El viaje continuaba adelante.
Empezaba a sentirme cansada y exhausta. Inquieta por simplemente estar sentada en la parte trasera del carruaje sin hacer nada.
Después de que Xaden me salvó, no me dijo ni una palabra. Me ignoró como de costumbre.
Se estaba haciendo de noche y entonces los caballos y el carruaje se detuvieron.
Podía oír a los hombres bajándose de sus caballos.
Miré por la ventana para ver dónde estaba.
Vi que estábamos dentro de grandes murallas. Muy grandes murallas. No podía ver mucho.
La única manera en que podía hacerlo era si estiraba más la cabeza fuera de la ventana, lo cual ni consideré.
La puerta del carruaje fue abierta de golpe y entonces vi a Erik.
—Hemos llegado —dijo—. Baja.
Bajé y vi que estaba frente a un castillo lujoso.
No se parecía en nada al nuestro.
Todas las murallas estaban hechas de blanco.
Había gente moviéndose alrededor de las murallas del castillo.
Hacía frío, pero era hermoso.
No había flores a la vista ni siquiera árboles.
