de él, no lo vas a volver tu marioneta —respondió Clio, trayendo a colación una conversación que radicaba de diez años atrás.

Ella no quiso ponerse seria mientras daba respuesta a Rygal. Y él se dio cuenta de eso al instante.

 —Clio, eres la mejor madre que un niño puede tener, también eres la mejor esposa que pude haber elegido... Pero ya que traes temas del pasado, ¿Recuerdas eso, cierto? Sé que no lo has olvidado, Clio, has intentado hacerlo hace mucho tiempo, has pensado que incluso teniendo más hijos conmigo me harías cambiar de opinión, pero no... Todavía sigo con esa idea en mi cabeza... Nada me limitará —él remarcó esas palabras al final.

Clio entendió el mensaje. Pero ya se le había ido el miedo que tuvo la primera vez que algo así sucedió. Tenía a sus hijos, y por más que Rygal intentara sabotearla un millón veces... Ella no lo iba a permitir.

 —No me intimidas, Rygal... Hace mucho tiempo no lo haces —aseguró.

 —Por favor, Clio, jamás intentaría intimidarte, no necesito hacerlo, tú ya me conoces y sabes que eso lo dejo para las personas que no aceptan su lugar y se creen más de lo que son... Tú eres mi esposa, tienes todo el derecho a cuestionarme, pero como te dije antes, eso no significa que yo te permita meterte en mis asuntos.

 —Rhys no es solamente tu asunto, Rhys es mi hijo, él es mi asunto también.

 —Rhys es el problema principal en nuestra relación, aunque no lo parezca, ¿Por qué siempre tenemos que tener puntos distintos sobre lo que cada uno quiere sobre él? Yo entiendo que no quieras presionarlo, que no quieras que se vuelva alguien como yo, pero entiéndelo, Clio... Rhys es un Di Rem, es un prodigio, un genio, él posee algo único que no volverá a suceder en mil años... Tu elegiste su nombre, tu elegiste su destino... No me pidas que espere algo menos que eso para él. 

 Clio bajó su mirada con cierta resignación. Rygal tenía razón, ella también quería que Rhys llegara lejos, mucho más lejos de lo que algún vez alguien llegó. Pero solamente si él quería hacerlo, no pretendía ser Rygal, no pretendía presionarlo para que eso sucediera, porque ella conocía las consecuencias de la soledad, conocía las consecuencias de la ambición, conocía las consecuencias de volverse un ser desapegado a sus sentimientos. Y no lo iba a perder, no iba a permitir que su hijo perdiera su humanidad y dejara de amarla, porque ellos eran lo más importante que tenía, y si debía decidir entre enfrentarse a Rygal o perder a Rhys, se enfrentaría a su esposo una y mil veces, porque si su hijo todavía era capaz de sentir, había posibilidad, todavía había esperanzas de que revirtiera ese destino que Rygal pretendía hacerlo cumplir. Y si esa salvación era el amor que él estaba comenzando a sentir, por esa chica o por quien fuera... Lo iba a apoyar.

 —Él se está enamorando de esa chica... ¿Acaso está mal que lo haga? —preguntó Clio, levantando su rostro de nuevo.

 —No Clio, no digo que está mal que él se enamoré... Sólo no quiero que eso lo distraiga de su camino, ¿Sabes de quién se está enamorando?

 —No, ¿Tú lo sabes? —preguntó Clio.

 —Lara Harch... Es la hija de Thomas Harch, el presidente de la Corporación Harch y miembro del Consejo real de Fons... ¿Me entiendes, Clio? Rhys se está enamorando de la hija de la segunda persona más poderosa del reino de Fons... Él no sabe todo lo que eso conlleva, él se cree que es posible, pero no, y no quiero que culpa de esa ilusión rota todo se venga abajo.

 —Oh... Ya veo, creí que ella era de Remia, no pensé que viniera de una familia tan importante... Aunque, pensándolo bien, ¿Por qué algo entre ellos no sería posible?

