Chereads / La Leyenda del Scire: Spin-off - Los años que vivimos / Chapter 5 - Capítulo 4 – ¿Salvación o perdición?  

Chapter 5 - Capítulo 4 – ¿Salvación o perdición?  

Remia, Ajax, Residencia Windsor - 8 de Junio - Año 512

 

—Clio... ¿Podemos hablar?

 Era tarde en la noche cuando Rygal entró en la habitación que compartía con su esposa. Intentó no hacer mucho ruido, pero cuando notó que ella estaba despierta creyó que sería una buena idea aclarar las cosas luego de la charla que tuvieron esa tarde.

 —Mañana debo despertarme temprano para llevar a Demian a un partido de fútbol... Hablemos otro día, Rygal —respondió Clio, sin darse le vuelta.

Su cuerpo se encontraba de espaldas a la puerta, él ni siquiera le había visto el rostro.

 —¿Estás enojada? —preguntó él, sentándose en el borde de su lado. 

 —No, solamente estoy cansada, no tengo ganas de revivir una discusión ya cerrada... Mejor quedémonos con lo que dijimos hoy, Rygal, ya dejaste en claro tus intenciones.

 —Clio, por Sun... No quiero que luego de diecisiete años juntos todo se venga abajo por una estupidez.

 —¿Una estupidez? —chistó Clio, dándose la vuelta—. Eres muy hipócrita, Rygal Di Rem... No sabes lo importante que es para mí esta familia, es lo único que tengo, y la formé contigo, pero que me digas que al final, todo esto formó parte de tu ambición y egoísmo es lo peor que pudiste haber hecho... Me degradaste, me humillaste más que nunca, y lo sabes, me redujiste a nada, a sólo una pieza de tu maquiavélico plan, me trataste como algo que sólo desecharás cuando dejes de necesitarlo... Encima vienes a decirme que es una estupidez, y además de eso preguntarme si estoy enojada... Y yo que confié en ti por mucho tiempo, siempre intenté ver tu lado bueno, quererte más allá de todo lo que has hecho, pero siempre fui una tonta, Rygal... Siempre me has tratado de la misma manera, y por estar enamorada de ti no quise verlo, pero ya no más, ya no quiero ser la misma estúpida que siempre te cree... Porque al final, no soy más que un juguete para ti.

 Rygal escuchó el descargo de su esposa y sintió como si su espalda fuera a apuñalada una y otra vez, hasta que esa sensación se volviera parte de sí, y dejara de sentir el dolor. El dolor de perder a Clio, el dolor de saber que por más que quisiera amarla hasta la eternidad, no podía... El dolor por nunca haber podido separarse de ella. Verla todos los días con una sonrisa se volvió un hábito, incluso sabiendo lo mucho que la había hecho sufrir, ella de todas maneras siempre fue cariñosa con él. Una hermosa mujer, dulce, afectiva y con un alma pura. Una excelente madre, una gran esposa, una persona encantadora, en todos los sentidos.

 Fueron días vacíos de un pasado irreal, fueron extractos de una pequeña parte de su alma que no quería irse de sí mismo. Tenía que romper esa barrera para terminar con todo, pero no podía, y si Clio seguía ahí, no iba a poder jamás. Porque su presencia lo dejó en un limbo. Sus encantadores ojos verdes que lo martirizaban cada vez que lo asediaban con una mirada, su largo cabello castaño claro que dormía siempre a su lado, con ese imponente olor a rosas, su sonrisa, su intensa pasión, hacer el amor con ella era algo que amaba, acompañado de su suave piel, de su dulce voz, de su calor. Todo lo que formaba parte de ella lo hacía volver a su pasado, su ternura, su carisma, su alegría, hasta su sufrimiento, su llanto, su tristeza... Todo era un vaivén de emociones, todo eso lo hacía desear tener diecisiete años de nuevo, y que esa idea jamás haya pasado por su cabeza, que esa decisión haya sido él mismo, y así... Clio y su madre podrían haber sido felices.

Sabía que ella no era lo que necesitaba en su vida. Porque ella era su única debilidad, por ella jamás pudo explotar todo su potencial, por ella, aunque no pareciera, y aunque nadie jamás se lo creyera, se limitó de muchas cosas. Pospuso su propósito hasta que ella ya no estuviera a su lado, ya que cuando eso sucediera, realmente lo perdería todo, cuando ella se fuera de su vida, el amor dejaría de formar parte de su ser para siempre, y sólo necesitaría más... Mucho más que destruir todo a su paso para por lo menos sentirse satisfecho... Como si se sintió alguna vez con ella... A su lado.

Clio... Sólo Clio, siempre iba a ser ella, el único amor de su vida, y la única persona que alguna vez tuvo el poder de devolverle su humanidad, pero ella lo conoció muy tarde, y nunca comprendió sus verdaderas emociones, su verdadero sufrimiento, su verdadero dolor... Nunca comprendió lo que significaba su sed de venganza, la idea de ser un asesino, lo que significaba querer ser la última persona en pie, por él y por su madre... Lo que significaba tener un destino dedicado a la soledad, un camino sólo para él... Ella nunca lo supo, pero incluso sin saberlo, sin comprenderlo, sin dejarlo ser libre de lograr todo eso... ¿Por qué no la podía dejar ir?

—No es así, escuchaste lo que te dije hoy, sabes mi respuesta a tu pregunta, y de todas maneras crees que soy capaz de tratarte de tal manera, jamás te rebajaría a eso, Clio... Sabes lo importante que eres para mí —dudó un poco al decir eso ultimo—. No creo que se te haya olvidado... ¿Cierto?

—Eso no cambia nada, Rygal, no cambia el hecho de que me hayas tratado asi, ni de que me ignores de tal manera, no cambia nada, nunca lo hará.

—Clio, por Sun, ¿Ignorarte? Pero si yo lo hago todo por ti, para darte esta vida, para que puedas disfrutar todo lo que no pudiste disfrutar de pequeña, te devolví todo lo que te quitaron en tu infancia, te lo he dado todo... No entiendo las quejas.

—No quiero seguir dándole vueltas una y otra vez a la misma cuestión, Rygal... Porque sí, me has dado todo, ¿Pero de que sirve todo eso si no te tengo a ti?

—Igualmente sigues aquí... A mi lado.

—Yo también me he desvivido por ti, Rygal, por ti y por nuestros hijos, he dejado de lado muchas cosas por ustedes, he estado para ti, para Rhys, para Demian y para Vlas... Sin esperar nada a cambio, porque los amo con toda mi alma, con todo mi ser.

—Y te lo he agradecido, Clio, todas las veces que pude, pero no puedo cambiar algo que tu decidiste, ya te dije que la decisión siempre estuvo ahí, y que quien la tomó fuiste tú... Por eso repito, todavía sigues aquí, a mi lado, sabiendo lo que pasó, lo que va a pasar, sabiendo todo lo que hice, lo que haré, sabiendo quien soy, quien eres, y sabiendo el futuro de todos nosotros, incluyendo el de ellos, sabiendo todo eso... Aun sigues ahí, ¿Y me vas a echar la culpa a mí? ¿En serio?

—¿Y quién la tiene entonces? ¿Acaso amarte y amarlos a ellos es algo de lo que deba sentirme culpable? ¿Desde cuándo? Vamos, dímelo.

Clio no pudo evitar sentirse todavía más molesta con todo lo que su esposo decía. Al final estaba saliendo a la luz, ella sabía que algún día él dejaría de reprimirse y dejaría en claro todo lo que sentía. Al parecer el día se estaba acercando.

—No dije que tuvieras la culpa, poniéndolo de esa forma nadie la tuvo, ¿No es así?

—Vaya, la culpa la tiene el destino que nos puso en distintos lugares entonces... Listo, ya tenemos la respuesta a todos nuestros problemas, ¿Quién lo diría?

