Con las garras de Felicia acercándose a la carne de Vicenzo, él no las esquivó. Para él, merecía cualquier castigo que su pareja le diera por lo que había hecho.
Vicenzo cerró los ojos y anticipó el dolor que estaba por venir, pero después de unos segundos de espera, no sintió nada. Entreabrió los ojos y vio las garras de Felicia a medio centímetro de su piel. Miró hacia arriba y la vio llorando.
—Cariño —susurró Vicenzo con una expresión adolorida. Se levantó y abrazó a Felicia sin importarle su apariencia.
—¡Wahhh! —Felicia gritó y enterró su cara en el pecho de Vicenzo. A pesar de que quería vengarse, no podía lastimar a Vicenzo intencionadamente, lo que la hacía llorar.
—Lo siento. No tengo razón para salirme de este error, pero lo siento por todo lo que he hecho —susurró Vicenzo, acariciando la espalda de Felissa para consolarla.