—A veces quisiera que no fueras tan atractiva —susurró él, diciéndoselo con una expresión nostálgica en su rostro—. Entonces quizás podría haberte tenido toda para mí.
Esto hizo que ella se riera.
—Bueno, quizás ni siquiera estaríamos durmiendo juntos si uno de nosotros no fuera atractivo.
Hugo se encogió de hombros y se inclinó para intercambiar saliva con ella de nuevo.
Lo que importaba es que ya la tenía. El objetivo era capturar tanto de ella como pudiera, para que ella no se acercara a ningún otro hombre en absoluto.
Ese pensamiento hizo que sus besos fueran más hambrientos, y pronto su rastro se movió a su cuello y sus orejas, haciéndola gemir.
Ninguna de sus manos estaba ociosa mientras acariciaban su cuerpo, agarrando tanto de su piel suave como pudiera.