—Miro a Selene con total confusión. ¿Cavar? ¿Qué quieres decir con cavar?
—Precisamente lo que he dicho —responde ella, su tono no admite discusión—. Cava.
—Miro alrededor del pequeño claro, observando el suave tapiz de musgo y hojas caídas. ¿Con qué? ¿Con mis manos? —La mera idea de cavar en la tierra con mis dedos desnudos me llena de una extraña repulsión.
—Selene suelta un bufido de molestia. Sí, con tus manos. Yo lo haría, pero... —Ella hace una pausa, mirando el suelo con desagrado—. No me gusta tener barro entre mis garras.
—No puedo evitar soltar una carcajada. ¿Estás segura de que no eres simplemente un husky? Porque eso es una actitud muy típica de los husky.
—Como respuesta, Selene hace un amago en el aire, cerrando sus mandíbulas con un clic audible. Basta de demoras —gruñe—. Cava.
—Con un suspiro, me pongo de rodillas y comienzo a cavar, apartando puñados de tierra húmeda. Selene me observa intensamente, moviendo su cola de atrás hacia adelante.