 —Pongámonos en contexto... Rhys es el heredero al trono, si él rechaza ese puesto tiene dos opciones: Ocupar mi cargo, o hacerse cargo del conglomerado de tu familia, ya lo he hablado con William, y hasta contigo... El tema es el siguiente; si Rhys decide ser rey no puede envolverse en una relación con una extranjera, está dictado en la constitución de la Isla Rem, si por el otro caso decide ser Primer Ministro, yo no puedo a permitir que un miembro del Consejo real de otra nación se involucre en la política de mi nación, sería un escándalo internacional que dos miembros de la élite de distintas naciones mantengan un romance, no puede suceder, Clio... Si Rhys quiere salir con esa chica tiene que desligarse completamente de la Familia Real y de todas las otras opciones que pueda tener a causa de esa decisión... En base a eso, dime; ¿Ves algún futuro para él si eso sucede?

 —Creo que estás siendo extremista, Rygal, no todo es blanco o negro, ni todo dura para siempre, ¿Estás pretendiendo que él pase toda su vida enamorado de una sola chica? Esto es pasajero, ambos lo sabemos, pero también es necesario, es necesario que alguna vez en su vida tenga este tipo de sentimientos... Dejémoslo que ame, que se desilusioné, que sufra, es un ser humano, Rygal, no es un robot, ya mucho le ha afectado todo este tema, se sintió solo e incomprendido por mucho tiempo, ahora que superó su ansiedad y sus ataques de pánico, ¿Por qué quieres que caiga en algo así otra vez?

 —No quiero que caiga en algo así otra vez, sé lo mucho que puede afectarle esa condición, pero dime Clio, ¿Tú quieres que ese sufrimiento que necesita experimentar lo afecte más?

 —No, Rygal, por Sun, otra vez te vas al extremo... Estamos aquí para él, yo haría hasta lo imposible para que no se sienta solo, están sus hermanos, y tú, Rygal, deberías de cambiar esa mentalidad, ¿Por qué eres tan frio con él? Tú más que nadie sabe lo que significa la falta de una figura paterna en esta etapa de la vida, quizás quieres que él termine como tú, pero no es así, él no es tú, y eso debes de dejártelo bien en claro.

 —Comenzamos de nuevo —dijo Rygal, girando sus ojos. Mientras Clio lo miraba esperando una respuesta este caminaba de un lado al otro por la oficina—. No puedo, Clio, solamente no puedo, no intentes pedirme algo que sabes que es imposible, han sido quince años, quince años en los que he logrado mucho siendo como soy, ¿Por qué cambiar si no me beneficiaría en nada?

 —Por esa misma razón, porque eres un egoísta que sólo piensa en sí mismo, Rygal, tienes una familia, ¿Por qué llegaste hasta este punto si no era lo que querías?

 —Tú si eras lo que yo quería... Eso lo sabes más que nadie.

 —No lo sé, realmente me has hecho dudar de eso muchas veces.

 —¿Cómo podría hacerte dudar de eso, Clio? Si tú lo sabes. 

—Asi que lo sé... Entonces, dímelo Rygal... ¿Tú todavía me amas?

 La pregunta de Clio creó un ambiente de incertidumbre que rodeó la habitación. Rygal no se esperaba para nada esa cuestión, fue por ese motivo que miró a Clio con la extrañeza haciendo presencia en su rostro, confundido, pero encerrado en sí mismo, porque sabía que debía darle una respuesta que ella sintiera complaciente. Y aunque para él mismo sólo existía esa respuesta y nada más... ¿Qué quedaba para todo lo demás?

 —Clio, no es necesario que responda esa pregunta... No quieres saber la respuesta. —Intentó evitarla.

 —Claro que quiero hacerlo... Dímelo Rygal, dime qué es lo que sientes por mí, dime si todavía me amas, Rygal. —Clio se puso de pie y caminó hacia él.

Rygal se encontraba de espaldas, sabía que si se daba la vuelta vería el rostro de su esposa con esa hermosa expresión que lo haría dejarse llevar. Y esa respuesta tendría que llegar, con total honestidad. Pero no podía... No debía.