Él nunca la había escuchado hablar de esa manera. Tan irónica, tan enojada, tan llena de rencor. Quizás la perspectiva que tenía de Clio era un poco inexacta, aunque la conocía mucho, y muy bien, pero de igual manera ella tenía un lado oculto, como todo el mundo. Él sabía que Rhys no había salido alguien tan frio y calculador sólo por él, desde aquel día en el cual Clio amenazó con enfrentarse a él por sus hijos supo que ella no era tan inocente como parecía. Y eso se estaba dejado ver junto con sus palabras en la discusión.

—No uses la ironía, Clio, estoy intentando tener una charla en serio.

—No hables tan en serio, Rygal, porque luego ya no sabrás a quien echarle la culpa por las consecuencias que esto traerá —ella siguió con su sarcasmo.

Se oía tan distinta, parecía una persona desconocida.

—Bueno, veo que ya no quieres seguir hablando de este tema —dijo Rygal, comenzando a concluir la conversación.

A sus espaldas escuchó como Clio se dio la vuelta de nuevo, y se cubrió con la frazada. Ella volvería a dormir.

—Sí, mejor vete... Quiero dormir sola hoy, no quiero seguir rompiéndome la cabeza intentando revivir algo que ya está perdido, tú ya lo dijiste... Todo esto ya perdió el único sentido que tenía.

—No lo estás diciendo en serio —dijo Rygal, dándose la vuelta para mirar a su esposa, no había cruzado miradas con ella en toda la discusión, pero en ese momento tampoco pudo, ella ya le estaba dando la espalda.

—Sí, lo estoy haciendo... Asi que si me haces el favor, vete —insistió Clio, dejando en claro que ya no quería seguir.

Rygal asintió en silencio y se puso de pie.

—¿Me vas a echar? ¿Asi sin más? —preguntó Rygal, todavía sin poder creer lo que había sucedido. Ella nunca había llegado hasta ese punto.

—No, sólo te estoy pidiendo que hagas eso por mí, ya que se supone me has dado todo, creo que darme el derecho a dejarme dormir sola por esta noche se te hará muy fácil también... Hasta mañana, Rygal Di Rem.

Ella no iba a ceder. No tenía sentido seguir insistiendo.

—Bueno... ¿Puedo darte un beso al menos? —al preguntar eso escuchó como ella sólo rio ligeramente.

—No me vas a convencer, y realmente estoy cansada... Déjame dormir, Rygal... Adiós.

—Ya veo... Lo que digas, Windsor... Duerme bien.

No había vuelta atrás, por eso, sin insistir más, solamente caminó hasta la puerta, no miró a su esposa, ella ya había dejado en claro lo que quería, y no era seguir con él.

Al salir de su habitación al fin pudo abrir su puño. Este había estado cerrado mucho tiempo, desde que el descargo de Clio comenzó. Cuando miró su palma notó las marcas de sus uñas, estas habían traspasado la carne, no había sentido dolor alguno luego de haberse lastimado... Se había hecho tan inmune al dolor físico que no se dio cuenta jamás de que también debió haberse hecho inmune al dolor emocional. Era frustrante, para él, inadmisible sentirse asi por alguien más, aunque fuera Clio, no podía verse tan vulnerable... Ante nadie.

Caminó por el pasillo de su casa hasta la entrada. Al llegar a ahí se cruzó con su hijo. Rhys lo miró por la puerta de la cocina, él se encontraba con un vaso de agua en su mano. Sostuvieron sus miradas unos segundos.

—¿Saldrás? —preguntó Rhys primero.

—Tú acabas de volver... Y si, saldré —respondió Rygal, notando que Rhys estaba vestido demasiado bien como para sólo haber estado dando vueltas por la casa.

—Salí con Ashley y Jake, hoy es su cumpleaños —respondió su hijo, caminando hacia él.

—Ya veo, Ashley... ¿Y ella estaba ahí? —preguntó, refiriéndose a Lara.

«No le puedo decir la verdad», pensó Rhys.

—No, tuvo otro compromiso con su familia... Por cierto, sé que no debería entrometerme, pero luego de que me pidieras que saliera de tu oficina hoy temía esto, y luego mamá ya no estaba más, tampoco la he visto por el resto del día, ¿Ustedes pelearon?

—Algo por el estilo, tuvimos una discusión un poco subida de tono, pero no fue la gran cosa.

—¿Fue por mí?

—No, fue un tema de nosotros nada más, no le des muchas vueltas, lo resolveremos nosotros, es un problema de adultos después de todo, sólo concéntrate en tus exámenes, y en lo que harás el lunes cuando la vuelvas a ver... Yo tengo que ir de salida, nos vemos luego —respondió Rygal, dando algunos pasos más hacia la puerta.

—Bien, no vemos luego —dijo Rhys, dirigiéndose hacia la escalera. Antes de subir algunos escalones escuchó su nombre una vez más.

—Rhys... Si tu madre necesita algo ayúdala, sabes que puede llegar a ser un poco obstinada en ese sentido, pero no la dejes sola, ¿Sí?

Rhys no comprendió muy bien ese pedido. Fue capaz de darse cuenta de a qué se refería, pero más allá de eso, era extraño que su padre le pidiera algo de esa manera, normalmente no acostumbraba a dejar ese tipo de órdenes... Pero si había peleado con su madre significaba que se encontraba preocupado por lo que a ella pudiera pasarle, era algo un poco razonable después de todo.

—Lo haré —asintió.

—Bien... Adiós —Rygal se despidió para luego salir de la casa con rapidez.

Rhys negó ligeramente con su cabeza y rio. Sus padres eran tan complicados, incluso con lo mucho que amaba a su madre, no podía negar que a veces se le era imposible llegar a comprenderla... Pero mientras ella estuviera ahí, no importaba mucho.

Rygal caminó hasta el garaje. Con la llave de uno de sus autos en mano. No sabía muy bien a donde ir. Quizás el parlamento, aunque no tenía trabajo pendiente, por lo que iba a ser aburrido, e ir a Rem sólo sería una pérdida de tiempo ya que no quería ver a su hermano. Lo único que le quedaba era eso.

—Francis —musitó, parando en seco su caminata. Se dio la media vuelta y apreció la ventana de su habitación que daba hacia el patio de afuera abierta. Ya estaba a oscuras.

Analizó muy bien si hacer lo que tenía pensado, habían pasado casi tres años desde la última vez que visitó a Francis. Desde ese día no había tenido muchos problemas con Clio, por lo que las discusiones no formaron parte de su relación en ese lapso de tiempo. Ella había estado ocupada con su embarazo y cuidando del recién nacido, Vlas. Por lo que ambos estaban bien.

Aun así, no sabía si era una buena idea tomar su teléfono y escribir ese mensaje. Quizás ella respondería rápido, o quizás ni siquiera lo haría.

—Sólo por hoy —dijo, tomando su celular de su bolsillo—. Sí... Sólo por hoy —se convenció. Y escribió el mensaje. 

 

Más tarde...

 

Fons, Ash, Distrito Central - 9 de Junio - Año 512

 

Rygal se sentó en la cama y se vistió de nuevo. El momento se había hecho largo, probablemente ya era hora de volver a Remia. Buscó en el bolsillo de su pantalón y encontró su reloj: 4:30 a.m. Al parecer su presentimiento era real. Se dio la vuelta y vio a Francis durmiendo a su lado... ¿Por qué siempre terminaba acudiendo a ella cuando discutía con Clio? Si ni siquiera le generaba nada, no era igual, nunca lo iba a ser. Pero él sabía que así sucedería, y sólo lo aceptó... Como todo en su vida.

—Ey... Me tengo que ir, te dejo el dinero arriba de la mesa de luz... ¿Sabes? —le avisó, moviendo un poco su hombro.

Ella abrió sus ojos luego de que él la despertara, y Rygal se sintió extrañamente abrumado.

Entendió rápido el motivo... Ojos verdes, brillantes y grandes. Lo miraban con fervor. ¿Qué le estaba haciendo a Clio? No era necesario, jamás lo fue, pero desde aquella noche cuando tenía veintidós años, tampoco pudo alejarse de Francis otra vez... Y le molestaba aferrarse tanto a las mujeres, al final, Clio siempre tuvo la razón... Ellas eran su debilidad. 

