PUNTO DE VISTA DE JASMINE
Una vez que terminé con mis quehaceres, entré en los cuartos del curandero y encontré a Loren despierto y ocupado con su trabajo.
—Buenos días —saludé.
Él levantó la vista de sus anteojos. —Buenos días.
Respiré hondo y me acerqué a él. —Gracias por anoche. Me diste tu cama y tú dormiste en un banco frío —le dije—. Por favor, eres un hombre mayor y necesitas acostarte en tu cama original. Yo tomaré el banco.
Se levantó de las hierbas que estaba picando cuidadosamente y me miró. —¿Con esas marcas en tu espalda cómo pretendes sanar alguna vez?
¿No había sufrido acaso un destino mucho peor en casa? Durmiendo en el suelo desnudo aunque mi espalda todavía sangrara.
—Sí, pero no importa —dije—. Has hecho más que suficiente por mí.
¿No entendía? Que agradecía lo que había hecho por mí, pero mi conciencia nunca permitiría que un hombre mayor sufriera por mi causa.