El muelle de la isla era incluso más avanzado tecnológicamente que el del continente. Había sido fabricado con una nueva madera compuesta, y había zonas especiales de observación y espacios para pasar el rato donde la gente podía descansar justo después de un largo viaje en el mar.
Cada vez que alguien se acercaba a la isla, el equipo de seguridad era alertado. Usando tecnología avanzada de cámaras de larga distancia, podían determinar quién estaba dentro del barco, alertando a todos en la isla de sus llegadas.
No era sorprendente que, para cuando todos se bajaban del barco, tuvieran un pequeño ejército de personas saludándolos.
—¡Bienvenidos de vuelta, maestros! —gritaban, con el saludo estándar que los sirvientes hacen a sus maestros.
La mayoría de estas personas no estaban entrenadas en la cultura de sirvientes de alta sociedad, pero había unos pocos que sí lo estaban y parecía que les habían enseñado cómo actuar.