—Quédate tranquilo, cuando se trata de ti no es necesario que lo hagas... Sólo con que regreses está bien —respondió ella, tomando asiento en la cama. Se cubrió su cuerpo desnudo con las sábanas.

—Creo que esta es la última vez, Francis... Las cosas con mi esposa no están bien, y si sigo así probablemente terminaremos divorciándonos... No quiero eso, todavía —explicó Rygal, mientras se colocaba su sortija de nuevo. Al mirarla la giró un poco por su dedo, para luego guardar su mano en el bolsillo de su pantalón.

—¿En serio? —preguntó la mujer, un poco sorprendida.

—Sí, tú sabes que esto nunca fue algo serio... Yo estoy casado, tengo hijos, y era obvio que algún día se acabaría, intento hacer perdurar a mi familia, y si sigo viniéndote a visitar no lo voy a lograr.

—Sí, claro... Es comprensible —respondió Francis, bajando su mirada ligeramente.

Ella estaba algo decepcionada, Rygal se percató de su reacción.

—¿Sucede algo? No te ves muy segura diciendo eso.

—Hmm... No, pero, ¿Por qué tan de repente? ¿Tu esposa se enteró?

—No, y por esa razón creo que es necesario terminar esto lo antes posible... Si ella se entera saldrá lastimada, y quien sabe de lo que Clio es capaz en ese estado.

—Con que Clio Windsor... Asi que al fin dijiste su nombre.

—Ya sé por dónde viene esta charla... Y sé lo que me vas a preguntar — Rygal se anticipó.

—Entonces, ¿Por qué nunca me lo dijiste?

 —No era necesario, ya te dije que esto nunca fue algo serio.

—Quizás no... Pero podrías haberme dado un poco de información al menos, aunque

no sea algo serio seguimos teniendo una relación, o algo por el estilo.

—No, no te equivoques, yo no siento nada por ti y tú no sientes nada por mí, soy un cliente para ti, y yo estoy casado... Nada más, no intentes buscar algo que no existe.

—¿En serio eso piensas de mí?

—Sí, sólo eso... Francis, amo a Clio, más de lo que debería amar a una persona, y no

hago esto porque me sienta inconforme con ella, todo lo contrario, solamente intento alejarla lo más posible de mí... Y tú siempre te viste como una buena opción, sólo eso.

—Así que sólo eso... Ya veo, ¿Y fui una buena opción por más de diez años?

—Eso parece, por algo no elegí a otra persona... ¿No crees? —preguntó Rygal, con obviedad.

Francis ya se sentía demasiado humillada desde antes, pero esa pregunta algo irónica le cayó como un balde de agua fría. 

—Sí... Claro, tienes razón, Rygal, esto se debe acabar, antes de que... —paró.

—¿Antes de qué? —preguntó Rygal, con curiosidad. Ella había dejado la conversación en suspenso.

—No nada, solamente terminemos con esto, será mejor para ambos —respondió Francis, quitándole importancia.

Ella se recostó en la cama de nuevo y sostuvo su mirada ante el techo, por un rato largo, mientras Rygal tomaba sus cosas. Respiró hondo seguidas veces, ese nudo que tenía en la garganta no se iba, porque sabía que debía decírselo, pero con todo lo que él había dejado en claro, quizás no era un opción viable, ella sabría qué camino tomar... Él no era necesario en su vida.

—Me voy... —dijo él, parándose al lado de la cama—. Ey, antes que nada... No quisiera que te tomes todo lo que dije como algo personal... Solamente surgió, y acabó, todo inicio tiene su final, era inevitable, puedes seguir con tu vida, Francis... Ya no te molestaré jamás —añadió, dándole un último beso, para luego caminar hacia la salida y abandonar la habitación.

Apenas escuchar el golpe de la puerta cerrándose, Francis tomó el primer almohadón que tenía cerca y se tapó su rostro, para gritar lo más fuerte que pudiera. Era mucho, no sólo frustración, humillación o derrota. Se sentía usada, más que nunca, engañada, tratada como un objeto... Quizás debió de haberse acostumbrado a algo asi desde antes, en su trabajo no sólo le esperaba ese tipo de tratos, ni ese tipo de palabras, le esperaban cosas peores... Pero nunca trató a Rygal como un cliente más, él era tan diferente con ella, que inclusive sabiendo que era casado y que nunca podría formalizar una relación con él, por su posición o por su nombre, se ilusionó, de todas maneras... Y esa ilusión no hizo más que derrumbarse con el paso del tiempo, cuando sólo se veían en habitaciones de hotel una vez cada cierto tiempo.

Rygal ya se había ido, no había vuelta atrás. Debía sentirse aliviada, Rygal no era alguien confiable, y si le contaba lo de Cole, ¿Quién sabe que habría hecho con ella y su hijo? Era mejor solamente guardar ese secreto hasta que él fuera lo suficientemente maduro como para comprender lo que había sucedido entre ella y su padre... Preocuparse por él era el único motivo en su vida desde ese momento... Nada más.

—Nada más... Cole.

 

En la mañana...

 

Remia, Ajax, Residencia Windsor - 9 de Junio - Año 512

 

—¿Ya terminaste, hermoso? —preguntó Clio pasando por el comedor.

Demian seguía luchando con su desayuno al mismo tiempo que intentaba ponerse sus zapatos de fútbol.

 —En eso estoy —respondió el chico, entre bostezos.

 —Bien, pero apúrate, en treinta minutos debemos salir —avisó su madre desde la cocina.

 —Lo que digas mamá.

 Mientras preparaba el desayuno para Rhys y Vlas, Clio escuchó el motor de la camioneta de su esposo apagarse en el garaje.

 «Así que pasó toda la noche afuera», pensó Clio, apreciando por la ventana de la cocina que daba hacia el patio delantero como él caminaba hacia la puerta de entrada.

 —Vamos, apúrate —instó al pasar por el comedor de vuelta. Demian no había avanzado nada. No pudo evitar reír al ver a su hijo en ese estado, era muy tierno.

 Siguió su camino hasta la entrada, y antes de que Rygal empujara la puerta para entrar, ella la abrió, y él quedó con su mano en alto.

 —¿Recién llegas? —le preguntó, parándose ante su esposo de brazos cruzados.

Rygal la miró confundido. Ligeramente sonrió, esa pulcra belleza que ella siempre poseía en las mañanas le encantaba. Pero no era momento para dejar en claro algo asi.

 —Así es... ¿Pasó algo? —preguntó él.

 —No, para nada... Solamente quería saber dónde estabas.

 —Clio, por favor, ¿Desde cuándo me controlas? Nunca tuviste ni una queja de que no pasara la noche en casa, y de un día para el otro te molesta... ¿Qué sucede contigo?

 —¿Acaso no puedo saber dónde mi esposo pasó toda la noche? Es sólo curiosidad, ¿Por qué te escudas antes de darme una respuesta?

 —Clio, mira... Estoy cansado, así como tú lo estabas ayer, y realmente quiero subir a descansar... ¿Podemos hablar otro día? ¿O ya cambiaste de opinión? —preguntó él, esbozando una irónica sonrisa.

 Ella bajó su mirada y rio mansamente, para luego negar con su cabeza. No quería contestarle lo que estaba pensando, porque acabarían discutiendo, y Demian estaba a unos pocos metros de ellos, no era el momento.

 —Entiendo... Ve entonces —declaró, saliendo del camino para permitirle el paso.

Rygal siguió hacia delante, pero antes de subir la escalera miró sobre su hombro. Clio ya no estaba, se había ido rápidamente por la puerta del comedor. «No quiero que nos pase esto, Clio», pensó, pero se borró esa idea de la mente rápidamente y sólo subió hasta su habitación.

 —¿Y? ¿Listo? —preguntó Clio, parándose al lado de Demian. Él ya había dejado su tazón vacío, e intentaba terminar de atar sus cordones.

 —¿Me ayudas, mami? No puedo —preguntó el chico, alzando su pie hasta apoyarlo en la silla frente a él.

