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Mi corazón se detuvo.
—¿Iba a ser su esposa? ¿El mismo hombre que había decapitado a mi hermano y castrado y decapitado al compañero de Jessica? —tragué saliva, aterrada de tomar la mano que se abría ante mí.
Me giré y vi a mi padre.
Su rostro estaba lleno de exigencias.
No le importaba lo que me sucediera, tenía que hacerlo.
Volví a mirar a Xaden y luego le di mi mano y me condujo los pocos escalones hasta el trono.
Nunca había estado en la plataforma del trono de tal manera.
Solo había sido para limpiar.
E incluso para los esclavos, no se nos permitía estar en el suelo de los tronos.
Teníamos que arrastrarnos para hacer la limpieza.
Solo se nos permitía estar de pie cuando habíamos bajado los cuatro escalones que separaban los tronos del suelo común.
No éramos lo suficientemente dignos para siquiera estar de pie junto al Alfa.
Pero ahora aquí estaba yo.
Me atrajo hacia su lado.
Uno de los miembros del consejo de los lobos se colocó entre nosotros con un libro y comenzó a recitarlo.
Yo sabía lo que eran esos votos.
Nunca había asistido a una ceremonia de lobos excepto cuando se trataba de servir a las parejas de alto rango de la manada.
Y siempre me mandaban a retirar una vez que mi trabajo estaba hecho.
Estos eran mis lazos con él para toda la vida.
Vínculo de lobo.
En los casos en que los lobos que se casaban no eran compañeros, entonces podrían divorciarse.
Pero para los compañeros una vez unidos, era para toda la vida. Pase lo que pase.
Levanté la vista hacia él, su rostro estaba inexpressivo, sin emociones.
No había nada en él.
Solo un hombre guapo sin corazón.
Bajé la vista a mis pies, no acostumbrada a mirar fijamente a nadie.
El anciano que recitaba los votos sacó una daga sagrada. —Elinn veer gumi wurx iq xenni —yo sabía lo que significaba eso.
—Una sangre junta para siempre —dijo el hombre.
Tomó mi mano y luego la cortó con la daga.
—Chillé de dolor y luego hizo lo mismo con Xaden, que parecía que nada había pasado.
Luego mi mano fue puesta contra la de Xaden. La herida abierta encontrándose con la mía.
Hubo un leve resplandor de nuestras manos.
Me sorprendió.
—La unión ha sido sellada —dijo.
Lentamente retiré mi mano, mirando mi palma y preguntándome de dónde había irradiado la luz.
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Entonces Xaden agarró mi brazo y me jaloneó mientras lideraba el camino.
Se detuvo frente a uno de sus hombres.
Un hombre de cabello rubio. —Decapita a todos los lobos machos de alto rango. A todos ellos.
Entonces el hombre se giró hacia los hombres que habían estado esperando de pie sus propias sentencias.
Estaba confundida.
¿Qué estaba pasando, a dónde íbamos?
Me revolví mientras su agarre se apretaba en mi brazo.
—¿A dónde me llevas? —pregunté mientras me arrastraba por los pasillos y subía las escaleras.
Confundida.
—¿Vas a matarme también? —le pregunté.
Entonces me giró bruscamente para enfrentarlo.
—¿Matarte? —me preguntó—. Diosa no. Lo que tengo en mente para ti es mucho mejor que lo que recibió tu hermano.
Mis ojos se abrieron de par en par y me di cuenta de que ya estaba frente a una puerta.
La pateó para abrirla y me empujó adentro.
Caí al suelo, confundida.
Mientras veía que estaba en un dormitorio muy lujoso.
Uno en el que nunca había limpiado antes.
—Levántate —ordenó.
Hice lo que me dijo.
Entonces se quitó el peto frontal de su armadura, y luego su camisa de cuero.
Comencé a respirar pesadamente.
Mis ojos se abrieron de par en par.
Intenté huir pero me atrapó y me jaloneó hacia él.
Apenas había unas pocas pulgadas entre nosotros.
—¿Sabes lo que tu padre le hizo a mi madre? —me preguntó Xaden.
Lo miré y nuestros ojos hicieron contacto y hubo un instante y repentino choque de electricidad que nunca había sentido antes.
Era espantoso y confuso.
Frunció el ceño como si él también lo hubiera notado, pero su rostro volvió a ser aterrador.
—Cuando tu padre traicionó a mi familia —explicó—, trajo a mi madre a esta misma habitación y se forzó sobre ella.
Todo mi cuerpo tembló.
Nunca había oído hablar de eso antes.
—Pero tú te casaste conmigo —logré decir.
Él echó la cabeza hacia atrás y se rió.
Era tan guapo solo si no fuera un monstruo.
—Me casé contigo porque quiero tener una vida completa haciéndote sufrir —dijo.
Me encojí.
—Sube a la cama —ordenó bruscamente, girando su cabeza hacia la amplia cama que estaba en el centro de la habitación—. Vamos a consumar nuestro matrimonio. Y cuando lo hagamos, toda la manada escuchará cómo estoy follando a la preciosa y mimada hija de Bale.