Naia no tenía ni idea de lo profundamente que estaba siendo malinterpretada.
Solo miraba con cariño a la apuesta criatura cuyos ojos verdes tenían un tono similar al de Caspian.
Cuando jugaba con sus amigos peces, giró la cabeza para verlo observándola. Vio su expresión y sintió que estaba de mal humor.
Naia lo había visto como un amigo importante, así que naturalmente quería que se sintiera mejor.
Al principio se aferró a él—increíblemente dependiente—porque fue la primera persona que la ayudó en aquel momento de confusión. También podía sentir la bondad en él, y sabía que no le haría daño. Pero ahora, esa no era la única razón.
En su mayoría porque esta persona le hacía sentir mucha buena voluntad, y le hacía sentir bien—como lo hacía Caspian. También le gustaba mucho. Naturalmente, no quería que estuviera triste.