 —Te mentiría si te dijera que no, pero me mentiría a mí mismo si te dijera que si... De todas maneras, si alguna vez sentí algo cercano al amor, sólo ha sido contigo —dijo, sin darse la vuelta. No podía ser honesto, eso era todo lo que podía dar.

 —Antes de convertirte en esto fuiste capaz de demostrar que realmente tenías sentimientos, con todo lo que hiciste por mí, de la manera que me salvaste, pero luego de eso, luego de eso solamente me dejaste sola y seguiste tu camino... ¿Por qué, Rygal? ¿Acaso no fui suficiente para ti?

 —No voy a repetir lo mismo que repetí la noche del funeral de Ryhan, y no quieres seguir escuchando de mi parte una y otra vez la misma frase... Sólo déjalo aquí, Clio, no es necesario seguir intentando recuperar lo perdido... Ya nada volverá a ser como antes.

 «No necesito un corazón, y tú sólo debes de dejarme atrás, Clio», pensó Rygal, sin todavía darse la vuelta. En ningún momento enfrentó el rostro de su esposa. Caminó hacia la puerta y se posó en ella, pensativo.

 —Llamaré a Rhys, debemos de terminar nuestra conversación con él —avisó, abriendo la puerta.

 —Antes de que todo esto termine... ¿Me volverás a decir «te amo» una última vez? —preguntó Clio, para que el silencio abrazara el ambiente de nuevo.

Rygal no se movió de su posición luego de escuchar eso, quizás no tenía respuesta... O quizás la única respuesta no era apta para ser dicha en ese momento.

 —Realmente fue tu belleza y tu dulce ser lo que me acorraló, y aunque mi destino sea la soledad, y aunque no quería verte afectada por todo esto... No pude dejarte ir, Clio, y eso me pasó factura... Te lo dije aquella vez, y no lo repetiré tampoco, pero si fui un egoísta en ese momento, voy a ser un egoísta toda la vida... No espero nada de ti, Clio, porque luego de todo lo que te hice creo que tienes una imagen propia sobre mí... Si quieres odiarme, ódiame, si quieres amarme, ámame, puedes pensar lo que desees, puedes elegir qué decisión tomar en torno a mí... Pero sí... Aunque no debería decirlo... Realmente... Yo nunca te dejaré de amar, Clio Windsor —apenas dijo eso abandonó la habitación, dejando atrás a Clio, entre suspiros.

Era lo que quería escuchar, pero, ¿Por qué se sentía tan inconforme con sus palabras? Sí, era eso... Porque sabía que no había marcha atrás, nunca la hubo, desde hacía quince años, quince años en los cuales se dejó ilusionar... En vano.

 —Por eso... ¿Por qué me permití vivir en una mentira?

En la solitaria habitación, su voz fue lo único que hizo eco, seguida por ese leve quejido que dejó paso a un sordo llanto.

Y ella que creyó no volver a sufrir jamás.

 

Mas tarde...

 

 —¿Mamá? —preguntó Rhys, entrando a la oficina de su padre, otra vez, y notando que esta se encontraba vacía.

 Luego de que Rygal le pidiera que saliera por unos momentos esperó a que la charla de sus padres terminara se dirigió a la sala de estar donde jugó unos minutos con el pequeño Vlas, quien se encontraba armando unas casas con sus bloques de juguete. Fue un momento divertido, hacía mucho tiempo no jugaba con su hermanito... Hasta que su padre volvió a aparecer, y lo llamó una última vez, para concluir con su reunión de una vez por todas.

 —No lo sé —respondió Rygal, dejando ver que estaba igual de confundido que él—. Pensé que se quedaría para que termináramos de hablar contigo, pero bueno... Quedamos solos otra vez... Ahora, Rhys, ¿Ya tienes la respuesta? —Rygal volvió al inicio de la cuestión.

«¿Todavía quieres ser el rey?».

 Rhys debía responder esa pregunta.

