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Rosina había despertado por la luz del sol que le brillaba en los ojos. Parpadeó y miró hacia abajo al hombre que yacía en su pecho desnudo.
Draco dormía plácidamente mientras abrazaba a Rosina. Su espalda estaba llena de marcas de arañazos de las uñas de Rosina después de haber hecho el amor la noche anterior.
Una sonrisa apareció en los labios de Rosina. Ese momento se sentía surrealista y confortable, haciendo que no quisiera despertar, pero necesitaba hacerlo.
—¿Qué debería hacer? —dijo Rosina mientras miraba el techo. Ya que todos sus planes habían sido echados a la basura, necesitaba uno nuevo.
A Rosina ya no le importaba la corona ni liderar todo el reino de los Hombres lobo. Todo lo que quería era una vida tranquila con Draco, pero sabía que él seguiría estando en peligro si decidían rendirse en la guerra.