Adam no se movió de detrás de Yuki y observaba a Claudia como un halcón. —Me he unido, pero no veo cómo esa información te concierne.
—Hmph. Solo me preocupo por Liliana. No hay necesidad de ofenderse, maldito perro guardián —Claudia lanzó una mirada feroz a Adam, luego sorbió su té—. ¿Van a celebrar una boda? Sé que están unidos, pero no sería raro que se casaran.
—E-eso es algo de lo que aún no estoy segura. Sé que él realmente no lo ha mencionado. Si tuviera mi forma, me gustaría una boda, incluso si es pequeña con unas pocas personas. No tiene que ser extravagante —Yuki miró hacia el techo, pensando en la boda que tendrían pronto a la que Claudia no estaba invitada. Entonces dejó caer algunas lágrimas por sus mejillas.
Claudia sacó un pañuelo y secó los ojos de Yuki. —No necesitas agradecerme, pero veré si puedo hacer entrar en razón a ese muchacho. Te mereces una boda y si él no planea una para ti, lo engañaré para que te brinde la que mereces.