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Lucas sigue caminando de un lado para otro, y Lisa se cruza de brazos mientras lo observa, su barbilla levantada en un gesto desafiante que conozco bien.
Ella no retrocederá, ni siquiera ante un alfa. Si existe algo como un humano alfa, Lisa probablemente sería uno. No me sorprende que sus padres la hayan dejado venir; ella consigue lo que quiere, de una forma u otra.
Lucas detiene sus pasos agitados, las suelas de sus botas rechinando contra el suelo de linóleo. Hay un suspiro largo y pesado que parece desinflar sus anchos hombros. Cuando sus ojos dorados se encuentran con los míos, están llenos de una mezcla de resignación y disculpa.
—Tienes razón, Ava —dice, su profunda voz suavizándose—. Lo siento por intentar controlarte. No es mi lugar.
Selene resopla en mi mente, su presencia un consolador peso. Sólo lo siente porque alzaste la voz.