 —Sí... No pretendo aspirar a otra cosa, pero... ¿En serio crees que Lara me puede afectar? Ella, ella realmente me ofreció su ayuda... No sé si sea una distracción, creo que todo lo contrario, ella podría ser mi brújula... Sé que no crees que sea débil, papá, pero a veces siento que incluso teniendo ya quince años, esto es demasiado... Y no quiero volver a sentir lo que sentí años atrás... Sabes a que me refiero — Rhys se explayó a través de varios sentimientos inconclusos.

Dejó casi todos sus pensamientos en el aire, antes de que su padre se permitiera hacer otra pregunta, la respondió, e incluso aumentó la cuestión, y la situación hipotética de que Lara estuviese involucrada... La respuesta de su padre sería el dictamen final.

 —No. —Fue contundente—. Ella no es lo mejor para ti... Escúchame Rhys, sé que todavía eres joven, sé que quizás necesitas a alguien en tu vida que sea tu apoyo, sé que por más que te lo diga, no te vas a alejar de ella... Pero, al menos, no sigas ilusionándote con que su relación funcionará, porque no lo hará, y eso te afectará más que no estar a su lado... Créeme Rhys, tengo más del doble de años que tú, conozco a la perfección todo lo que te está sucediendo, toma mi consejo y aléjate de ella... Porque nadie quiere que reduzcas tu vida a sólo tres años, sabiendo que tienes el potencial para lograr grandes cosas... ¿Sí?

 Rhys bajó la mirada ante el pedido de su padre.

 Habían sido unas muy buenas semanas desde que se había hecho amigo de Lara. Se sentía mejor acompañado, se sentía libre, se sentía feliz. Ella era, más que una persona capaz de comprenderlo, una parte de su superación, ya que gracias a ella comenzaba a ver el mundo de una manera distinta, de una manera, mucho más razonable. Porque poco a poco esa burbuja en la que vivía culpa de su egocentrismo y endiosada persona se iba deshaciendo, ella lo traía al tramo terrenal, y hacía que ese presentimiento del que alguna vez Demian le avisó se volviera cada vez más un futuro el cual podía evitar... Pero, ¿En serio ella iba a ser sólo algo más en su vida? ¿Algo pasajero?

 —¿Por qué sólo tres años?

 —El proyecto que Thomas tiene previsto en Remia durará sólo tres años, luego de eso él y su familia volverán a Fons... Ella es su familia, ella también se irá.

 Esas palabras punzaron su pecho. ¿Qué era esa sensación? ¿Miedo?

 —¿En serio?

 —Siempre fue así, quizás la chica no te lo dijo porque no pretendía seguir más allá contigo, tú sabes, si ella realmente confiara en ti te lo hubiera hecho saber... Pero tú pensaste que esto duraría más tiempo, ¿Cierto?

 No, Lara jamás le mentiría. Eso no podía ser posible... Aunque era algo obvio. Ella tenía su vida en Fons, y no iba a dejar de lado todo por quedarse a su lado, sólo estaba en Remia para acompañar a su padre y apenas su trabajo estuviera terminado volverían a su hogar, y él no la volvería a ver jamás... ¿Todo eso servía de algo? ¿Era algo sensato llegar lejos con ella si inevitablemente se iban a separar? Todo era muy complicado, pero quizás existía una sola respuesta a esas preguntas.

 —Te lo digo por tu bien, Rhys, tu vida no acabará a los dieciocho años, apenas estará comenzando, y ella... Ella no va a estar ahí para siempre, no te apegues demasiado a ella, y si es mejor, termina de una vez por todas con esa relación.

 —Creo que sí... Eso va a ser lo mejor —respondió Rhys, perdiéndose en su voz. Casi musitándolo.

 No sabía si realmente quería eso, pero tampoco quería hacerse muchas ideas, a largo plazo era algo que lo terminaría beneficiando, por más mal que se sintiera en ese momento, o los primeros días cuando tuviera que ignorarla. Aunque estaba comenzando algo que duraría tres años, tres años donde la tendría que ver casi todos los días pero debería ocultar sus sentimientos, tres años donde cada una de sus interacciones no podría significar nada... Tres años de mentir... Una y otra vez, aunque él ya era experto en eso... No le afectaría nada seguir haciéndolo... Después de todo, era por su propio bien... ¿Cierto?

