Ignorando sus gritos de lucha, Henry la agarró del cuello y le clavó la jeringa en el cuello.
El líquido fue inyectado lentamente en su cuerpo.
—Hmmm...
—¿Qué es esto?
—Te gustará.
Henry solo la miró con una expresión incierta y una sonrisa burlona en sus ojos.
La droga era particularmente fuerte, y no tardaría más de unos minutos en hacer efecto.
No dijo nada, dejando que la atmósfera se congelase.
Efectivamente, en unos minutos, una ola de calor golpeó a Nancy, envolviendo todo su cuerpo en ella.
Estaba toda acalorada y seca, y su cordura era un poco incierta.
Sintiendo la extraña reacción de su cuerpo, Nancy se dio cuenta de lo que acababan de inyectarle.
Oxycodona...
¡Este hombre... es despreciable!
—La droga está haciendo efecto, ¿verdad?
Henry se desplazó sobre ella, toqueteando sus pechos con una mano y penetrando su coño con la otra.
La fuerte estimulación mezclada con el efecto de la droga hizo que todo el cuerpo de Nancy se volviera loco.
Querer...