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—Tienes el potencial —dice Selene, su voz un susurro cauteloso en mi mente—. Lo arcano fluye por tus venas. Pero...
Respiro con alivio y euforia. Magia. Magia real. Magia humana. Es algo de un cuento de hadas, no algo que debería existir en mi vida. Sin embargo, los sobrenaturales existen—y nosotros somos bastante fuera de lo común también.
—No es tan simple —continúa Selene, su tono volviéndose más serio—. La magia no es un juguete, pequeñita. Es una fuerza de la naturaleza, cruda e indomable. Para ejercerla se necesita conocimiento, disciplina y control.
Trago saliva con dificultad, sintiendo la advertencia en sus palabras. «Pero ¿cómo aprendo? Ni siquiera sé por dónde empezar».
—Necesitarías un maestro —explica Selene, su voz teñida de vacilación—. Alguien bien versado en las artes arcanas, que pudiera guiarte, mostrarte cómo dominar y controlar tu poder. Pero la magia es un arte perdido. Los magos se perdieron en la maldición y se convirtieron en cambiaformas.