 —Claro, mi niño. —Su madre se inclinó un poco y terminó por atar los cordones de su hijo—. Por cierto, ¿No escuchaste a tu hermano anoche? ¿Llegó tarde? —preguntó, con curiosidad.

 —Emm... No lo sé, estaba medio dormido, pero escuché algunas voces por el pasillo, y risas... Si no escuché mal vino acompañado, porque también escuché una voz femenina.

 —¿Eh? ¿Vino con una chica? ¿Oíste su nombre o algo por el estilo? 

 —Quédate tranquila mamá... Era Ashley, él la llamó un par de veces, y pude distinguir su nombre.

 —¿Ashley Crown? ¿Qué hacía ella aquí?

 —No lo sé, Rhys anoche me dijo que iba a salir con ella y sus amigos a festejar, porque era su cumpleaños, parece que decidieron terminar la celebración aquí —dijo Demian, soltando una insinuante risa.

Su madre lo miró rápidamente.

 —¿Qué dices? Tu hermano todavía es muy joven para pensar en esas cosas, apenas tiene quince años.

 —Mamá, Rhys se está comenzando a interesar en las chicas mucho más que antes, no te sorprendas cuando llegue el día que presente a su pareja... Sólo espero que si ese día llega, sea alguien que realmente lo valore, con lo complicado que es llegar a comprenderlo necesitará de una chica con el corazón muy grande, que realmente se preocupe por él... No quisiera seguir viéndolo sufrir por estupideces.

 —Vaya, te preocupas mucho por él, Demian... Estoy feliz de que ambos sean tan unidos, se criaron rodeados de lujos, miradas, bajo los focos de todo el reino solamente por ser hijos de Rygal y de mí... Intenté hacer lo posible para que eso no les afectara demasiado, para que no se dejaran llevar por esa vida, quizás no fue fácil, mucho menos para Rhys, él fue quien peor lo pasó de todos, pero creo que la enseñanza más grande que les dejé es la de nunca dejarse de lado, porque detrás de tanto dinero, de tanta fama, de tanta admiración, detrás de todo eso, sólo se tienen a ustedes, y a nadie más, y si algún día llego a faltar, no quisiera que se separen jamás, sólo ustedes se comprenden más que nada, y la soledad es peligrosa... Para cualquiera —dijo Clio, bajando lentamente su mirada.

Quizás estaba siendo demasiado ilusa, pero estaba un poco triste desde que había discutido con Rygal. No era la primera vez, ni tampoco iba a ser la última, eso lo tenía muy en claro, pero al querer parecer enojada con él y quitarle importancia al hecho, sólo estaba escondiendo lo que realmente sentía, y a ella no le gustaba estar peleada con él.

Sabía que sus hijos siempre iban a ser el motivo de tal discusión, porque sin esperar nada de él, al menos esperaba que tratara a sus hijos como lo que eran, y que estos no salieran afectados por su ausencia. De ahí su pensamiento, y ese anhelo a que ellos siempre estén juntos pase lo que pase, porque por más que ella jamás se fuera de su lado, si esto no sucedía así, Rygal no estaría, como no estuvo por quince años, y ellos quedarían solos, pero se tendrían a ellos de todas maneras... Y eso no podía cambiar, ya que era lo único que iban a tener hasta el final. Su lazo de hermandad.

 —Lo sé mamá, quédate tranquila, quizás Rhys es algo difícil de llevar, pero estoy yo, y creo que puedo llegar a ser su brújula moral, o eso que todavía lo mantiene con los pies en la tierra... Créeme, siempre me termina haciendo caso de alguna u otra manera, aunque sea seis años mayor que yo, aunque sea mil veces más inteligente o más talentoso, aunque tenga un séquito de chicas detrás de él, aunque sea atractivo físicamente, aunque sea el heredero del clan... No importa, realmente no importa, Rhys sigue siendo un ser humano, y siempre buscará el lugar donde sentirse cómodo, y yo pretendo darle ese lugar —aseguró Demian.

 —Me encanta que seas así, pequeño... Creo que Rhys está muy agradecido de tenerte de hermano, así como yo estoy muy agradecida de tenerte como hijo, estoy muy agradecida de tenerlos a los tres como hijos, son lo mejor que me ha pasado —declaró Clio, con una gran sonrisa.

 —Gracias mamá... Yo también estoy agradecido de tenerte como madre —dijo Rhys en su entrada al comedor.

 —Habla del diablo y este aparecerá —rio Demian al escuchar la voz de su hermano.

 —¿Qué te pasa, tonto? —bromeó Rhys, empujando su cabeza al pasar a su lado—. Buenos días mamá —saludó a su madre con un beso.

 —Buenos días cariño —contestó Clio.

 —¿Juegas hoy? —le preguntó a su hermano, señalando su uniforme.

 —Sí, el primer partido de la temporada, ¿Irás? —preguntó Demian, emocionado, que su hermano fuera a verlo jugar lo inspiraría demasiado.

 —Sí, claro... Debo confirmar si tienes al menos la mitad de mi talento —bromeó Rhys—. ¿Puedo llevar acompañante?

 —Por supuesto, y si es una chica linda mejor, hoy es el día en el que Demian Windsor va a conquistar todos los corazones de Ajax —rio Demian. 

 —Sí, claro, tonto, lo que digas... Por cierto, ¿El desayuno ya está listo? —preguntó, esta vez dirigiéndose a su madre.

 —Emm, sí... ¿Quieres que te lo lleve a tu habitación? —preguntó su madre.

 —No, no, tranquila, sólo encárgate de Demian, lo llevaré yo —respondió Rhys, comenzando a caminar hacia la cocina.

 Clio y Demian se miraron sorprendidos. Lo que acababa de suceder no era algo que podían llegar a ver todos los días. Rhys despertándose de buen humor.

 —¿Llevará el desayuno él mismo? Y encima de eso, está feliz... Wow, al parecer no me equivoqué cuando dije que pasó una buena noche —declaró Demian, entre risas. Su madre quedó pensativa—. ¿Estás bien, mamá? —preguntó, notando su actitud.

 —Sí, sólo ve a buscar tu bolso y llévalo a la camioneta, tengo que decirle algunas cosas a Rhys antes —dijo su madre, también abandonando la sala en dirección a la cocina.

 —Lo que diga, señora madre —bromeó Demian, antes de salir corriendo hacia las escaleras y subir hasta su habitación.

Clio entró a la cocina y notó que Rhys se encontraba sirviendo el jugo de naranja de la jarra en dos vasos que tenía en una bandeja. Dos sándwiches de queso, dos platos de huevos revueltos, dos porciones de tocino y dos servilletas... No era un desayuno sólo para él, eso era obvio.

—¿Quién es tu invitado? —preguntó Clio, señalando la bandeja.

Rhys alzó la mirada rápidamente y le sonrió.

—Es un regalo de cumpleaños, para Ashley —respondió él, negando con su cabeza mientras reía.

Clio notó que estaba algo avergonzado.

—Ey, no te pongas tan tímido, soy tu madre... Me gusta que seas así con las personas, nunca te vi actuando como un caballero, me enorgulleces, Rhys —dijo ella, esbozando una sonrisa.

El halago de su madre le recordó a lo que Lara le había dicho aquel día en el que salieron. Al final tenía razón, su madre adoraba ese actuar viniendo de él. No pudo evitar sonreír también, recordando esa escena. Recordando a Lara.

 —Gracias mamá, ayer fue su cumpleaños y salimos a comer algo con los chicos, pero no creo que haya sido suficiente, ella todavía no se ha despertado, así que pretendo sorprenderla con este desayuno —explicó Rhys—. Aunque lo veo un poco simplón, ¿No crees que le falta algo? —Buscó una recomendación de su madre.

—Sí... Una flor, puedes tomar una rosa blanca de mi jardín, a ella le encantará, además se parece al color de su cabello —propuso Clio.

