—Quiero que sepas que estamos aquí para ayudarte —dijo Silvana, con toda la dulzura que pudo—. Pero para hacer eso tendremos que comunicarnos de alguna manera.
La chica la miró y asintió, sus ojos exudaban una sensación de curiosidad e inocencia. Muy hermosos.
—Vamos a comunicarnos de una manera simple, ¿vale? —dijo, entregándole un bolígrafo y papel. Quería intentarlo y ver qué iba a hacer la chica.
Entre ellas estaba la mesa de café, y frente a la chica dibujó dos figuras. Una era un simple dibujo humano con gafas y cabello recogido en un moño.
—Esta soy yo —dijo Silvana, señalándose a sí misma. Luego dibujó otra figura femenina tomada de la mano con ella—. Esta eres tú, ¿de acuerdo?
La chica miró el dibujo fascinada y sostuvo su mano. Silvana sonrió, pero después de un rato le pasó a la chica el bolígrafo y el papel, con la esperanza de que también dibujara.
Silvana podría sacar algo de lo que ella dibujara.