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—Una vez que entré en los cuartos del curandero, el guardia que me había acompañado se puso firme y dijo:
—Alfa Xaden ha solicitado que ella resida contigo a partir de ahora —dijo.
Loren me miró a través de sus gafas, casi esperaba que refunfuñara por cómo estaba perturbando su paz pero dijo:
—Está bien —. Y luego volvió a su trabajo. El guardia asintió y se alejó cerrando la puerta detrás de mí.
Loren continuó mezclando pociones y leyendo sus libros mientras yo simplemente permanecía de pie junto a la puerta sin saber qué hacer.
Luego él volvió a mirarme.
—¿Qué estás esperando? —me preguntó—. ¿Una invitación?
Dí un brinco. —Oh no, eh, no.
—Entonces pasa —me invitó—. Ve por esa puerta, encontrarás una pequeña habitación con una cama, tómala.
Y después de eso él volvió al trabajo que tenía ante él.
—Gracias —dije en voz baja.
Él no hizo ningún comentario sobre mi aspecto disgustado o lo que había pasado para que me trajeran a la habitación tarde en la noche.