 —Créeme, esto es por tu propio bien, Rhys, sé que algún día conocerás a una chica que significará mucho en tu vida, pero falta tiempo, mucho tiempo todavía... No te pongas ansioso por encontrarla... Además, ¿Qué sucedió con Artemisa? ¿Ya te olvidaste de ella? —preguntó Rygal, con curiosidad.

 Rhys alzó su mirada confundido, ¿Acaso su padre le estaba preguntando algo sobre sus sentimientos? ¿O sobre una chica? No podía ser posible, Rygal no era así. No pudo evitar sorprenderse.

 —Artemisa... Creo que ha pasado mucho tiempo desde eso... No sé si nuestra confianza es la misma que antes, hace dos años no la veo ni he hablado con ella... Creo que eso explica todo.

 —En dos meses será la cumbre de naciones, creo que ella vendrá a Remia... Puede ser una buena oportunidad, ¿No crees?

 No, era demasiado bueno como para ser verdad. Su padre realmente estaba actuando como un padre normal, era tan extraño que no podía evitar sentir un poco de desconfianza ante esa actitud.

 Aunque, lo que su padre le estaba diciendo era una información valiosa. Artemisa volvería, luego de dos años quizás la vería otra vez.

 Artemisa Filii Dei, o Art, como él la llamaba. Fue una persona muy importante en su vida. Ella, además de ser su única y primer amiga, con el tiempo se volvió en un interés quizás algo romántico. Fue muchos años atrás, en ese momento él realmente no era capaz de comprender el peso y la importancia que el amor significaba para una persona, por eso no se dio cuenta de que estaba enamorado de ella hasta que se enamoró de Lara. Ahí fue cuando se percató de que los sentimientos que alguna vez Artemisa despertó en él eran los mismos que Lara había hecho nacer.

 Dejó de ver a Artemisa cuando tenía trece años, fue su primera desilusión, luego de haber superado una etapa de ansiedad gracias a ella, esta volvió luego de su separación. Quiso quitarle la culpa a eso, solamente volcó razones hacia su vida, hacia su personalidad, hacia su padre, hacia muchas cosas que quizás eran culpables también, pero no tanto como haberla perdido a ella.

 Las cosas con Lara parecían ir por el mismo camino, aunque con Artemisa fue distinto, ya que la situación se dio así, ninguno de los dos quería que eso sucediera, pero no pudieron evitarlo, nunca estuvieron hechos para estar juntos... Por más que lo desearan con toda su alma.

 —No lo sé, ella y yo estamos en una distinta sintonía en este momento... Son cosas que suceden... ¿Sabes? Creo que mejor dejo de hacerte perder el tiempo, tomaré tu consejo y te haré caso... Nos vemos luego, papá —dijo Rhys, poniéndose de pie para comenzar una caminata hasta la puerta. Antes de salir escuchó a su padre.

 —Eso espero, Rhys... Ya sabes lo que anhelo para ti y tu futuro.

 «"No me decepciones", vamos, dilo...», pensó Rhys, cerrando sus ojos, expectante a que la frase que terminaría por sellar su decisión llegara.

 —Llegarás lejos, Rhys, sólo hazme caso.

 «No lo dijo», pensó. No pudo evitar sentirse un poco aliviado, aunque ese «hazme caso» se sintió demasiado demandante... Era una versión alterna del clásico «no me decepciones», quizás, todo se estaba volviendo parte de los deseos de su padre... ¿Acaso cada vez tenía menos derecho a elegir? ¿Qué significaba todo eso?

 «¿Quién eres?». Esa pregunta que Lara le hizo aquel día comenzó a rondar su mente. Al parecer, todavía no tenía respuesta... Y sólo ella la pudo llegar a tener, pero... Todo era por su bien... Nada más y nada menos.

 —Sí, lo haré. —Y abandonó la habitación.