—Cierto, eres una genio, mamá. —A Rhys le encantó la idea. Rápidamente abrió la puerta trasera y corrió hacia el jardín, volvió casi en un santiamén con una rosa en su mano—. ¿Perfecta, cierto? —preguntó colocándola al lado del desayuno.

—Le da un toque romántico —declaró Clio.

—No es lo que tú crees, mamá... Ashley es solamente una amiga, nada más, sólo quiero que tenga un lindo día, tú sabes que ella no posee una relación demasiada buena con su madre, y normalmente no recibe este tipo de detalles, es lo menos que puedo hacer por ella.

—Claro, ¿Y es tu amiga hasta tal punto de hacer esto por ella? —preguntó Clio, con curiosidad. 

—Sí, lo es... Probablemente se merezca más, pero a ella no le gusta mucho que los demás hagan cosas por ella, piensa que la subestimamos, y que por no tener la cantidad dinero que tenemos la vemos en un nivel inferior.

—Entiendo, es una buena chica entonces... Está bien, mientras seas respetuoso y cuidadoso con ella siempre apoyaré tu postura.

—¿«Respetuoso y cuidadoso»? ¿De qué manera? —Rhys la miró confundido.

—Bueno, soy tu madre, te conozco a la perfección, no sé si estás interesado en ella, pero si algún día pretendes dejarle en claro tus sentimientos, quisiera que la cuides, porque así fue como te críe.

—Mamá... Vaya, no sé cómo decirte esto, primero que nada debería agradecerte por preocuparte por mí de esa manera, pero tengo que aclarar algo, yo no estoy enamorado de Ashley, sólo la veo como una amiga, nosotros nunca podríamos estar juntos, por muchas cosas que no tienen nada que ver con lo hermosa y buena chica que ella es, pero más allá de lo mucho que la quiero, en realidad, estoy enamorado de otra persona —dijo Rhys, desprendiendo algo de tristeza en su voz.

Clio se percató de eso, y sonrió.

Ella jamás lo había visto tan emocional antes, él había cambiado, quizás no era algo demasiado perceptible, pero ella lo conocía, desde hacía quince años, más que a nadie, por eso se pudo dar cuenta de la actitud de su hijo. Siempre se daba cuenta, pero la mayoría de veces no podía hacer nada, él era alguien totalmente contrario a ella, y cuando la situación la superaba, aunque hacía lo posible para entenderlo, casi nunca podía, él tampoco ayudaba, se encerraba en sus emociones y formaba una cúpula a su alrededor, que lo volvía hermético a lo sucedido afuera.

Ella lo amaba tanto que no podía aguantar ver lo que su hijo sufría en base a eso, también la afectaba a ella, demasiado, y tenía que ceder a él, porque tenía dos hijos más a los cuales también darle de su parte, y no podía sólo caer por uno. Ni Demian ni Vlas se podían comparar a Rhys, él tenía miles de capas, una cada vez más difícil de comprender que la anterior... Y así fue por años. Rhys tenía sólo cinco años la primera vez que le contó lo que sentía.

«Mamá... ¿Tú crees que yo soy especial?», le preguntó el niño. Ella sabía que lo era, pero también sabía lo racional que era Rhys, y las miles de interpretaciones que podía llegar a concluir solamente con una respuesta. «Claro que lo eres cariño, todo el mundo es especial a su manera, pero eso no significa que sea malo, significa que eres único», fue lo que ella le respondió. Fue cuidadosa, pero honesta, al mismo tiempo. Él pareció quedar satisfecho con su respuesta, porque sonrió con simpatía y le contó que a él no le molestaba que todos lo miraran raro por ser quien era, ni por su actitud arrogante, ni por su extrema inteligencia, incluso a esa edad, él era muy independiente y sabía lo que quería. Hasta que Rygal se percató, y lo peor comenzó.

Su primer crisis de ansiedad sucedió cuando él tenía seis años, apenas entrar a primaria. Demian había nacido a principios de año, ella se encontraba muy ocupada cuidándolo a él, pero siempre que podía pasaba tiempo con Rhys. Aunque obviamente la atención había él había disminuido, y él lo había notado, sin embargo, no pareció afectarle al principio, él se encontraba muy feliz de tener un hermano menor, para poder jugar con él, para no sentirse solo, y siempre hacía lo posible para ayudar a su madre con el bebé. Pero mientras el tiempo pasaba, Demian crecía, y Clio comenzaba a ocuparse de su trabajo de nuevo, ya era menos el tiempo que pasaba con Rhys, y seguía, y seguía, hasta que el día llegó, ese día que se desmayó.

Los miércoles su hijo tenía practica de fútbol. Ella trabajaba en la tarde, pero ese día no pudo terminar su turno, no cuando a través de un llamado le hicieron saber que Rhys había tenido un colapso. No supo cómo llegó viva al lugar, atravesó la ciudad a la máxima velocidad, seguramente incumplió muchas normas de tránsito en el camino, pero los nervios, el miedo y la preocupación de que algo malo hubiera sucedido con su hijo no la dejó pensar con claridad.

Cuando llegó al lugar él estaba bien. Lo tenían en observación, luego de algunas pruebas cardiacas y neurológicas, también análisis de sangre, pero Rhys era un niño sano, y ninguna vez dejó ver algún problema físico, por lo que la razón que los médicos terminaron por otorgarle fue sólo una... Rhys había tenido un ataque de pánico a causa de una crisis de ansiedad. Desde ese día todo comenzó... A Rhys le sucedía más seguido, ella debía llevarlo a las consultas con el terapeuta, ayudarlo con su medicación, incluso siendo un niño, ella pensaba que lo que le estaba pasando a su hijo era injusto.

Luego de ese diagnóstico ella lo recordó, recordó su condición también, las veces que estuvo en el mismo lugar que su hijo, y no pudo evitar sentirse un poco culpable, quizás la razón de la ansiedad de su hijo haya sido ella misma. Aunque el tiempo pasó, se informó, conoció a detalle lo que su hijo sufría, para poder ayudarlo, para ser aquello que le diera un poco de tranquilidad, aunque sabía que nunca iba a entenderlo en su totalidad, porque la mente de las personas era distinta, y cada uno enfrentaba ese tipo de problemas a su manera. También intentó convencer a su esposo, hacerle entender que no era sano presionar a Rhys de tal manera, ni cargarlo con tantas expectativas a tan corta edad, que aunque fuera un prodigio, seguía siendo sólo un pequeño niño que en base a todas sus características, era propenso a tomar una forma de represión muy dolorosa, que desencadenaba en sus ataques de pánico.

Muchos años pasaron, desde los seis hasta los catorce, ocho años donde Rhys peleó con todo lo que pudo contra su mente, aquella que siempre fue su peor enemigo, más que él mismo, más que sus sentimientos, más que su padre... Su mente era su única debilidad.

Pero luego de entrar a preparatoria muchas cosas cambiaron, comenzó a dejar de lado algunas actividades para no sentirse tan abrumado, ya no estudiaba lo mismo, ni le daba el mismo interés a aquellos que no le otorgaban nada, pasaba más tiempo con esas personas que realmente le caían bien, como Ashley, David o Jake, también con Demian y Vlas, e incluso luego de Lara llegar, con ella de la misma forma.

Pero todo eso parecía ser efímero para el joven Windsor. El miedo estaba volviendo, ya que no podía seguir luchando contra su pasado, y esos pendientes que lo atormentaron también; esa decepción, esa búsqueda de identidad, ese destino. Si quería sentirse aliviado de una vez por todas tenía que encontrar firmeza en sus actos, un poco de autonomía y decisión, pero le faltaba camino para llegar a eso, todavía tenía mucho que aprender... Aunque no iba a permitir rendirse, inclusive si tenía que perderla a ella, otra llegaría, o quizás sólo debía seguir ese camino, pretendiendo que ellos sean felices, porque quizás él no tenía salvación de la soledad... Quizás, ese era el destino que le esperaba. Un destino sólo para él.

—¿Otra persona? —preguntó su madre, notando que él había sonreído ligeramente al dejar en claro eso.

