Gastone parpadeó al sentir el calor del sol que lo obligaba a despertar. Gruñó y sintió dolor abdominal en cuanto se movió.
—¡Ugh! —Gastone gruñó y se sentó lentamente. Notó la manta que cubría su cuerpo, pero sobre todo, Lucía dormía a su lado.
Lucía estaba apoyada en el sofá donde Gastone dormía. Había esperado durante horas hasta que se cansó y se quedó dormida.
Gastone no pudo evitar sonreír. Su mano alcanzó para acomodar el mechón suelto del cabello de Lucía, pero se detuvo a una pulgada de distancia. Retiró su mano y se levantó.
«Ah, no quiero que piense que soy un baboso», pensó Gastone antes de poner la manta sobre Lucía. Quería ponerla en el sofá, pero no quería tocarla.
Gastone procedió a su habitación y escribió una carta a Draco acerca de su situación. Se rió de sí mismo al darse cuenta de que Draco había acertado en su debilidad.
Ahora, Gastone no podía moverse para hacer cosas sospechosas como buscar a su madre sin arriesgar a Lucía.