De una forma u otra perdieron ambos sus ropajes. Sus cuerpos se rozaban sensualmente, haciéndoles gemir.
El baño tenía una encantadora encimera de apenas un metro de largo. Kylo la colocó suavemente a un lado, abriendo sus flexibles muslos para poder encajar cómodamente entre sus piernas.
Todo este tiempo, sus bocas nunca se separaron y sus suaves brazos rodeaban su cuello. De manera similar, sus fuertes brazos aseguraban que estuvieran completamente unidos, para no desperdiciar ni un milisegundo de intimidad.
Su suavidad contra él lo ponía duro como una roca, y él se aseguraba de que ella lo sintiera frotando su gruesa longitud endurecida contra sus húmedos pliegues, sus testículos aplastándose contra su tersa piel.
Gemían mientras se molián el uno al otro con Kylo separándose temporalmente de sus labios mientras saboreaba el gusto de su piel desnuda al molerla.