—Sí, otra chica... Pero no puedo pensar en ella, mamá... Sólo es algo que no tiene manera de funcionar, debo resignarme a que ella y yo estamos bastante alejados el uno del otro, ignorando lo que siento por ella, la tranquilidad que me da, lo mucho que me gusta verla reír, ignorando aquello que pudo ser... Ignorando todo, porque de eso depende mi destino —Rhys se explayó.

A medida que hablaba Clio comprendía aún más a lo que se refería, y comprendía la razón de ese pensamiento, él no había hablado así de esa chica antes de esa reunión con Rygal.

«Vaya, él... Otra vez», pensó Clio y una ligera molestia vino a ella. Se lo había dejado muy en claro, pero él hizo todo lo contrario a lo que ella le pidió.

—No tienes que encerrarte tanto en eso tampoco, pequeño, la conoces hace muy poco, todavía pueden pasar muchas cosas, pero eso no significa que debas dejar ir esos sentimientos sin más, son muy importantes, pero concéntrate en ti, en lo que tú quieres, porque eres lo más importante de tu vida, tú y solamente tú, nadie más puede ni debe elegir lo que se supone te hace sentir bien... De eso realmente depende tu destino y tu felicidad... De ti mismo. —Clio se acercó a él y acarició su pelo, para luego darle un beso en la frente—. Te amo, mi vida, no te dejes invadir por esos pensamientos de nuevo, quiero lo mejor para ti, siempre... Si me necesitas ahí voy a estar, sólo dímelo, ¿Si? —preguntó, esbozando una sonrisa que Rhys respondió rápidamente. Él en un instante se inclinó hacia ella, para darle un abrazo.

—Eres la mejor madre del mundo, mamá... Lo sabes, gracias por todo.

—De nada mi niño... Por ti haría lo que sea, cariño —aseguró Clio, con una gran emoción. Hacía mucho tiempo su hijo no la trataba de tal manera, ya anhelaba un abrazo suyo.

—Creo que iré a despertar a Ashley, nos vemos en el partido, luego de desayunar llamaré un coche para que me lleve —dijo Rhys, separándose de su madre. Caminó dando vueltas por la isla de la cocina y tomó la bandeja con la comida.

—Sí... Nos vemos luego, mi amor — su madre lo saludó.

Rhys rápidamente salió de la habitación. Mientras cruzaba la sala intentando mantener los vasos quietos sobre la bandeja, casi choca con su hermano. Demian lo miró confundido, pero al final sonrió.

—Ey, llévala a ver el partido —dijo riendo.

—¿Eh? ¿A quién? —preguntó Rhys, complementando sus risas.

—Ya sabes, a la chica que tienes en la habitación... Dime, ¿Durmieron juntos?

—No, dormí en el cuarto de huéspedes, no seas tonto, nosotros sólo somos amigos.

—Sí, claro, había olvidado que tienes en la mente a la pelirroja... Por cierto, ¿Y ella? ¿No aceptó tu invitación?

—Por Sun, contigo no se puede hablar serio... Es algo complicado, tendré que alejarme de ella, tú sabes... No es lo mejor para mí —dijo Rhys, con su voz dejando paso a una ligera resignación, pero desviando su mirada, no queriendo aceptarlo tampoco.

—Estás mintiendo... Te conozco tanto que puedo darme cuenta al instante cuando lo haces, tú no quieres alejarte de ella, ¿Cierto? Y sabes que no es lo mejor para ti, porque te estabas enamorando mucho de ella, y estás consciente de que vas a sufrir mucho más al tener que verla todos los días a tu lado, pero ni siquiera poder hablarle... ¿Por qué te mientes, Rhys? ¿Hay algo más, cierto?

La pregunta de Demian dejó a Rhys acorralado ante una respuesta lógica. Su hermano tenía razón, estaba siendo tan obvio y contradictorio que no había manera de que estuviera mintiendo, pero no podía solamente contarle la razón de todo.

—No lo sé, Demian, sólo eso... No puedo y listo, no tiene sentido seguir dándole vueltas al asunto —respondió esquivando el tema, pero sabía que su hermano no se quedaría satisfecho. Lo notó en su mirada.

—Sí, lo tiene, lo tiene si de esa decisión depende tu felicidad.

—Demian, es una chica que apenas conozco hace algunas semanas, es demasiado premeditado decir que tomar una decisión en base a seguir hablando con ella es de lo que depende mi felicidad... Hay cosas más importantes, como ustedes, sin ir más lejos.

—Lo sé, pero a nosotros no nos vas a perder, Rhys... Y ella realmente te gusta, además... ¿Por qué no arriesgar? No es justo que todos nosotros podamos elegir sobre lo que queremos para nuestras vidas menos tú... ¿Vas a ser infeliz solamente para que nosotros podamos disfrutar de estas? Si piensas hacer eso déjame decirte que jamás lo aceptaré... No pienso permitir que jamás seas feliz por tu «destino», porque eso no existe.

—Demian, sabes que te adoro con mi vida, sabes que siempre te hago caso, que eres como mi voz de la razón, pero eres un niño todavía, y no entiendes en su totalidad lo que significa todo lo que tengo que representar solamente por ser el heredero de la Familia Real, y el hijo de Rygal Di Rem... No puedo fallar, Demian, no podré hacerlo jamás, y eso no tiene nada que ver con lo que decida para mi vida, porque en cualquier ámbito significará lo mismo... En cualquier ámbito seré Rhys Windsor, y en cualquier ámbito deberé dar la talla siempre, esa es la maldición que tengo desde que nací, y no va a cambiar.

—Lo que digas, Rhys... No voy a contradecirte en ese sentido, porque tú más que nadie sabe lo que realmente te hace bien, pero piénsalo, medita esa decisión, no hagas algo de lo que luego probablemente te arrepientas... Porque cuando eso suceda ya no habrá marcha atrás.

—Te quiero, tonto, gracias por preocuparte por mí... Ahora ve al partido, juega bien, ¿Sí? Recuerda que estaré ahí —dijo Rhys, pasando a su lado. Acarició su cabello con su mano libre antes de alejarse al comenzar a subir las escaleras.

—Lo haré, Rhys... Nos vemos luego —respondió Demian, para luego correr hacia la puerta principal y abandonar la casa.

Rhys quedó parado en exactamente el quinto escalón. Cabizbajo, apreciando el desayuno servido en la bandeja, con una sonrisa en su rostro. Él sabía que su madre, sus hermanos, sus amigos, sabía que ellos no se iban a ir de su lado... Sabía que el intento de no pensar en Lara era en vano, Demian tenía razón, iba a ser muy difícil seguir adelante al verla todos los días a su lado, al oír su voz, al apreciar su belleza... Al enamorarse de su sonrisa, de esa mirada, una y otra vez. Al sentir que ella podría ser su todo... Pero que ese todo acabara en la nada.

Borró ese pensamiento de su cabeza por el momento, todavía tenía que subir a darle el desayuno a Ashley. Y se iba a terminar haciendo tarde para el partido de Demian si seguía perdiendo el tiempo.

Ashley apenas oyó ese golpe en la puerta antes de que Rhys entrara. Cuando escuchó el sonido de la bandeja apoyándose en la mesa de luz y un tacto ajeno que ligeramente movió su hombro fue que se despertó en su totalidad. Vio apenas una figura borrosa cuando giró su cuerpo, pero en un instante distinguió de quien se trataba, ese chico que la había venido a despertar era Rhys.

—Ey... Al final me dormí aquí anoche —dijo ella, peinando su cabello hacia atrás mientras intentaba sentarse en la cama.

—Sí, estábamos viendo una película y cerca de la mitad dejé de oír tu voz, cuando menos me di cuenta habías caído dormida —respondió Rhys, riendo. Tomó asiento en el borde de la cama.

—¿Es tarde? —preguntó ella.

—No tanto, es la mañana, creo que las 9:15 a.m para ser más exactos... ¿Dormiste bien?

—Como para no hacerlo, tu cama parece una nube... ¿De qué está hecha? ¿De algodón de azúcar? —preguntó ella, entre risas.

—Vino con la casa, realmente tiene muchos años, a mí ya se me ha estado tornando algo incómoda, a veces duermo en el sofá de la sala o en la habitación de huéspedes, como anoche.

—Oh, me dejaste la parte más incómoda a mí, eres malo, Rhys —bromeó Ashley, empujando ligeramente su hombro.

Rhys sonrió.

—Por cierto, te traje el desayuno —dijo, estirando sus brazos hasta la mesa de luz. Tomó la bandeja con cuidado de no volcar los vasos, para luego dejarla sobre la cama.

—Rhys... Vaya, que hermosa rosa... Y obviamente la acción, no tenías que hacerlo —Ashley intentó sonar modesta. Pero estaba emocionada, demasiado, sólo ese pequeño detalle de su parte la hizo adorarlo un poco más.

—Es que se parece al color de tu cabello... Me pareció que quedaría linda como adorno... Tú sabes.

—Rhys Windsor siendo sensible y agradable ante los demás, que extraño... ¿Algo te ha estado pasando, príncipe?

—Para nada, sólo quería hacerte sentir bien por hoy, bueno, en realidad era por ayer, pero luego de ese día tan largo que tuve no estuve al cien y sólo tuvimos esa cena... Quiero pasar el día contigo hoy... ¿Quieres? —preguntó Rhys, dándole una ligera mirada por encima de su hombro.

Ashley escuchó su propuesta y esbozó una leve sonrisa. La última vez que pasó el día con Rhys ni siquiera lo recordaba, había sido quizás un año atrás, en el cumpleaños de este. Ni siquiera en el suyo. Ese día terminó muy bien para ambos, para que luego, la noche siguiente, en esa fiesta en la casa de Jake... Todo cambiara para siempre en su relación.

—¿Un domingo?

—Es el mejor día para hacerlo, podríamos ir a la feria en la playa, o al parque de diversiones... Aunque primero te quería invitar a algo más.

—¿Algo más? —preguntó Ashley, con curiosidad.

—Sí... Hoy es el primer partido en la temporada para mi hermano, y le prometí que iría... ¿Quieres ir conmigo?

—¿Un partido de fútbol?

—Sí... Juegan contra Zenith si mal no recuerdo, le dije a Demian que estaría en las gradas apoyándolo, y no quiero faltar porque él se veía muy ilusionado, pero tampoco quiero perderme de pasar el día contigo... ¿Qué piensas?

—No soy muy aficionada del fútbol, pero si es Demian claro que iré, recuerdo que una vez dijo que me dedicaría un gol... ¿Todavía sigue con esa idea? Sería un buen regalo de cumpleaños —declaró ella, soltando una ligera risa.

—No lo sé, pero lo que sí sé es que juega muy bien, el otro día mi anterior entrenador me llamó para hablarme de él... Dijo que no veía un talento tan prometedor desde que dejé el equipo hace dos años.

—Ya veo, es un Windsor después de todo... Por cierto, ¿Por qué dejaste el equipo? Tú eras el mejor jugador, eras el capitán, la figura de toda la institución... Sin contar ese talento casi divino que posees, ¿Por qué dejar atrás todo? Y no me vengas con todo el tema de Louis, eso no es una excusa para ti.

—Sólo me aburrí, Ash... He hecho deportes desde que tengo seis o siete años, a veces es agotador ser el único que gana, el único que hace todo bien, el único que no se puede equivocar, esa persona que carga con mucho en sus espaldas... Es demasiado agotador, no quería seguir teniendo esa sensación de soledad que me dejaba como el único capaz de resolver todos los problemas, estaba cansado, y sólo decidí terminar con todo... Y además ni siquiera era algo a lo que pretendía dedicarme el resto de mi vida, sólo lo hacía como pasatiempo, y un pasatiempo no tiene que darte ese tipo de complicaciones, cuando noté que me superaba me di cuenta de que era momento de apagar las luces y bajar el telón, era momento de que se acabara.

—Eres muy dramático para ese tipo de cosas, pero creo que te comprendo.

—No, no lo haces —Rhys la interrumpió—. Nadie lo hace en realidad... Ni nadie quiere hacerlo, ¿Piensas que no me he dado cuenta que todos me detestan? Por como soy, por lo que represento... Nadie quisiera ser Rhys Windsor jamás... Y así está bien... Nadie tampoco debe querer ser como yo, sólo vivirían una vida de mierda.

Ante su última afirmación, Ashley quedó en silencio. Ella sabía que era así. Se relacionaba con casi todas las personas de su generación, y sólo por un par de casos aislados, a la mayoría de esta no le caía bien Rhys. Existían muchas razones. Algunas sólo eran por envidia, otras por su personalidad, esa arrogancia y narcisismo eran demasiado repelentes para los demás, era complicado acercarse a él sin sentir el desprecio viniendo de su parte. Aunque a veces no era tan asi, comprenderlo también significaba saber lo que significaba cada una de sus actitudes, jamás despreciaba a nadie, quizás a las personas que fingían algo que no eran, él era muy perspicaz para leer a los demás, y se daba cuenta de eso en un instante. Sin embargo, a las personas que eran genuinas con sí mismas y con él las trataba de igual a igual, como ella, o Jake, o David... Y en poco tiempo, Lara.

Aunque lo más extraño de su declaración ni siquiera había sido el hecho de que él supiera que a muchas personas le caía mal, eso era obvio... Sino por el final, por esa frase: «Vivirían una vida de mierda». Había sólo una forma de interpretar esa frase, o quizás dos, Ashley intentó crear una hipótesis en su cabeza, y sólo se le ocurrieron esas dos razones... La primera era que: Rhys realmente sentía que su vida era una mierda. O la segunda: Sólo él podía ser capaz de aguantar la vida que llevaba. Por lo que para los demás no sería más que una vida horrible si no eras Rhys Windsor.

Ella nunca juzgó sus actitudes, realmente sabía que a veces se sobrepasaba con sus acciones, con su personalidad, con su arrogancia y con su ego desmedido. Pero podía llegar a comprenderlo. Él era el príncipe heredero de la Familia Real de uno de los más grandes e influyentes reinos del mundo, sobre sus hombros se encontraban las expectativas y esperanzas de toda una nación. Sabía la presión que ello conllevaba, sabía lo difícil que era intentar llevar una vida normal bajo la mirada del mundo entero, sabía que Rhys Windsor era así por eso, por su vida, por su camino, por todo lo que se supone debía hacer para llegar a romper ese límite y subvertir las expectativas. Sabía que probablemente esa personalidad era consecuencia de una gran represión, de vivir bajo una máscara intentando demostrar que podía con todo, pero aun con su inmenso talento, con su prodigiosa mente, o con su gran carisma... Rhys apenas era un chico, creciendo en un mundo que quizás no era el que él quería, y que a pesar de todo lo que tenía a su alrededor... No era feliz.

Ella intentó mil veces hacerlo abrirse sobre sus emociones, intentó ayudarlo a sobrellevar ese peso, a permitirle un apoyo, una mano ayuda... Pero él jamás lo aceptó, quizás porque sabía que ella no estaba preparada para enfrentar lo que él tenía que enfrentar, quizás sólo porque no quería involucrar a nadie en lo que era «suyo», o sólo porque creía que como era Rhys Windsor jamás iba a necesitar ayuda de nadie. Por eso, luego de años, cedió, y sólo estuvo ahí para él cuando él la buscara o la necesitara y fuera demasiado obvio. No insistió más, porque supo que si alguien no da de su parte sería imposible jamás ayudar a esa persona, aunque realmente quisiera a Rhys, mucho, aunque lo viera cada vez peor, cada vez más frío, solitario, extraño, triste y deprimido, no podía... Porque él no quería. Ella no era capaz de salvarlo de la soledad.

—Claro... Tienes razón... Jamás podré entenderte, Rhys —asintió Ashley, bajando la mirada hacía la bandeja, todavía con su comida ahí—. ¿Vamos a comer? Llegaremos tarde al partido de tu hermano.

—Sí, vamos... Espero te guste. — Rhys sonrió, mientras tomaban los sándwiches de la bandeja.

Ashley le respondió con una sonrisa igualmente.

«Y yo espero que seas feliz, Rhys».

 

Mas tarde...

 

Remia, Ajax, Estadio de Ajax - 9 de Junio - Año 512

 

 —¡Yo no puedo creer que hayamos logrado una victoria tan aplastante! —gritó Demian, con euforia.

 Con el partido terminado, Rhys, Demian, Ashley y Clio, y el pequeño Vlas en sus brazos, caminaban hacia el estacionamiento. Rhys llevaba a su hermano en hombros, este desbordaba emoción con su premio de: «Jugador del partido».

 —Tres goles, vaya... Realmente no me mintieron cuando me dijeron que eras muy bueno, Demian... Felicitaciones hermano —respondió Rhys, con cierta emoción en su voz.

Ashley, quien estaba a su lado notó la inmensa sonrisa de orgullo que se había dibujado en su rostro.

 —Ash, ¿Viste el gol que te dediqué? Cumplí mi promesa al final, ahora tú debes cumplir la tuya —dijo el niño, muy emocionado.

 —¿La mía? —preguntó Ashley, con curiosidad.

 —Sí, prometiste que te casarías conmigo si lo hacía, ¿Lo recuerdas?

Ante esta pregunta del chico todos estallaron en carcajadas.

 —Oh, lo recuerdo sí, pero todavía eres muy pequeño, bonito... Mejor esperemos hasta que seas un poco más grande, y ahí quizás podríamos charlarlo, ¿Cierto, Clio? —preguntó Ashley, dirigiendo su mirada hacia a Clio.

 —Vaya, los crie desde bebés y ahora ya piensan en casarse, que rápido crecen —declaró Clio, entre risas.

 —La vas a cuidar, ¿Cierto, casanova? —preguntó su hermano, dejándolo en el suelo cuando llegaron a la camioneta de Clio.

 —Claro que sí, es una promesa ante esta hermosa señorita —prometió Demian, colocándose su palma en su pecho, cerca de su corazón.

Rhys lo miró y rio. Clio y Ashley hicieron lo propio.

 —Eres un tonto... Nos vemos luego, ¿Sí? Buen partido, chico... Sigue así —dijo Rhys al apoyar su mano en la cabeza de su hermano, sacudiendo su cabello con el movimiento.

El chico sonrió con gratitud y le dio un abrazo.

 —Gracias hermano, te quiero —declaró Demian, sin soltarlo.

Rhys aprovechó el momento y sintió el confort que se sentía ser abrazado por él. Muchos años atrás un abrazo de su hermano era lo único que podía convertir un día malo en uno bueno, y últimamente llevaba necesitando una para que le iluminara la vida.

 —Yo también te quiero, chico... Nos vemos luego —saludó Rhys. Demian abrió la puerta trasera y rápidamente subió al auto que Clio había arrancado con anterioridad—. Llegaré como en la noche, mamá —avisó a su madre, acercándose a la ventanilla de acompañante, no sin antes haberle dado un beso a su hermanito quien dormía en la silla de bebé que se encontraba en el asiento trasero.

 —Bien, mi amor... Ten cuidado, ¿Sí? —preguntó su madre, con una ligera preocupación.

 —Lo tendré. 

 —Ashley, ¿Me lo cuidas, sí? —preguntó Clio, cuando Ashley se acercó a Rhys y se vio por la ventanilla.

 —Claro, Clio, lo tendré en la mira. —Sonrió ella.

 —Gracias linda... Diviértanse chicos... Adiós —Clio se despidió.

 —Adiós mamá. —Rhys quedó con su mano en alto mientras veía alejarse la camioneta del estacionamiento.

 Ashley alzó su mirada hasta el rostro de él, y notó que esa sonrisa todavía estaba enmarcada en su rostro, parecía imborrable. Tan solo unos momentos con sus hermanos y su madre fue suficiente para ponerlo de tal manera. Ahí fue cuando ella cayó en cuenta, cuando encontró la solución... La única solución, siempre estuvo frente a sus ojos, no podía ser más obvio.

 «Asi que es eso... Ellos son tu salvación, Rhys Windsor».

 

Esa noche...

 

Remia, Ajax, Residencia Windsor - 9 de Junio - Año 512

 

 Rhys había llegado tarde a su casa luego de su salida con Ashley. No se divertía tanto hacía demasiado tiempo. Ashley era una chica muy enérgica, lo hizo recorrer casi todo Ajax, de un lado al otro. Fueron a la heladería, la feria, un parque de diversiones y terminaron apreciando el ocaso en la playa. Cuando llegó la hora en la cual el cielo se tiño de ese color ocre hermoso y el sol comenzó a desaparecer en el horizonte sintió que quería quedarse en ese lugar, en ese instante, toda su vida. De la mano con Ashley, con el sonido de las olas rompiendo en la arena, las gaviotas, su vista embriagada de ese hermoso paisaje que invadió sus ojos... Era todo demasiado perfecto. Por eso sabía que no sería eterno.

 Luego de dejar a Ashley en su hogar se dirigió a las afueras de Ajax, al vecindario en el cual residía. Al parar frente a esa inmensa mansión que funcionaba como su hogar suspiró. El fin de semana acababa, al otro día sería lunes, tendría que volver a la rutina, y comenzar a hacerse esa idea en su cabeza... Esa idea que creyó poder esquivar, esa idea que pronto se convertiría en realidad.

 Entró con cuidado. Quizás su madre o sus hermanos estarían durmiendo, pero no fue así. Cuando entró a la sala vio a su madre mirando televisión con Vlas en brazos. Él sí se encontraba dormido, y se veía muy tierno escondido entre los brazos de ella.

 —Llegaste —dijo su madre, cuando se percató de su presencia al desviar ligeramente su mirada hacia el umbral de la entrada.

 —Sí, me iré a acostar, estoy muy cansado —respondió él, acercándose paso a paso.

 —Eso veo, ¿Te divertiste?

 —Sí, fue una bonita tarde... Pero mañana todo vuelve a la normalidad así que deberé dormir bien... Hasta mañana, mamá —dijo, inclinándose ligeramente hacia el sillón para darle un beso a su madre, y un poco más para alcanzar a Vlas.

 —Hasta mañana, mi vida... Descansa.

 —Tú también.

 Luego de eso subió las escaleras hasta su habitación. Al entrar sólo procedió a lanzarse de espaldas a la cama. Ni se molestó en tomarse un baño, o siquiera cambiarse de ropa. Había sido un fin de semana largo, tenía que pensar muchas cosas, algunas que se supone ya había decidido, pero de las que no estaba muy seguro.

 Giró un poco su cuerpo sobre la cama y tomó su celular. Una loca idea pasó por su cabeza cuando vio esa notificación de: «Nuevo mensaje».

 «¿Ash?», pensó antes de abrirlo. Pero él sabía que no era así, de todas maneras, autoconvencerse no funcionó de mucho. Porque era obvio quien era la persona que le había enviado ese mensaje.

 «Vi la película que me recomendaste ayer, estuvo muy buena, también encontré esos libros de los que te había hablado, te los llevo mañana al colegio... Nos vemos, chico bonito».

 Quiso responder. Mas que nunca. Pero ese era el primer paso para fallar, por lo que sólo apagó su celular y volvió a su posición inicial. Cubrió su rostro con sus manos y cerró sus ojos. Dejándose absorber por el silencio y la soledad de su habitación. Tendría que acostumbrarse a ese ambiente, lo iba a acompañar por mucho tiempo más... Solo tenía que aguantar, aguantar todo. Esa era su tarea principal, aguantar y no ceder. No podía convertirse en una decepción.

 —Lo siento, Lara Harch... Lo siento, Ashley Crown... Lo siento, Demian... Vlas... Mamá... Lo siento a todos... Lo siento, Rhys Windsor... Pero tengo que seguir adelante... Es mi destino, y no puedo fallar.

 Su destino... ¿Su destino?